martes, 27 de noviembre de 2012

Anam cara - La transfiguración de los sentidos








La transfiguración de los sentidos
Los místicos son los más fiables en el campo del amor sen­sual. En sus escritos está implícita una luminosa teología de la sensualidad. Jamás preconizan la negación de los sen­tidos, sino su transfiguración. Los místicos reconocen que existe cierta gravedad o lado tenebroso de eros y que a ve­ces predomina. La luz del alma puede transfigurar esta ten­dencia y aportar a ella equilibrio y aplomo. La belleza de las reflexiones místicas sobre eros nos recuerda que éste es en última instancia la energía de la creatividad divina. En la transfiguración de lo sensual, el frenesí de eros y la alegría del alma entran en lírica armonía.

La Irlanda moderna ha debido recorrer un camino complejo y tortuoso para reconocer y aceptar a eros. La an­tigua tradición irlandesa reconocía el poder de eros y el amor erótico con maravillosa vitalidad. Una de sus expre­siones más interesantes es el poema de Brian Merriman ti­tulado Cúirt an Mheáin Oidhce, «El patio a medianoche», del siglo XVIII. Largos fragmentos del poema están escritos desde el punto de vista de la mujer. Es un enfoque feminis­ta y libérrimo. Habla la mujer:
No soy gorda y maciza como una campana. Labios para besar, dientes para sonreír, piel lozana y frente lustrosa, tengo ojos azules y una cabellera espesa que se me enrosca en el cuello; un hombre que busca esposa tiene aquí un rostro que guardará de por vida; mano, brazo, cuello y pecho, a cual más apreciado; ¡mira qué cintura! Mis piernas son largas flexibles como sauces, ligeras y fuertes.
Este larguísimo poema es una celebración impúdica de lo erótico. No la atraviesa el lenguaje frecuentemente negativo de la moral que trata de dividir la sexualidad en pura e impura. En todo caso, estos términos están de más, tratándose de criaturas de arcilla. ¿Cómo puede existir se­mejante pureza en una criatura de arcilla? Ésta es siempre una mezcla de luz y tinieblas. La belleza de eros reside en sus umbrales de pasión donde se encuentran la luz y las ti­nieblas en el interior de la persona. Tenemos que re-imaginar a Dios como la energía del eros transfigurador, fuente de toda creatividad.

Pablo Neruda ha escrito algunos de los más bellos ver­sos de amor. Dice: «Te traeré flores felices de las montañas, campanillas, oscuros avellanos y canastas rústicas de besos./ Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los ce­rezos». Es un pensamiento muy hermoso; revela que el amor es el despertar de la primavera en la cara de arcilla del cora­zón. Yeats también escribió bellos poemas de amor, versos que dicen: «Pero un hombre amó tu alma peregrina/y amó los pesares de tu rostro cambiante». Estos poemas mues­tran un reconocimiento de las raíces profundas y la presen­cia en el amado. El amor te ayuda a ver la naturaleza singu­lar y especial del Otro.

El don herido

Uno de los grandes poderes del amor es el equilibrio, que nos ayuda a alcanzar la transfiguración. Cuando dos per­sonas se unen, un círculo antiguo se cierra en tomo de ellos. Asimismo, no llegan a la unión con manos vacías, sino repletas de obsequios. Con frecuencia éstos donde están heri­dos; entonces despierta la dimensión curativa del amor. Cuando amas de verdad a otro, lo baña la luz de tu alma. La naturaleza nos enseña que la luz del sol hace crecer todas las cosas. Si contemplas las flores en un alba de primavera, verás que están cerradas. Cuando las toca el sol, se abren confiadas y se entregan a la nueva luz.

Cuando amas a una persona que está muy herida, una de las peores cosas que puedes hacer es convertir su dolor en objeto de discusión. En estos casos, una extraña diná­mica despierta en el alma. Se vuelve un hábito, una pauta re­currente. Con frecuencia conviene reconocer la presencia de la herida, pero alejarse de ella. Cada vez que tengas la oportunidad, báñala con la suave luz del alma. Recuerda que existen mentes antiguas de renovación en el círculo que los une. El destino de tu amor jamás depende solamente de los recursos frágiles de las subjetividades de ambos. Puedes invocar el poder curativo de la tercera fuerza lumi­nosa entre ambos; ésta puede aportar perdón, consuelo y cu­ración en tiempos escabrosos.

Cuando amas a alguien, es destructivo raspar obsesi­vamente la arcilla de tu arraigo.

 Es conveniente no interfe­rir en tu amor. Dos personas que se aman jamás deben sen­tirse obligadas a explicar su amor a un tercero o el porqué de su unión. Su comunión es un lugar secreta Sus Almas conocen el secreto de su unión; deben confiar en ella. Si interfieres constantemente en tu conexión con el otro, con tu amante o tu anam cara, poco a poco provocas una distancia entre los dos. Thom Gunn ha escrito un bonito epigrama de dos líneas que se titula Jamesian, por el nombre de Henry James, el más preciso y sutil de los novelistas. Sus descripciones constan de finísimos matices e infinitos puntos de vista. Un análisis tan puntilloso puede volverse obsesivo, hasta el punto de destruir la presencia lírica del amor.

Su relación consistía
en discutir si existía.
Si enfocas constantemente la luz de neón del análisis y la rendición de cuentas hacia el tejido blando de tu arraigo, éste se volverá reseco y estéril.

Toda persona debería dar gracias por el amor desper­tado en su ser. Cuando sientes amor por la persona amada y el de la persona amada por tí, deberías buscar ocasiones para ofrecer ese calor como una bendición para los atribu­lados y faltos de amor. Envía ese amor al mundo, a los de­sesperados, a los que padecen hambre, a los que están encerrados en prisión, en hospitales y en todas las circunstan­cias brutales de las vidas desoladas y torturadas. Cuando compartes esa riqueza de tu amor, éste llega a otros. En él reside la mayor fuerza de la oración.

En el reino del amor no hay competencia

La oración es el acto y la presencia de irradiar la luz de la riqueza de tu amor hacia otros para curarlos, liberarlos y ben­decirlos. Si hay amor en tu vida, compártelo espiritualmente con los que se ven arrojados al borde mismo de la vida. La tradición celta sostiene que si proyectas la bondad que hay en ti o si compartes lo que hay en ti de bueno o feliz, te será devuelto multiplicado por diez mil. En el reino del amor no existe la competencia; no hay posesividad ni control. Cuanto más amor entregas, más tendrás. Aquí se recuerda la idea de Dante, de que el ritmo secreto del universo es el rit­mo del amor que mueve las estrellas y los planetas.

Bendición de la amistad

Ojalá tengas buenos amigos.
Que aprendas a ser buen amigo de ti mismo.
Que puedas llegar a ese lugar de tu alma donde residen un gran amor, calor, afecto y perdón.
Que esto te cambie.
Que transfigure todo lo que hay de negativo, distante o frío en ti.
Que te transporte a la verdadera pasión, familia y afinidad de la comunión.                           
Que atesores a tus amigos.
Que seas bueno con ellos y estés allí cuando te necesiten; que te den todas las bendiciones, estímulos, verdad y luz que necesites para el viaje.
Que nunca estés solo.
Que estés siempre en el nido amable de la comunión con tu anam cara.

Fuente: El Libro de la Sabiduría Celta

El Anam cara - II








El Anam cara
La tradición celta posee una hermosa concepción del amor y la amistad. Una de sus ideas fascinantes es la del amor del alma, que en gaélico antiguo es anam cara, «Anam» signi­fica «alma» en gaélico, y «cara» es «amistad». De manera que «anam-cara» en el mundo celta es el «amigo espiritual». En la iglesia celta primitiva se llamaba anam cara a un maestro, compañero o guía espiritual. Al principio era un confesor» a quien uno revelaba lo más íntimo y oculto de su vida. Al anam cara se le podía revelar el yo interior, la mente y el co­razón. Esta amistad era un acto de reconocimiento y arrai­go. Cuando uno tenía un anam cara, esa amistad trascen­día las convenciones, la moral y las categorías. Uno estaba unido de manera antigua y eterna con el amigo espiritual. Esta concepción celta no imponía al alma limitaciones de espacio ni tiempo. El alma no conoce jaulas. Es una luz divina que penetra en ti y en tu otro. Este nexo despertaba y fomenta­ba una camaradería profunda y especial. Juan Casiano dice en sus Colaciones que este vínculo entre amigos es indisolu­ble: «Esto, digo, es lo que no puede romper ningún azar, lo que no puede cortar ni destruir ninguna porción de tiem­po o de espacio; ni siquiera la muerte puede dividirlo».

En la vida todos tienen necesidad de un anam cara, un «amigo espiritual». En este amor eres comprendido tal como eres, sin máscaras ni pretensiones. El amor permite que nazca la comprensión, y ésta es un tesoro invalorable. Allí donde te comprenden está tu casa. La comprensión nutre la pertenencia y el arraigo. Sentirte comprendido es sentirte libre para proyectar tu yo sobre la confianza y protección del alma del otro. Pablo Neruda describe este reco­nocimiento en un bello verso: «Eres como nadie porque te amo».

 Este arte del amor revela la identidad especial y sa­grada de la otra persona. El amor es la única luz que puede leer realmente la firma secreta de la individualidad y el alma del otro. En el mundo original, sólo el amor es sabio, sólo él puede descifrar la identidad y el destino.

