jueves, 1 de diciembre de 2011

EL AURA - L. H. RUTIAGA, Iº PARTE





La memoria de los pueblos nos habla de un diluvio mítico, seguido de un amanecer nuevo y radiante simboli­zado por un arco iris.
Sus colores le revelaron al ser humana el secreta maravilloso de la Luz y el juego de las energías vibratorias que le daban Vida.
Y así, el hombre arco iris, puente entre el cielo y la tierra; unas veces llevando su mirada hacia el espacio y otras hacia el suelo, busco ese ropaje, que cubriéndole, lo convertirán en un ser de Luz, un espíritu radiante ante el paso de la Vida.
Tuvo que abrir los ojos de su alma, para lograr ver más allá de su imaginación a todos los seres vivos inmersos en un campo de Energía Universal.
Los llego a percibir envueltos en un océano de Luz que parecía adaptarse a su forma... miró y meditó... y supo que cada uno de nosotros tenía un arco iris... un reflejo de EI... y le llamó Aura.
Esos colores, fueron y son el espejo de nuestra alma. Palidecen cuando anochece en nuestro corazón o se llenan de brillo cuando somas felices.
¡Si  pudiéramos ver nuestro arco iris cuando el amor vive en nosotros!
Tratemos de ser discípulos de la Luz, sin importar el grado de conciencia que tengamos, ya que cuando arde la llama de la Vida en nosotros, todo se ilumina.
¡Vistámonos de colores!
Dejemos a un lado los pesares y pintémonos de alegría.
¿Y si no sabemos como?
Recorramos las páginas de este libro y descubramos este  mágico arco iris que nos cubre... el Aura.
           
Luis Rutiaga Cárdenas

 

Todo lo que existe sobre la Tierra absorbe energía y la libera. EI proceso de la vida exige este intercambio ole energía con todo lo que nos rodea.

 

Una parte de esta energía que sale, es un campo único que existe alrededor de todos los seres vivos. Estas emana­ciones de energía sutil que rodean el cuerpo, no son visibles para la mayoría de las personas.
Esta zona, es una transición entre el cuerpo físico y el mundo exterior y se llama Aura. Conserva nuestra energía vital, refleja nuestro estado de salud y da salida a la Energía Universal y la absorbe.

EI aura se esta moviendo y cambiando constante­mente, y esto es un reflejo de que estamos vivos.
Los minerales, las plantas, los animales y por supuesto los seres humanos tenemos nuestras propias auras; las cuales difieren en su complejidad y en sus gama de color.
Los minerales están rodeados de un aura blanca; las plantas de un aura amarilla. El aura que rodea a los animales es añil. La de nosotros tiene varias capas y colores.
Esta complejidad revela nuestra conciencia, además de todos los aspectos de nuestro funcionamiento físico, mental, emocional y espiritual.

Las capas de nuestra aura varían de color y de forma en función de los estados de ánimos y los cambios de conciencia.

Cada una de estas capas de nuestra aura es traslucida y se parecen mucho sus colores a los que tiene el arco iris, pero su intensidad es mucho más sutil.

La viveza de estos colores varía de una persona a otra. En unos destacan como si fueran un sol y en otros, son tan débiles que parecen a punto de apagarse.

En cuanto a su constitución y extensión, también de­penden de cada persona, según sea el desarrollo de su alma y de su mente; cada uno manifestara un aura dife­rente de acuerdo a sus sentimientos y carácter.
Así, el arco iris del aura, se vera afectado por el juego de las emociones, pasiones y sentimientos que tengamos.

Si nos encontramos con una persona a la que esti­mamos nos sentimos calidos y expansivos, y por lo tanto nuestra aura aumenta de tamaño. Pero si el encuentro es con alguien que nos desagrada, nuestra aura se retira.
En el estado expansivo, cada uno entra en el aura del otro, absorbiendo sus energías y dejando, hasta cierto punto, el rastro de nosotros.

Todos percibimos el aura de los demás, seamos o no conscientes de ello. Algunas auras nos atraen y otras nos repelen. Si una persona irradia bondad, su aura nos llamara, siempre que nuestra alma sea afín; por el contrario, si somas violentos o destructivos, perderemos su Luz.

AI ir mas allá de nuestras limitaciones tísicas para ver el aura, podemos tratar de desarrollar esa cierta habilidad olvidada que teníamos cuando éramos niños, ese lugar lleno de fantasías que nos hacían ver otro mundo y que desafortunadamente hemos perdido.

