Según entendieron los egipcios, el país renacía tras la crecida anual del río Nilo al igual que el mundo había emergido de este abismo primordial, en forma de una colina de tierra primigenia cuando surgió desde las profundidades del caos. En ella se había manifestado la vida gracias a la intervención de un dios creador. Este caos primigenio, el dios Nun, se entendió como un lugar adimensional, un emplazamiento sin espacio ni luz donde se encontraba el dios primordial en un estado de no conciencia. En algún momento esta entidad divina tomó conciencia de sí mismo y comenzando la creación; separando las aguas del cielo (el cielo se interpretó como una gran masa de agua), dio vida a los dioses y dejó un espacio para que habitaran todos los seres orgánicos.
El agua fue símbolo de nacimiento, renacimiento y fecundidad. Por esta circunstancia muchos templos en Egipto tenían un lago sagrado, donde los teólogos de los diversos centros religiosos ubicaban el acontecimiento que hizo surgir el mundo en la oscuridad de los tiempos y, en estos lugares, se repetía cada mañana este misterio. De aquí recogían sacerdotes egipcios recogían agua para los rituales de la mañana y realizaban las abluciones sagradas, para hacer desaparecer todo la carga negativa puesto que tenía cualidades purificadoras.
El agua como potencial de vida y renacimiento fue interpretada como la entidad que acogía a los difuntos y les otorgaba vida. Esta valoración queda bien clara al interpretarse que los individuos ahogados se convertían en seres deificados al entenderse que volvían al seno de las aguas que, por otra parte manaban de la exudación de las heridas del dios Osiris.
En cuanto al agua de lluvia, parece ser que en Egipto tuvo un significado especial. Al ser este un país seco con pocas precipitaciones anuales, se considerada divina aunque en el caso de agua torrencial y devastadora, se interpretó como perjudicial y en los templos grecorromanos se desviaba con una pendiente en el techo que la desplazaba hacia el Sur por medio de unas gárgolas con forma de león para aumentar el poder mágico y alejar el mal. Esta identificación entre el agua de lluvia y el mal personificado por Seth se encuentra desde el Reino Medio.
El río Nilo como representación del agua benefactora aparece bajo el aspecto de un genio barrigudo con pechos colgantes (figura de fertilidad o genios Hapy) que lleva en la mano las ofrendas de las provincias. Él es el "genio" del río que discurre ordenadamente por el Valle y otorga a Egipto las puntuales y oportunas crecidas anuales.
Las fuentes del río Nilo constituyeron una preocupación constante de la elucubración teológica egipcia. Algunos mitos ubican su nacimiento en la profundidad de una cueva (como ocurre con ríos en otras culturas) situada al Sur, en la isla de Elefantina. Dicha caverna estaba guardada por el dios Jnum y por unas serpientes protectoras. De allí manaba anualmente la beneficiosa crecida con la que contaba el país y todos sus habitantes.
Una representación similar a la de los genios de fertilidad se encuentra en la personalidad del dios Uady o Uadyur ("El Gran Verde"), una entidad divina con aspecto humano y de color verde que tiene su cuerpo cubierto de ondas de agua, pero esta vez representan al mar. Los egipcios pensaban que además de los mares conocidos, existía un mar subterráneo e incluso un río subterráneo paralelo e inferior donde desaparecía el Sol al llegar la noche para hacer su periplo nocturno y regenerarse, calentando el reino del Más Allá y a los difuntos que se encontraban en él.
Los egipcios muestran en sus textos una preocupación constante hacia el peligro de padecer sed tras la muerte. Por ello los egipcios se hicieron enterrar con reproducciones de agua en maquetas, portadores y relieves. Esto no es difícil de entender si tenemos en cuenta que el agua es una fuente de vida y que sin ella pereceríamos sin dilación. Por otro lado los conjuros para no pasar sed en el Más Allá, para no tener que beber orina, sirven para expresar esta inquietud.
Como elemento mágico, el agua podía proporcionar la curación. De hecho en Egipto conocemos una cantidad de estelas o estatuas cubiertas con inscripciones mágicas. Normalmente tienen en la base un receptáculo para recuperar el agua que se vertía sobre ellas. Ésta tenía ciertas cualidades para neutralizar el veneno de animales ponzoñosos.
A menudo aparece simbolizada con símbolos Anj.
Un tipo de receptáculos para recoger agua fría de Nilo, procedente de la crecida son las conocidas cantimploras que surgen a partir del siglo VII a.C.