viernes, 17 de abril de 2015

De teólogos y científicos








NMIP: LUIS LEON PIZARRO

En 1496, a sus veintitrés años, Juan Pico della Mirandola publicó en Roma Conclusiones philosophicae, cabalisticae et theologicae, donde expuso novecientas proposiciones. Era su deseo discutirlas tras la Epifanía del año siguiente con sabios de las distintas culturas conocidas en el momento. El Papa Inocencio VIII frustró esta pretensión por encontrar en el prolijo postulado dieciocho tesis heréticas. Pico insistió en su pertinencia con una Apología, que el pontífice juzgó como grave pecado de soberbia y obstinación, por lo que fue excomulgado; pese a que huyó a Francia, acabó siendo detenido y encarcelado en la prisión de Vicennes.


Una de sus proposiciones afirmaba que ninguna ciencia da mejor prueba de la divinidad de Cristo Jesús que la magia y la cábala; otra proclamaba que el teólogo no puede estudiar las propiedades de las líneas y de la figuras sin peligro. La presencia en su biblioteca de los Elementos, de Euclides, y un ejemplar de la Geometría, de Leonardo de Pisa, prueban que él mismo había afrontado, siquiera momentáneamente, ese riesgo.


Tiempo después, una confirmación de ambas tesis se encontró explícitamente reflejada en el trabajo de los teólogos Gottfried Leibniz e Isaac Newton.


El alemán, al que se deben indudables avances en el ámbito del cálculo o de la lógica combinatoria, prodigó con generosidad su talento para teorizar sobre lo inexistente. Así, en la Monadología se establecen los fundamentos básicos del más allá: las mónadas. Estas vienen a ser a la Metafísica lo que los átomos representan en la realidad de los fenómenos. La Teodicea, sin embargo, especula con la justificación de las evidentes imperfecciones de la naturaleza, y concluye que este es “el mejor de los mundos posibles”, porque fue creado por un Dios perfecto.


El inglés —incuestionable genio al que la humanidad adeuda el intrincado cálculo infinitesimal, el análisis físico de la luz, la ley de la gravitación universal y las leyes de la dinámica— dedicó más tiempo al estudio de la Biblia que al de la ciencia. Se declaró arriano y combatió con insistencia el dogma de la Trinidad (An historical account of two notable carruption of Scriptures); solía firmar sus escritos de esta índole con el seudónimo Jeova Sanctus Unus. También aventuró variadas conjeturas sobre el advenimiento del “Dia del Juicio Final” (Observations upon the prophecies), que según él no acaecería antes del año 2060. Pero quizá su más arriesgada aportación se produjo en el ámbito de la alquimia: Newton estudió con ahínco la trasmutación de los elementos (The vegetations of metals) y buscó con denodado entusiasmo la piedra filosofal y el elixir de la vida (Teatrum chemicorum, De natura acidorun, Praxis…).


A pesar del desarrollo del método científico en la Edad Contemporánea, la idea de Dios ha seguido poblando la mente de los hombres de ciencia de nuestro tiempo, al menos como metáfora. Es verdad que el estudio de los conjuntos infinitos y transinfinitos de los números, promovido por el matemático Georg Cantor, no ayuda a clausurar la imagen de un ser superior: en el infinito cabe todo. Así, en la misma línea esotérica, los físicos del CERN, que buscan en su gigantesco acelerador de partículas el bosón de Higgs, han llamado a esta mota, fundamental e hipotética, la partícula Dios.


De una forma poética parecida, Albert Einstein, por ejemplo, creía en “un Dios que se revela en la armonía de todo lo que existe, no en un Dios que se interesa en el destino y las acciones del hombre”. El ilustre premio Nobel deseaba conocer cómo Dios había creado el mundo. Resumió así sus creencias: “Mi religión consiste en una humilde admiración del ilimitado espíritu superior que se revela en los más pequeños detalles que podemos percibir con nuestra frágil y débil mente”. Como Spinoza, Einstein creía que Dios es idéntico al orden matemático del universo. “Si hay algo en mí —afirmó en cierta ocasión en su correspondencia— que pueda ser llamado religioso es la ilimitada admiración por la estructura del mundo, hasta donde nuestra ciencia puede revelarla”.


En ocasiones, la idea de Dios ha servido también a algún científico del presente como estrategia comercial, lo que no deja de ser una variante del peligro sobre el que alertaba Pico della Mirandola. El astrofísico Stephen Hawking representa un significativo caso de esta perversión teológica. Siempre que lanza al mercado algún ensayo de divulgación científica, los diarios del mundo suelen recoger sus manifestaciones en dicho sentido. Recientemente, a propósito de la publicación de The Grand Desing — título que pretende provocar a los seudo científicos creacionistas— , afirmó: “Creo que el universo está gobernado por las leyes de la ciencia. Estas pudieron haber sido creadas por Dios; pero Dios no interviene para romper las leyes”. Semejantes aseveraciones juegan a desafiar puerilmente a las confesiones religiosas, si bien no dejan de ser retos vacuos. ¿Qué tipo de científico sería si afirmara lo contrario?


Resulta imposible agotar los ejemplos: nada se dirá de Charles Darwin y su prolongado dilema entre ciencia o creencia; baste, por referir tipos contemporáneos, con los investigadores Richard Dawkins y Francisco Ayala. El primero es un sociobiólogo empeñado en demostrar científicamente la inexistencia de Dios; el segundo, genetista insigne, admite que ciencia y fe siguen caminos separados, que no se interfieren.