El anam cara es un don de Dios. La amistad es la natu­raleza de Dios. La idea cristiana de Dios como Trinidad es la más sublime expresión de la alteridad y la intimidad, un intercambio eterno de amistad. Esta perspectiva pone al descubierto el bello cumplimiento del anhelo de inmorta­lidad que palpitaba en las palabras de Jesús: «Os llamo amigos». Jesús, como hijo de Dios, es el primer Otro del universo; es el prisma de toda diferencia. Es el anam cara se­creto de todos los individuos. Con su amistad penetramos en la tierna belleza y en los afectos de la Trinidad. Al abra­zar esta amistad eterna nos atrevemos a ser libres. En toda la espiritualidad celta hay un hermoso motivo trinitario. Esta breve invocación lo refleja:
Los Tres Sacrosantos mi fortaleza son, que vengan y rodeen mi casa y mi fogón.
Por consiguiente, el amor no es sentimental. Por el contrario, es la forma más real y creativa de la presencia humana. El amor es el umbral donde lo divino y la presen­cia humana fluyen y refluyen hacia el otro.


La naturaleza sagrada de la intimidad
Nuestra cultura está obsesionada por el concepto de rela­ción. Todo el mundo habla de ello. Es un tema constante en la televisión, el cine y los medios de información. La tec­nología y los medios no unen el mundo. Pretenden crear un mundo unido por redes electrónicas, pero en realidad sólo ofrecen un mundo simulado de sombras. Por eso nuestro mundo humano se vuelve más anónimo y solita­rio. En un mundo donde el ordenador reemplaza el en­cuentro entre seres humanos y la psicología reemplaza a la religión, no es casual que exista semejante obsesión por las relaciones. Desgraciadamente, el término mismo se ha con­vertido en un centro vacío en torno del cual nuestra sed so­litaria anda hurgando en busca de calor y comunión. El lenguaje público de la intimidad es en gran medida hue­co y sus repeticiones incesantes suelen delatar la falta total de aquélla. La verdadera intimidad es una vivencia sagrada. Jamás exhibe su confianza y comunión secretas ante el ojo escopófilo de una cultura de neón. La intimidad verdadera es propia del alma, y el alma es discreta.

La Biblia dice que nadie puede vivir después de ver a Dios. Extrapolando esto, podría decirse que nadie puede vivir después de verse a sí mismo. A lo sumo se puede in­tuir la propia alma. Se pueden vislumbrar su luz, colores y contornos. Experimentar la inspiración de sus posibilida­des y la maravilla de sus misterios. En la tradición celta, y en especial en la lengua gaélica, existe una fina intuición de que el acercamiento a otra persona debe encarnar un acto sa­grado. En gaélico no existe nuestro «hola». Cuando uno se encuentra con otro, se intercambian bendiciones. Uno dice:

Día dhuit, «Dios sea contigo». El otro responde: Día is Muire dhuit, «Dios y María sean contigo». Cuando se separan, uno dice: Go gcumhdai Dia thu, «Que Dios venga en tu ayuda», o Gogcoinne Día thu, «Dios te guarde». El rito del encuen­tro comienza y termina con bendiciones. A lo largo de una conversación en gaélico se reconoce explícitamente la presencia divina en el otro. Este reconocimiento también está plasmado en antiguos dichos, tales como «la mano del forastero es la mano de Dios». La llegada del forastero no es casual; trae un don y un esclarecimiento particulares.

El misterio del acercamiento

Desde hace años tengo ganas de escribir un cuento sobre un mundo en el cual cada uno conocería a una sola persona durante toda su vida. Lógicamente, para dibujar ese mun­do, este postulado debería prescindir de consideraciones biológicas. Uno tendría que guardar años de silencio ante el misterio de la presencia en el Otro, antes de poder acer­carse. En toda su vida uno no encontraría más que un par de personas a lo sumo. Esta idea adquiere mayor realidad si uno pasa revista a su vida y distingue los amigos de los co­nocidos. No son lo mismo. La amistad es un vínculo más profundo y sagrado. Shakespeare lo dice con una frase muy bella: «Los amigos que tienes y su atención probada, sujé­talos a tu alma con argollas de acero.» Un amigo es un teso­ro increíblemente valioso. Es un ser amado que despierta tu vida para liberar las posibilidades salvajes que hay en ti.

Irlanda es un país de ruinas. Las ruinas no están vacías. Son lugares sagrados que rebosan de presencias. Un amigo mío, sacerdote en Conamara, pensaba construir una playa de estacionamiento junto a su iglesia. Cerca había una rui­na, abandonada desde hacía cincuenta o sesenta años. Fue a ver al hombre cuya familia había vivido allí años antes y le pidió que le cediera las piedras para los cimientos. El hom­bre se negó. 

Cuando el sacerdote preguntó por qué, respon­dió: Ceard a dheanfadh anamacha mo mhuinitire ansin?, es decir, «¿qué sería de las almas de mis antepasados?». Que­ría decir que incluso en unas ruinas largamente abandona­das, las almas de quienes las habían habitado poseían una afinidad y apego particulares al lugar. La vida y pasión de una persona dejan su impronta en el éter. El amor no per­manece enclaustrado en el corazón, sino que sale a cons­truir tabernáculos secretos en el paisaje.
Diarmad y Gráinne
Por toda Irlanda se ven bellas piedras llamadas dólmenes. Se trata de dos enormes bloques de piedra caliza colocadas paralelamente. Sobre ellas se pone otra a manera de techo. La tradición celta las llama leaba Dhiarmada agus Gráinne, es decir, «cama de Diarmad y Gráinne». Dice la leyenda que Gráinne era la compañera de un jefe de los Fianna, los viejos soldados celtas. Se enamoró de Diarmad, los dos hu­yeron y los fianna los persiguieron por todo el país. Los animales les daban refugio, y personas sabias les daban consejos para eludir a sus perseguidores. Se les dijo que no debían pasar más de dos noches en un lugar.
 Pero se decía que donde se detenían a descansar, Diarmad construía un dolmen para su amada. Las investigaciones arqueológicas han revelado que eran las tumbas de los jefes. La leyenda es más interesante y vibrante. Es una bella imagen de la sensa­ción de impotencia que suele acompañar al amor. Cuando uno se enamora, se desvanecen el sentido común, la raciona­lidad y la personalidad seria, discreta y respetable. Uno vuelve a ser adolescente; hay un fuego nuevo en su vida. Uno está revitalizado. Cuando no hay pasión, el alma está dormida o au­sente. Cuando la pasión despierta, el alma vuelve a ser Jo­ven y libre, vuelve a danzar.
 La vieja leyenda celta nos muestra el poder del amor y la energía de la pasión. Uno de los poe­mas más elocuentes sobre la transfiguración de la vida por este anhelo es el Anhelo dichoso de Goethe:
No se lo digáis a nadie, sino tan sólo a los sabios, que el vulgo siempre propende a la burla y el sarcasmo;
pero al que ansía consumirse en la llama, yo lo alabo. En el frescor de las noches amorosas, en el trueque plácido de las caricias, al ver la vela que esplende y el cuarto alumbra tranquila, un extraño sentimiento más de una vez te acomete. No quisieras seguir preso en la sombra y las tinieblas, y de una vida más alta un ansia sientes violenta. Para ti no hay ya distancias: suelto y libre alzas el vuelo hacia la llama, y al fin, igual que la mariposa, en ella abrasas tu cuerpo. Que mientras en ti cumplido no veas el «¡Muere y transfórmate!», serás en la oscura tierra no más que un huésped borroso que vaga entre las tinieblas.
(Trad. de R. Cansinos Asséns)
El poema expresa la maravillosa fuerza espiritual que es el centro del anhelo y sugiere la gran vitalidad oculta en él. Cuando uno cede a la pasión creativa, ésta lo transporta a los umbrales últimos de la transfiguración y la renovación. Este crecimiento causa dolor, pero es dolor sagrado. Hu­biera sido mucho más trágico evitar cautelosamente estas profundidades para quedar anclado en la superficie lustro­sa de la banalidad.

El amor como reconocimiento antiguo
La verdadera amistad o el amor no se fabrican ni conquis­tan. La amistad siempre es un acto de reconocimiento. Esta metáfora se puede hundir en la naturaleza arcillosa del cuerpo humano. Cuando encuentras a la persona que amas, un acto de reconocimiento antiguo os reúne. Es como si millones de años antes de que la naturaleza rompiera su si­lencio, su arcilla y la tuya yacieran juntas. Luego, en el ciclo de las estaciones, esa arcilla única se dividió y separó. Cada uno se alzó como formas individuales de arcilla que aloja­ban su individualidad y destino. Sin saberlo, vuestras me­morias secretas lloraban la ausencia mutua.
 Mientras vues­tros seres de arcilla deambulaban durante miles de años por el universo, el anhelo del otro nunca decayó. Esta me­táfora permite explicar cómo se reconocen súbitamente dos almas en el momento de la amistad. Puede ser un en­cuentro en la calle, en una fiesta, en una conferencia, una presentación banal, y en ese momento se produce el rayo del reconocimiento que enciende las brasas de la afinidad. Se produce un despertar, una sensación de conocimiento antiguo. Entráis. Habéis regresado a casa por fin.

