Una vez que entendamos la
aleatoriedad podremos apreciar el universo como lo que es y no como lo que
nosotros queremos que sea.
Nuestros cerebros rechazan la idea
de la aleatoriedad. Hemos evolucionado como una especie programada para
convertirnos en los mejores buscadores de patrones – mucho antes del
advenimiento de la ciencia, nos dimos cuenta de que un cielo de color grisaseo
anunciaba una tormenta o que por el color de nuestras caras podemos determinar
que tan saludables somos. Nuestras mentes automáticamente tratan de colocar
datos en un marco que nos permita dar sentido a nuestras observaciones y
utilizarlo para entender los acontecimientos para finalmente predecirlos.
Todos, de alguna forma, creemos en
la magia, ya que el pensamiento mágico está sustentado en nuestras tendencias
cognitivas más básicas, a través del pensamiento mágico le damos una atribución
de propiedades mentales a fenómenos no-mentales, o viceversa, esto sucede cuando
nos encontramos con un orden inexplicable. Una razón evolutiva para el
pensamiento mágico es nuestra tendencia a ver patrones en el mundo y leer un
significado en ellos. Somos tan buenos en eso que a menudo leemos significados
en patrones que realmente no existen, empezamos a ver caras en las nubes o
escuchamos mensajes ocultos en discos cuando los ponemos al revés. Vemos
correlaciones entre las cosas que suceden en nuestra cabeza y las equiparamos
con las cosas aleatorias que suceden en el mundo externo. Así por ejemplo, si
piensas algo y luego sucede, se podría pensar que tu pensamiento fue el causante
del suceso y lo mismo cuando le rezas a los dioses o a el universo para que algo
suceda, si esto que pediste se cumple, no te quedará ninguna duda a quien
atribuirle el suceso.
La aleatoriedad es tan difícil de
entender porque va en contra de nuestros instintos de hallazgo de patrones. Nos
dice que a veces no existe un patrón. Como resultado, el azar es el límite
fundamental a nuestra intuición, nos dice que hay procesos que no se pueden
predecir por completo. Es un concepto que tenemos dificultades para aceptar a
pesar de que es una parte esencial de la forma en que se desenvuelve el cosmos.
Sin una comprensión de la aleatoriedad, estamos atrapados en un universo
perfectamente predecible que simplemente no existe fuera de nuestras propias
cabezas.
Yo diría que sólo una vez que
entendamos la aleatoriedad y sus tres leyes, podremos salir de nuestra
insistencia primitiva de la previsibilidad y apreciar el universo como lo que es
y no como lo que nosotros queremos que sea.
La primera ley de la aleatoriedad: Existe el
azar en todas las cosas
Utilizamos todo tipo de
mecanismos para evitar el enfrentamiento con la aleatoriedad. Hablamos sobre el
karma, en una igualación cósmica que une los acontecimientos aparentemente sin
ninguna conexión entre sí, a lo que se le conoce como apofenia. Creemos en la
suerte, buena y mala, y que las cosas malas nos suceden de tres en tres..
Sostenemos que estamos siendo constantemente influenciados por las estrellas,
por las fases de la luna, y por el movimiento de los planetas en el cielo, y a
esa conexión con los astros le atribuimos los sucesos favorables que nos
encontramos en nuestro camino.
Pero muchos acontecimientos no
son totalmente predecibles o explicables. Los desastres ocurren al azar (tanto a
gente buena como a mala), a individuos que están iluminados por un ángel, así
como a los que tienen una alineación planetaria que les favorece. A veces se
puede hacer una conjetura sobre el futuro, pero el azar puede confundir incluso
a las predicciones más sólidas – no te sorprendas cuando una persona con
sobrepeso, que fuma puros y que trata mal a su familia, llegue a vivir más
tiempo que tú.
Por otro lado, los eventos
aleatorios pueden imitar a eventos no-aleatorios. Incluso los científicos más
sofisticados pueden tener dificultades para distinguir la diferencia entre un
efecto real y un golpe de suerte al azar. El azar puede hacer que los placebos
parezcan curas milagrosas, que algunos compuestos inocuos se conviertan en
venenos mortales, e incluso el azar es capaz de crear partículas subatómicas de
la nada.
La Segunda Ley de la aleatoriedad: Algunos
eventos son imposibles de predecir
Si entras en un casino de Las
Vegas y observas a la gente reunida alrededor de la mesa de dados, es probable
que te encuentres con alguien que piensa que está en una racha de buena suerte.