No se pretende abordar aquí la sucesiva invención de Dios, proeza literaria incomparable, que parece ser consecuencia de un residuo biológico, unánime excrecencia de eso que los paleoantropólogos gustan llamar la mente simbólica, y que ni siquiera el ejercicio prolongado de la razón cesa. La única aspiración de estas notas consiste en subrayar lo cerca que en ocasiones bregan el mito y el logos, no entre sí, sino codo con codo, en su obcecada empresa por ofrecer la enésima explicación del mundo. Acaso, las vacilaciones de los hombres de ciencia muestren el humilde y justo convencimiento de que toda ley, aunque se acompañe de la etiqueta de “universal”, solo ha sido comprobada en esta insignificante y remota región de la Vía Láctea donde vivimos: si no existe la empiria universal, nunca se sabrá si las leyes que pretenciosamente formulamos se cumplen en cualquier rincón del cosmos.


La imposibilidad de penetrar el esquema divino del universo, no puede, sin embargo, disuadirnos de planear esquemas humanos, aunque nos conste que estos son provisionales. A pesar de los riesgos, la ciencia, su capacidad de repensarse, es lo único que nos queda. Lo demás son respuestas sospechosamente sencillas para satisfacer enigmas. Esperemos que siempre haya candidatos dispuestos a correr el peligro sobre el que alertaba Pico, determinados a desmontar una ley sin otra arma que la realidad, empeñados, aunque solo sea, en distinguir los sueños de la vigilia o en confirmar que más allá de las ecuaciones solo se alcanza el vértigo de la noche. Larivoli

Entrevista realizada a ARALBA por José Jorquera (Escritor y Licenciado en Ciencias Políticas)