En la tradición clásica esto encuentra una expresión maravillosa en el Simposio, mágico diálogo de Platón so­bre la naturaleza del amor. Platón vuelve al mito de que en el principio los humanos no eran individuos singula­res. Cada persona era dos seres en uno. Luego se separaron; por consiguiente, uno pasa la vida buscando su otra mitad. Al encontrarse, se descubren por medio de este acto de reconocimiento. En la amistad se cierra un círculo antiguo. Lo que hay de antiguo entre ambos os cuidará, abrigará y unirá. Cuando dos personas se enamoran, pasan de la so­ledad del exilio a la casa única de su comunión. En las bodas corresponde reconocer la grada del destino que per­mitió el encuentro de estas dos personas. Cada una reconoció en la otra a aquella en la cual su corazón encontraría refu­gio. El amor jamás debe ser una carga, porque hay algo más entre ambos que la presencia mutua.

El círculo de comunión

Para reflejar esto se necesita una palabra más vibrante que la tan trillada «relación». Las frases como «se cierra un círculo antiguo» y «un anhelo antiguo despierta y toma conciencia de sí» ayudan a revelar el significado profundo y el misterio del encuentro. Expresan en el lenguaje sacro del alma la unicidad y la intimidad del amor. Cuando dos personas se aman, se genera una tercera fuerza entre ellas. Una amistad interrumpida no siempre se restaura con horas interminables de análisis y consejos. Es necesario modificar el ritmo de los encuentros y reanudar el contactó con la antigua comunión que los reunió. Esta antigua afi­nidad os mantendrá unidos si invocáis su poder y su pre­sencia. Dos personas realmente despiertas habitan un círculo de comunión. Han despertado una fuerza más an­tigua que los envolverá y abrigará.

La amistad exige que se la alimente. La gente suele de­dicar su atención principalmente a los hechos de la vida, su situación, trabajo y categoría social. Vuelcan sus mayores energías al hacer. El Maestro Eckhart escribió bellas pala­bras sobre esta tentación. Según él, muchas personas se preguntan dónde deberían estar y qué deberían hacer, cuando en realidad deberían preocuparse por cómo ser. El amor es el lugar de mayor ternura en tu vida. En una cultura preocupada por las rigideces y definiciones nítidas, y que por consiguiente le exaspera el misterio, es difícil sus­traerse a la transparencia de la luz falsa para entrar en el te­nue resplandor del mundo del alma. Acaso la luz del alma es como la de Rembrandt, esa luz rojiza, dorada, que carac­teriza su obra. Esta luz crea una sensación de volumen y sustancia en las figuras sobre las cuales derrama su suave resplandor.

El kaliyana mitra

La tradición budista concibe la amistad según la bella idea del kaliyana mitra, el «amigo noble». Tu kaliyana mitra, le­jos de admitir tus pretensiones, te obligará, con dulzura y mucha firmeza, a afrontar tu ceguera. Nadie puede ver su vida íntegramente. Así como la retina del ojo tiene un pun­to ciego, el alma tiene un lado ciego que no puedes ver. Por eso dependes del ser amado, que ve lo que tú no puedes ver. Tu kaliyana mitra es el complemento benigno e indis­pensable de tu visión. Semejante amistad es creativa y críti­ca; está dispuesta a recorrer territorios escabrosos y acci­dentados de contradicción y sufrimiento.

Uno de los anhelos más profundos del alma humana es el de ser visto. En el antiguo mito, Narciso ve su cara re­flejada en el agua y queda obsesionado por ella. Desgracia­damente, no hay espejo en el que puedas ver el reflejo de tu alma. Ni siquiera puedes verte de cuerpo entero. Si miras detrás de ti, pierdes de vista el frente. Tu yo jamás te verá ínte­gramente. Aquel que amas, tu anam cara, tu alma gemela, es el espejo más fiel de tu alma. La intregridad y la claridad de la amistad verdadera dibuja el contorno real de tu espíritu. Es hermoso contar con semejante presencia en tu vida.

El alma como eco divino

Tanto amor y comunión están a nuestro alcance porque el alma contiene el eco de una intimidad primordial. Cuando hablan de cosas primordiales, los alemanes emplean el tér­mino ursprungliche Dinge: «cosas originales». Hay una Ur-Intimitat in der Seele, es decir, «una intimidad primordial en el alma»; este eco está en todos. El alma no se inventó a sí misma. Es una presencia del mundo divino, donde la inti­midad no tiene límites ni barreras.

No puedes amar a otro si no estás empeñado al mismo tiempo en la obra espiritual, hermosa pero difícil, de aprender a amarte a tí mismo. Cada uno de nosotros tiene al nivel del alma un manantial enriquecedor de amor. En otras palabras, no necesitas buscar fuera de ti el significado del amor. Esto no es egoísmo ni narcisismo, obsesiones ne­gativas sobre la necesidad de ser amado. Por el contrario, es el manantial del amor en el corazón. Por su necesidad de amor, las personas que llevan una vida solitaria suelen tro­pezar con este gran manantial interior. Aprenden a despertar con sus murmullos la profunda fuente interior de amor. No se trata de obligarte a amarte a ti mismo, sino de ser re­servado, de incitar a ese manantial de amor que constituye tu naturaleza más profunda a surcar toda tu vida. Cuando esto sucede, la tierra endurecida de tu interior vuelve a ablandarse. La falta de amor lo endurece todo. No hay mayor so­ledad en el mundo que la del que se ha vuelto duro o frío. El resentimiento y la frialdad son la derrota final.

Si descubres que te has endurecido, uno de los dones que debes otorgarte es el del manantial interior. Incita a esta fuente interior a que se libere. Remueve el sarro dentro de ti a fin de que poco a poco, en una bella osmosis esas aguas nutricias penetren e inunden la arcilla endurecida de tu cora­zón. Donde antes había tierra dura, yerma, impermeable, muerta, ahora hay crecimiento, color, nutrición y vida que fluyen del hermoso manantial del amor. Ésta es una de las formas más fecundas de transfigurar la negatividad que hay en nosotros.

Se te envía aquí a aprender a amar y recibir amor. El mayor don que el nuevo amor trae a tu vida es el despertar del amor oculto en tu interior. Te vuelve independiente. Ahora puedes acercarte al otro, no por necesidad ni con el aparato agotador de la proyección, sino por auténtica inti­midad, afinidad y comunión. Es una liberación. El amor debería liberarte. Te liberas de esa necesidad ávida y abra­sadora que te impulsa continuamente a buscar afirmación, respeto y significación en cosas y personas fuera de ti. Ser santo es hallar la propia patria, poder descansar en esa casa de comunión y arraigo que llamamos alma.

El manantial de amor interior

Puedes buscar el amor en lugares remotos y yermos. Es un gran consuelo saber que hay un manantial de amor dentro de ti. Si confías en que ese manantial existe, podrás incitarlo a despertar. El siguiente ejercido podría ayudarte a adquirir conciencia de que eres capaz de hacerlo. Cuando estés a so­las o tengas un intervalo, concéntrate en el manantial en la raíz de tu alma. Imagina ese caudal nutricio de comunión, sosiego, paz y alegría. Con tu imaginación visual, siente cómo las aguas refrescantes penetran en la tierra árida de ese lado desatendido de tu corazón. Es bueno imaginarlo momentos antes de dormir. Así, durante la noche, serás bañado constantemente por ese caudal fecundo de comu­nión. Al despertar, al alba, sentirás tu espíritu bañado de un gozo bello y sereno.

Una de las cosas más valiosas que debes conservar en la amistad y el amor es tu propia diferencia. Lo que suele su­ceder dentro de un círculo de amor es que uno tiende a imitar al otro o a imaginarse recreado a su semejanza. Si bien esto puede ser indicio de un deseo de entrega total, es a la vez destructivo y peligroso. Conocí a un anciano en una isla frente a la costa occidental de Irlanda. Tenía un hobby pe­culiar. Coleccionaba fotos de parejas de recién casados. Luego obtenía una foto de la misma pareja diez años des­pués. Con ésta demostraba cómo un miembro de la pareja empezaba a parecerse al otro. En las relaciones suele aparecer una fuerza homogeneizante sutil y perniciosa. Lo irónico es que la atracción entre las personas suele de­berse a las diferencias. Por eso es necesario conservar y ali­mentarlas.

El amor es también una fuerza luminosa y nutricia que te libera para que habites plenamente tu diferencia. No hay que imitarse mutuamente ni mostrarse defensivo o protector en presencia del otro. El amor debe alentarte y liberarte para que realices plenamente tu potencial.

Para conservar tu diferencia en el amor, debes darle mucho espacio a tu alma. Es interesante notar que en hebreo, una de las primeras palabras que significa salvación tam­bién significa espacio. Si naciste en una granja, sabes que el espacio es vital, sobre todo para sembrar. Si plantas dos ár­boles muy juntos, se ahogarán mutuamente. Lo que crece necesita espacio. Dice Khalil Gibran: «Que haya espacio en vuestra unión.» El espacio permite que esa diferencia que eres Tú encuentre su propio ritmo y contorno. Yeats habla de «un pequeño espacio para que lo colme el aliento de la rosa». Una de las bellas áreas del amor donde el espacio es más hermoso es el acto del amor. El amado es aquel a quien puedes dar tus sentidos en la plenitud del gozo, sabien­do que los acogerá con ternura. Puesto que el cuerpo está dentro del alma, ésta lo baña con su luz, suave y sagrada. Hacer el amor con alguien no debe ser un acto pura­mente físico o de liberación mecánica. Debe abarcar la raíz espiritual que despierta cuando penetras en el alma de otra persona.

