martes, 3 de enero de 2012
La capilla del templo mortuorio de Nebhepetre Mentuhotep (II) Deir el-Bahari, dinastía XI
Nebhepetre Mentuhotep (II) y el Egipto unificado
Después de alcanzar la reunificación de Egipto mediante una doble política de expansión militar y diplomática hacia el norte, Nebhepetre Mentuhotep (II) (ca. 2055-2004 a.C.)[1] logró consolidar su autoridad como rey único del país -en detrimento de la autoridad heracleopolitana vencida y posteriormente destituida- y desarrolló un programa de recuperación sociopolítica con el que se establecieron las bases culturales e ideológicas que prevalecerían durante el Reino Medio (2055-1650 a.C.)[2].
Por esta razón, la tradición egipcia preservó el recuerdo[3] de Mentuhotep II como el líder que puso fin al Período de los Nomarcas[4] y como fundador del período clásico egipcio (dins. XII y XIII).
La consolidación de la autoridad central, con sede en la nueva capital de Tebas[5], permitió el restablecimiento del sistema administrativo, la reorganización de la explotación de los recursos del país, y el inicio de nuevos proyectos militares y comerciales. En el reinado de Mentuhotep II están constatados los envíos de expediciones al Wadi Hammamat, a la península del Sinaí, al Líbano y a Uauat (Baja Nubia), y quizás contactos indirectos con el Punt[6]. Además del conflicto civil con la dinastía del norte[7], las fuentes también mencionan campañas de control territorial de Mentuhotep II contra nubios (setiu), asiaticos (setetiu), y libios (tyejenu)[8].
Esta nueva situación de expansión de la dinastía tebana y de desarollo global en el país bajo el poder de Mentuhotep II benefició la incorporación de artesanos y trabajadores a los numerosos proyectos de construcción en los que se embarcó el estado[9]. Es ahora cuando la producción artística a gran escala se incrementa (reconstrucción de los templos de Satis y Heqaib en Elefantina, construcción de un templo a Hathor en Gebelein y de otras capillas en El-Ballas, Dendera y el-Kab, edificación de anexos en el complejo de Orisis en Abidos, etc.), y se reinicia la construcción de monumentos reales cuyos modelos no se utilizaban desde finales del Reino Antiguo, con la excepción de algunas construcciones previas encomendadas por el régimen provincial de Heracleópolis en el norte del país (dins. VII-X). En el reinado de Mentuhotep II, además, se observa en Tebas la existencia de talleres con una capacidad técnica y artística semejante a los existentes en Menfis antes del Período Heracleopolitano; prueba de ello son los numerosos monumentos construidos con estilo sureño en este reinado[10]. Sin embargo, a la vez que se produce un nuevo impulso artístico, resultante del programa constructivo tan activo de Mentuhotep II, también se manifiesta una recuperación del estilo de corte menfita que tendrá una gran influencia en el arte provincial tebano[11]. Artesanos y artistas con estilos locales recuperan así el contacto con los patrones utilizados por los talleres de Menfis en el Reino Antiguo y el Período Heracleopolitano, y aplican las nuevas tendencias e ideas en las construcciones realizadas para los reyes de finales de la dinastía XI y de comienzos del Reino Medio.
En este marco de renacimiento artístico, la figura del rey y la ideología asociada al mismo experimentan ciertos cambios que se manifiestan principalmente en formas innovadoras de expresión y representación en la arquitectura, escultura y pintura del período. Simultáneamente, esta transformación ideológica se hace patente también en las variaciones literarias del topos del rey, con producciones que aún siendo posteriores recogen esa nueva imagen del monarca (e.g. las Enseñanzas para Merikare o las Enseñanzas de Amenemhet para su hijo Senuseret), así como en la titulatura real[12].
El complejo mortuorio de Nebhepetre Mentuhotep (II) en Deir el-Bahari
La construcción del templo mortuorio de Mentuhotep II[13] recoge las transformaciones ideológicas y religiosas asociadas al papel del monarca como dirigente político y super-individuo en su rol de carácter sagrado. La elección de Deir el-Bahari como lugar de construcción del complejo mortuorio de este rey terminó con la tradición dinástica de enterrarse en tumbas de tipo saff en la zona de El-Tarif mantenida por los reyes anteriores, Sejertauy Intef (I), Wajanj Intef (II), y Najetnebtepnefer Intef (III)[14]. Esta decisión, además, suponía una variación de la topografía simbólico-religiosa de Tebas, con el nuevo templo mortuorio construido a los pies de la montaña tebana en Deir el-Bahari -zona denominada dyeseret en el Reino Nuevo- y asociado al complejo de Amón-Re de Karnak, que se encontraba justo enfrente en la ribera este.
