jueves, 6 de octubre de 2011

TIPHARETH




A la luz de lo que ya sabemos sobre el significado de Tipha­reth, los símbolos a él asignados constituyen un estudio de los más instructivos, porque tenemos ahí un ejemplo muy claro de la manera en que, para cada Sephirah, los símbolos que lo repre­sentan se entrelazan en una interminable corriente de asociacio­nes concatenadas.

El sentido de la palabra hebrea TIPHARETH es Belleza. De las múltiples definiciones que han sido dadas a este término, la más satisfactoria es aquella que hace consistir la Belleza en una rela­ción de proporciones armoniosas, cualquiera sea la cosa en cues­tión material o moral. Por tanto, es interesante notar que el Sephirah de la Belleza es el punto central del íntegro equilibrio del Árbol, y que una de cada dos experiencias espirituales evoca­das por Tiphareth es la visión de la Armonía de las Cosas.

Es curioso que dos Experiencias Espirituales diferentes, y a primera vista sin relación reciproca, estén asignadas a Tiphareth; en efecto, es el único Sephiroth del Árbol que ofrece esta anomalía. Todavía solo, se ve asignar diversas Imágenes Mágicas; de consiguiente, debemos preguntarnos por qué es el Sephirah central el que ofrece estos múltiples aspectos. La respuesta se encuentra en el Sepher Yetzirah concerniente a Tiphareh, en la parte que dice: "El Sexto Sendero tiene por nombre Inteli­gencia Mediadora.

Ahora bien: un mediador es, esencialmente, un intermediario, un lazo de unión; por tanto, Tiphareth en su posición central, debe ser observado como una fuente de doble corriente y en efecto, recibe por una parte los influjos de las Emanaciones, y por otra hace expandir esta influencia "en todos los canales de Bendiciones". De consiguiente, debemos considerarlo como la manifestación exterior de los Sephiroth más sutiles y, asimismo, como el principio espiritual de los cuatro Sephiroth más densos que él. Desde el punto de vista de la fuerza, Tiphareth es forma; y desde el de la forma, es fuerza. En efecto, es el Sephirah arquetípico en el cual todos los grandes principios representados por los Sephirah superiores se hallan formulados en conceptos.

"En él están multiplicados los influjos de las emanaciones", como dice el Sepher Yetzirah.

El nombre Zoar Anpin, el Rostro Menor, opuesto al Arik Anpin, el Rostro Inmenso --uno de los títulos de Kether--, confirma en su máximo grado esta idea; en efecto, los principios amorfos de Kether toman una forma en la Esfera abstracta del espíritu superior. Así, como dejamos dicho, Kether se refleja en Tiphareth. El Anciano de los Dias ve Su Imagen en un espejo y esta apariencia reflejada del Rostro Inmenso o del Padre es el Rostro Menor o el Hijo.

Tiphareth, vista desde arriba, es la manifestación menor y nueva generación, y vista desde abajo, es decir, desde Yesod Malkuth, es Adam-Katmon o el hombre Arquetipo; Tiphareth Melekh, el Rey, el esposo de Malkan, la Esposa, uno de los títulos de Malkuth.

En Tiphareth es donde encontramos las ideas arquetípicas que; forman el andamiaje invisible de toda la Creación manifestada, formulando los principios originales de los Sephiroth más sutiles Se podría decir que es un tesoro de imágenes acumulado sobre un plano superior; pero, mientras Que las imágenes del plano astral reflejan las formas, las de Tiphareth, cristalizándolas de alguna manera, nacen de las emanaciones espirituales provenientes de los poderes más elevados.

Tiphareth es el mediador entre el Macrocosmos y el Microcosmos. "Como arriba es abajo", tal es la clave de la Esfera Shemesk donde el Sol que se halla en el transfondo del sol, se condensa en la manifestación.

En la anatomía del Hombre Celeste se encuentra la interpretación de toda organización y de toda evolución; en efecto, el universo material es, literalmente, los órganos y los miembros del Hombre Celeste; y comprendiendo el alma de Adam Kadmon, que consiste en "el influjo de las emanaciones", es como podemos interpretar su anatomía en términos funcionales, lo cual es el único método inteligente para juzgar una anatomía. La ciencia, en general, es tan vacía de todo contenido filosófico porque se contenta con ser descriptiva y retrocede frente a las explicaciones verdaderas.

En la psicología trascendental, la cual es la anatomía del mi­crocosmos, el pecho corresponde a Tiphareth. En él se hallan los pulmones y el corazón, y debajo de estos órganos. en relación intima con ellos y controlándolos, está el gran núcleo de nervios conocido bajo el nombre de plexo solar, nombre que con justicia fué dado por los antiguos. Los pulmones mantienen una relación singularmente estrecha entre el Macrocosmos y el Microcosmos, determinando la salida y la entrada de la incesante marea atmosférica, que no se detiene de día ni de noche, hasta que el Vaso de oro se rompa, que el hilo de plata se corte y que cese nuestra respiración. El corazón determine la circulación de la sangre, la cual, según la penetrante definición de Paracelso, es "un flúido muy particular". La medicina sabe muy bien lo que la luz solar es para la sangre. Asimismo, ha reconocido que la clorofila, subs­tancia verde de las hojas de las plantas que les permite utilizar la luz solar como fuente de su energía, tiene una influencia muy fuerte sobre la presión de la sangre.

