De estos tres glifos de círculo, semicírculo y cruz pueden derivarse del modo siguiente los
símbolos de los planetas astrológicos.
SOL. Unidad. Vida o Consciencia. El ego individual. Espíritu.
LUNA. Dualidad, relación. El principio formativo. El ego personal. Alma.
TIERRA. Diferenciación. Actividad en la materia. El ego material. Cuerpo.
VENUS. El ego espiritual o individualidad, elevado por encima de la materia.
MARTE. La materia dominando el espíritu. El espíritu operando a través de las actividades materiales.
JÚPITER. El alma extendiéndose más allá de la materia, pero conservando la forma material.
SATURNO. El alma concreta, limitada por las condiciones materiales.
MERCURIO. La cruz abajo significa consciencia astral, deseo, el círculo en medio, consciencia mental; el semicírculo arriba indica que la evolución ha sido llevada más allá de lo mental y está reflejando hacia abajo la luz recibida de un plano aún más elevado, el búdico, que lo domina todo. Este símbolo puede interpretarse también como el caduceo de Hermes, dos serpientes entrelazadas en tomo a una vara central, refiriéndose a la fuerza ígnea, Kundalini, cuyo pleno control constituye al mago práctico.
URANO. Auto-consciencia individualizada.
NEPTUNO. Auto-consciencia personal.
Sin embargo, la Astrología Esotérica no es solamente una interpretación simbólica de la naturaleza humana, sino también una filosofía mediante la cual se explican claramente las leyes internas de la Naturaleza y el sistema en que vivimos se hace más comprensible.
El Sol es más que un símbolo del espíritu, es el verdadero foco o centro de la vida de nuestro Sistema Solar, el corazón del Logos Solar, y los planetas son los vehículos o cuerpos de Sus mensajeros espirituales, cada uno de ellos el centro de una gran Jerarquía espiritual. Cada departamento de la Naturaleza está gobernado por uno de los grandes espíritus planetarios, gobernando Saturno el reino mineral, Júpiter y la Luna el mundo vegetal, y Marte el animal y el hombre-animal, efectuando cada uno de ellos la Voluntad de la inteligencia suprema.
Estos espíritus planetarios son Rayos de la única Gran Luz y se hallan al frente de su propio departamento en el universo y rigen los principios principales así como los detalles más pequeños de la vida. Cada raza y sub-raza, cada nación y colonia de esa nación, así como toda religión, con sus sub-divisiones, está influida por una de estas poderosas Inteligencias.
La Astrología Esotérica enseña la Inmanencia de Dios, y trata de descubrir a través de las posiciones de los cuerpos celestes los cambios de la Naturaleza que conocemos como las leyes de Dios. Reconoce la parte importante que estas divinas Inteligencias deben desempeñar en el destino del Hombre, porque son sus prototipos celestiales, y por consiguiente, cuanto más se acerca el hombre a una unión con su Padre celestial (su estrella real), más se acerca a la salvación o a la consciencia individualizada, y cuanto más se aparta, más peligrosamente fatal e inarmoniosa resulta su vida. En esto estriba la diferencia principal entre Astrología Esotérica y Exotérica, la primera se refiere a las acciones del hombre dentro, y a la capacidad de armonizarse a sí mismo con las leyes de la Naturaleza, y la segunda se refiere a los impulsos del hombre indicados por las atracciones que están fuera, porque la Astrología Esotérica muestra las posibilidades, latentes en toda la humanidad, de unificación con la voluntad divina, o según declaran los astrólogos antiguos, "El sabio gobierna sus estrellas, el necio las obedece".
La autora de la Doctrina Secreta expresó estas ideas en un bello lenguaje al decir: Sí, nuestro destino está escrito en las estrellas. Sólo que cuánto más estrecha es la unión entre el mortal reflejo que es el Hombre y su Prototipo celestial, menos peligrosas son sus condiciones externas y las subsiguientes reencarnaciones. Hay condiciones externas e internas que afectan a la determinación de nuestra Voluntad sobre nuestras acciones, y
aunque el hombre no puede escapar al Destino que lo gobierna, puede elegir uno u otro. Los que creen en el Karma tienen que creer en el destino que desde el nacimiento hasta la muerte está tejiendo el hombre alrededor de sí mismo como va tejiendo su tela una araña, y este destino está guiado o por la voz celestial del prototipo invisible o por nuestro íntimo hombre astral u hombre interno, que con excesiva frecuencia es nuestro genio maligno.
En esta obra se realizará un serio intento de mostrar algunas ideas acerca de la influencia que los Espíritus Planetarios y los Signos Zodiacales ejercen sobre la humanidad y se hará también un esfuerzo por indicar cuan estrechamente se relacionan todas las cosas manifestadas con el Sol, la Luna y los planetas mediante su eslabón de unión, los signos del Zodíaco. Sin embargo, debe quedar bien claro al principio que no son los planetas físicos mismos los que afectan a la humanidad, sino las Inteligencias supremas que utilizan los cuerpos planetarios como sus vehículos físicos, por decirlo así.
Cada cuerpo planetario tiene una influencia propia que le es peculiar y cada uno de ellos combina su influencia especial con la de todos los otros. En el lenguaje de los colores esto se expresa muy bien diciendo que la blanca luz del Sol cambia al pasar a través de la esfera planetaria en el color de ese planeta particular, el índigo, violeta y azul de Venus, la Luna y Júpiter, teniendo su reflejo en el amarillo, anaranjado y rojo de Mercurio, Sol y Marte, equilibrado por el verde de Saturno, el tono y color medio. El cuerpo, el alma y el espíritu del hombre absorben estos colores por un proceso mental que cambia el color puro y original que hereda mediante la herencia física, psíquica y espiritual en un matiz más grosero o más delicado según su elección de pensarme sentimientos y acciones.
Fuente: Alan Leo