Entrevista realizada a ARALBA por José Jorquera: (Escritor y Licenciado en Ciencias Políticas)
J.J.: Cuando tuve el placer de conocer a Antonio Ruiz Alba, nuestro compañero creador Aralba, un ligero nerviosismo se apoderó de mí. La verdad es que había descubierto algunos de sus relatos, y me habían gustado bastante, y comentaba a Pily B., la editora de la Web NGC Ficción, lo mucho que me llamaba la atención. Desde su nombre, que ya de por sí transmite muchas cosas, como su alter ego literario, que rebosa de lírica.
La idea de tener una charla amena con él me rondaba constantemente, pues repasando su obra y sus entrevistas, me resaltaba que es una persona que tiene mucho que aportar. Y el encuentro se produjo, y gratamente me sorprendió descubrir a un hombre tan campechano, tan agradable y rebosante de energía, así que como podéis imaginar, pasé una de las mejores tardes que recuerdo.
Aralba tiene un algo especial, que hace que escucharle hablar de literatura, de la afición a la escritura y de todo lo relacionado con la fantasía y la ciencia ficción, se convierta en un momento tan fascinante, algo casi mágico, donde podrías estar horas y horas sin cansarte de escucharle, pues tiene tanto detrás de unos ojos cansados y, a la vez, sabios, que da la sensación de encontrarte frente a Merlín o con cualquier otro sabio hechicero de cuento. La emoción y la pasión que derrama en cada palabra es fiel reflejo de su estilo de escritura, tan refinado y estético, que pareciera sacado de un taller barroco. Y tras recibir su obra Kaos Quántico, de forma tan amable, puesto que aún no está publicada íntegramente en NGC 3660, me comprometí a leerla e inquirir en sus recónditos misterios.
¡Espero que disfruten de ello tanto como yo!
Con la lectura muy reciente de la Obra Kaos Quantico, me he puesto a indagar sobre lo que nos transmites. Todavía no estoy seguro de si esta obra es una recopilación de relatos unidos por la trama, o si es la trama la que ocasionó los distintos episodios.
¿Qué opinas de esto?
ARALBA:Yo siempre he opinado, es mi parecer, que es mucho más importante el contenido que el continente. Nunca he sentido afán por dedicarme a la literatura como profesión; pero sí me parece que siempre ha bullido en mi interior una especie de espíritu profético. Es cierto que muchos de los capítulos de Kaos Quántico tuvieron un origen independiente; pero en el fondo tratan de complementar, con información extra, lo expresado por sus otros hermanos.
J.J.: Algo que se palpa en cada rincón de esta novela, son las continuas referencias y juegos con tu apellido. ¿Cuánto hay de Antonio Ruiz Alba en cada arquetipo que creaste?
ARALBA:Todo, así de claro. El Bueno soy yo, el malo también, porqué no el degenerado y el ladrón y el asesino. Pienso que cuando un escritor crea un personaje, a pesar de que pudiese fijarse en sus semejantes con el fin de retratarlo, lo cierto es que siempre lo arropamos con parte de nosotros mismos. Si alguien tiene que ser el malo de la película prefiero serlo yo. Nunca podré criticar la actitud de los demás pero sí mis propias acciones. Entiendo igualmente que el Ser Humano es eminentemente esquizofrénico. Unos somos conscientes de ello y otros permanecen durmientes.
J.J.:Otra cosa que no se escapa a los ojos del lector es el profundo conocimiento que tienes sobre Sociedades Secretas, Masonería y demás… ¿Qué se esconde tras esas palabras misteriosas? ¿Qué crees que se esconde tras estos grupos secretos o no tan secretos?
ARALBA: Es cierto que me he movido, como pez en el agua, en muchas de esas organizaciones discretas que no secretas. Todas ellas están registradas en el Ministerio del Interior y no tienen nada que ocultar. Soy Maestro masón y poseemos algún que otro grado en diversas organizaciones rosacrucianas; pero lo cierto es que sólo me puedo considerar como un simple estudiante de esas arcanas enseñanzas. En el fondo, se trata de diversas visiones del Gnosticismo y que quienes conocen el tema, con profundidad, saben que se trata del Cristianismo Primitivo. Por esto que te cuento me habrían quemado en la hoguera no hace demasiado tiempo.
J.J.: Otra idea es que el Ser Humano esta atrapado en su propia prisión ¿Crees que el Ser Humano es capaz de romper esa barrera o por el contrario está condenado a seguir a oscuras? ¿Qué mensaje quieres transmitir con tu obra?
ARALBA: Para mí, el Ser Humano tiene un origen Divino. Lo que es hoy no es más que una triste caricatura de su verdadero Ser. Estamos atrapados por propia voluntad en un cuerpo prestado; pero como no tenemos memoria de cómo entramos en esta vorágine de existencia natural, tampoco sabemos cómo salir de ella. Alguna vez que otra algún iluminado trata de mostrar las claves para eso que se conoce como Salvación; pero el Sistema, que no es más que una I.A. trata de sobrevivir escondiéndonos nuestro Origen, el accidente que ocurrió y por supuesto que tenemos el Poder para poder salir del Sistema y retornar a nuestro verdadero Hogar, que por supuesto es Divino.
J.J.: Si repasas con lupa, pareces dar a entender que cualquier persona, sabiendo hacia dónde quiere dirigir el mundo, con un par de charlas conductistas se puede derribar el Muro de Berlín. Das la sensación de haber estado allí, incluso de que en tu obra hay personas reales ocultas con seudónimos accesibles sólo a aquellos que saben reconocerse a sí mismos. ¿Puedes y quieres hablar de ellos?, o es una mera especulación mía sin fundamento…
ARALBA: El problema de todo esto, es que la Humanidad, como un todo, debe llevar un mismo camino. Hoy no sucede así. Existe una especie de anarquía que impide que el Sistema, perverso por demás, se desintegre para mostrar la Verdad. Algunas cosas de las que hablo, encubiertamente, son ciertas. Algún día se demostrará que Aralba está detrás del actual movimiento de la Nueva Era, poseo los fancines, los primitivos estatutos, el logo, que Aralba charló amigablemente, en una cena, con los norteamericanos que lucharon a favor de la República en la Guerra civil Española, que Aralba saludó al Embajador de la URRS en esa misma Cena; por cierto en el Hotel Puerta de Toledo por si alguien quisiera investigar, que Aralba pudo saludar a Santiago Carrillo, Julián Ariza… Yo no puedo demostrar nada de eso pues nunca he buscado fotografías; pero llegado el caso, creo que los que siguen vivos podrían corroborarlo. No obstante, todo está grabado en la memoria de la Naturaleza. Sigo diciéndote que el Ser Humano es un Dios y como tal tiene su Poder; otra cosa es que sea consciente o durmiente. Quien quiera creerme que lo haga, el que me considere un charlatán está en su derecho. No se lo reprocharé.
J.J.: Otra idea que se desprende de tu novela es la eterna búsqueda del Alma Gemela, de ese Amor Universal para completar lo que esta dividido. Que me hace preguntarme si esta novela no es una enorme llamada a tu segunda mitad perdida…
ARALBA: Caray, José, me has descubierto. Claro eso es, creo que es evidente, aunque de forma encubierta. Cuando te dije que escribía porque tenía necesidad de ello… Bien esa es una de las causas, quizá la más importante. Es una llamada, un clamor, un grito para que esa Alma Gemela sepa que estoy aquí, entre la muchedumbre, que casi no puedo moverme de donde estoy, que la he buscado y la he encontrado. Ahora le toca a ella. Así funciona esto.
J.J.: Una de las cosas que más me ha gustado es el sentido del humor que transmites, y es un recurso bastante difícil de usar, pero no he podido evitar soltar bastantes carcajadas. El humor, muchas veces ácido, muchas veces negro, otras veces sutil. ¿Qué papel juega el humor en tu obra?
ARALBA:Te aseguro José, que yo no me propongo hacer humor; pero así sale. Quizá se trata de mi «inocencia» e ingenuidad. Eso le hace gracia a la gente; por otro lado, me gusta que sea así. Yo todas las mañanas, cuando llego al trabajo, tengo una sonrisa para todos mis compañeros. Sé que con el transcurrir del día esa faz alegre se va disipando y transformándose en una especie de melancolía. Bueno, creo que ese sentido del humor me viene de herencia. Mis Padres son de Bujalance, Córdoba, y la sangre andaluza corre por mis venas a raudales.
J.J.: Tiene tantos homenajes esta obra que se puede decir que plasmas todo aquello que te ha impregnado. Desde 2001 Odisea en el espacio, Mi novia es una extraterrestre, Asimov, Dune, Star Trek, Marvel… Cuanto hay de estas obras y otras que haya influenciado a este Kaos Quántico.
ARALBA:Cuando leo algo, intento descubrir siempre su mensaje oculto hacia mi persona. Todas las obras tienen que decirnos cosas, de forma individual, a cada uno de nosotros. Hay una frase en la Biblia que dice, textualmente: Toda Palabra es inspirada por Dios. Ya sabes el concepto que tengo de Dios. Tú como tal, eres mi Hermano. Toda la Humanidad somos Hermanos unos de otros. En el fondo sólo somos Uno dividido en una multitud y cuando alguno de nosotros se comunica, por el medio que sea, trata de dar un Mensaje a sus congéneres. Todas mis lecturas me han hecho crecer, despertar y, por supuesto, todos sus autores han sido y son mis maestros.