La posición del complejo mortuorio de Mentuhotep II con respecto a estos dos elementos fundamentales en la zona, la montaña occidental de Tebas y el templo de Amón-Re de Karnak, refleja una nueva concepción del rey y de las creencias funerarias y mortuorias[15]. De este modo, la figura de Mentuhotep II se identifica primordialmente con la de Amón-Re, el principal dios de Tebas y del país unificado, al que se le dedica la capilla interior del complejo mortuorio del rey. La más que probable presencia del dios en forma de estatua, y las imágenes del mismo con Mentuhotep II en la capilla interior o sancta santorum permiten suponer que la veneración oficial al rey difunto era identificada con la de Amón-Re[16]. A su vez, este dios recibía culto en tanto que dios patrón de la dinastía y de la realeza, reflejo del poder tebano en Egipto puesto en manos de Mentuhotep II para alcanzar la unificación e reinstalar el orden universal (Maat) en el país. Precisamente uno de los fragmentos de relieve de la capilla evidencian esta relación del rey y el dios tebano: “él (=el rey) ha construido [esto] para su padre Amón-Re” (ir.n=f n it(i)=f Imn-Ra).
La historia del descubrimiento del complejo[17] se inicia con los trabajos de la Egypt Exploration Fund dirigidos por Eduard Naville entre 1893 y 1903 en el área del templo de Hatshepsut (véase figura superior izquierda). El hallazgo en la zona de un bloque con el nombre de Mentuhotep y su porterior estudio por parte de A. Mariette incitó a Naville a iniciar en 1903 los primeros trabajos de prospección y excavación en los túmulos de arena al sur del complejo de Hatshepsut, localizando el complejo mortuorio de este rey de la dinastía XI. Posteriormente, la expedición del New York Metropolitan Museum of Art, dirigida por H.E. Winlock, continuaría desde 1911 con la excavación no sólo del complejo sino de tumbas privadas fechadas en el mismo período que fueron descubiertas en los siguientes dos años (e.g. las tumbas de Meketre y Uaj). Es destacable que en las publicaciones de las excavaciones y resultados de las campañas en Deir el-Bahari, Naville y Winlock se refirieran al culto tan particular que Mentuhotep II recibió en su complejo. El primero incluyó en su publicación de las excavaciones un capítulo dedicado expresamente a la veneración de este rey como dios[18]. El segundo se concentró en la significación del papel fundador del monarca para la historia del Reino Medio, y en la veneración a su figura[19]. Después de estos dos egiptólogos, sería D. Arnold quien estudiaría en los años 70 el complejo[20].
El complejo (véase el plano de la figura inferior izquierda) es un monumento que representa en cierta medida la influencia de corte menfita y tradicional que procede del norte sobre el estilo provincial tebano[21]. La calzada (de unos 950 m. de longitud) conecta un templo de acogida -del que no se tienen muchos datos por no haber sido excavado- con el templo mortuorio, que se presenta al visitante mediante un patio abierto (patio este) delimitado por un pórtico doble con una rampa ascendente. En este patio, donde se plantaron varias hileras de árboles, Carter halló la denominada “tumba de Bab el-Hosan”, posiblemente un cenotafio donde se depositaron una estatua real y un sarcófago, además de algunos recipientes para ofrendas y tres maquetas de barcas[22].
Desde el patio se asciende a través de la rampa a la terraza superior, que cubría una superficie con un muro deambulatorio en cuyo lado este se prepararon los sepulcros y capillas mortuorias de seis mujeres –algunas de ellas muy jóvenes- cuya asociación con el culto a la diosa Hathor[23] (diosa protectora asociada al monarca) y titulaturas podrían explicar su presencia aquí[24]. Un pequeño patio descubierto con peristilo (patio oeste) conectaba esta terraza –de la que se ha debatido con intensidad (véase figura superior derecha) si estaba cubierta por una estructura piramidal, rectangular, o por una colina como elemento primigenio[25]- con la parte reservada del templo, que consistía en una sala hipóstila con una pequeña capilla central de culto (sancta santorum) construida en la parte trasera de la sala, contra el muro occidental de la misma, y en la que se encontraría una estatua de Amón-Re o de Mentuhotep II situada en un rellano o nicho excavado en la roca de la montaña. La verdadera tumba del rey estaba situada en el patio descubierto, con una galería subterránea -denominada “dromos 14”- que pasaba bajo la sala hipóstila y se adentraba bajo la montaña tebana. Este cambio en la localización de la morada última de un monarca, ahora bajo la ladera montañosa, tendrá una influencia evidente en los hábitos mortuorios de los reyes del Reino Medio, que volverán a enterrarse bajo estructuras que representan la colina primordial primera (e.g. Amenemhet I en El-Lisht) o buscarán el recogimiento último en estructuras construidas bajo relieves o escarpes geográficos en forma piramidal (e.g. Senuseret III en Abidos)[26].
En este sentido, el monumento mortuorio de Mentuhotep II debe ser considerado un precedente importante en la historia del desarrollo de este tipo de complejos en el Reino Nuevo. Algunas menciones a este templo se refieren al mismo como “la hacienda del Ka de Nebhepetre” (Hw.t kA Nb-Htp.t-Ra), otorgándole funciones típicas de un Hw.t kA, donde el culto al soberano estaba íntimamente unido al del dios tebano Amón-Re.Además, la disposición innovadora del templo, con patio exterior, terraza con deambulatorio, y sala hipóstila con capilla o santuario, es precursora de los templos mortuorios tebanos del Reino Nuevo (“Mansiones de los Millones de Años”)[27], aunque en éstos la tumba real no se localiza en el templo sino en la famosa necrópolis del Valle de los Reyes.
