domingo, 8 de enero de 2012

La tríada de Micerino

Época: Dinastía IV, reinado del faraón Micerino (2532-2504 a.C.)
Dimensiones: Altura: 93 cm.
Material: bloque único de grauvaca, de tono gris verdoso
Lugar de conservación: Museo de El Cairo
Lugar de localización: excavaciones de G. Reisner en el Templo del Valle del conjunto funerario de Micerino en Guiza (1908-1910)[1] 

 



Tríada de Micerinos. Grauvaca. Dinastía IV. Museo de El Cairo. Foto en Tesoros egipcios de la colección  del Museo Egipcio de El Cairo (obra coordinada por F. TIRADRITTI), Barcelona, 2000, p. 70.


Durante las excavaciones de George Reisner en Guiza se localizaron diversas obras escultóricas de magnífica factura y varias que muestran al faraón Micerino entre dos divinidades conocidas como las Tríadas de Micerino. Una de estas obras (JE 40678), ha destacado por su calidad y austera belleza, convirtiéndose en una de las obras más emblemáticas del Museo de El Cairo.


El Faraón Micerino y las diosas:  Hathor, esta deidad, cuyo nombre significa "Mansión de Horus" que porta su tradicional corona integrada por el disco solar enmarcado entre cuernos de vaca y se presenta en los jeroglíficos con su habitual identificación como “Dama del Sicomoro” y La otra deidad femenina que integra la tríada es portadora del tocado identificador de Bat, esta diosa, cuya mitología asociada es muy desconocida, fue el emblema de Dióspolis Parva.

 
Expresa la potencia de una autoridad que gobierna Egipto pero que va más allá de lo terrestre, que se impone más allá de lo humano, que perdura con plena fortaleza y que se extiende hacia la eternidad.




 Micerino y Khamenerebty . Grauvaca. Dinastía IV. Museum of Fine Arts, Boston. Foto en C. ZI-GLIER, Mykérinos et son épose en el catálogo de la exposición L'art égyptien au temps des pyrami-des (Réunion des Musées Nationaux, París, 1999).



Pero también hay en esta obra de arte un elemento sutil, que posiblemente sea el que ha motivado la predilección de esta tríada por encima de las otras: la complicidad entre Micerino y Khamenerebty, como transposición de Horus y Hathor, se  realza magistralmente con el gesto de unir sus manos.La actitud próxima y afectuosa entre ambos es uno de los elementos que ha hecho más célebre esta obra, que, por otra parte, es también una de las obras maestras del legado escultórico egipcio. Y los rasgos de la mujer que rodea con sus brazos  a Micerinos (Fig. 2), coinciden con los de la diosa Hathor a la que Micerino ofrece su mano en la tríada (Fig. 1), uniéndose en un contacto físico que trasciende lo físico. Horus y Hathor, Micerino y Khamenerebty, condensan un extraordinario simbolismo e intención legitimadora.



Fuente: AE - Susana Alegre García