J.J.: Existe una filosofía inherente a todo lo que escribes, pues además de tener una aventura y un misterio que recorre la novela, tus frases lapidarias, tus mensajes, tus guías, van encaminadas a hacer del lector una reflexión y un apunte de cuál es su situación. Tu obra no es inocente, tiene una clara intención de ruptura. ¿Qué es lo que pretendes, remover conciencias o por el contrario hacer que el lector reaccione y se cuestione su entorno como hicieran los filósofos?
ARALBA: Que todos despertemos de una puta vez. Que entendamos que como en Matrix, estamos durmiendo y que lo que vivimos como cotidianeidad no es un inocente sueño. El Sistema se defiende, se protege, se realimenta y conspira continuamente contra su Creador, el Señor de Todo: Dios, el Hombre. Que cuando un Hombre se levanta contra otro Hombre estamos funcionando como pilas y alimentando a las I.A. También conocidas como Deus Machina. Los demiurgos que mantienen las leyes de la naturaleza son nuestras creaciones; pero sin embargo nos tienen sometidos. Ojo, existencia tras existencia, porque el espíritu del Ser Humano es eterno e inmortal. Mientras sigamos dormidos seguiremos siendo las jodidas pilas que mantienen al conejito de Duracel funcionado una y otra y otra y otra vez.
J.J.: El sexo es otro eje en tu novela, pero llevado al extremo de la estética y siendo una verdadera poesía erótica, donde muchas veces sin decir nada, dices todo. Una finura y una exquisitez raramente vista, donde conviertes el acto sexual en pura poesía… ¿Qué me puedes decir de esto?
ARALBA: Aquí, en occidente, por la tradición religiosa judeo cristiana, se nos ha inculcado, desde tiempo inmemorial, que el Sexo es malo, malo, malo. Que es pecado y fuente de todos los males; pero esa es otra de las cósmicas conspiraciones del Sistema, de la I.A. del Deus Machina, del Demiurgo. El Sexo es sagrado porque a través de él, el Dios Hombre, toma Cuerpo en este mundo del que se encuentra prisionero. Si no hubiese sexo, no habría cuerpos y sin ellos el espíritu Divino no podría manifestarse ni tener la posibilidad de tomar consciencia de su real situación. Según mi opinión, es mi opinión, el sexo debería desarrollarse con normalidad y sin tabúes. Vamos que igual que nos damos un beso o un abrazo para saludarnos, bien podríamos copular como en Un Mundo Feliz de Huxley.
J.J.: Un detalle curioso, y que no me ha pasado desapercibido, pero casi todos tus personajes femeninos tienen una enorme carga sexual, y presentan roles de madres o profesionales del sexo. ¿Esto es algo expreso o es pura casualidad?
ARALBA: Me encanta ese Rol de protectora, de gran Señora. Para mí la Prostituta realiza un servicio social y ojo, no soy el más indicado para hablar sobre ello, pues no soy experto en la materia; pero entiendo que, si es la profesión más antigua del mundo, por algo será. Cuando descubrí que la mujer, su genética, está compuesta por una doble X y no por una X y una Y como los hombres, entendía, con ello, que es ella el Ser completo. Nosotros somos accesorios, incompletos. Nos falta una porción genética ya que esa Y no es más que una X a la que le falta un palito. Además, por otro lado, si estamos tú y yo aquí, ahora, hablando, es gracias a una Mujer que nos ha tenido en su seno durante nueve meses y alimentándonos con su propia sangre.
J.J.: De hecho, en tu novela, las mujeres siempre se muestran muy seguras de lo que hacen, no dudan, y suelen sacar de los apuros a nuestro protagonista. Casi siempre son ellas las que dan con la clave del asunto…
ARALBA: Para mí, José, la Mujer es una Diosa. Hay una película… ¿Cómo se llama? Salía Keanu Reeves… Johnny Mnemonic, donde la protagonista femenina es la guardaespaldas del prota. En la Obra de Arthur C. Clarke: Venus Prime 7, la Protagonista también es una heroína singular. A pesar de lo que cree la gente, la Hembra es el Sexo fuerte de la especie. La fuerza del varón es explosiva e instantánea; pero ellas pueden mantener el esfuerzo en el tiempo. De hecho, en tiempos remotos existieron pueblos de amazonas. No se tiene noticia alguna de pueblos de sólo varones???
J.J.: Ahora pasamos a esa Inteligencia Artificial: Laura Estrella Luminosa, otro eje de tu novela. Se palpa a Isaac Asimov en esa charla dialéctica sobre el sentido del ser humano y sobre la humanidad. Una verdadera maravilla. ¿Te resultó complicado? Porque me parece uno de los mejores capítulos de tu novela, y la charla es muy pedagógica y cargada de verdades como puños. ¿Estás orgulloso de ella? ¿Te hubiese gustado hacer otra cosa?
ARALBA: Te voy a contar un Secreto, cuando empecé a leer a Asimov, la trilogía de Inteligencia +2 ya estaba escrita hacía mucho tiempo. Cuando leí “Yo Robot”, por primera vez, entendí lo que Carl Gustav Jung quería decir con eso de sincronicidad. Entendí que tanto Asimov como yo mismo y seguro que muchos otros nos estábamos refiriendo a una misma cosa. Al fin y al cabo tenemos los mismos componentes genéticos y la información esencial, la BIOS, en cada uno de nosotros, debe de ser la misma. ¿Entiendes ahora, por qué estoy en contra de los derechos de Autor? Ojo, tal y como nos los quiere vender la SGAE.
J.J.: Me ha sorprendido que muchas ideas de tu novela, las haya plasmado yo también, como la idea de que el Universo se crea y se destruye, la búsqueda del alma gemela, el que no seamos dueños de nuestro propio destino. ¿Crees que esa memoria oculta de la que hablas en tu novela se está despertando? Porque me sorprende descubrir las similitudes que hay entre los creadores. ¿Crees que partimos de las mismas ideas que se plasman de forma diferente? ¿O que como en tu novela, hay algo detrás que nos guía hacia ese recuerdo de lo que éramos?
ARALBA: La BIOS, es la BIOS. Las experiencias de la Vida, debido a las imperfecciones de este vehículo prestado que es el Cuerpo Humano, no quedan registradas en toda su extensión; pero la esencia sí. Cuando formateamos nuestro ordenador, se pierde toda la información: Sistema Operativo, programas, utilidades y ficheros. Al Ser Humano le pasa lo mismo. Cuando un Cuerpo muere es como si se formateara el Disco Duro y cuando regresamos lo hacemos con la BIOS; pero en esa BIOS, tenemos información esencial y básica sobre nuestro origen y nuestro Destino. Ese es el fundamento de la sincronicidad de Jung. Me río cuando se especula que en Hollywood han fusilado la idea de otros. Las Ideas, como decía Platón, son los arquetipos de todo lo que existe por lo tanto está todo inventado solo hay que redescubrirlo.
J.J.: Me ha resultado fascinante como tratas el tema religioso, y en tus conclusiones finales, llegas a la idea de que el Ser Humano es una divinidad en sí, una idea que ya se ha recogido en el Budismo. ¿Conocías estas ideas? ¿Crees en ese algo más que nos hace pensar que venimos de algún sitio?
ARALBA: Ahora sí, pero esas ideas me han acompañado toda la vida, como yo creo que a casi todo el Mundo. La única diferencia es que algunos entramos en el silencio y nos ponemos a escuchar lo que nuestro interior nos quiere decir. Alguien dijo que el Budismo es la única religión Atea y yo digo que el Budismo es una filosofía anti-religión que intenta que el Ser Humano despierte y se vea a sí mismo uno con el Nirvana, con la totalidad del Ser. Buda se demostró asimismo que era una partícula de esa divinidad y que como tal, los demás también lo somos; pero lo importante es que abramos nuestra consciencia y aceptemos, no como fe sino como una certeza, esa Realidad.
J.J.: Por último, Antonio, creo que esta entrevista quedaría coja sin esta última pregunta: Hablas de una Luz que despierta las consciencias. ¿Existe alguna religión, escuela, organización o qué sé yo… donde pudiésemos adquirirla, comprarla?
ARALBA: Durante el transcurso de la Historia, han existido grandes avatares, místicos iluminados, que han intentado proporcionarnos parte de esa Luz. Por lo menos han intentado que veamos en nuestro interior esa información tan necesaria para nuestra evolución personal como individuo y como especie. Entre ellos podríamos contar a Zaratustra (Zoroastro), Gautama (Buda), Amenophis IV (Akenathon), Ieu (Jesús de Nazaret), Manes, Francisco de Asís, Jacobo Bohemme, Johan Valentín Andreae y Francis Bacon entre otros. Lo malo de todo es que una vez que la Luz se muestra en el Mundo queda contaminada por el Sistema. Con esto quiero decir que las religiones, organizaciones y escuelas, pretendidamente iluministas, pertenecen al Sistema y por lo tanto no pueden ser de ayuda. Los rituales, oraciones enlatadas, doctrinas, para lo único que sirven es para atar al Ser Humano más a los engranajes de este oscuro Mundo. La auténtica luz se encuentra en el Silencio y la Soledad. Sólo con la meditación individual, la introspección, podemos encontrar la luz, tan necesaria en estos momentos, para redirigir el camino extraviado de la humanidad. Gracias José, gracias NGC por esta magnífica oportunidad para exponer mis ideas.