Nunca es tarde para recordar, abramos nuestro mente y nuestro alma y llenémonos de color; las auras de todos los que nos rodean están allí esperando que las veamos para encontrar un arca iris en cada uno de ellas.


¿QUÉ ES EL AURA?

Al tratar de describir con términos físicos lo que es el Aura, inmediatamente la asociamos con la palabra energía, la cual viene del griego energos, que quiere decir "producir movimiento, la palabra aura, por su parte, precede de otra palabra griega, aer, que quiere decir “brisa”.

Si tenemos la capacidad de asociar mentalmente los significados de ambas palabras, tendremos una imagen mental del aspecto del aura.

Al fluir la energía, las personas pueden cambiar a cada momento: el aura también esta sujeto a este cambio.
Se le llama aura a un conjunto de fuerzas electromagnéticas de densidades variables que salen de los cuerpos físicos, vitales, etéreos, mentales, emocionales y espirituales.

Estas partículas de energía permanecen en suspensión alrededor de nuestro cuerpo en forma de una cubierta oval. Esta cubierta áurica sobresale del cuerpo un promedio de l m alrededor de nosotros, extendiéndose por encima de la cabeza, y mas allá de los pies, hundiéndose en el suelo.

Sobre la cubierta áurica inferior se puede encontrar flotando, hasta 15 m por encima de ella, otra cubierta áurica, la cual recibe el nombre de cuerpo áurico superior. Algunos miembros de la comunidad científica han llamado al aura, campo de energía; otros, los hombres de la religión, forma espiritual; y los estudiosos del esoterismo, cuerpo astral.

Respecto a los motivos por lo0 que se le ha llamado, al aura, de tan diversas maneras; cada grupo ha emitido su opinión de acuerdo a sus estudios.

Así, la gente que ha investigado el aura en los labora­torios, es la que le ha dado el nombre de campo de energía; tales como el medico ingles Walter Kilner, el cual aceptó el concepto del aura Y se propuso hacerla visible al ojo humano, y después de numerosas experimentas lo consiguió; hasta el ingeniero soviético, Semyon D. Kirlian, el cual obtuvo los resultados mas espectaculares, con res­pecto al aura, al lograr una fotografía que mostraba una forma luminiscente alrededor de los dedos de su mano.

Respecto a los motivos por los que se le llama al aura, forma espiritual; debemos basarnos mas en los datos disponibles, que en las demostraciones científicas.

La existencia de un segundo cuerpo, superior al físico, sin forma material; ha sido aceptado desde hace mucho tiempo por todos los estudiosos del alma. Los relatos y leyendas relacionados con las formas espirituales huma­nas se remontan a los orígenes del hombre: todas las religiones nos hablan de estas formas, intangibles Y lumi­nosas, que rodeaban a algunos hombres; los iluminados.

Por otra parte, hay un grupo de seres humanos que tiene la facultad de ver más allá de lo que llamamos visión normal. Estos seres privilegiados han recibido el don de ver la Luz que nos rodea, la manifestación de la Energía Universal, y le han llamada cuerpo astral.
Vivamos nuestra propia experiencia, sin importar que el aura sea un campo de energía, una forma espiritual o un cuerpo astral.

La visión del aura y su aspecto de arco iris, verdadera­mente maravilloso; debe ser un lenguaje que debemos aprender y comprender, para conocer la luz... su Luz.



EL AURA EN LA HISTORIA

 

Son numerosas las referencias que se tienen sobre la emanación de una luminosidad que rodea al cuerpo humano; ya que desde los antiguos egipcios podemos ver que ellos representaban simbólicamente estas radia­ciones en sus libros sagrados, en su joyería y en sus mantos ceremoniales.


También los yoguis y los filósofos ocultistas orientales compartían la creencia de esta emanación.
La Biblia nos dice que la cara de Moisés resplandecía cuando descendió del Monte Sinaí con las tablas de la Ley. Son innumerables las representaciones de Buda y Jesús con sus aureolas, y este recurso se ha utilizado en casi todas las religiones para simbolizar la divinidad.

