Decía Kierkegaard que la vida sólo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero que hay que vivirla mirando hacia delante. Y seguramente es cierto, pero, con todo, yo sospecho que cada individuo orienta la suya según una de las tres grandes dimensiónes del tiempo, o que la vive con la vista puesta primordialmente en una de ellas: hay a quien nada le ocupa sino el presente; quien no piensa más que en futuro; y, finalmente, quien parece vivir mirando al pasado; un pasado del que se alimenta su presente y aun le determina en su proyección y previsión del futuro. Espinosa define a la nostalgia de la siguiente forma:«El anhelo es el deseo o apetito de poseer una cosa, que es fomentado con su recuerdo y, a la vez, es reprimido con el recuerdo de otras cosas que excluyen la existencia de la cosa apetecida» (Ethica, III. 32d).
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La tristeza se alimenta del presente; la nostalgia lo hace siempre del pasado. Y en cuanto a lo que diferencia a la nostalgia de la melancolía, todo depende de cómo se conciba la segunda. Si la melancolía se entiende como hipocondría, y esta, a su vez, como un temor excesivo e infundado a la enfermedad, tal como hace Kant, es claro que nada de eso tiene que ver con la nostalgia. Y lo mismo si la melancolía es trasladada a un ámbito estrictamente psiquiátrico, ya sea viéndola como un fenómeno asociado al duelo, como piensa Freud, que la considera como la reacción que sigue a la pérdida de un objeto amado, ya sea, como hacen Julia Kristeva y otros, entendiéndola del todo similar a la depresión, o como depresión sin más, evidentemente tampoco; tampoco nada de esto tiene que ver con la nostalgia. Porque del duelo se sale, más tarde o más pronto, pero de la nostalgia jamás; y jamás la nostalgia es una depresión y el nostálgico un deprimido.
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La melancolía es dolor permanente y generalizado, aunque suave, y es esa suavidad la que acaba por confundirse con una suerte de felicidad o placer. La nostalgia, en cambio, ni es sólo dolor ni es generalizada, porque sólo atiende al objeto del que es nostalgia, y sólo respecto a él muestra una permanencia fiel e inamovible. De manera que no estoy yo muy seguro de que la melancolía permita atender a otra cosa que no sea a sí misma, por lo que en consecuencia, tal vez esa fuerza creadora que los románticos le atribuyen sea a la nostalgia a quien propiamente pertenece, y sea a ella a la que, en el fondo, ellos mismos se están refiriendo, sin advertirlo, ciertamente.Una de las definiciones más aproximadas de lo que es se encuentra en la Proposición 36, Parte III de la Ethica de Espinosa:«Quien recuerda una cosa de la que gozó una vez, desea poseerla en las mismas circunstancias que cuando gozó de ella por primera vez». Pero sólo aproximada. Para ser completa habría que añadir que tal deseo resulta estéril e inútil por imposible. Las palabras de Espinosa, en efecto, no son incompatibles con la posibilidad de que haya una segunda vez, y nada nos dicen sobre ello. Pero es justamente esa segunda vez lo que le está vedado a la nostalgia. La nostalgia es engendrada por un pasado que se niega a serlo, como un espectro que se resistiese a abandonar definitivamente el mundo de los vivos.
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De ahí que la nostalgia no consista meramente en añorar, porque cabe añorar lo que en este momento no es, pero puede volver a ser, pero, ¿cómo añorar que lo definitivamente muerto vuelva a estar vivo? «Esta tristeza –dice Espinosa en el Escolio a la Proposición anterior–, en cuanto que se refiere a la ausencia de aquello que amamos, se llama añoranza». Más acertado que Espinosa en apuntar los rasgos distintivos de la nostalgia se encuentra Descartes, y ello aunque con sus palabras sea también la añoranza lo que pretende definir: «La añoranza –escribe– es igualmente una especie de tristeza que tiene una particular amargura porque siempre va a acompañada por cierta desesperanza y por el recuerdo del placer gozado. En efecto, nunca añoramos más que los bienes de que hemos gozado y que están tan perdidos que no tenemos ninguna esperanza de volver a encontrarlos en el tiempo y de la manera en que los añoramos» [Tratado de las pasiones del alma, Art. 209]. Efectivamente, tal es la definición más certera de lo que es la nostalgia. Y si lo que dice Espinosa resulta insuficiente, porque la añoranza, tal como él la entiende, es compatible con la esperanza de poder volver a gozar de lo que ya se gozó, aunque ahora se halla ausente.
Fuente: http://aquileana.wordpress.com/2010/01/11/un-actual-presagio-del-pasado-la-nostalgia/