Las Tres Imágenes Mágicas de Tiphareth son curiosas y a primera vista parecen carecer de una relación recíproca y ser contradictorias. Pero, a la luz de lo que hemos podido aprender de Tiphareth, su sentido y su relación aparecen claramente a través del lenguaje simbólico, sobre todo cuando se las estudia comparándolas a la vida de Jesucristo o el Hijo.

Tiphareth primera condensación de los Sephiroth superiores, es Justamente representado como el Niño recién nacido en el es­tablo de Belén; como Dios sacrificado, se convierte en el Mediador entre Dios y el hombre; y cuando resucita de entre los muertos es Rey en su reino. Tiphareth es el Hijo de Kether y el rey de Malkuth y, en su propia Esfera, El, el sacrificado.

No comprenderemos a Tiphareth si no tenemos alguna noción del sentido exacto del sacrificio, el cual difiere mucho del sen­tido popular que lo concibe como una pérdida voluntaria de algo que nos es querido. El sacrificio es la transferencia de la fuerza de una forma a otra. En realidad, no existe la destrucción de una fuerza; por completa que nos parezca su desaparición. ella permanece inalterable en virtud de la gran ley natural de la conservación de la energía, la cual mantiene en existencia a nuestro universo. La energía puede estar encerrada en una forma y, por eso, ser estática. o también puede franquear esta prisión de la forma para circular libremente. Cuando hacemos un sacrificio cualquiera, tomamos una forma estática de energía , y, rompiendo la envoltura que la retiene prisionera, la libramos a la circulación en el Cosmos.

 Lo que de esa manera sacrificamos, vuelve a tomar otra forma en un tiempo determinado. Si aplicamos esta concepción a las ideas religiosas y éticas del sacrificio obtendremos algunos resultados notables.

El Nombre Divino de esta Esfera es Aloah Va Daath, nombre que está íntimamente asociado con el Sephirah invisible que halla entre Tiphareth y Kether. Como hemos vista, este Sephir puede ser aproximadamente definido por el término "entendimiento" o el alborear de la conciencia; y podemos traducir la frase Aloah Va Daath, Tetragrammaton por Dios manifestado en la Esfera del Espíritu.

En el microcosmos Tiphareth representa el psiquismo superior al modo de conciencia de la individualidad o Ego. Es esencialmente la Esfera del misticismo religioso y también lo opuesto a la magia y al psiquismo de Yesod; porque, como lo recordaremos, los Sephiroth del Pilar Central representan niveles de conciencia y los Sephiroth de los Pilares laterales, sus poderes y sus modos de funcionamiento. Se nos dice que Tiphareth es la Esfera de los Maestros; es el Templo eterno en los cielos, que mano alguna, ha construido; es la Gran Logia Blanca. Es aquí, encontrando a los Maestros, donde el Adepto iniciado funciona en su más alta conciencia, y es por las sílabas del Nombre, por la justa comprensión del sentido de ese Nombre, Aloah Va Daath, que él se abre a esta conciencia superior.

Un nombre llega a ser para nosotros un Nombre de Poder en la medida que nos compenetramos de su significado. Para el asesino, el nombre de su víctima es una palabra de poder; y tal es el poder conocido que, en ciertos países , un instrumento destinado para registrar la presión de la sangre se sujeta al brazo de un sospechoso mientras la policía lo interroga; el nombre del muerto y otras palabras relacionadas al crimen, se le murmuran al oído, y si éstas son "palabras de poder" para él, el instrumento las registra de inmediato y sin error posible.

La creencia popular imagina que los nombres de poder tienen una influencia directa sobre los ángeles, los demonios y otros seres, pero no es así. En realidad, el nombre de poder obra en el mago y le permite, exaltando y dirigiendo su conciencia, entrar en contacto con una influencia espiritual determinada; si tiene una experiencia cualquiera de ese tipo particular de influencia, el Nombre de Poder despertará notables recuerdos inconscientes; y si no tiene experiencia y aborda la prueba con falta de imaginación y con la incredulidad de un escolar, los "Nombres bárbaros de evocación" serán para él sílabas sin fuerza, un ver­dadero hocus pocus. Es necesario notar que, para el creyente cató­lico, ese término: hocus pocus, que para el protestante significa la superstición y el fraude, tiene el sentido de Hoc Est Corpus, lo cual es algo por completo diferente. En estos tópicos, no es sino el punto de vista lo que
importa.