NMIP: LUIS LEON PIZARRO

LOS SÍMBOLOS DE LA PARADOJA Y LAS PARADOJAS DEL SÍMBOLO








NMIP: LUIS LEON PIZARRO

En el tímpano de la iglesia románica de San Miguel de Estella (Navarra), una de las conocidas poblaciones que atraviesa en España el Camino de Santiago, en el relieve que circunda la mandorla y al Cristo en Majestad, puede leerse una extraña inscripción: "La imagen que veis no es ni Dios ni hombre, pero Dios y el hombre están representados en esta santa imagen".


Por sí misma y por el lugar en que se halla inscrita, esta frase lapidaria se propone al espectador como un tema de meditación, de manera parecida a los Koans de la tradición Zen budista o los Sutras védicos (1). Y aunque escueta, resume admirablemente el misterio de la imagen, es decir, de la forma simbólica y del Arte sagrado que la plasma como "representación" más legítima de aquello de otro modo inexpresable.


En efecto, el carácter paradójico, a veces insólito, con que muchas veces se presenta el simbolismo tradicional, por el que la imagen: "no es ni Dios ni hombre, pero Dios y el hombre están representados en ella", hace directamente alusión, por un lado, a las posibilidades del propio simbolismo, que puede expresar realidades simultáneas sin entrar en contradicción, a lo cual no llega el lenguaje vulgar, racional y sucesivo, para el que una cosa debe ser "eso" o "aquello" de manera excluyente. Y por otro, a la relatividad de toda apariencia, de todo lo que se concretiza en una forma fija, y por ende a la ambigua dualidad y fugacidad del mundo fenoménico, que al mismo tiempo que una ilusión pasajera, es la evidencia de una realidad permanente que lo trasciende, dándole además toda su razón de ser y su precario equilibrio.


Por el hecho de serlo, toda manifestación es una representación, una puesta en acto, un juego entre todos sus protagonistas, situaciones y aspectos, opuestos y complementarios, juego al que está sujeto todo cuanto ella contiene y que, como tal, siempre es la huella de algo, la expresión, el símbolo o producto de una intención, guión, unidad o realidad más grande. Por lo mismo, también es dual y limitada, es decir, relativa, empieza y acaba, lo que no le priva de reflejar a su modo, existencial y sucesivo, la realidad de un todo simultáneo, multidimensional y no-dual. A nivel psicológico esta condición dual (aparentemente dual) se convierte en el sujeto y el objeto mental de toda experiencia; y toda experiencia en una forma de conocimiento inteligible y sensible a la vez, la combinación inseparable de una idea y un soporte, una forma y una substancia, la corporificación de un significado de otro modo imponderable. Por ello y por participar toda manifestación formal de esta ley, el símbolo, al menos el sagrado, no es ni podría ser una convención humana, antes bien es el modo y el lenguaje en que el universo se revela al hombre y a él mismo a través suyo, conformando su manera de conocer; es la naturaleza del mundo ser inteligible, como del ser humano ser inteligente, es decir, una "imagen y semejanza" del propio programa cósmico.