La capilla de culto a Amón y Nebhepetre Mentuhotep (II)
Es muy probable que en una primera fase de construcción la sala hipóstila solamente contuviese en su muro occidental un simple nicho, excavado en la roca, en el que se hallaría la estatua de Amón-Re o del rey Mentuhotep II en la guisa del dios. Sin embargo, sabemos que posteriormente (fase D de Arnold) se decidió añadir una capilla de culto (véase próxima figura) construida en piedra calcárea que envolvería y aislaría la morada más íntima de la estatua y su culto[28]. Es así como se origina y construye esta estructura, diseñada como un apéndice o añadido de planta rectangular y de dimensiones modestas sobre el muro oeste de la sala hipóstila, en la parte más profunda del complejo y bajo la protección simbólica de la colina primordial tebana. La excelente decoración mural de esta capilla, en términos de significación artística y temática, no tiene precedentes inmediatos, y, en perspectiva, tan sólo los monumentos del Reino Antiguo pueden ser comparados en belleza y definición artística. Los relieves de esta capilla y del resto del monumento se convertirían en fuente de inspiración para modelos posteriores del Reino Medio -como la capilla blanca de Senuseret I de Karnak- o del Reino Nuevo, ya que 600 años después se construirá en la misma zona el templo mortuorio dedicado a Hatshepsut, que contará con paralelos estructurales y decorativos evidentes.
En cuanto a las características de la estructura, los muros interiores de la capilla están adosados a ocho columnas que fueron construidas con anterioridad durante la edificación de la sala hipóstila. Dos columnas más quedaron conectadas -por el mismo motivo- a la fachada. Estas dos columnas no parecen, sin embargo, haber estado adosadas a la fachada de la capilla, pues como Arnold ha sugerido, los muros de la misma fueron construidos con una leve inclinación que permitió separarlos de las columnas[29].
La reconstrucción de la capilla por Arnold[30] presenta, junto a la disposición interna de las columnas, un conjunto de componentes secundarios que ayudan a identificar el espacio de la misma. Basándose en los restos estructurales y materiales, Arnold cree que en el interior de la capilla se incluyeron los siguientes elementos: a) una rampa con escalones en su eje central que ascendía hasta b) un altar de base cuadrada con podium circular sobre el que se depositaría una barca sagrada, c) dos estelas votivas, la primera situada entre las columnas 1a y 2a del muro sur y la segunda entre las 3a y 4a del muro norte, d) una mesa de ofrendas dispuesta enfrente de la estatua, en el exterior del nicho, y e) una capilla votiva o perteneciente a una deidad secundaria en el culto mortuorio del rey (quizás Min, Montu o Hathor, si tenemos en cuenta los relieves).
En cuanto a estos elementos, algunos egiptólogos han rechazado la existencia de una rampa central hacia el altar, basándose en la inexistencia de huella alguna de este tipo de estructura en la capilla o de detalle alguno en las fotografías más antiguas tomadas por la expedición del Metropolitan Museum (compárese el plano de la excavación de la capilla -figura superior, izquierda- con la reconstrucción ofrecida por Arnold –figura superior, derecha). Además, y dadas las dimensiones de la capilla, en opinión de los detractores de esta reconstrucción un elemento de esa envergadura en el centro de la misma hubiera dificultado ostensiblemente el paso de los oficiantes en el desarrollo de los rituales diarios. Otro argumento en contra vendría originado por la inutilidad de una mesa de ofrendas tras el altar, ya que bloquearía el acceso al nicho interior, donde posiblemente sí que se hallaría una mesa de ofrendas a los pies de la estatua, como el propio Arnold reproduce en su alzado de la capilla.
En lo referente a la decoración de la capilla, los relieves están muy fragmentados, y las escenas que se han podido reconstruir con seguridad son escasas pero muy interesantes. Arnold utilizó alrededor de 210 fragmentos en sus reconstrucciones, aunque quedan aún unos 100 fragmentos más sin añadir[31] y otros fragmentos sin publicar, bajo la custodia de la Egypt Exploration Society[32].
El estilo y talla de los relieves[33] en la capilla muestran una tendencia formalista común en la decoración de todo el complejo: el uso de cetros y figuras para repartir los textos y dividir espacios siguiendo un canon similar al del Reino Antiguo. La longitud de las extremidades, del torso, las dimensiones de la cabeza y de la figura en su totalidad muestran proporciones usadas conforme a los patrones menfitas en boga desde la dinastía III. Las escenas se componen con un alto-relieve de superficies planas, no redondeadas, y los artesanos trabajan cada uno de los detalles con extremo realismo.
En el exterior, los dos paneles de la fachada (véase próxima figura derecha) incluyen tres columnas con textos enmarcadas con cetros was que sostienen el cielo pet en el registro superior. La inscripción presenta la titulatura real, dando preferencia al nombre de Horus del rey, Sematauy. A la izquierda del acceso a la capilla aparece el nombre de Hijo de Re, Mentuhotep, mientras que a la derecha se inscribe su nomen, Nebhepetre. El interior de la fachada se decora siguiendo el mismo patrón del exterior.