Es por esta razón que una definida experiencia espiritual es asignada a cada Sephirah, y mientras una persona no la haya ex­perimentado, no será iniciada en este Sephirah. Con respecto a los Nombres de Poder, no podrá usarlos. Según la tradición, no es suficiente conocer un Nombre de Poder, sino es menester saber como se lo hace vibrar. Generalmente se cree que la vibración de un nombre es la nota justa en la que se lo canta; pero la vibración mágica exige algo por completo diferente. Cuando se experimenta una profunda emoción y, al mismo tiempo, se siente devocional­mente exaltado, la voz baja en muchos tonos de su ritmo normal llega a ser resonante y vibrante; ese temblor de emoción del acento de la devoción es lo que constituye la pauta vibratoria de un Nombre, lo cual no puede ser enseñado ni aprendido, porque es un fenómeno instintivo; es como el viento que sopla donde quiere. Cuando acontece, uno es sacudido de pies a cabeza como una olea­da de fuego, y todos los que lo sienten escuchan aun contra su voluntad. Escuchar vibrar un Nombre de Poder es una experien­cia extraordinaria; pero lo es más aún hacerlo vibrar uno mismo.

El arcángel de Tiphareth es Raphael o "el Espíritu que está en el Sol"; es también el Espíritu que sana.

Cuando el iniciado "trabaja" en el Árbol, es decir, cuando evoca imaginariamente en su aura un diagrama del Árbol de la Vida, formula a Tiphareth en su plexo solar, entre el pecho y el abdo­men; si anhela trabajar en la Esfera del Sexto Sephiroth y con­centra su espíritu en este centro, a menudo se halla que se ha convertido en un espíritu de pie, en el sol, rodeado de la fotos­fera inflamada. Una cosa es situar un Sephirah en su aura, y otra bien diferente transportarse a ese Sephirah. Como primera operación, se puede recibir la influencia del Sephirah, lo que constituye un buen método para la meditación diaria; como se­gunda operación, la posición se invierte, y lo interior se convierte en exterior: en vez de tener en sí el Sephirah, se penetra en él, y es solamente entonces cuando se puede emplear su poder. Esta segunda experiencia es lo que forma el punto culminante de un Sephirah.

El orden Angélico de Tiphareth es el de los Malachim o Reyes, que son los principios espirituales de las fuerzas naturales; nadie puede controlar esas fuerzas ni siquiera ponerse en contacto sin peligro con esos principios elementales, a menos de poseer la iniciación de Tiphareth, que es la de un Adepto Menor. Pues es menester haber sido aceptado por esos Principes de los Elementos es decir, es necesario haber realizado la ultérrima naturaleza espiritual de las fuerzas naturales, antes de poderlas usar bajo forma elemental.

En esta forma elemental subjetiva, ellas aparecen en el Microcosmos como poderosos instintos de combate, de reproducción, de degradación, de exaltación y otros factores emocionales bien conocidos por todos los psicólogos. De consiguiente, es evidente que si despertamos y estimulamos estas emociones de nuestra naturaleza, se deberá hacerlo para usarlas como servidores de nuestro Ego, es decir, de la razón y del principio espiritual que mora en nosotros. Es necesario, por tanto, que cuando queremos servirnos de las fuerzas elementales, lo hagamos con la ayuda de los Reyes, bajo la presidencia del Arcángel y la invocación de Nombre Divino apropiado a la Esfera Celeste. Desde el punto de vista del Microcosmos, esto significa que los poderes elementales de nuestra naturaleza están en relación con el Yo Superior en vez de estar disociados en el mundo interior de los Qliphoth el cual es "el inconsciente" de Freud.

Se sobreentiende que las operaciones elementales no se cumplen en la Esfera del Triphareth; pero es necesario que ellas sean controladas desde lo alto de esta Esfera por poca Magia Blanca que se efectúe; faltando ese control, la Magia Negra surge de inmediato. Se dice que, cuando la Caída, los cuatro Sephiroth in­feriores se separaron de Tiphareth y fueron asignados a los Qli­photh. Cuando las fuerzas elementales se separan de sus principios espirituales en nuestros conceptos y se convierten en fines en sí, aunque no se pretenda ningún mal y se trate de una simple expe­riencia, se produce inevitablemente una caída acompañada por la degeneración. Pero cuando realizamos claramente el principio es­piritual que por doquier domina en la naturaleza, hay estado de inocencia, para usar este término teológico en un sentido definido; en este caso la caída no se produce; podemos trabajar en segu­ridad y desarrollar fructíferamente esta clase de fuerzas en el seno de nuestra propia naturaleza, conduciendo así la Libertad, el Equilibrio, tan necesarios para la salud del espíritu. Esta correlación de lo espiritual y de lo natural, que evita toda caída a este ultimo y lo mantiene en estado de inocencia, prácticamente es uno de los puntos más importantes tratándose de Magia.


Fuente: Rolando Gonzalez