Debido a que ha ganado varias tiradas seguidas, su cerebro le indica que él va a
continuar ganando, por lo que sigue apostando. Es posible que también veas a
alguien que ha estado perdiendo. El cerebro del perdedor, al igual que el del
ganador, le dice que siga jugando, ya que ha estado perdiendo durante mucho
tiempo, él cree que en cualquier momento tendrá un golpe de suerte, no se
alejará de la mesa por miedo a perder esa oportunidad que está esperando.
Contrario a lo que nuestros
cerebros nos indican, no hay fuerza mística que impregne la buena racha de un
ganador, ni hay un sentido cósmico de la justicia que garantice que la suerte de
los perdedores dará la vuelta. A el universo no le importa un carajo si tu has
estado ganando o perdiendo, cada tirada de dados es igual que cualquier
otra.
A pesar de todo el esfuerzo que
hayas puesto en la observación de cómo los dados se han estado comportando o la
meticulosidad con que hayas observado a las personas que parecen tener la suerte
de su lado, nunca serás capaz de obtener información reproducible para la
predicción del próximo lanzamiento de dados. El resultado de una tirada es
totalmente independiente de su historia. Y, como resultado, cualquier plan para
ganar algún tipo de ventaja al observar como se comporta la mesa, estará
condenada al fracaso. Eventos como estos – eventos independientes, puramente al
azar – desafían cualquier intento de encontrar un patrón porque no hay ningún
patrón que encontrar.
La aleatoriedad proporciona un
bloque absoluto contra el ingenio humano, nuestra lógica, nuestra ciencia y
nuestra capacidad de razonar tienen un límite en la predicción del
comportamiento del cosmos. Independientemente de los métodos que utilices, de
cualquiera teoría que hayas creado, de cualquier lógica que hayas utilizado para
predecir el próximo lanzamiento de un dado, siempre habrá una posibilidad de 5/6
de error. Siempre.
La Tercera Ley de aleatoriedad: Los eventos
aleatorios son predecibles en conjunto, incluso si no son previsibles
individualmente
La aleatoriedad es desalentadora,
establece límites donde incluso las teorías más sofisticadas no pueden alcanzar
a explicar, protegiendo a elementos de la naturaleza, incluso de nuestras
búsquedas más determinadas. Sin embargo, decir que algo es aleatorio no es
equivalente a decir que no lo podemos entender. Lejos de ello.
El azar sigue su propio conjunto
de reglas – reglas que hacen que el comportamiento de un proceso aleatorio sea
comprensible y predecible.
Estas reglas establecen que, a
pesar de que un evento aleatorio simple pueda ser completamente impredecible,
una colección de sucesos aleatorios independientes es extremadamente predecible
– y cuanto mayor sea el número de eventos, más previsibles serán. La ley de los
números grandes es un teorema matemático que determina que los eventos
repetidos, aleatorios e independientes convergen con gran precisión sobre un
comportamiento promedio predecible. Otra poderosa herramienta matemática, el
teorema del límite central, nos dice exactamente qué distancia media tendrá una
colección dada de eventos y lo probables que estos serán. Con estas
herramientas, no importa que tan caótico o que tan extraño pueda ser la
aleatoriedad de un comportamiento a corto plazo, podemos convertir este
comportamiento en predicciones precisas y estables en el largo plazo.
Las reglas del azar son tan
poderosas que han dado a la física algunas de sus leyes más sacrosantas e
inmutables. Aunque los átomos en una caja llena de gas se muevan al azar, su
comportamiento colectivo es descrito por un simple conjunto de ecuaciones
deterministas. Incluso las leyes de la termodinámica derivan su poder de la
previsibilidad de un gran número de eventos al azar, son indiscutibles sólo
porque las reglas del azar son tan absolutas.
Paradójicamente, el
comportamiento impredecible de los acontecimientos al azar nos ha dado las
predicciones de las que más seguros podemos estar.
Los eventos extraordinarios no
siempre requieren de causas extraordinarias. Con el tiempo suficiente, pueden
ocurrir sólo por casualidad. Conociendo esto podemos mejorar nuestra habilidad
en la toma de decisiones y domesticar algunos de los prejuicios que nos llevan a
malas elecciones y podemos aprender a juzgar las decisiones por el espectro de
resultados posibles que podrían haber producido en lugar del resultado concreto
que realmente ocurrió. Asume el azar. Encuentra el patrón. Conoce la
diferencia.
Fuente: Benjamin Malik