En efecto, según siempre y en todos los pueblos, los símbolos fundamentales son revelados al hombre por inspiración divina, siendo las semillas y códigos originales de toda forma verdadera de cultura y pensamiento. Ellos revelan el comportamiento interno del cosmos u Orden universal, sus modelos creacionales y perennes, como otros estados del ser; no son un lenguaje convencional aparte de otros, sino la raíz y el tronco de todo lenguaje capaz de transmitir un conocimiento efectivo, como una cosmovisión capaz de abarcar todas las posibilidades del mundo (macrocosmos) y el hombre (microcosmos), posibilidades que actualiza operando por la misma ley de analogía que hace de uno la imagen inversa del otro. Esto es especialmente importante señalarlo porque el hombre piensa y comprende mediante símbolos (imágenes y conceptos), ya sean verdaderos o falsos, puros o impuros, y no por que quiera o no quiera, sino porque no tiene otro remedio; la naturaleza de su pensamiento formal, discursivo y sucesivo, es decir, dual, así se lo impone.


El símbolo (como toda manifestación) revela la Idea (el arquetipo) al hacerla asequible a los sentidos a través del arte (el divino o el humano que lo imita); y al mismo tiempo la oculta, vela y disfraza al recubrirla de una forma, lo cual es inevitable para su expresión humana. Este doble aspecto de toda manifestación, implícito en el gesto demiúrgico (que da la vida poniéndole un límite, que afirma negando o niega afirmando), define el carácter dual del mundo y la existencia en tanto procesos más que entidades, ya que, además, dichas formas cambian, se generan y disuelven alternativamente; la "forma" del ciclo vital también así lo exige. Forma y materia son, en su sentido aristotélico y en relación a los límites de la realidad individual, sus polos principales, entendido que la forma, como decía Aristóteles, es el "alma" del cuerpo, la parte inteligible y significativa del soporte material, que en todo ser siempre es un conglomerado mudable y caduco (hecho a partir de los cuatro elementos). En todo caso, si el símbolo polariza, es decir, refleja la realidad que simboliza para poder manifestarla, es porque toda manifestación es necesariamente la polarización de algo, el gesto visible y fugaz de algo no dual, fijo, permanente y unitario, es decir, Real. Es por ello que aún siendo una ilusión, una aparente limitación de lo infinito, el mundo es también una teofanía, un símbolo unitario y explícito de ese infinito, la suma de todas sus posibilidades manifestables; y necesariamente, es por la comprensión del cosmos (y el microcosmos), del límite y las limitaciones (las Leyes permanentes del universo), que se puede conocer lo ilimitado, como la realidad informal a través de las formas sagradas. Fuera de su carácter simbólico, que siempre lo renueva y lo abre a lo infinito, el mundo se disuelve en la nada de su propia y caduca ilusión; no es entonces sino una suma de leyes y condicionamientos negativos, una fantasmagoría, una pura "vanidad de vanidades".


La palabra epifanía (2) significa literalmente: manifestación, aparición luminosa, iluminación, es decir, irradiación o reflexión de un principio. El origen de la palabra, Fanés, es, en efecto, un sobrenombre de Apolo, el dios solar de los hiperbóreos y los griegos, y su símbolo natural es el poder vivificador de su luz, imagen externa de la acción iluminadora y ordenadora del conocimiento espiritual o de aquella "luz interior" que, según el evangelio, alumbra a todo hombre que viene a este mundo. En cuanto a la idea de aparición, es lo que significa literalmente la palabra fantasía, (capaz de crear "fantasmas"); e igualmente la palabra imagen, producto de la imaginación, la facultad plástica y visual del alma. También la palabra forma significa imagen-tipo, molde (horma), estructura, configuración, siendo dentro del conjunto de posibilidades de la existencia, como se sabe, una de las condiciones principales del estado individual. Entre los aspectos que se atribuyen en este sentido a la diosa Maya hindú, paredro de la Shakti, la creadora de formas, es precisamente la de ilusionista; la magia de Maya es el arte de velar y desvelar el Uno, y en su aspecto demiúrgico, crear réplicas siempre distintas de lo único, a toda escala, (no por cierto seres clónicos ni uniformes como la siniestra ciencia moderna, y también muchos "gurús" y líderes de variada calaña), sino únicos en su totalidad perfectamente análoga al Cosmos. Es un arte que es un juego (Lila), el juego del Sí-mismo (Atma). Y tampoco es casual que el sentido original de la palabra ilusión, del latín lúdere, incluye la idea de juego (lúdico) y engaño (fantasía, espejismo, quimera) al mismo tiempo, pues, como dice el hinduismo, en última instancia no es sino el Sí-mismo el que juega consigo mismo al escondite. En griego la palabra forma es eidos, de donde idea, la cual también significa especie, tipo; a su nivel, la especie es la unidad, la medida o el patrón de los individuos, a modo de molde con respecto a las copias. 