Los fragmentos procedentes del muro norte han permitido reconstruir con cierta garantía cinco escenas del exterior: 1) Mentuhotep en pie, acompañado por una diosa sin identificar, 2) el rey, sentado en su trono y con la Corona Blanca, recibiendo “Millones de Años” de manos de Horus y Seth, escoltados por dos diosas, probablemente Isis y Nephtys, que observan este acto de unión de las Dos Tierras (véase próxima figura), 3) Mentuhotep entregando ofrendas a una estatua de Amón-Min en su capilla, 4) el rey es acompañado por Horus y Seth, manifestación de la dualidad del país, y 5) los dioses Montu y Hathor abrazan al soberano, que aparece con la Corona Roja.
En la cara interna del mismo muro las principales escenas reconstruidas muestran al rey con la Corona Roja efectuando un ritual ante la estatua del dios Min-Amón y una doble escena del rey (véase próxima figura derecha), en el registro superior abrazado a otro individuo que podría ser una divinidad o quizás su propio ka, y en el registro inferior con Hathor y otra diosa sin identificar. La escena superior muestra al soberano enfrente de un individuo exacto a él, salvo por la corona -la primera siendo la Corona Roja, la segunda mostrando parcialmente el uraeus de la banda- y por la “barba”. Esta tipo de escenas podría ser precursor de las denominadas “de nacimiento divino” empleadas en el Reino Nuevo por Amenhotep III en Luxor o Hatshepsut en Deir el-Bahari, de nuevo mostrando la importancia de la relación con la divinidad en los relieves de esta capilla y de la ideología detrás de su construcción antes de iniciarse el Reino Medio.
En el exterior del muro sur, Mentuhotep aparece en dos escenas muy interesantes. En la primera de ellas (véase próxima figura izquierda), el rey, en pie y ataviado con la Corona Blanca, aparece delante de una estatua de Min-Amón. Esta escena coincide en posición con la escena del trono en el muro norte, en la que el rey aparecía con la Corona Roja. La segunda de las escenas muestra al rey recibiendo el denominado “Beso de Vida”, y a un lado navegando en una barca sagrada que está rematada en la quilla por un carnero, símbolo del dios Amón-Re.
La cara interna del muro sur muestra de nuevo una escena del soberano abrazado a un individuo idéntico a él (mismo faldellín, posición, gestos del rostro, cola-apéndice), así como un par de escenas del rey acompañado por un dios y realizando una ofrenda.
La pregunta que surge de la observación de estos relieves es qué actividades se llevaban a cabo en este santuario y qué papel jugaban el rey y los dioses representados en el mismo. El imaginario que envuelve los muros de la capilla otorga una posición suprema al rey, Mentuhotep II, y al dios de Tebas Amón-Re. A ellos irían dirigidos los rituales que se llevarían a cabo cada día y las ofrendas del templo[34]. Esta afirmación nos lleva a pensar en la existencia de estatuas de culto al dios y al rey, quizás ambos unidos bajo una figura y esencia única, o quizás cada uno representado con su propia estatua, ocupando uno el nicho más íntimo y el otro la capilla secundaria de la cámara. Junto a ellos, Hathor, Montu y Min-Amón ocuparían también este locus de culto en el monumento.
Asimismo, el altar con un presumible podium circular reflejaría la probable presencia de una barca sagrada –tan común en el culto a Amón-Re- que, sin duda alguna, debió ser objeto de culto diario y también un elemento fundamental en procesiones, apariciones públicas y festivales en la zona. No debemos olvidar que la relación del templo mortuorio de Mentuhotep II con la Mansión de Amón-Re en Karnak debió enriquecerse con la celebración de visitas de la estatua del dios de Tebas a Deir el-Bahari, de las que tenemos constancia puesto que el templo se erige en estación frecuente de reposo y visita de la barca del dios en la procesión del “Festival del Valle”.
Conclusión
La representación de dioses junto al rey en el interior de complejos mortuorios constituye un tema recurrente desde el Reino Antiguo. Sin embargo, la estrecha relación de Mentuhotep II con Amón-Re refleja un fenómeno de especial veneración al soberano difunto y de culto a la deidad tebana en tanto que representante de la figura real, de la dinastía y del orden establecido. Las implicaciones osirianas, por otro lado, de la asociación del templo mortuorio con la tumba, construida en el mismo recinto, y asociada a la montaña primordial de Tebas, reflejan nuevas creencias religiosas y del inframundo que influirán a posteriori en la elección de nuevos emplazamientos y estructuras mortuorias reales en el Reino Medio. El templo de Mentuhotep II, asimismo, servirá de modelo para la construcción del complejo vecino de Hatshepsut en Deir el-Bahari, y esta circunstancia debe hacernos pensar en las motivaciones que llevaron a esta reina a elegir el complejo del soberano fundador del Reino Medio como canon de inspiración. No sería de extrañar que Hatshepsut, en sus intentos por justificar su posición como soberano, no sólo se vinculara a Amón-Re en la escena de su nacimiento divino como hija del dios, sino que construyese su templo adosado al del rey más identificado con el dios de Tebas, Nebhepetre Mentuhotep (II).