El alma es lo más íntimo de una persona. La conoces antes de conocer su cuerpo. Cuando alma y cuerpo son uno, penetras en el mundo del otro. Si uno pudiera corresponder de manera tierna y reverente a la hondura y belleza de ese encuentro, extendería hasta lo indecible las posibili­dades de gozo y éxtasis del acto de amor. Esto liberaría en ambos el manantial interior del amor más profundo. Los reuniría externamente con la tercera fuerza de luz, el círcu­lo antiguo, lo primero que une las dos almas.

Fuente: John O"donohue    

ANAM CARA - EL LIBRO DE LA SABIDURÍA CELTA






La luz es generosa
Si alguna vez te has encontrado al aire libre poco antes del alba, habrás observado que la hora más oscura de la noche es la que precede a la salida del sol. Las tinieblas se vuelven más oscuras y anónimas. Si nunca hubieras estado en el mundo ni sabido lo que era el día, jamás podrías imaginar cómo se disipa la oscuridad, cómo llega el misterio y el co­lor del nuevo día. La luz es increíblemente generosa, pero a la vez dulce. Si observas cómo llega el alba, verás cómo la luz seduce a las tinieblas. Los dedos de luz aparecen en el horizonte; sutil, gradualmente, retiran el manto de os­curidad que cubre el mundo. Tienes frente a ti el misterio del amanecer, del nuevo día. Emerson dijo: «Los días son dioses, pero nadie lo sospecha.» Una de las tragedias de la cultura moderna es que hemos perdido el contacto con estos umbrales primitivos de la naturaleza. La urbanización de la vida moderna nos apartó de esta afinidad fecunda con nuestra madre Tierra. Forjados desde la tierra, somos almas con forma de arcilla. Debemos latir al unísono con nuestra voz interior de arcilla, nuestro anhelo. Pero esta voz se ha vuelto inaudible en el mundo moderno. Al carecer de conciencia de lo que hemos perdido, el dolor de nuestro exilio espiritual es más intenso por ser en gran medida in­comprensible.

Durante la noche, el mundo descansa. Árboles, montañas, campos y rostros son liberados de la prisión de la forma y la visibilidad. Al amparo de las tinieblas, cada cosa se refugia en su propia naturaleza. La oscuridad es la matriz antigua. La noche es el tiempo de la matriz. Nuestras almas salen a Jugar. La oscuridad todo lo absuelve; cesa la lucha por la identidad y la impresión. Descansamos durante la noche. El alba es un momento renovador, prometedor, lleno de posibilidades. A la luz nueva del amanecer reaparecen bruscamente los elementos de la naturaleza: piedras, campos, ríos y animales. Así como la oscuridad trae descanso y liberación, el día significa despertar y renovación. Seres mediocres y distraídos, olvidamos que tenemos el privile­gio de vivir en un universo maravilloso. Cada día, el alba revela el misterio de este universo. No existe sorpresa ma­yor que el alba, que nos despierta a la presencia vasta de la naturaleza. El color maravillosamente sutil del universo se alza para envolverlo todo. Así lo expresa William Blake:

«Los colores son las heridas de la luz». Los colores destacan la perspectiva de nuestra presencia secreta en el cora­zón de la naturaleza.

El círculo celta del arraigo

En la poesía celta campean el color, la fuerza y la intensidad de la naturaleza. En sus bellos versos reconoce el viento, las flores, la rompiente de las olas sobre la tierra. La espiri­tualidad celta venera la luna y adora la fuerza vital del sol. Muchos antiguos dioses celtas estaban próximos a las fuentes de la fertilidad y el arraigo. Por ser un pueblo próxi­mo a la naturaleza, ésta era una presencia y una compañera. La naturaleza los alimentaba; con ella sentían su mayor arrai­go y afinidad. La poesía natural celta está imbuida de esta calidez, asombro y sentido del arraigo. Una de las oraciones celtas más antiguas se titula La coraza de San Patricio; su nom­bre más profundo es La brama del ciervo. No hay división en­tre la subjetividad y los elementos. A decir verdad, son las mismas fuerzas elementales las que dan forma y elevación a la subjetividad:
Amanezco hoy
por la fuerza del cielo, la luz del sol,
el resplandor de la luna,
el esplendor del fuego,
la velocidad del rayo,
la rapidez del viento,
la profundidad del mar,
la estabilidad de la tierra,
la firmeza de la roca.
Amanezco hoy
por la fuerza secreta de Dios que me guía.

En el mundo celta reman la inmediatez y el sentido del arraigo. Su mentalidad veneraba la luz. Su espiritualidad emerge como una nueva constelación para nuestra época. Estamos solos y perdidos en nuestra transparencia ham­brienta. Necesitamos con urgencia una luz nueva y dulce donde el alma encuentre refugio y revele su antiguo deseo de arraigo. Necesitamos una luz que haya conservado su afinidad con las tinieblas, porque somos hijos de las tinie­blas y de la luz.

Siempre estamos viajando de las tinieblas a la luz. Al principio somos hijos de las tinieblas. Tu cuerpo y tu cara se formaron en la benévola oscuridad. Viviste tus primeros nueve meses en las aguas oscuras del vientre de tu ma­dre. Tu nacimiento fue un viaje de la oscuridad hacia la luz. Durante toda tu vida, tu mente vive en la oscuridad de tu cuerpo. Cada uno de tus pensamientos es un instante fugaz,  una chispa de luz que proviene de tu oscuridad inte­rior. El milagro del pensamiento es su presencia en el lado nocturno de tu alma; el resplandor del pensamiento nace en las tinieblas. Cada día es un viaje. Salimos de la noche al día. La creatividad nace en ese umbral primero donde la luz y las tinieblas se prueban y se bendicen entre sí. Sola­mente encuentras equilibrio en la vida cuando aprendes a confiar en el fluir de este ritmo antiguo. Asimismo, el año es un viaje con el mismo ritmo. Los celtas eran profunda­mente conscientes de la naturaleza circular de nuestro via­je. Salimos de la oscuridad del invierno a la promesa y la efervescencia de la primavera.

En definitiva, la luz es la madre de la vida. Donde no hay luz, no hay vida. Si el ángulo del Sol se apartara de la Tierra, desaparecería la vida humana, animal y vegetal que conocemos. El hielo cubriría la corteza. La luz es la presen­cia secreta de lo divino. Mantiene despierta la vida. Es una presencia nutricia. Despierta el calor y el color en la natura­leza. El alma despierta y vive en la luz. Nos ayuda a vislumbrar lo sagrado en lo profundo de nuestro ser. Cuando los seres humanos empezaron a buscar el significado de la vida, la luz se convirtió en una de las metáforas más vigorosas para expresar su eternidad y hondura. En la tradición occidental, como en la celta, se suele comparar el pensamiento con la luz. Se consideraba que el intelecto, en su luminosidad, era el asiento de lo divino en nuestro interior.

Cuando la mente humana empezó a explorar el si­guiente gran misterio de la vida, el del amor, también utili­zó la luz como metáfora de su poder y presencia. Cuando el amor despierta en tu vida, en la noche de tu corazón, es como un alba en tu interior. Donde había anonimato, hay intimidad; donde había miedo, hay coraje; donde reinaba la torpeza, juegan la gracia y el donaire; donde había aris­tas, ahora eres elegante y estás en sintonía con el ritmo de tu yo. Cuando el amor despierta en tu vida, es como un re­nacer, un comienzo nuevo.

El corazón humano nunca termina de nacer

Aunque el cuerpo humano nace íntegro en un instante, el corazón humano nunca termina de nacer. Es pando en cada vivencia de tu vida. Todo cuanto te sucede tiene el po­tencial de hacerte más profundo. Hace nacer en ti nuevos territorios del corazón. Patrick Kavanagh aprehende esta sensación de bendición del suceso: «Ensalza, ensalza, en­salza/lo que sucedió y lo que es». Uno de los sacramentos más bellos de la tradición cristiana es el bautismo, que sig­nifica ungir el corazón del niño. El bautismo viene de la tradición judía. Para los judíos, el corazón era el centro de todas las emociones. Se unge el corazón como órgano principal de la salud del niño, pero también como lugar donde anidarán sus sentimientos. La oración pide que el niño que acaba de nacer jamás quede atrapado, apresado o enredado en las falsas redes interiores del negativismo, el rencor o la autodestrucción. Con las bendiciones se aspi­ra a que el niño posea fluidez de sentimientos en su vida, que sus sentimientos fluyan libremente, transporten su alma hacia el mundo y recojan de éste alegría y paz.