Para las doctrinas antiguas, como en Platón, Ideas y arquetipos son sinónimos pero en el sentido de principios espirituales, modelos, prototipos, emanaciones o formas principales del Uno (Todo) o Ser Universal, fuente y origen de toda manifestación. El hecho ahora de confundirse en el lenguaje corriente con conceptos mentales del individuo, es debido a una confusión entre lo universal y lo individual. Son los modelos universales, las fuerzas constructivas y ordenadoras de la creación; también los dioses, númenes o energías cósmicas; las formas puras e “informales” (prototipos) valga la paradoja, los "moldes" eternos y/o perennes, (estáticos y dinámicos) de todas la cosas, algo perfectamente ajeno de lo que la filosofía "junguiana" entiende por lo mismo, es decir, como pulsiones inconscientes del individuo colectivo.


Es cierto que, por universales, no podrían ser otra cosa que los arquetipos, las "Ideas inteligibles", los que se reflejan en la mente individual y colectiva, generando la dinámica del pensamiento y sus corrientes. Pero esa mente los refleja siempre según su propio grado de comprensión, condicionado por sus propios límites individuales y por todo el patrimonio heredado de criterios que la conforman, amén de las situaciones cíclicas en las que está inmersa. En Jung el carácter supra-personal y espiritual del arquetipo no sólo no existe, sino que por lo visto tampoco su campo de acción es el alma ni la psique individual ordinaria, sino el "subconsciente", criterios que suscriben, como el evolucionismo, casi todas las corrientes neo-espiritualistas modernas, promoviendo una subversión literal de las leyes de la analogía e incluso de la propia lógica.


Toda imagen, mental, natural o artificial (artística) es, decíamos, el símil de algo, el reflejo sensible de una realidad más verdadera, su modelo inteligible; por sí misma, separada de su fuente de luz es puro espejismo; no atribuimos realidad, es decir, ser, a lo insignificante, y si le damos algún grado, es precisamente para caracterizar su defecto de la misma. El símbolo tradicional del espejo (artificial o acuático, las aguas como plano de reflexión de la luz), es de los más significativos en cuanto a resumir la naturaleza del símbolo y del mundo como objeto simbólico, además de conjugar perfectamente su sentido espiritual con su utilidad práctica, siendo lo "especular" o reflexivo el carácter propio, decíamos, de todo lo manifestado. (3) De esta misma idea especular, como la operación especulativa de la mente, emanan todas las que se refieren a lo semejante, lo parecido, lo símil, lo gemelo, lo simétrico, y también su reverso, el simulacro, la caricatura, lo falso. También el "semblante", la faz o el rostro, es el "espejo del alma", lo más significativo del cuerpo y de la personalidad interior del individuo.


La idea de lo símil es también, en el tiempo, el ritmo, que es la repetición periódica de un gesto o vibración, lo cíclico, y también la sincronía, que incluye la idea de lo simultáneo. Esta palabra es homónima de símil y significa acción confrontada de dos fuerzas en equilibrio, perspectiva que incluye la presencia simultánea de los términos y por tanto la conjunción de los opuestos, es decir, la paradoja y en cierto modo lo insólito, tal el misterio del espejo. Símbolo, del griego simbolein, significa también la idea de unir o juntar dos cosas, lo que destaca el nexo sutil y constante entre ambas, su unidad esencial, y en esto enlaza con la figura del alma (nexo entre espíritu y cuerpo) y la del ángel, heraldo, embajador, abogado, emisario o enlace entre dos mundos. 


También simulación y simulacro viene, decíamos, de símil y aquí el simbolismo emparenta con el del teatro. "El mundo es un teatro" es una máxima proverbial y es bien conocida la importancia ritual y simbólica del teatro sagrado de todas las culturas: comporta la mimesis ritual del mito, del psicodrama cósmico, de lo que se hace siempre en el principio o "illo tempore", paradigma de toda acción y de toda actividad artística. El simbolismo del teatro implica igualmente un espectador que no participa de la acción, sino que contempla el "espectáculo" en reposo, imagen del Testigo inmóvil e invisible. El actor actúa, actualiza, hace presente, re-presenta; el espectador observa y comprende sin participar, del mismo modo que aquellos dos pájaros del Bhagavad-Gita que reposan en el Árbol del Mundo, uno come mientras el otro lo observa, imágenes simbólicas del Jivatma (yo individual) y del Atma o Sí mismo universal, respectivamente.


La palabra teatro significa precisamente contemplar, (del griego Theonomai: yo miro), lo cual confirma su función tradicional tanto como su carácter originalmente espiritual y sagrado. Esta palabra está compuesta de la partícula Theos: dios, como también teoría, literal. Contemplación, de la cual es, pues, un sinónimo, como teorema: que significa meditación, investigación.


El mundo como teofanía o epifanía divina es la idea de una realidad secreta, una causa oculta en permanente estado de revelación, es decir, mostrándose y ocultándose a la vez a sí misma por el mismo gesto creador que la manifiesta. Conociendo el arte y el plan de la obra, las leyes de la actividad del Cielo, así como el sentido más profundo de ese gesto, único en esencia pero doble en apariencia, (el Solve et Coagula hermético), puede conocerse al Artífice, a modo del "espejo y enigma" de San Pablo, pues, el conocimiento simbólico no es, en efecto, un conocimiento directo, pero sí una preparación indispensable y normal al mismo, infinitamente más rica en posibilidades que cualquier otra que cree ilusoriamente poder prescindir de él, lo cual es un contrasentido al comportar toda expresión, decíamos, una intención, un sentido, un significado propio aparte del convencional, independiente de la consciencia que de él tenga el individuo; es la idea de incluir toda forma de lenguaje un "metalenguaje". Con todas las letras que contiene un libro determinado podría componerse otro distinto y quizá nos sobrarían muchas. 