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[*] Agradezco a Andrés Diego Espinel la lectura del borrador de este artículo breve, así como sus comentarios, referencias e ideas al respecto. Las posiciones e ideas que se expresan en este escrito son, en cualquier caso, responsabilidad del autor. Asimismo, agradezco a Francisco López, editor del BIAE, y a sus colaboradores la amable invitación a participar en el mismo y su ayuda con el texto. En relación a los relieves, que son materia central en este trabajo, siento que el formato online del boletín no permita –por razones obvias- la inclusión de un elevado número de fotografías y dibujos, pero creo que las imágenes seleccionadas serán bastante representativas y aclaratorias para el lector.
[1] La identificación de este rey ha dado algunos quebraderos de cabeza a los egiptólogos que han querido determinar la importancia de su figura, sus acciones y actividades individuales, y el carácter innovador de su reinado. Esta dificultad se debe, principalmente, a la carencia de fuentes para conocer con mayor exactitud los eventos acaecidos a la familia tebana de los Intef durante la dinastía XI, y a la naturaleza diversa de las etapas del reinado de Mentuhotep II, en el que el monarca llegó a cambiar su nombre hasta en cuatro ocasiones. Para una introducción a la figura de este rey desde dos posiciones distintas, véanse “Mentuhotep II”, en Lexikon der Ägyptologie IV, pp. 66-8; y “Nebhepetre Montuhotep I”, en R.D. Redford, The Oxford Encyclopedia of Ancient Egypt (Oxford, 2001), Vol. 2, pp. 436-8.
[2] Para una introducción histórica al período que se trata en este trabajo, véanse W. Grajetzki, The Middle Kingdom of Ancient Egypt. History, Archaeology and Society (London, 2006); esp. pp. 18-23, y 89-92; G. Callender, “The Middle Kingdom Renaissance”, en I. Shaw (ed.), The Oxford History of Ancient Egypt (Oxford, 2000), pp. 148-83; D. Franke, “The Middle Kingdom in Egypt”, en J.M. Sasson (ed.), Civilizations of the Ancient Near East (New York, 1995), Vol. II, pp. 735-48; N. Grimal, Historia del Antiguo Egipto (Madrid, 1996), pp. 155-77; y O. Berlev, “The Eleventh Dynasty in the Dynastic History of Egypt”, in D. W. Young (ed.), Studies Presented to Hans Jacob Polotsky (Beacon Hill, 1981), pp. 361-77. Asimismo, los siguientes dos trabajos ofrecen una buena síntesis de los cambios ideológicos, políticos y sociales del período previo a Nebhepetre Mentuhotep (II): J.-C. Moreno García, “Élites Provinciales, Transformations Sociales et Idéologie à la Fin de l’Ancien Empire et à la Première Période Intermédiaire”, en L. Pantalacci y C. Berger el-Naggar (eds.), Des Néferkarê aux Montouhotep. Travaux archéologiques en cours sur la fin de la VIe dynastie et la Première Période Intermédiaire (Lyon, 2005), TMO 40, pp. 215-28; e id., Egipto en el Imperio Antiguo [2650-2150 antes de Cristo] (Barcelona, 2004), pp. 271-300.
[3] La realidad y los usos de los conceptos ‘historia’ y ‘tradición’ en el antiguo Egipto –como en la actualidad- están cargados de connotaciones políticas y propagandísticas, además de sociales, culturales y emocionales del colectivo. La recuperación o el mantenimiento de un determinado aspecto del pasado supone un aspecto particular a destacar en el presente: véanse J.M. Galán, “El paso del tiempo y el recuerdo del pasado en el antiguo Egipto”, Revista de Dialectología y Tradiciones Populares 59 (2004), pp. 37-55; y J.K. Hoffmeier, “Historiography: King-Lists”, en W.W. Hallo (ed.), The Context of Scripture. Canonical Compositions from the Biblical World (Leiden-New York, 1997), Vol. I, pp. 68-73. Ambos trabajos enfatizan la posición de ciertos reyes que aparecen en las listas como fundadores de períodos o miembros célebres dinásticos, como en el caso de Nebhepetre Mentuhotep (II) en la dinastía XI. Otra evidencia del respeto y veneración dedicado a Mentuhotep II se observa en los monumentos votivos dedicados al soberano por reyes del Reino Medio (i.e. Senuseret II, III, algunos soberanos de la dinastía XIII) y Reino Nuevo (i.e. Horemheb, Ramsés II), quienes parecen haber ordenado trabajos de restauración y decoración del complejo, dejando una huella inequívoca en la talla y estilo de los trabajos y relieves añadidos.
[4] Este término, empleado en este trabajo, corresponde al comúnmente denominado en la literatura de la disciplina ‘Primer Período Intermedio’. Ha sido acuñado por L. Morenz, “ Tomb Inscriptions: the Case of the ‘I’ versus Autobiography in Ancient Egypt”, Human Affairs 13 (2003), pp. 179-96, y define el período sin la carga historiográfica poco acertada que la designación ‘período intermedio’ supone. Sin embargo, la existencia del poder nomarcal hasta bien entrado el Reino Medio no favorece tampoco esta designación.
[5] Para un descripción general de la ciudad de Tebas y su historia durante la dinastía XI y a inicios del Reino Medio, consultar N. y H. Strudwick, Thebes in Egypt. A Guide to the Tombs and Temples of Ancient Egypt (London, 1999), esp. pp. 22-6.