Sobre el telón de fondo de la infinitud del cosmos y la profundidad hermética de la naturaleza, el rostro humano resplandece como icono de la intimidad. Es aquí, en este icono de la presencia humana, donde la divinidad creadora se acerca más a sí misma. El rostro humano es el icono de la creación. Cada persona posee a la vez un rostro interior, intuido pero jamás visto. El corazón es el rostro interior de tu vida. El .viaje humano trata de que este rostro sea bello. Es aquí donde el amor anida en tu seno. El amor es absolutamente vital para la vida humana. Porque sólo el amor puede despertar la divinidad en ti. En el amor creces y vuelves a ti mismo. Cuando aprendes a amar y a permitir que tu yo sea amado, vuelves a la casa de tu propio espíritu. Estás abrigado y a salvo. Alcanzas la integridad en la casa de tus anhelos y tu arraigo. Ese crecimiento y retomo a la casa es el beneficio inesperado del acto de amar a otro. El pri­mer paso del amor es prestar atención al otro, un acto generoso de negación del propio yo. Paradójicamente, ésta es la condición que nos permite crecer.

Cuando despierta el alma, comienza la búsqueda y jamás podrás volver atrás. A partir de ese momento se en­ciende en ti un anhelo especial que no permitirá que te entretengas en las estepas de la autocomplacencia y la reali­zación parcial. La eternidad te apremia. Eres reacio a permitir que un acomodo o la amenaza de un peligro te im­pida bregar para alcanzar la cima de la realización. Cuando se te abre este camino espiritual, puedes aportar al mun­do y a la vida de los demás una generosidad increíble. A ve­ces es fácil ser generoso hacia fuera, dar mientras se es taca­ño con uno mismo. Si eres generoso para dar, pero tacaño para recibir, pierdes el equilibrio de tu alma. Debes ser generoso con tu propio yo para recibir el amor que te ro­dea. Puedes sufrir la sed desesperante de ser amado. Puedes buscar durante largos años en lugares desiertos, muy lejos de ti. Sin embargo, en todo este tiempo, este amor está a centímetros de ti. Está en el borde de tu alma, pero has sido ciego a su presencia. Debido a una herida, una puerta del corazón se ha cerrado y eres incapaz de abrirla para recibir el amor. Debemos estar atentos para ser capaces de recibir. Boris Pasternak dijo: «Cuando un gran momento llama a la puerta de tu vida, a veces el ruido no es más fuerte que el latido de tu corazón y es muy fácil pasarlo por alto».

Es una extraña paradoja que el mundo ame el poder y la propiedad. Puedes ser un triunfador en este mundo, ser objeto de admiración universal, poseer vastas propiedades, una hermosa familia, triunfar en el trabajo y tener todo lo que el mundo puede dar, pero detrás de esa fachada puedes sentirte totalmente perdido y desdichado. Si tienes todo lo que el mundo puede ofrecerte, pero te falta amor, eres el más pobre de los pobres. Todo corazón humano tiene sed de amor. Si en tu corazón no anida la calidez del amor, no tienes nada que celebrar ni que disfrutar. Aunque seas industrioso  competente, seguro de tí o respetado, no importa lo que tú mismo o los demás piensen de ti, lo único que realmente anhelas es amor. No importa dónde estemos, qué o quiénes somos, en qué viaje estamos embarcados, todos necesitamos el amor.

Aristóteles dedica varias páginas de su Éticareflexionar sobre la amistad. La basa en la idea de la bondad y la belleza  El amigo es el que desea el bien del otro. La amistad es la gracia que da calor y dulzura a la vida: «Nadie quiere vivir sin amigos, aunque no le falte nada más».

El amor es la naturaleza del alma

El alma necesita amor con tanta urgencia como el cuerpo necesita oxígeno. El alma alcanza su plenitud en la calidez del amor. Todas las posibilidades de tu destino humano duermen en tu alma. Existes para cumplir y honrar estas posibilidades. Cuando el amor entra en tu vida, las dimensiones ignotas de tu destino despiertan, florecen y crecen. La posibilidad es el corazón secreto del tiempo. Sobre su superficie exterior, el tiempo es vulnerable a la transitoriedad. Cada día, triste o bello, se agota y se desvanece. En su corazón más profundo, el tiempo es transfiguración. Tiene en cuenta la posibilidad y se asegura de que nada se pierda u olvide. Aquello que parece desvanecerse en su superficie  en realidad se transfigura y aloja en el tabernáculo de la memoria. La posibilidad es el corazón secreto de la creatividad  Martín Heidegger habla de la «prioridad ontológica» de la posibilidad. En el nivel más profundo del ser, la posibilidad es la madre y a la vez el destino transfigurado de lo que llamamos hechos y sucesos. Este mundo callado y secreto de lo eterno es el alma. El amor es la naturaleza del alma. Cuando amamos y permitimos que se nos ame, habitamos cada vez más el reino de lo eterno. El miedo se vuelve coraje, el vacío deviene plenitud y la distancia, intimidad.

El amor es nuestra naturaleza más profunda; consciente o inconscientemente, todos buscamos el amor. Con frecuencia elegimos caminos falsos para satisfacer esta sed profunda. La concentración excesiva en nuestro trabajo, logros o búsqueda espiritual puede alejarnos de la presencia del amor. En la obra del alma, nuestras falsas urgencias pueden despistarnos por completo. Lejos de ir en busca del amor, sólo debemos quedamos quietos y esperar que el amor nos encuentre. Algunas de las palabras más bellas sobre el amor se encuentran en la Biblia. La epístola de san Pablo a los corintios es hermosísima: «El amor es sufrido, es benigno  el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor». Otro versículo de la Biblia dice: «El amor perfecto aleja el miedo».

Umbra nihili
En un universo vasto que a veces parece siniestro e indiferente a nosotros, necesitamos la presencia y el abrigo del amor para transfigurar nuestra soledad. Esta soledad cósmica es la raíz de nuestra soledad interior. Nuestra vida,  todo lo que hacemos, pensamos y sentimos está rodeado por la Nada. De ahí que sea tan fácil atemorizarnos. El Maestro Eckhart dice que la vida humana se encuentra  bajo la sombra de la Nada, sub umbra nihili. Sin embargo, el amor es la hermana del alma, su lenguaje más profundo y su presencia. En el amor, a través de su calor y creatividad  el alma nos protege de la desolación de la Nada. No podemos llenar nuestro vacío con objetos, posesiones o personas  Debemos avanzar más profundamente en ese vacío para encontrar debajo de la Nada la llama del amor que nos aguarda para darnos calor.

Nadie puede herirte tan profundamente como tu ser amado. Cuando admites al Otro en tu vida, abres tus defensas  Aun después de años de convivencia, tu afecto y confianza pueden sufrir una decepción. La vida es peligrosamente imprevisible. La gente cambia, a veces de manera drástica y repentina. El resentimiento y el rencor desplazan el arraigo y el afecto. Toda amistad atraviesa en algún momento el valle negro de la desesperación. Esto pone a prueba tu afecto en todos sus aspectos. Pierdes la atracción y la magia. El sentimiento mutuo se vuelve sombrío, la presencia hiere. Si eres capaz de atravesar este tiempo, tu amor puede emerger purificado, despojado de la falsedad y las carencias. Te llevará a otro terreno donde el afecto puede volver a crecer. A veces una amistad se echa a perder y las partes apuntan a sus centros de negativismo recíproco. Cuando se unen en el punto de carencia, es como si parieran un espectro dispuesto a devorar el último retazo de afecto entre los dos. Ambos son despojados de su esencia. Se vuelven impotentes, recíprocamente obsesionados. Entonces son necesarios la oración profunda, mucha atención y cuidados para reorientar las almas. El amor puede herirnos profundamente. Debemos tener mucho cuidado. El filo de la Nada corta hasta el hueso. Otros quieren amar, entregarse, pero les falta energía. Llevan en sus corazones los cadáveres de antiguas relaciones, son adictos a las heridas como confirmación de su identidad. Cuando una amistad se reconoce como un don, permanecerá abierta a su propio terreno de bendición.

Cuando amas, abres tu vida a un Otro. Caen todas tus barreras. Tus distancias protectoras se derrumban. Esa persona recibe permiso absoluto para penetrar en el templo más profundo de tu espíritu. Tu presencia y tu vida pueden volverse terreno suyo. Se necesita mucho coraje para permitir semejante acercamiento. Puesto que el cuerpo habita en el alma, cuando permites semejante proximidad, dejas que el otro se vuelva parte de ti. En la afinidad sagrada del amor verdadero, dos almas se vuelven gemelas. El cascarón exterior y el contorno de la identidad se vuelven porosos. 

