Este 20 de marzo cumplo 10 años sin mi hijo Augusto.
El 12 de Enero del 2002 había cumplido 18 años.
Por los riesgos de las décadas anteriores en el país y por mi trabajo, había enseñado a mis 4 hijos desde pequeños a reaccionar ante circunstancias peligrosas. Como jugando ellos se desarrollaron como muchachos muy capaces, atléticos y hábiles física e intelectualmente. Estas capacidades las utilizaron siempre, para brindar apoyo a los mas necesitados.
Augusto llegaba de visitar a su enamorada, se colocó sus patines en la av. Encalada frente a la embajada de EEUU. Sentado en la vereda vio salir humo del carro al final de la hilera de autos estacionados entre la tienda Pharmax y el Banco de Crédito, todos de asistentes al cine esa noche.
Se acercó rápidamente, en poco tiempo alertó a los encargados de la tienda y del casino en la calle paralela (a la espalda), quienes perifonearon a sus clientes.
Ayudado por la velocidad de sus patines, se desplazó hacia la otra avenida – El Polo, en busca de un policía o encargado de serenazgo. Regresó solo con Zenón Enriquez de Huancavelica, su amigo cuida carros del cine. Cuando llegaron había un grupo de personas solidarias tratando de ayudar para apagar el fuego. De pronto…
La explosión los mató. En total 9 personas murieron instantáneamente, y más de 30 resultaron heridas.
Existen las palabras huérfano o viudo, pero no existen palabras para definir al padre que pierde a su hijo.
Solo dos meses después del atentado del Centro Comercial El Polo, se instaló la Comisión de la Verdad
Pensando que podrían ayudar al esclarecimiento del atentado, intentamos consultarles la posibilidad de que nos apoyen con sus investigaciones sobre este atentado.
La respuesta fue simple. “Ellos no iban a ver nada de lo ocurrido después del 2000”.
No volvimos a acercarnos a ellos.
Podemos observar que el atentado en el Centro Comercial El Polo no aparece en ninguno de los documentos emitidos por la Comisión de la Verdad, ninguno de los fallecidos o heridos, están considerados como víctimas o inscritas en listas, homenajes, exposiciones, ni historias como “el ojo que llora”, "Yuyanapaq: Para Recordar". Por supuesto no estarán en el “Lugar o museo de la memoria” ni en los libros de textos escolares. Ninguna de las ONGs ni organizaciones de Derechos Humanos los ha considerado, ni la misma Defensoría del Pueblo.
Parece que para ellos el atentado en el Centro Comercial El Polo no existió y las víctimas fueron borradas de “su memoria”.
Tampoco fueron considerados por la embajada, las empresas, bancos del Centro Comercial en sus condolencias, homenajes ó recuerdos florales etc. Todos se alejaron de cualquier relación con quienes intentaron ayudarlos. No entendieron, ni comprenden aún la solidaridad del accionar desinteresado de estas personas. No nos permitieron hacer ceremonias, recuerdos, ni manifestaciones de homenaje en el lugar del atentado.
Solo la Asociación de Casinos les expresó su agradecimiento.
Esta es la relación de víctimas del atentado en el Centro Comercial EL POLO del 20 de marzo del 2002
Rafael Barzola Vela del serenazgo de Surco.
Saúl Díaz Herrera, de la Unidad de Operaciones Especiales, (su compañero falleció días después)
Zenón Enríquez Vázquez, universitario de Huancavelica que trabajaba de lava carros,
Los rotarios Carlos Rodríguez Ponce y Augusto Gil Figueroa, de 73 y 68 años,
Augusto Banda Serra quien alertó y aviso a los vecinos para ayudar.
Iván Mariluz Jiménez, José Luis Gallegos Chávez y Juan Gamarra encargados de seguridad del casino contiguo.
Les hacemos recordar que este grupo de personas, también fueron víctimas de la demencia terrorista.
Que permanezcan en la memoria de los peruanos y que les tributemos nuestro homenaje silencioso y agradecido porque la expresión física de su solidaridad y de sus valores ciudadanos, los sacrifico.
“NO LOS OLVIDEMOS”