[6] Un estudio sistemático de los contactos comerciales de Egipto con otros territorios durante el Reino Medio ha sido publicado por A. Diego Espinel, “Los contactos comerciales entre Egipto y Punt durante el Reino Medio (dinastías XI-XIII)”, BAEDE 13 (2003), pp. 67-108: esp. pp. 73-81.
[7] Aunque no poseemos información detallada de los avances de Mentuhotep II hacia el norte, la caída de Assiut en el Egipto Medio parece haber facilitado el avance militar hacia la capital de la dinastía X. Recientes excavaciones en la necrópolis del yacimiento excavado por la misión española, dirigida por M.-C. Pérez-Die, han demostrado que, aproximadamente a comienzos del Reino Medio, numerosos monumentos mortuorios de personajes heracleopolitanos fueron destruidos y desmantelados. Véase también el trabajo de P. Vernus, “Menes et Achtoes, l’hippopotame et le crocodile – lecture structurale de l’historiographie égyptienne”, en U. Verhoeven y E. Graefe (eds.), Religion und Philosophie im Alten Ägypten: Festgabe für Philippe Derchain zu seinem 65. Geburstag am 24. July 1991 (Leuven, 1991), pp. 329-40: esp. pp. 338-9, y lám. 1a-b. Asimismo, el enterramiento de una cifra elevada de soldados en una tumba común en el área del complejo de Mentuhotep II (la conocida como “Tumba de los Guerreros”) permitió pensar por un tiempo que se trataba de víctimas de alguno de los conflictos militares bajo su reinado, quizás en el norte o contra Nubia. Véase H.E. Winlock, The Slain Soldiers of Neb-Hepet-Re Mentu-Hotpe (New York, 1945), MMA 16. Sin embargo, el trabajo reciente de C. Vogel, "Fallen Heroes? - Winlock's slain soldiers' reconsidered", JEA 89 (2003), pp. 239-45, demuestra que estos enterramientos se produjeron bajo el reinado de Amenemhet I o Senuseret I.
[8] Para obtener más referencias de los pueblos extranjeros y el tratamiento de los mismos, no sólo durante la dinastía XI sino también en el Reino Medio, véase S. Quirke, “El extranjero en el Imperio Medio: un resumen”, en L.A. García Moreno y A. Pérez Largacha (eds.), Egipto y el Exterior. Contactos e Influencias (Alcalá de Henares, 1997), Aegyptiaca Complutensia III, pp. 47-66.
[9] Véase J.C. Castañeda Reyes, Sociedad antigua y respuesta popular. Movimientos sociales en Egipto antiguo (México D.F., 2003), pp. 147-224. El autor presenta un análisis detallado de las repercusiones motivadas por la descentralización del poder, las motivaciones de los poderes provinciales contemporáneos, y la situación económico-social del egipcio después del Reino Antiguo.
[10] Una descripción más detallada de las características esenciales de los talleres y estilos de la dinastía XI puede hallarse en G. Robins, The Art of Ancient Egypt (Cambridge-MA, 1997), pp. 90-109; y R. Freed, The Development of Middle Kingdom Egyptian Relief Sculptural Schools of Late Dynasty XI, with an Appendix on the Trends of Early Dynasty XII (2040-1878 BC.) (New York, 1984), NYU dissertation.
[11] Un ejemplo de estos préstamos artísticos y técnicos durante la dinastía XI puede observarse en la composición de la estela de Intef, hijo de Tyefi, estudiada por H. Fischer, “An Example of Memphite Influence in a Theban Stela of the Eleventh Dynasty”, Artibus Asiae 22 (1959), pp. 240-52.
[12] En una primera etapa de su mandato, Mentuhotep II utilizó una titulatura simple compuesta por el nombre de Horus Sanjibtauy (“El que causa que el corazón de las Dos Tierras viva”) y el nombre de Hijo de Re Mentuhotep (II). Esta versión breve de la titulatura, compuesta por dos nombres solamente, era común entre los previos dirigentes Intef en Tebas. Posteriormente, Mentuhotep decidió cambiar su nombre de Horus Sanjibtauy por Netcherihedyet (“Divino de la Corona Blanca”) y añadir el nombre de las Dos Señoras, también Netcherihedyet. Más tarde volvería a transformar su nombre de Horus de Netcheridyet por Sematauy (“El que ha unido las Dos Tierras”), manifestando el evidente giro que dio su política unificadora tras controlar el norte del país, y retocar su nombre Nebhepetre utilizando un signo jeroglífico distinto para el elemento hetep. Para una descripción general del nombre de Mentuhotep II, véase S. Quirke, Who were the Pharaohs? A history of their names with a list of cartouches (London, 1990), p. 51. Sin embargo, la obra fundamental sobre la titulatura real y las variantes constatadas es J. von Beckerath, Handbuch der ägyptischen Königsnamen (2a edición: Mainz, 1999), MÄS 49. Para un estudio de la titulatura real a inicios del Reino Medio, véase el trabajo reciente de L. Postel, Protocole des souverains egyptiens et dogme monarchique au début du Moyen Empire: Des premiers Antef au début du règne d’Amenenhat I (Bruxelles, 2004), Fondation Égyptologique Reine Elisabeth 10.
