El simbolismo del Águila tiene un carácter eminentemente tradicional.
Inspirándose en precisas analogías, entre los símbolos y los mitos de todas las
civilizaciones de tipo tradicional, es uno de los que mejor atestiguan una
impronta invariable e inmutable fuera de las diferentes formulaciones de que
fue objeto según las razas. Precisemos a continuación que en la tradición aria,
el simbolismo del Águila siempre ha tenido un carácter olímpico y heroico. Tal
es lo que vamos a intentar demostrar mediante referencias y aproximaciones. El
carácter olímpico del simbolismo del Águila está directamente relacionado con
la consagración de este animal al dios olímpico por excelencia, Zeus quién
entre los ario-helenos (al igual que Júpiter entre los ario-romanos) es la
representación de la divinidad de la luz y de la realeza, venerado con otro
símbolo, el del rayo, elemento que no puede olvidarse pues, como veremos, este
atributo complementará muy frecuentemente el simbolismo del Águila Recordemos
también que, según la antigua visión aria del mundo, el elemento olímpico se
definía por su antítesis con el elemento titánico, telúrico y prometéico.
Además es con el rayo que Zeus, en el mito abate a los titanes. Entre los Arios
que vivían toda lucha como un reflejo de la lucha metafísica entre las
potencias olímpicas y las fuerzas titánicas, considerándose como la milicia de
los primeros, vemos el Águila el rayo como símbolos y enseñanzas cuyo profundo
significado se olvida generalmente. Según la antigua visión aria de la vida, la
inmortalidad es un privilegio: no significa simplemente supervivencia tras la
muerte, sino participación heroica y real en el estado de conciencia que define
a la divinidad olímpica. Establezcamos alguna s correspondencias. La concepción
de la inmortalidad se reencuentra en la antigua tradición egipcia. Solo una
parte de] ser humano está destinado a una existencia eterna y celeste en estado
de gloria -BA- que está representada por un águila o halcón (en función de las
condiciones ambientales, el halcón es aquí el sucedáneo del águila, el soporte
más próximo ofrecido por el mundo físico para expresar la misma idea. Es bajo
la forma de halcón que, en el ritual contenido en el LIBRO DE LOS MUERTOS el alma
transfigurada del muerto asusta a los dioses pronunciando estas soberbias
palabras: "Soy coronado como Halcón Divino a fin de que yo pueda
penetrar en la Región de los Muertos y tomar posesión del dominio de
Osiris..."
Esta herencia ultra-terrestre corresponde exactamente al
elemento olímpico. En efecto, en el mito egipcio, Osiris es una figura divina
que, tras haber sufrido alteración y corrupción (muerte y descuartizamiento de
Osiris), es resucitado por Horus. El muerto, participando en la fuerza resurrectora
de Horus, obtiene pues la inmortalidad que lleva Osiris y que provoca el
"renacimiento" o la "recomposición". Es pues
fácil constatar las múltiples correspondencias de las tradiciones y los
símbolos. En
el mito helénico, se comprende que seres como Ganímedes sean llevados por
''águilas" y conducidos al Olimpo. Es gracias a un águila que, en la
antigua tradición persa, el rey, Kei-Kaus intenta, a la manera de Prometeo,
subir al cielo. En la tradición indo-aria, es el Águila quien lleva a Indra la
bebida mágica que lo volverá dueño de los dioses. la tradición clásica añade
aquí un detalle sugestivo: para ella, aunque sea inexacto, el Águila era el
único animal que podía mirar el sol sin bajar los ojos. Esto aclara el papel
del Águila en algunas versiones de la leyenda de Prometeo.
Prometeo aparecía no
como aquel que está realmente cualificado para hacer suyo el fuego olímpico,
sino como aquel que, permaneciendo con la naturaleza titánica, quiere usurpar y hacer no una cosa de los dioses sino de los hombres. Como expiación, en estas
versiones de la leyenda, Prometeo encadenado, tiene el hígado continuamente devorado por un Aguila. El Águila el animal sagrado del Dios Olímpico, asociado
al rayo que abate a los titanes, se nos presenta como una representación
equivalente al mismo fuego, este fuego del que Prometeo deseaba apropiarse. Se
trata pues de una especie de castigo inmanente. Prometeo no tiene la naturaleza
del Águila que debe mirar "olímpicamente" a la luz absoluta. Esta
fuerza que quiere hacer suya se convierte en el principio de su tormento y de
su castigo. Esto podría ayudarnos a comprender la tragedia interior de los
diferentes representantes modernos de la doctrina del "superhombre"
titánico. Obsesiona la romanidad y el ideal olímpico. En este rito, el vuelo de
un Águila por encima de la pira funeraria simbolizaba el tránsito del alma del
emperador muerto al estado de "Dios".
Recordemos los detalles de este
rito que fue codificado sobre el modelo del ritual original celebrado a la muerte
de Augusto. El cuerpo del emperador difunto era depositado en un féretro
recubierto de púrpura, llevado sobre una litera de oro y marfil luego situado
sobre la pira rodeada de sacerdotes que se levantaba en el Campo de Marte.
Entonces tenía lugar la DECURSIO. Tras haber encendido la pira, un Águila se elevaba entre las llamas y
se pensaba que, en ese instante, el alma del muerto se elevaba simbólicamente
hacia las regiones celestes, para ser acogido en el seno de los Olímpicos.