Se pueden hallar datos respecto a este manto luminoso en los escritos griegos antiguos. Las obras del mate matico Pitágoras, del filósofo Demócrito y del llamado "padre de la medicina", Hipócrates, nos ofrecen algunas muestras.
EI aura, con sus tonos de arco iris, siempre estuvo relacionada con la curación. Los persas utilizaban cierto tipo de terapia basada en las emanaciones de luz que provenían del paciente.
Los egipcios utilizaban piedras y amuletos de colores, así como templos para la curación basada en los diversos matices del aura.
Los griegos utilizaban vibraciones musicales, colores y poesía para curar la enfermedad.

Al hojear cualquier libro de historia del arte podemos ver que las auras son parte de las culturas religiosas de la India y China. En ambos pueblos las deidades se representan envueltas en capas de llamas o cubiertas por un resplandor.

Posteriormente, cuando el cristianismo se convirtió en la religión mayoritaria en Occidente, se acostumbro pintar auras alrededor de los Ángeles, de Jesús y la Sagrada Familia. Dado que la energía del aura es muy fuerte en toda a la zona de la cabeza, y que Jesús era un ser superior, se cree que este resplandor de su aura pudo ser contem­plado por todos los que lo seguían.

Durante la Edad Media, gran parte del desarrollo de las prácticas curativas, paso por un periodo de estan­camiento. Un medico y filosofo persa, Avicena, fue el que revoluciono la medicina durante esta época en Europa. En su libra, Canon de Medicina, manifestaba que el color era un importante remedio contra la enfermedad, as! como una guía para el diagnostico.

Theophrastus Bombastus von Hohenheim, mas cono­cido como Paracelso, afirmaba que en la forma humana había una gran fuerza vital que irradiaba su energía hacia el exterior, en forma de esfera de luz. También creía que esta envoltura luminosa podía servir para curar el cuerpo físico. Propugnaba que los colores de la envoltura vital y los que se utilizaban en los procesos de curación podían dividirse en dos grupos: los que contenían un poco de blanco, representaban la salud y el bien, y los que con­tenían un poco de negro, representaban la enfermedad, el mal y la falta de armonía.

No fue hasta el siglo XVIII cuando se empezó el estudio científico del aura.
Franz Anton Mesmer, un excéntrico doctor vienés, pensaba que todas las casas del universo estaban re­lacionadas entre sí, por un fluido vital en el que todo estaba inmerso. También estaba convencido de que la energía de este fluido podía ser transmitida a otros para estimular el  proceso curativo.
Muchos eminentes científicos de esta época lo conside­raban un curandero, tal vez debido a sus métodos, teorías y la ropa que usaba en sus sesiones curativas.

Un francés, llamado Tessier, en 1783, empezó a reali­zar estudios can las plantas utilizando el color. Fue así como dio comienzo la investigación sobre la influencia del color en las plantas.

Después, el interés por la cromoterapia y el aura se desvaneció durante muchos años cuando la ciencia física hizo grandes progresas con el usa de la química y la tecnología de la era industrial.

En la segunda mitad del siglo XIX, el barón Van Reichenbach, anunció el descubrimiento de una radiación proveniente de ciertos objetos que denominó “fuerza ódica" y aseguro que era generada por ciertos cristales, por los imanes y por el cuerpo humano.

Por ese tiempo se publico un libro que llevaba el titulo de Luz azul y roja, cuyo autor S. Pancoast, describía las diversas propiedades de las luces azules y rojas, y el método que utilizaba para curar utilizando la luz natural del sol que atravesaba diversos paneles de cristales de colores. La gente quedó cautivada por su técnica y la cromoterapia volvió a llamar la atención, a tal grado que se expandió rápidamente.

Casi al mismo tiempo, otro libro conmocionó a los interesados; se trató de Los principios de la luz y el color, de Edwin D. Babbitt, el cual se convirtió en la Biblia de los cromoterapeutas. Este hombre era escritor, filósofo, medico y artista, y siguiendo sus teorías, mucha gente instaló cristales de colores en sus ventanas.
Hubo otro tipo de estudios con respecto al aura, como los realizados por el teósofo Charles W. Leadbeater, el cual enfocó el lema del aura, en varias de sus obras, desde un punto de vista filosófico. Algunos de sus ensayos mas conocidos fueron EI hombre visible e invisible (1920) y EI aura humana. Otro de sus libros titulado Formas del pensa­miento, cuenta con varias laminas que ilustran las primeras representaciones del aura.
Sin embargo, fue hasta principios de este siglo, que un doctor ingles, WaIter.J. Kilner, se dispuso a investigar el fenómeno conocido como el campo eléctrico del ser humano, eliminando los elementos místicos.
Kilner, en 1908, inventó una pantalla a través de la cual se podía observar la forma y la estructura básica del aura.