[13] La información detallada del monumento puede encontrarse en PM II2, pp. 381-400, láms. 34 y 37 (2). Un estudio fundamental sobre la figura de este monarca y su devenir histórico puede encontrarse en L. Habachi, “King Nebhepetre Mentuhotep: his monuments, place in history, deification and unusual representations in the form of gods”, MDAIK 19 (1963), pp. 16-52.
[14] Las tumbas de los reyes de inicio de la dinastía XI fueron excavadas parcialmente por el Instituto Alemán (DAIK) a principios de los años 70. Véase D. Arnold, Die Gräber des Alten und Mittleren Reiches in El-Tarif (Mainz, 1976). En cuanto a la ruptura con los enterramientos en El-Tarif, agradezco el apunte de A. Diego Espinel sobre el estilo de terrazas porticadas y pilares en Deir el-Bahari, que son un ejemplo más elaborado y refinado de la estructuras usadas en las tumbas de tipo saff.
[15] El término “mortuorio” trata, en un sentido general, de la muerte del individuo, la disolución de su naturaleza como ser vivo, y su paso y existencia en el Más Allá. El término “funerario”, por otro lado, consiste en una sub-categoría del primero, y se refiere al proceso ritual y de transformación que tiene lugar desde la muerte del difunto hasta el enterramiento del cuerpo momificado en su tumba. Esta distinción, poco común en las publicaciones en lengua castellana, es empleada aquí y ha sido propuesta por J. Baines, “Modelling Sources, Processes, and Locations of Early Mortuary Texts”, en S. Bickel y B. Mathieu (eds.), D’un monde à l’autre. Textes des Pyramides & Textes des Sarcophages (Caire, 2004), BdÉ 139, pp. 15-41: p. 15, n. 2.
[16] Esta es la propuesta que se ha venido recogiendo en la bibliografía al respecto y que se incluye en D. Arnold, “Royal Cult Complexes of the Old and Middle Kingdoms”, en B.E. Shafer (ed.), Temples of Ancient Egypt (London-New York, 1997), pp. 31-85: esp. pp. 74-6. Otra posible manifestación de la relación del rey con el dios Amón en Tebas podría observarse en la fundación en el reinado de Mentuhotep II de un templo dedicado a la figura de Amón-Kamutef en Medinet Habu, sobre el que se construye posteriormente el templo de Hatshepsut y Tutmosis III. Véase U. Hölscher, “The Temples of the Eighteenth Dynasty”, en The Excavation of Medinet Habu (Chicago, 1939), Vol. II, pp. 4-7.
[17] Para una síntesis de los trabajos realizados en los dos complejos mortuorios de Deir el-Bahari, véase F.G. Bratton, A History of Egyptian Archaeology (New York, 1972), pp. 194-208.
[18] E. Naville, The Eleventh Dynasty temple at Deir el-Bahari (London, 1907-1913), 3 vols. El capítulo sobre el programa decorativo de la capilla interior mostrando a Mentuhotep II como un dios se encuentra en el vol. 2, pp. 57-62.
[19] H.E. Winlock, The Rise and Fall of the Middle Kingdom in Thebes (New York, 1947), pp. 30-48; id., Excavations at Deir el Bahri 1911-1931 (New York, 1942); id., “Neb-Hepet-Re Mentu-Hotpe of the Eleventh Dynasty”, JEA 26 (1940), pp. 116-9; e id., “The Egyptian Expedition 1920-1921: III. Excavations at Thebes”, MMAJ 16:2 (1921), pp. 29-53.
[20] Las últimas publicaciones centradas en el estudio del complejo de Mentuhotep II han sido escritas por D. Arnold: Der Tempel des König Mentuhotep von Deir El-Bahari I: Architektur und Deutung (Mainz, 1974); id., Der Tempel des König Mentuhotep von Deir El-Bahari II: Die Wandreliefs des Sanctuaries (Mainz, 1974); id., Der Tempel des König Mentuhotep von Deir El-Bahari III: Die königlichen Beigaben (Mainz, 1981); id., The Temple of Mentuhotep at Deir el-Bahari (New York, 1979); e id., “Neue Funde aus dem Mentuhotep-Tempel von Deir el-Bahari”, Antike Welt 3:3 (1972), pp. 26-30.
[21] Véase un plano del mismo y fotografías de su estado durante los trabajos de excavación entre 1904 y 1906 en Naville, The Eleventh Dynasty temple, Vol. I, láms. 1-7.
[22] H. Carter, “Report on the tomb of Mentuhotep Ist at Deir el Bahari, known as the Bab el-Hoçan”, ASAE 2 (1901), pp. 210-5.
[23] Respecto al culto de Hathor en la montaña de Tebas, véase V.A. Donohue, “The Goddess of the Theban Mountain”, Antiquity 66 (1992), pp. 871-85. El lugar parece haber sido un centro de culto muy antiguo, como lo demuestran los grafitos descubiertos recientemente: S. Rzepka, “Old Kingdom Graffiti in Deir el-Bahari”, en N. Kloth, K. Martin y E. Pardey (eds.), Es werde niedergelegt als Schriftstück. Festschrift für Hartwig Altenmüller zum 65. Geburstag (Hamburg, 2003), pp. 379-85.
