Si alguien tiene dudas que la evolución es real solo debe fijarse en su propio cuerpo. La mejor prueba de la evolución no está en ejemplos de especies con nombres raros: “Los seres humanos tenemos la evolución escrita en la piel”.
Con esas palabras, Nina Jablonski –paleontóloga, primatóloga y bióloga evolucionista de la Universidad Estatal de Pennsylvania– hizoun llamado a la reflexión en la AAAS.
Según ella, los diferentes colores de piel en los seres humanos (únicos primates que tienen la piel desnuda y de distintos colores, desde el más negro hasta el más blanco) son la adaptación histórica de nuestros cuerpos a variados climas y niveles de exposición a la radiación ultravioleta (UV), y no deberían sustentar todos los prejuicios o jerarquías de etnias que existen actualmente.
“El 86% de la variación en el color de la piel se puede correlacionar con la radiación UV”, dijo.
Lo más importante que destacó su estudio es que la selección natural se ha encargado de los tonos de piel, y estos han evolucionado muchas veces independientemente del resto de otros rasgos.
Recordemos que la radiación UV activa la producción de la vitamina D. Esta ayuda al cuerpo a absorber el calcio y es, a su vez, un mineral esencial para la formación normal de los huesos.
Sin embargo, también esta radiación destruye el llamado folato (conocido también como ácido fólico), que pertenece a la familia de las vitaminas B y es necesario para la producción y mantenimiento de nuevas células. Por eso, su ausencia se relaciona al cáncer de piel. Tanto el exceso como la carencia de esta radiación tiene implicaciones en la salud.
En 1978, la NASA desarrolló un espectrómetro que permitió hacer un mapa global de la cantidad de luz ultravioleta que recibe el planeta. Jablonski comparó esa información con mapas del color de la piel en más de 50 países.
Según Jablonski, hace algunos años se creía que, conforme las poblaciones cambiaban de latitud, los colores de piel fueron alterándose para protegerse del cáncer de piel. Lo cierto es que este cáncer existe desde antes, así que el tema evolutivo tiene más peso.
Los mapas de la radiación solar del satélite TOMS de la NASA dan la razón a la primatóloga.
El pigmento del que habla Jablonski se llama melanina. Cuando perdimos el pelo sobre la piel, “la melanina fue reclutada por nuestros ancestros como un protector solar natural”.
La melamina no se distribuye al azar: cerca de la línea del ecuador están los de piel más oscura; cerca de los polos, los más “despintados”. Actualmente, y a causa de las migraciones humanas, mucha gente vive en zonas para las cuales su piel no está adaptada.
Los de piel clara saben el problema que significa la radiación UV y la necesidad de usar bloqueadores o cremas con protector solar para evitar el cáncer de piel.
Sin embargo, poca gente de piel oscura o negra ha sido advertida sobre lo que significa para la salud de sus huesos y su sistema inmunitario estar en espacios cerrados o sin radiación UV. La experta urge a tomar las precauciones médicas necesarias.
“Hay que asignarle un significado evolutivo y no racista a la pigmentación de la piel humana. Si lo entendemos así, podremos cambiar el mundo”, concluyó Jablonski.
Fuente: terraeantiqvae