La pantalla constaba de dos cristales insertos en un marco. Entre ambos cristales había una solución de alquitrán de dicianina, a la que llamó "Espectauranina". Empleó varias pantallas con diferentes soluciones de alcohol para verlas distintas capas del aura.
El doctor Kilner evitó leer la abundante literatura me­tafísica sobre el aura. No quería que su interpretación pudiera verse condicionada por esto.

Descubrió que durante cierto tiempo, su capacidad para ver el aura aumentaba al estar constantemente expuesto a las pantallas, pero que también tenía un efecto negativo sobre su  visión, y comprobó que para volver a la normalidad, tenía que dejar de usar las pantallas durante varios días.
Kilner publicó sus detalladas investigaciones el libro La atmósfera humana (1911). La información del libro provocó escándalo entre sus colegas conservadores y Kilner se vio envuelto en el tipo de problemas que tanto había intentado evitar.

Otro biólogo ingles, Oscar Bagnall, fascinado por las investigaciones de Kilner, se dispuso  a repetir sus experi­mentos, y utilizó las pantallas de Kilner, además de otras de distintos colores diseñadas por el mismo. Sus hallazgos fueron publicados en el libro El origen y las propiedades del aura (1937).
Bagnall sostenía que todos los seres vivientes tienen su aura y que al morir, el aura también deja de existir. Fue el primero en sugerir que la luz del aura era percibida por los bastones del campo receptor del ojo, y que se apreciaba gracias a la visión periférica.

Inspirado por Babbitt, un inventor indoamericano, llamada Oinshah GhandiaIi, se propuso crear un sistema para la proyección del color y elaborar teorías con una base más científica para aplicar terapias basadas en el espectro de luz. Después de múltiples problemas por sus métodos, Dinshah, continuó divulgando sus teorías hasta su muerte.

Pero la aportación más importante en la comprensión del aura fue el fruto de las investigaciones de un ingeniero soviético, Semyon Davidovich Kirlian.
En 1939, Kirlian estaba reparando un equipo técnico cuando fue testigo casual del funcionamiento de un instru­mento de alta frecuencia.

A base de experimentos, consiguió reproducir una chispa de luz que había observado durante la demostración, una chispa que había despertado su curiosidad después de numerosos intentos de captar esta luz, consiguió producir una fotografía que mostraba una forma luminosa alrede­dor de los dedos de la mano.
¡Había nacido la fotografía del aura!

Aunque el descubrimiento no era nuevo desde el punto de vista técnico, Kirlian, con su esposa Valentina, fue el pionero del empleo de esta técnica fotográfica como herramienta útil en la investigación parapsicológica.
El empleo de la fotografía Kirlian se ha desarrollado en muchos sentidos. Se puede utilizar para explorar el cuerpo y descubrir en el, posibles enfermedades.

Utilizando la película fotográfica de color que existe hoy en día, los colores brillantes y de alta definición permiten detectar cambios pequeños en el color  en el tono.
Algunos opinan que la magia de la fotografía Kirlian estriba en el hecho que demuestra la existencia misma del aura.

Con el paso del tiempo y el perfeccionamiento cada vez mayor de la tecnología, vemos que el mundo de la ciencia y el mundo metafísico tienen cada vez mas cosas en común.
Sin duda, instrumentos mejor diseñados proporcionaran un número amplio de revelaciones espectaculares que darán solución a los fenómenos físicos y psíquicos.

Cuando los investigadores modernos intentan explicar las leyes del universo físico, se encuentran para su sor­presa, que entran a un mundo que solo ha sido explorado por los místicos. Las preguntas acerca del universo físico son cada vez más complejas y lo mismo ocurre con las respuestas.
Ya Albert Einstein nos explicaba que la materia no existe, que la materia es una ilusión creada por la veloci­dad de vibración de las diversas formas de energía. Todo lo que vibra en lo que llamamos cuerpo físico se nos aparece en forma de materia sólida. Nuestro sol y las estrellas son, relativamente hablando, campos de ener­gía... auras.

Todavía nos queda mucho por explorar en la búsqueda científica y esotérica de ese enigmático arco iris... el aura.