Fuente: JOHN O´DONOHUE

viernes, 23 de noviembre de 2012

GRAND ORIENT DE FRANCE: Le Programme Européen d’Aide aux plus Démunis



Le Programme Européen d’Aide aux plus Démunis


Le 23 novembre 2012, le Conseil des Chefs d’Etats Européens statuera sur le principe de la création du Fonds Européen d’Aide aux plus Démunis (FEAD) qui prendrait effet en 2014 et se substituerait à l’actuel PEAD.
Nous saluons cette proposition importante.
Toutefois nous ne pourrions accepter une baisse de dotation pour le financement de l’aide alimentaire.
Nous, Fédération Française de l’Ordre maçonnique International le Droit Humain, Grande Loge Féminine de France, et le Grand Orient de France, défendons avec d’autres associations caritatives la nécessité de préserver un budget consacré spécifiquement aux aides alimentaires aux plus démunis. 
Nous rappelons que la lutte contre la pauvreté et l’exclusion sociale est l’un des cinq objectifs de l’Union Européenne dans le cadre de la stratégie 2020. L’Union doit se montrer solidaire envers ses citoyens et garantir aux 18 millions d’Européens qui à l’heure actuelle en sont démunis, un droit fondamental d’accès à l’alimentation.
Ensemble, nous demandons aux autorités françaises de mettre tout en œuvre pour obtenir de l’Union Européenne le maintien, voire l’augmentation, de sa dotation pour le soutien alimentaire de sa population.
Les valeurs de la République (Liberté, Egalité, Fraternité), les principes humanistes, la justice sociale et la solidarité que nous défendons ne peuvent s’accommoder d’un refus d’aide aux besoins vitaux des êtres humains. 
La Fédération Française de l’Ordre maçonnique International le Droit Humain, la Grande Loge Féminine de France et le Grand Orient de France
Paris, le 16 novembre 2012
Fuente:http://www.godf.org/index.php/actualite/details/liens/position/nom/Prises-de-position/slug/le-programme-europeen-d-aide-aux-plus-demunis

martes, 20 de noviembre de 2012

El Heptameron o Los Elementos Mágicos de Pedro de Abano Filosofo




Introducción

El Heptameron es uno de los Grimorios medievales mas antiguos,  atribuido a Pedro De Abano (1259-1316),  fecha bastante temprana considerando que la mayor parte de estos trabajos fueron publicados en el siglo dieciocho.  De hecho parece ser mucho mas viejo que las clavículas de salomon (1641) o el Arbatel (1575) 
Solamente el Picatrix (1007) y el Libro Jurado de Honorio(1250) le preceden en antigüedad.  De hecho algunas de las oraciones sellos y angeles que se nombran en el heptameron son también nombrados en el Libro Jurado de Honorio obra que no debe confundirse con la de parecido titulo “Grimorio de Honorio” la cual no fue publicada hasta el 1670. 
Recientemente se ha encontrado un Manuscrito en hebreo llamado Mafteah Shelomah que contiene en si mismo y bajo otro titulo al Heptameron en su totalidad,  este manuscrito parece ser la versión en hebreo masorético de las Claves de Salomón que es lo que Mafteah Shelomah significa, pero todavía falta por asignarle fecha al mismo que debe ser posterior al año 900dc. Fecha en la cual se invento el sistema de puntos masoréticos para pronunciar las vocales correctamente.   De encontrarse que el Mafteah Shelomah sea mas antiguo que el Libro Jurado de Honorio y el Picatrix podríamos estar contemplando el grimorio mas antiguo hasta ahora.

Es notable que este grimorio contiene elementos que aparecerán posteriormente en otros grimorios como La Clave Mayor del Rey Salomón y el Lemegeton o Clave Menor del Rey Salomón, por ejemplo El Exorcismo general para los espiritus de Aire aparece en la Clave Mayor como El “Segundo Conjuro”

Ie:
Estando nosotros hechos a imagen de Dios, investidos del poder por Dios y creados por su voluntad, te exorcizamos por el grandísimo y potentísimo nombre de Dios, El, fuerte y maravi­lloso, oh (aquí el nombre del espíritu que debe aparecer). y te ordenamos por Aquel que pronunció la palabra fue hecho, y por todos los nombres de Dios, y por el nombre de Adonai, El, Elohim, Elohe, Zehaaoth, Elioiz, Eserqufa, Jah, Tetragróma­ton…

O el siguiente que se repite en el lemegeton:

Beralanensis, Baldaquiensis, Paumaquia y Apología Sedes, por los altísimos reyes y pbderes, y por los potentísimos prínci­pes. genios, Liaquiade, ministros de la sede Tartárea, por el príncipe del sitial de Apología, en la novena legión, yo os invoco y, al invocaros, os imploro; y estando armado con el poder de la Majestad Suprema, os ordeno…

La siguiente oracion es bastante universal pues se repite en el Libro Jurado de Honorio, en el Lemegeton, en la Clave Mayor de Salomón y en el Mafteah Shelomah:
Oración para decir después de haberse revestido

«Anoor, Amacor, Amides, Theodonias, Anitor, en virtud de estos ángeles, oh Señor, me pongo estas vestiduras de salva­ción, para que aquello que deseo llegue a realizarse, gracias a ti, santísimo Adonai, cuyo reino durará por toda la eter­nidad. Amén. »

Asi que en general se puede decir que las practicas de este grimorio El Heptameron fueron de las mas populares u ortodoxas en la practica de la Magia Ceremonial. 

A continuación el Circulo Magico del Mafteah Shelomah que debe compararse con el del Heptameron:


Circulo Magico de acuerdo al Mafteah Shelomah



La composición del circulo

Las formas de los círculos no son siempre idénticas. sino que varían según el orden de los espíritus a los que se quiere invocar. de Su rango o categoría. y también de la estación. el mes. el día y la hora en que Se lleve a cabo la operación: por­que esto es muy importante. en el trazado de un circulo se debe considerar atentamente en qué periodo del año. en qué mes en qué día y a qué hora se quiere invocar a determinados espíritus. y cual estrella o región celeste le pertenece y cuales son sus funciones.
A continuación, para comenzar, traza sobre el terreno tres círculos concéntricos de cerca de tres metros de diámetro y dis­tantes el uno del otro en Ia longitud de una mano. Después de hecho lo cual, en primer lugar, en el circulo de en medio escribirás el nombre de la hora en que vas a operar. En segundo lugar, el nombre del ángel de esa hora. En tercer lugar, el sello del ángel de la hora. En cuarto lugar, el nombre del ángel que gobierna el día en que operas y el nombre de sus ministros. En quinto lugar, el nombre de la estación del año —primavera, verano, otoño, invierno— en que te encuentras. En sexto lugar, los nombres de los espíritus que gobiernan tal estación y de sus presidentes. En séptimo lugar, el nombre del jefe del signo que gobierna la estación. En octavo lugar, el nombre de la tie­rra, según la estación en que operas. En noveno lugar. y para completar el circulo de en medio, los nombres del Sol y de la Luna, siempre según la regla de las estaciones, porque. de Ia misma manera que éstas cambian. también cambian los nombres.
En el circulo externo, en sus cuatro ángulos —esto es, en la dirección de los cuatro puntos cardinales, que son los cuatro ángulos del mundo, escribirás los nombres de los cuatro grandes espíritus que presiden el aire de los días en los que quieres llevar a cabo tu obra, es decir, el nombre del rey y de sus tres ministros.
Fuera del circulo, en los cuatro ángulos. dibuja los pentagramas.
En el circulo interior, escribe cuatro nombres divinos, con cuatro cruces interpuestas. En medio del circulo, esto es, hacia el Este. escribe Alfa. Hacia el Oeste. Omega. Y después traza una cruz que divida todo el circulo.






(En la ilustración. indicamos. muy sintéticamente. un circulo mágico dispuesto para una evocación que tenga lugar el primer domingo de primavera al mediodía. De cualquier modo. que te sirva el dibujo únicamente de punto de referencia. A lo que debes atender puntualmente es a las indicaciones escritas, teniendo en cuenta las tablas mágicas.)
Cuando hayas terminado de dibujar eI circulo. Procederás, siguiendo las reglas. a su consagración y a su bendición. diciendo lo siguiente:

«En el nombre de la santa, gloriosa y bendita Trinidad, nosotros cumplimos nuestra obra en estos misterios para llevar a buen término lo que deseamos. Así pues, nosotros, en nombre de los antes mencionados, consagramos este suelo para que sea el baluarte de nuestra defensa, de manera que ningún espíritu maligno pueda traspasar estas fronteras, ni hacer daño, ni injuriar ni molestar ni causar la menor perturbación, a todos cuantos nos encontramos reunidos dentro. Y para que los espíritus puedan ser constreñidos a disponerse frente a este círculo, para responder a nuestras peticiones, para que le plazca a aquel que vive por los siglos de los siglos, y que dice «Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin»; que fue, es y será por siempre el Omnipotente; «Yo soy el primero y el último, que vive y muere. Y mira, yo vivo por siempre y por la eternidad, y poseo las llaves de la muerte y del infierno». Bendice, oh, Señor, esta criatura de la tierra, sobre la cual nos apoyamos. Confirma, oh, Dios, tu fuerza en nosotros, para que ningún adversario, para que ninguna entidad perversa pueda hacernos fallar. En el nombre y por los méritos de Jesucristo. Amén.»



TABLA QUE MUESTRA LOS NOMBRES MAGICOS DE
LAS HORAS DEL DIA Y DE LA NOCHE

       Nombres de las horas del día   Nombres de las horas de la noche
                1.   Yain                                         1. Beron
                2.   Janor                                       2. Barol
                3.   Nasnia                                     3. Thami
                4.   Salla                                        4. Athar
                5.   Sadedali                                  5. Methon
                6.   Thamur                                     6. Rana
                7.   Ourer                                       7. Netos
                8.   Thamic                                     8. Tafrac
                9.   Neron                                       9. Sassur
               10.   Jayon                                     10. Agle
               11.   Abai                                       11. Calerva
               12.   Natalon                                  12. Salam


De los nombres de los ángeles hablaremos en el momento oportuno. Ahora te daremos los nombres de las estaciones.
Un año, como sabes, es cuádruple, dividido como está en primavera, verano, otoño e invierno. Los nombres mágicos de estas cuatro partes son los siguientes:

De la primavera, TALvI Del verano, CASMARAN Del otoño, ADARCEL Del invierno, FARLAS

Los ángeles de la Primavera son: Caracasa, Core, Ama­tiel, Comisoros.
El jefe del signo de la primavera se llama Spugliuguel.
El nombre de la Tierra en primavera es Amadai.
El nombre del Sol en primavera es Abraym.
El nombre de la Luna en Primavera es Agusita.
Los ángeles del estío son: Gargatel, Tariel, Gaviel.
El jefe del signo del verano se llama Tubiel.
El nombre de la Tierra en verano es Festativi.
El nombre del Sol en verano es Athemay.