La DECURSIO era una ceremonia
de soldados, caballeros y jefes en torno a la pira imperial en la cual lanzaban
las recompensas que hablan recibido por sus acciones. Hay en este rito un
significado profundo Arios y romanos creían que sus jefes posean en si mismos
la verdadera fuerza de la victoria, no en tanto que individuos sino como
portadores de un elemento sobrenatural, olímpico, que les era atribuido. Es
por, esto que, en la ceremonia romana del triunfo, el general vencedor se
atribuía los símbolos del dios olímpico, Júpiter, y que era en su templo donde
depositaba su corona de laurel, honrando as! al verdadero autor de la victoria,
bien distinto de la partida simplemente humana. En el curso de la DECURSIO, se producía una REMISSIO del mismo orden:
los soldados y los jefes restituían sus condecoraciones, pruebas de su valor y
de su fuerza victoriosa, al emperador como a aquel que, en su potencialidad
olímpica, en el momento de liberarse y de trascenderse sobre el plano divino,
era el verdadero agente. Esto nos lleva a examinar el segundo testimonio del
espíritu olímpico de la romanidad, marcado también por el simbolismo del Águila.
Era tradicionalmente admitido que aquel sobre el cual se posaba un Águila estaba predestinado por Zeus a un alto destino o a la realeza, signo de
la legitimidad olímpica o de una u otra. Pero era igualmente admitido por la
tradición clásica y más específicamente aún por la tradición romana, que el Águila era un presagio de victoria, es decir, la idea que, a través de la victo
ria de la "raza" aria y romana, son las fuerzas de la divinidad
olímpica, del dios de la luz, quienes son victoriosas.
La
victoria de los hombres refleja la victoria de Zeus sobre las fuerzas
anti-olímpicas y bárbaras, era pronosticada por la aparición del animal de
Zeus, el Águila Esto permite comprender bien en relación con el significado
profundo de origen tradicional y sagrado y no como una alegoría cualquiera, el
papel que tenía el Águila en las enseñas romanas entre los SIGNA y los VEXILIA de los
orígenes. Ya en la época republicana, en Roma, el Águila era la enseña de las
legiones, se decía: "un Águila por legión y ninguna legión sin Águila .En general la enseña se componía de un Águila con las alas
desplegadas que mantenía un rayo entre las garras. Así se encuentra confirmado
el simbolismo olímpico: el signo de la fuerza de Júpiter se une con el animal
que le es consagrado, pues es con el rayo que el dios combate y extermina a los
titanes. Detalle que merece ser subrayado, las enseñas de las tropas bárbaras
no tenían Aguila: en los SIGNA AUXILIARIUM encontramos por el contrario animales sagrados o totémicos referidos a
otras influencias, como el toro o el carnero. No fue sino más tarde cuan
do estos signos se infiltraron en la romanidad, asociándose al Águila y dando
lugar frecuentemente a un doble simbolismo: el segundo animal añadido al Águila en las enseñas de una legión representaba su característica, mientras que el Águila permanecía como símbolo general de Roma. En la época imperial, la en
seña militar se convirtió a menudo en el símbolo mismo del IMPERIUM. Sabemos el papel que juega el Águila en la historia sucesiva de los pueblos
nórdicos y germánicos. Este símbolo parece haber abandonado por un largo periodo el suelo
romano y transportado a las razas germánicas, hasta el punto de aparecer como
un simbolismo genuinamente nórdico. Esto no es exacto. Se ha olvidado el origen
del Águila que figura aun hoy como emblema de Alemania, como lo fue también del
Imperio Austriaco último heredero del Sacro Imperio Romano Germánico.
El Águila germánica es simplemente el águila romana. Fue Carlomagno quien, en el
año 800, en el instante de declarar la RENOVATION ROMANII IMPERII recuperó el símbolo
fundamental, el Águila y lo declaró emblema de su Imperio. Históricamente, es
el águila romana quien se ha conservado hasta hoy como símbolo del Reich. Sin
embargo esto no impide que desde un punto de vista más profundo,
supra-histórico, pueda pensarse en algo más que en una simple importación. En
efecto, el Águila figuraba ya en la mitología nórdica, como uno de los animales
sagrados consagrados a Odin-Wotan y este animal fue añadido a las enseñas
romanas de las legiones, incluso figuraba sobre las cimeras de los antiguos
jefes germánicos.
Puede pues concebirse que Carlomagno, tomando el Águila como
símbolo del Imperio resucitado, tuviera presente a la Roma antigua y,
simultáneamente de forma inconsciente, recuperaba también un símbolo de la
antigua tradición ario-nórdica, conservado solo bajo la forma fragmentaria y
crepuscular por diferen tes pueblos del período de las invasiones. Fuera como
fuese, posteriormente el Águila terminó por no tener más que un valor
exclusivamente heráldico y se olvidó su significado originario y profundo. Como muchos otros se convirtió en un símbolo que se sobreviviría y en consecuencia
se convertirla en susceptible de servir de soporte a ideas y formas diferentes.
Sería pues absurdo suponer la presencia "fonanbulesca" de
concepciones como las que acabamos de recordar, por todas partes donde hoy se
ven Águilas sobre estandartes de emblemas europeos. Para no sotros, herederos de
la antigua romanidad, podría ser diferente, igual que para el pueblo, hoy a
nuestro lado, que es el heredero del Sacro Imperio Germánico.
El conocimiento
del significado original de simbolismo ario del Águila emblema resucitado de
nuestros pueblos, podría incluso marcar el sentido más alto de nuestra lucha y
relacionarse con esta tarea que repite en esto, en cierta medida, la aventura
idéntica en la cual el antiguo pueblo ario, bajo el signo olímpico y evocador
de la fuerza olímpica exterminadora de las entidades oscuras y titánicas,
podría sentirse como la milicia de las fuerzas de lo alto, afirmar un derecho y
una función superiores de potencia y orden.
Fuente: Julius
Evola