[24] Las estructuras asociadas a los enterramientos de estas mujeres fueron realizadas en la segunda fase de construcción (fase B), que está fechada en la primera mitad del reinado de Mentuhotep, una vez que la unificación había sido conseguida. Véase D. Arnold, Der Tempel des Königs Mentuhotep I, pp. 64-5. Para un análisis mas exhaustivo sobre el papel de estas mujeres y sus títulos, véanse L.K. Sabbahy, “The Titulary of the harem of Nebhepetre Mentuhotep, once again”, JARCE 34 (1997), pp. 163-6; R.A. Gillam, “Priestesses of Hathor: Their Function, Decline and Dissappearance”, JARCE 32 (1995), pp. 211-37; y L. Kuchman, “Titles of Queenship. Part II. The Eleventh Dynasty and the Beginning of the Middle Kingdom: The Wives of Nebhepetre Mentuhotep”, JSSEA 9 (1978), pp. 21-5. Véase también el estudio realizado por B. Gúgel Gironés, Objetos para la Eternidad de una Reina del Antiguo Egipto. El Sarcófago de Ashyt. Iconografía y Textos (Madrid, 2003), Memoria de Licenciatura –Tesina, Universidad Autónoma de Madrid, Departamento de Prehistoria y Arqueología. Detalles de las estructuras construidas para estas mujeres y de los sarcófagos y ataúdes de dos de ellas pueden encontrarse en Winlock, Excavations at Deir el Bahri 1911-1931, láms. 6-10.
[25] Aún no se ha determinado con suficiente certeza si la estructura estaba rematada por una pirámide u otro tipo de construcción. La escritura del nombre del complejo, Aj-sut-Nebhepetre (“Gloriosos son los lugares de Nebhepetre”) incluye en algunos casos el determinativo de una pirámide (mr) completando la designación del monumento, aunque no se han encontrado suficientes evidencias para defender esta hipótesis.
[26] Las excavaciones de los tres últimos años de la expedición de la Universidad de Pennsylvania en Abidos han revelado que Senuseret III construyó una de las tumbas reales mayores conocidas hasta ahora, con la cámara mortuoria localizada bajo la montaña de Abidos. La construcción de un complejo mortuorio de estas características, con un templo y una tumba a los pies de esta estructura topográfica y simbólica en la zona, es una indicación evidente de las nuevas ideas y creencias mortuorias ya aplicadas en el monumento mortuorio de Mentuhotep II.
[27] Para más detalles sobre los orígenes y características de estas “mansiones”, consúltese C. Leblanc, “Quelques reflexions sur le programme iconographique et la fonction des temples de ‘millions d’années’”, en S. Quirke (ed.), The Temple in Ancient Egypt (London, 1997), pp. 49-56; y G. Haeny, “New Kingdom «Mortuary Temples» and «Mansions of Millions of Years»”, en B.E. Shafer (ed.), Temples of Ancient Egypt, pp. 86-126.
[28] A través del estudio de las escenas en alto relieve que decoran la capilla, Freed llega a la conclusión de que esta parte del complejo se decora en la fase última de la construcción, y remarca que el estilo coincide con la decoración aplicada también a los muros de la terraza con deambulatorio, con la excepción de las capillas de las seis mujeres, completadas en la fase inicial. Véase Freed, The Development of Middle Kingdom Egyptian Relief, p. 45, n. 221, fig. 21.
[29] Arnold, Der Temple des König Mentuhotep II, pp. 20-1.
[30] Arnold, The Temple of Mentuhotep, p. 36; e id., Der Temple des König Mentuhotep II, pp. 20-1, lám. 1, fig. 6.
[31] Un ejemplo de esta situación es el fragmento de un lintel localizado por Sh. L. Gosline, “A Supraporte from the Sanctuary of Nebhepetre Mentuhotep’s Temple”, GM 136 (1993), pp. 29-42.
[32] Pueden encontrarse algunos datos sobre los fragmentos de relieve que fueron llevados a Irlanda en el siglo XIX por Lord Dufferin, en I.E.S. Edwards, “Lord Dufferin’s Excavations at Deir el-Bahari and the Clandeboye Collection”, JEA 51 (1965), pp. 16-28.
[33] Dos buenas síntesis de las cuestiones técnicas y artísticas de estos relieves son R.E. Freed, “Relief Styles of the Nebhepetre Montuhotep Funerary Temple Complex”, en E. Goring, n. Reeves, and J. Ruffle (eds.), Chief of the Seers. Egyptian Studies in Memory of Cyril Aldred (London-New York, 1997), pp. 148-63; y M. Werbrouck, “La décoration murale du temple des Mentouhotep”, Bulletin des Musees Royaux d’Art et d’Histoire, ser. 3, année 9 (1937), pp. 36-44.
[34] Para aquellos interesados en el sacerdocio egipcio, sus cargos, funciones, y los rituales, actividades y eventos a los que estos “sirvientes del dios” estaban dedicados, véase E. Castel, Los Sacerdotes en el Antiguo Egipto (Madrid, 1998).
Fuente: AE - Antonio J. Morales