El nombre de la Luna en verano es Armatus. 


Los ángeles del otoño se llaman Tarquam y Guabarel.
El jefe del signo del otoño es Torquaret.
El nombre de la Tierra en otoño es Rabinara.
El nombre del Sol en otoño es Abragini.
El nombre de la Luna en otoño es Matasignais.
Los ángeles del invierno son Amabael y Cetarari.
El jefe del signo del invierno es Attarib.
El nombre de la Tierra en invierno es Geremiah.
El nombre del Sol. en invierno es Commutos.
El nombre de la Luna en invierno es Assaterim.
Anota todas estas cosas y completa la consagración del círculo diciendo:

«Me purificare con el hisopo, oh Señor, y seré inmaculado; me lavaré y seré más blanco que la nieve. »

A continuación, asperjarás con agua bendita, y procederás a la bendición de los perfumes.

Bendición de los perfumes

«El Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, bendiga las criaturas con estas substancias, y que desarrolle completamente todo el poder y la virtud de sus aromas. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén. »

Después, aspérjalos con agua santa.

Exorcismo del Fuego en el cual se van a echar los Perfumes

«Yo te exorcizo, criatura del fuego, por el único y verdadero Dios Jehová, Adonai, Tetragrámaton, para que huya de ti to­do fantasma y no dañe a nadie. Te rogamos, oh Señor, que bendigas a la criatura de este fuego, y que la santifiques, para que pueda ser consagrada para ensalzar los laudos y la gloria de tu santo nombre, y para que al exorcista no le sobrevenga ningún daño)’ tampoco a los asistentes. Por nuestro señor Jesucristo. Amén.

Del hábito del exorcista

Será de lino blanco y neto y se ceñirá en torno al cuerpo, y estará cerrado por delante y por detrás.



Del Pentáculo de Salomón


Es absolutamente necesario tener siempre dispuesto este pentáculo, para recurrir a él en caso necesario, o sea, cuando los espíritus rehúsen mostrarse obedientes y para que ellos no tengan poder sobre un exorcista 
que esté protegido y fortificado por este pentáculo, por la virtud de los santos nombres escritos sobre él, los cuales actúan con maravillosa influencia sobre los espíritus.

El pentáculo deberá ser hecho en el día y a la hora de Mercurio  sobre pergamino de oveja virgen, o sobre papel blanco. finísimo. pulido, virgen. Y las figuras y las letras deberán ser es­critas en oro puro (lo cual no quiere decir exactamente con tin­ta dorada. sino con escritura invisible, cuál es la que se traza con un dedo). El pentáculo deberá ser consagrado y aspergeado con agua bendita.





Cuando te hayas puesto las vestiduras, es conveniente que pronuncies la siguiente oración:

Oración para decir después de haberse revestido

«Anoor, Amacor, Amides, Theodonias, Anitor, en virtud de estos ángeles, oh Señor, me pongo estas vestiduras de salva­ción, para que aquello que deseo llegue a realizarse, gracias a ti, santísimo Adonai, cuyo reino durará por toda la eter­nidad. Amén. »


Modo de operar

Está atento a que la Luna esté en Cuarto Creciente o Llena. si ello conviene a tu operación; pero sobre todo presta aten­ción a que no se encuentre en la Vía Quemada. Que está entre los catorce grados de Libra y los Catorce Grados del Es­corpión.
El operador deberá estar limpio, aseado y purificado desde nueve días antes de la experiencia, y deberá tener agua bendita. Obtenida de un sacerdote (si esto no es posible. podrá preparár­sela él mismo, recitando la consagración del agua para el bau­tismo); deberá tener también un vaso de terracota. Con el fuego. Los vestidos y el pentáculo; y todas estas cosas deberán estar co­rrectamente consagrados y preparados. Uno de los asistentes portará el vaso con el fuego y los pefumes: otro tendrá el libro. Los vestidos y el pentáculo; y el propicio operador llevará la es­pada. sobre la cual deberá ser pronunciada una plegaria de consagración y en cuya hoja deberá aparecer inscrito, en un la­do, Agla y sobre todo, Ohn y Tetragrámaton.
Elegido el lugar en el que deberá ser trazado el círculo, tra­zarás las líneas como te he enseñado, y la aspergerás con agua bendita, consagrándolas al mismo tiempo, etc.
El operador deberá preparar su operación con ayuno, absti­nencia y castidad por espacio de tres días antes de la ceremonia; y el día en que vaya a operar. Revestido con los hábitos ya mencionados. y provisto del pentáculo. los perfumes. una espa­da. un ejemplar del Liber Spíritum, una pluma, tinta consagrada y todas las demás cosas necesarias, entrará en el círculo e in­vocará. Volviéndose hacia las cuatro partes del mundo. A los án­geles que gobiernan los planetas. Los siete días de la semana. Los colores y los metales. Cuyos nombres deberá conocer en el mo­mento oportuno. Aprendidos de las tablas que hemos trascrito con anterioridad. Y. antes que nada. De rodillas, rezará el Pa­dre nuestro. y. a continuación. Invocara a los dichos ángeles. Diciendo:


«¡O ángel! Supradicti estote adjutores mihi petitioni, et in adjutorum mi/ii, in meis rehus et petitionihus. »


A continuación, llamará a los ángeles de las cuatro partes del mundo que gobiernen el aire en el día elegido para la expe­riencia; una vez invocados con particular vigor todos los nom­bres y los espíritus escritos en el círculo. dirá:

«O vos omnes, adj utore atque contestor, perfedem Adonaj, per Hagios, Theos, Ischyros, Athanatos, Paracletos, Alpha et Omega; et per haec tria nomina secreta Agla, Oii, Tetragramaton, quod hodie debeatis adimplere quod cupio.»

A continuación de todo esto leerá la invocación prescrita para el día y que más adelante transcribiremos. Pero si los espí­ritus se muestran pertinaces o renuentes. y no profesan la obe­diencia debida ni siquiera después de la invocación propia del día, ni después de la plegaria antes mencionada entonces el exorcista utilizará la siguiente:

Exorcismo General para los Espíritus del Aire

«Estando nosotros hechos a imagen de Dios, investidos del poder por Dios y creados por su voluntad, te exorcizamos por el grandísimo y potentísimo nombre de Dios, El, fuerte y maravi­lloso, oh (aquí el nombre del espíritu que debe aparecer). y te ordenamos por Aquel que pronunció la palabra fue hecho, y por todos los nombres de Dios, y por el nombre de Adonai, El, Elohim, Elohe, Zehaaoth, Elioiz, Eserqufa, Jah, Tetragróma­ton, Sadaim Señor Dios Altísimo; te exorcizamos y te impone­mos, por toda la potencia que es nuestra, que te manifiestes a nosotros inmediatamente delante de este círculo, en forma humana agradable. sin ninguna deformidad o tortuosidad, ven como habemos dicho, para que te ordenemos por el nombre de Yaw y Vau, que Adán oyó pronunciar, y por el nombre de Dios Agla, que oyó Lot y fue salvado con su familia: y por el nombre Joth, que oyó Jacob de labios del ángel con el que lucho y vino quitado de la mano de su hermano Esaú: por el nombre Anaphexeton que .Aarón oyó y pronunció y se hizo sabio, y por el nombre Sabaoth, que Moisés nombro y todos los ríos se convirtieron en sangre.’ y por el nombre Eserquía Oriston, que Moises nombro y todos los ríos produjeron ranas que penetraron en las casas de los egipcios, destruyéndolo todo; y por el nombre Elion que Moisés nombró, y cayó una granizada como jamas se ha visto otra en el mundo ni se volvera a ver y por el nombre Adonai, que Moisés pronunció e hizo aparecer una plaga de langostas, que arrasó toda la tierra de Egipto, y devo­raron todo lo que en ella había crecido; y por el nombre Schema Amathia. que Josué invocó, y el sol detuvo su curso, y por el nombre Alfa y Omega, que pronunció Daniel, y destruyó Bel y puso en fuga al dragón,’ y en el nombre de Emmanuel, que los tres jóvenes Sidrach, Misach y Abednego entonaron en el horno de cal ardiente y fueron salvados; y por el nombre Hagios; y por el sello de Adonai; y por Ischyros. Athanatos, Paracletos,’ y por los tres nombres secretos, Agla, On, Tetragrámaton, yo te invoco y te ordeno, y por estos nombres y por todos los nombres del Dios vivo y verdadero, Nuestro Señor Omnipotente, yo te exorcizo y mando, por Aquel que dice la palabra, y fue hecho, al cual todas las criaturas obedecen, y por el espantoso juicio de Dios y por el mar de cristal que está frente a la Majestad divina, alta y omnipotente, por las cuatro bestias que están ante el trono, que tienen ojos sobre la frente y la nuca, y por el fuego que circunda su trono, y por los santos ángeles del cielo, por la altísima sabiduría de Dios, nosotros te exorcizamos con toda nuestra potencia, para que aparezcas delante de este círculo, para cumplir nuestra voluntad en todo aquello que nos parezca justo, por el sello de Baldaquia, y por este nombre Primematon, que Moisés pronunció la tierra se abrió engullendo a Corach, a Dathan y a Abiram,’ y por el poder del nombre Primematon, que manda a toda la milicia celestial, te maldecimos y te privamos de tu rango, de tu alegría, de tu paz, y te arrojamos a la boca del abismo insondable, para que tú te quedes con nosotros hasta el día espantoso del juicio final, y te aprisionamos en el fuego eterno, en el lago de fuego y de azufre, a menos que aparezcas inmediatamente frente a este círculo, para cumplir nuestra voluntad, ven, pues, por estos nombres: Adonai, Sabaoth, Adonai, Aniiorain,’ ven, ven, ven, Adonai te lo ordena,’ Saday, el altísimo Rey de Reyes, a cuyo poder no se puede oponer ninguna criatura, caiga espantosamente sobre ti, a menos que nos obedezcas aparez­cas rápidamente, de manera afable, delante de este círculo, si no te quieres precipitar en la más miserable de las ruinas y en el fuego inextinguible, por eso, ven, en el nombre de Adonai, Sabaoth, Adonai, Amioram, ven, ven ven, ¿a qué esperas?