Por otro lado y por ser, veíamos, la dinámica de toda manifestación dual o binaria, también el actor está determinado por la ambigüedad de su papel re-presentativo. En griego, actor teatral es literalmente hipócrita, e hipocresía, la acción de desempeñar un papel teatral. Esa es la función del actor y su maestría representar el papel con arte pero sin perder los "papeles", es decir, sin confundir la realidad del ego individual con la del Sí mismo universal y verdadero. Dado que toda apariencia es siempre hipócrita en alguna medida, la hipocresía como perversión lo es del actor no ya de oficio, sino del humano, en cuanto engaña, es decir, piensa o siente una cosa y dice o hace otra a conveniencia.


Según la propia unidad indivisible del ser, se es espectador y actor al mismo tiempo, pero según este orden y no al revés, es decir, según una jerarquía precisa y constante entre contemplación y acción; lo inmóvil (Uno) contempla lo móvil (dualidad), el Ser interno al ser externo, nunca a la inversa. Es en este sentido que el fin de la acción y del arte en toda forma de cultura tradicional es siempre la contemplación, la Gnosis, y nunca ella misma como un fin en sí misma; del mismo modo toda verdadera acción es ritual y "artística", o sea sacrificial, pues esencialmente imita la actividad creacional de Dios (4), que siempre inaugura en el mito su propio sacrificio.


Lo sepa o no, toda persona es un artista y un actor por el hecho de ser "persona"; como bien lo indica el sentido del término en griego, la "persona" es la "máscara" del actor, el disfraz aparente que lo revela y lo oculta al mismo tiempo, tal y como la individualidad (psicocorporal) con respecto al Espíritu o verdadera Personalidad del ser, la cual y siguiendo con la misma ley, es en sí misma absolutamente Una e Impersonal. Este papel paradigmático es por definición el del hombre en la creación, intermediario entre el Cielo y la Tierra, lo divino y lo animal, "imagen y semejanza" viviente del Todo. Pero también es el caso del símbolo y el simbolismo entendidos como ideas-fuerza o modelos a su nivel, intermediarios entre diferentes realidades, papel decíamos, inherente al carácter inteligible y sensible a la vez de toda manifestación. Al conectar entre sí realidades de distinto nivel, al moverse en planos simultáneos, el símbolo sagrado ofrece posibilidades ilimitadas de comprensión, por vía intuitiva y sintética, posibilidades que incluyen la paradoja, pero nunca la contradicción, lo "irracional", la falsedad o la estafa "hipócrita", que sería perversión y profanación del mismo; en efecto, su función es liberar el sentido superior escondido en lo aparente, pero igualmente puede "encerrar" lo superior en una apariencia, lo que conlleva un peligro eminente, confundirlo con lo simbolizado, fijarlo en una sola lectura, tomar la imagen o el reflejo por la realidad, interpretarlo al nivel literal, alegórico o psicológico; en esto concluye la idolatría, que es, como el fetichismo, verdadera "barbarie" intelectual, aunque no exista consciencia o voluntad expresa de ello, pues, caracteriza precisamente un estado mental de confusión inconsciente. Toda forma de literalismo, fundamentalismo o dogmatismo, incluido desde luego el "democrático" del "pensamiento único", dignifica un punto de vista individual, formal y particular, por encima de los demás posibles, lo que precisamente y a su mismo nivel, el de las formas, es una pura contradicción, pues, ninguna forma, vale decir, reflejo, apariencia, puede agotar ni reflejar la totalidad de la luz y menos aún todo lo que está más allá de ella misma. La inscripción de la orla románica que tomamos como punto de partida, viene a señalar eso, que no porque toda imagen lo sea de algo, debemos confundirla con ese mismo algo, y menos todavía negarlo y quedarse con la piedra o el pedazo de madera.


Consciente de la dualidad aparente del mundo, el hombre tradicional la supera por ello mismo, situándose en un plano donde las oposiciones no existen sino acaso en estado de complementareidad, plano cuyo carácter paradójico -analógico- es inevitable en toda expresión formal, que siempre es simbólica. De ahí la dificultad del especialista moderno en reinterpretar los símbolos del arte tradicional según su sentido verdadero, el que le dieron sus artífices, y no en el cómodo e interesado que imponen los criterios de la cultura oficial, según las fórmulas de última hora que más les convienen.


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1.- Un ejemplo podría ser: "Eso (Atma) es simbólico pero no es un símbolo: ni siquiera esto puede decirse de Atma". Avadhut-Gita, C-III, pág.17. Ediciones de la tradición Unánime. Barcelona 1983.


2.- De epus: verso, palabra; y de phainein: brillar; ambas ideas están también presentes en el Verbo en cuanto palabra (sonido) y luz primordiales. Este es el sentido de la palabra universo, una sola voz, palabra, nombre o verso. 


3.- En relación a la ontología del simbolismo del espejo y a sus paradojas, Moyidin Ibn Arabi tiene pasajes iluminadores: "Con respecto a los favores y dones esenciales, no son prodigados más que en virtud de una revelación divina, pues, la Esencia no se revela más que bajo la "forma" de la predisposición del individuo que recibe esta revelación, y nunca se produce otra cosa. A partir de ahí, el sujeto no verá sino su propia "forma" en el espejo de Dios; no verá a Dios -es imposible que Lo vea- todo y sabiendo que no ve su propia forma sino en virtud de ese espejo divino. Esto es del todo análogo a lo que a lugar en un espejo corporal: contemplando las formas, tú no ves el espejo, todo y sabiendo que (tampoco) no ves estas formas -o tu propia forma- más que en virtud del espejo". En: Ensayos sobre el conocimiento sagrado. T. Burckhardt. Olañeta 1999. Pg. 68.


4.- "El arte y el artista no deben imitar las producciones de la naturaleza, sino su modo de operar", decía Sto. Tomás de Aquino, canon que comparte todo el arte tradicional en general.
Manuel Plana