- Autor: Aleph de Pourtales
Físico sugiere que la probabilidad es un fenómeno emergente de las 
fluctuaciones cuánticas; esto deriva en que en cada momento estamos 
desdoblándonos en otros universos, tejiendo un vertiginoso multiverso donde todo 
ocurre.
Generalmente consideramos a la probabilidad 
como un axioma matemático que estima la tendencia que tiene algo a ocurrir en el 
universo físico. Pero un nuevo trabajo científico realizado por Andreas Albrecht 
de la Universidad de California, en Davis, sugiere que la probabilidad es algo 
que existe en la naturaleza, embebida en las fluctuaciones cuánticas. Esto, en 
otras palabras, significa que al tirar una moneda al aire, o al realizar 
cualquier acción, detonamos un proceso cuántico a nivel molecular que es el que 
determina de que lado cae. Lo interesante aquí es que se plantea que el mundo 
cuántico, con todas sus extrañas propiedades, define cualquier situación de la 
realidad macroscópica.
La teoría cuántica señala que las 
propiedades precisas de una partícula –su velocidad y ubicación– no están 
determinadas hasta que las observamos –esta observación produce un “colapso de 
la función de onda”. Un famoso ejemplo de esto es de el llamado “gato de 
Schrodinger”: un gato atrapado en una caja en el que se libera un veneno cuando 
un átomo radioactivo azarosamente decae. No existe forma de saber si este gato 
está muerto o está vivo hasta que se abre la caja –desde la perspectiva de la 
mecánica cuántica en realidad el gato no está ni muerto ni vivo hasta que es 
observado: existe en un estado indeterminado de superposición, paradójicamente 
es y no es. Andreas Albrecht sugiere que cada acto, cada fenómeno en el 
universo, está sujeto a esta probabilidad cuántica.
Lo más interesante del caso es 
que resultado de cualquier observación –colapso de función de onda– divide la 
realidad en un diferente universo: uno en el que el gato vive y uno en el que el 
gato muere. La realidad que experimentamos es el colapso de todos los universos 
posibles en uno, aquel que percibimos, según la observación que hayamos 
realizado. Los universos en los que se tiene un diferente resultado podrían 
estar coexistiendo en una entramada conocida como el multiverso (tal vez 
conectados por alguna misteriosa unidad).
El problema de esto es que genera 
una cantidad exorbitante de universos, lo cual hace el trabajo de la física muy 
difícil. Resolver las grandes perguntas cosmológicas es practicamente imposible 
sino sabemos en que universo residimos.
La probabilidad clásica, según 
Albrecht, es simplemente “una cuantificación de la ignorancia de todos los 
factores que determinan en dónde caerá una bola en una ruleta o cuando tu mano 
atrapará una moneda. No te dice por qué existe esa ignorancia”.
Intentemos entender y 
maravillarnos de lo que puede significar esto a la escala del mundo que 
experimentamos, donde decidimos si tomar café, si llevar un suéter o llamar por 
teléfono a una mujer. Uno de los factores en juego es que en cada momento 
existen todos los desenlaces posibles a una situación, pero quizás por una 
decoherencia cuántica algunos tienen mayor probabilidad de ocurrir que otros (la 
decoherencia cuántica podría ser producida por el acto de observar o ser un 
efecto que se produce desde el futuro, una especie de destino inscrito en el 
corazón de la materia). En realidad, no es que una cosa tenga una mayor 
probabilidad de ser, es que una cosa es probabilidad. ¿Somos nosotros (a 
la vez compuestos de partículas de probabilidad), o el mundo como construcción 
colectiva de un aparato de observación, los que dictaminan el estado que emerge 
de entre ese estado pleno de lo posible? “Los átomos no son cosas, 
son solo tendencias, así que en vez de pensar en cosas, debes de pensar 
en posibilidades”, dijo Werner Heisenberg. El mundo en el que vivimos es 
esencialmente una fluctuación, y se encuentra en un estado indeterminado: el 
observarlo es lo que lo fija y le da una especie de pegamento. El mundo es 
fundamentalmente potencialidad/vacío.
Hay un cierto vértigo ontológico 
en pensar que al decidir tomar cierto camino, como en una encrucijada pero 
también al elegir si desayunaremos Corn Flakes o un licuado de espirulina, nos 
estamos yendo por otro universo. Y aunque quizás exista un confort metafísico en 
pensar que de cualquier forma viviremos todas las variables posibles, en 
universos paralelos, a través de copias idénticas… que se bifurcan… también 
deviene una angustia, puesto que sólo tenemos conciencia de este universo, donde 
nuestras decisiones son fatales –pese a que son parte de un racimo infinito. 
 