¡Apresúrate! Adonai, Sadai, el Rey de los Reyes, te lo ordena:

 El, Aty, Titsip, Zzia, Hin, Jen, Minofel, Achadan, Vay, Vaah, Ey, Exe, A; El, El, El, A, HY~ Hau, Hau, Hau, Vau, Vau,


“Una plegaria a Dios, para decir a las cuatro partes del Mundo en el Círculo”

«Amorule, Tanhea, Latisten, Rabur, Teneba, Latisten, Escha, Aladia, Alfa y Qmega Leysta, Oridion, Adonai; ¡oh, Misericor­dióso Padre Celestial! Ten piedad de mí, que soy pecador; haz que en este día se man ifi este en mí el brazo de tu potencia con­tra los espfritus obstinados, para que yo, en virud de tu volun­tad, pueda contemplar tu divina obra, y pueda ser iluminado por toda tu sabiduría, por el hohorj’ la gloria de tu santo nom­bre. Humildemente te imploro que los espíritus a los que llamo por tu juicio puedan ser dominados y constreñidos a venir y a dar perfecta respuesta a todas las cosas que yo requiéra de ellos, y que puedan hacer y declarar todo aquello que yo les mande, sin hacer daño a ninguna criaturíi, sin molestarme ni asustarme a mí, o a mis ayudantes, ni perjudicar a ninguna otra criatura, ni aterrorizar a nadie sino haz que sean obe­dIentes en todo aquello que le requiramos.»

A continuacion erguido en el centro del cjrculo. tiende la mano hacia el pentáculo. diciendo:


«Por el pentáculo de Salomón, yo te he llamado; dame sincera respuesta.»

Sigue enseguida este oración;

«Beralanensis, Baldaquiensis, Paumaquia y Apología Sedes, por los altísimos reyes y pbderes, y por los potentísimos príncipes  genios, Liaquiade, ministros de la sede Tartárea, por el príncipe del sitial de Apología, en la novena legión, yo os invoco y, al invocarlos  os imploro; y estando armado con el poder de la Majestad Suprema, os ordeno ineluctablemente, por Aquel  que habló, y fue hecho, delante del cual todas las criaturas son obedientes; y por este inefable nombre, Tetragrámaton Jehová, a cuyo sonido los elementos se conmueven, el aire se encrespo, el mar se retira, el fuego se extingue, la tierra tiembla, y todas las milicias celestiales, terrenas e infernales tiemblan juntas, se aterrorizan y confunden; por eso, inmediatamente y sin dudarlo  acuden de todas las partes del mundo, y da una comprensible y racional respuesta a todas las cosas que te requiera,y ven en paz, visible y con aspecto agradable. ahora mismo, sin tardanza, manifestando aquello que deseamos, porque has sido invocado en nombre de Dios vivo y verdadero, Heliorén, y obedece nuestras órdenes hasta el fondo, según nuestro entendimiento, visible y hablando afablemente, con voz clara, inteligible y sin ambigüedad.»

De la aparición de los espíritus

Cumplidas correctamente todas estas cosas, aparecerán infinitas visiones, apariciones, fantasmas, etc., con ruido y resonar de instrumentos musicales de todo tipo: el que es cumplido por los espíritus, los cuales esperan con el terror de empujar a alguno de los asistentes fuera del círculo, para que nada puedan contra el exorcista mismo. Después de lo cual verás una infinita compañía de arqueros. con una gran multitud de espantosos monstruos, que parecen ponerse en actitud de devorar a los evocadores: pero tú no tengas miedo de nada.
A continuación, el exorcista. levantando el pentáculo en la mano dice:

«Que se aleje toda iniquidad, por virtud de la bandera de Dios. »

Entonces los espíritus se verán obligados a obedecer y los presentes ya no les verán.
El exorcista, levantando de nuevo la mano con el pentáculo. 


pronunciará:

«Observa el pentáculo de Salomón, que he traído a tu presencia  mira a la persona del exorcista, en la plenitud de su encantamiento, armado de Dios, sin miedo poderosamente defendido, que te invoca y te llama con fuerza mediante su exor­cismo; ven, pues, rapidísimo, en virtud de estos nombres: Aye Sarave, Aye Saraye; no retrases tu venida, por los eternos nom­bres del Dios vivo y verdadero, Eloy, Archima, Rahur. y por el pentáculo de Salomón aquí presente, que te domina potentísimo; y en virtud de los espíritus celestiales, tus señores.’ y por la persona del exorcista, en la plenitud de su exorcismo.’ has sido in vocado, aprést ate a ven ir y manifiesta tu obediencia a tu se­ñor, que es llamado Octinomos. »

Hecho esto, inmediatamente se percibirá que llegan silbi­dos y alientos de las cuatro partes del mundo, y sobrevendrá un gran movimiento. Y cuando veas que todo esto ocurre. di rápidamente:
«¿Por qué esperas? ¿Qué haces? ¿Por qué te retrasas? Prepárate a obedecer a tu patrón, en el. nombre del Señor, Bathat o Vachat, que corre hacia Abrac, Aheor, que va hacia Aberer.»

Entonces vendrán los espíritus, cada uno bajo su espanto-forma particular. Y cuando les veas frente al círculo. muéstrales el pentáculo recubierto de fino lino. Descúbrelo entonces y di lo siguiente:

«Observad vuestra confusión si me negáis obediencia.»

Inmediatamente, se te aparecerán bajo una forma agrada ble y con semblante amistoso. y te dirán:

«Expresa lo que quieres, manifiesta tus deseos; estamos dispuestos a obedecerte a atender todas tus ordenes porque así lo ha dispuesto el señor. »

Entonces. el exorcista dirá:

«Bienvenidos, oh espíritus, príncipes nobilísimos, porque yo os he llamado en el nombre de Aquél delante del cual se dobla toda rodilla. y ante quien se postran todas las cosas, va sean del cielo, ya sean de la tierra, ya sean del mundo subterráneo; Aquel en cuyas manos están los poderes de todos cuantos reinan  y cuya Majestad nadie puede contradecir. Por eso os ordeno que permanezcáis visibles y en actitud pacífica delante de este círculo, continuamente y durante todo e/tiempo que yo quiera: no os marchéis de aquí sin mi consentimiento, antes de haber cumplido enteramente y sin el menor engaño mi volun­tad, en virtud de Aquel cuyo poder ha señalado al mar sus con­fines, mas allá de los cuales sus aguas no pueden pasar, y cu­yas leyes de providencia no pueden ser ignoradas por nadie, es decir, el Altísimo señor, Dios y Rey, que ha creado todas las cosas. Amén.»

A continuación, el exorcista podrá expresar sus deseos. Finalmente. dirá:

«En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, volver en paz a vuestros lugares, y que haya paz entre vosotros y yo. Y estad dispuestos a retornar en cuanto seáis llamados.»

Para que tengas una idea del modo según el cual debe ser compuesto un círculo, ya te hemos suministrado el ejemplo de uno correspondiente a la primera hora de un Domingo en Primavera.
Y a continuación, te proporcionamos las invocaciones y consideraciones que necesitas tener en cuenta para cada día de la semana, empezando por el domingo y terminando por el sábado.
Para las figuras de los sellos, signos. planetas. nombre de los ángeles de los diversos días, etcétera, tienes la tabla que hemos confeccionado para ti y que tendrás que consultar cada vez que vayas a operar, si no te la aprendes de memoria.

El evocador no debe temer ningún peligro cuando esté fortificado por aquellas cosas cuyo uso hemos enseñado, las cuales le servirán de defensa. Pero sobre todo, el evocador debe tener una firme y constante fe en la sabiduría, misericordia e infinita bondad de Dios.


NMIP: SU PUBLICACIÓN RESPONDE ÚNICAMENTE AL CONOCIMIENTO E INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA.