domingo, 11 de marzo de 2012

La reina Ahhotep

La historia del inicio del Imperio Nuevo, uno de los momentos culminantes del Egipto faraónico, se ha escrito habitualmente con tres nombres masculinos: Sequenenra Taa, Kamose y Ahmose; los grandes guerreros que arrebataron el poder a los hicsos, dieron fin a la Dinastía XVII (1640-1550 a. C.) y encabezaron la formación de la Dinastía XVIII (1550-1307 a. C.). Hoy vamos a dar un cariz femenino a la historia, como ya lo asumieron y publicaron en su día estos mismos protagonistas; ellos loaron los méritos de tres grandes mujeres, las reinas Tetisheri, Ahhotep y Ahmés-Nefertari.

I. El Papiro Sallier

El Papiro Sallier nos habla de la situación histórica contemporánea a la Dinastía XVII. Los hicsos, asiáticos que parecer fueron llegando en número reducido al menos desde el Imperio Medio (Dinastía XII), fueron cobrando relevancia progresivamente hasta hacerse con el poder en el Bajo Egipto, posicionando su capital en Avaris y tomando al dios Set como protector. Al sur, constantes incursiones kushitas sembraban el terror y el desconcierto en los territorios desprotegidos, gobernados por algunos reyezuelos y príncipes egipcios. Uno de ellos era el príncipe tebano Sequenenra Taa, “el Bravo”. Según el Papiro Sallier, el rey hicso, Apofis, envía una misiva a Sequenenra Taa II, comunicándole que los hipopótamos de su estanque no le dejan dormir, por lo que habrá que silenciarlos. Como el estanque del palacio de Sequenenra estaba a 800 Km. de la capital, el avispado príncipe tebano se da perfecta cuenta de que se trata de un acto despótico de provocación.

“Esto sucedió mientras el país de Egipto estaba en la desgracia, pues no había entonces Señor dotado de vida, salud y prosperidad, no había rey en este tiempo. En cuanto al rey Sequenenra, (vida, salud, prosperidad), era el príncipe (vida, salud, prosperidad) de la Ciudad del Sur (Tebas). La miseria reinaba en la ciudad de los asiáticos mientras que el príncipe Apofis estaba en Avaris. El país entero le hacía ofrenda de sus productos; el Norte estaba repleto de todas las cosas buenas que venían del Delta. El rey Apofis (vida, salud, prosperidad) había hecho de Set su Señor, no servía a ninguno de los dioses del país salvo a Set; construyó para este dios un templo en trabajo de bella calidad eterna al lado del palacio real, y cada día él se alzaba en gloria para hacer ofrendas a Set; los Grandes llevaban allí guirnaldas de flores, como es de uso en el templo de Ra-Horajty.

El rey Apofis (vida, salud, prosperidad) decidió enviar un mensaje para provocar al rey Sequenenra (vida, salud, prosperidad), Príncipe de la Ciudad del Sur. Después que hubieron pasado muchos días, el rey Apofis (vida, salud, prosperidad) hizo llamar a los altos funcionarios de su palacio diciéndoles que quería enviar un mensajero al Príncipe de la Ciudad del Sur con una comunicación referida al río, pero que no sabía como redactarla. Entonces los escribas y los sabios le dijeron: "¡Oh Soberano nuestro (vida, salud, prosperidad), ordena que se vacíe el estanque de los hipopótamos que está al este de la Ciudad del Sur, pues no permiten que el sueño nos venga ni por el día ni por la noche, pues el ruido que ellos hacen llena los oídos de las gentes de nuestra ciudad!" El rey Apofis (vida, salud, prosperidad) les respondió: "El Príncipe de la Ciudad del Sur tiene a Amón como protector; él no se ampara en ninguno de los dioses que están por todo el país, excepto en Amón-Ré, el rey de los dioses".

Después que pasasen muchos más días, el rey Apofis (vida, salud, prosperidad) envió un mensaje al Príncipe de la Ciudad del Sur con las palabras que le habían dicho sus sabios. El mensajero del rey Apofis (vida, salud, prosperidad) llegó hasta el Príncipe y se le introdujo ante su presencia. Entonces dijo al mensajero del rey Apofis (vida, salud, prosperidad)"¿Por qué has venido hasta la Ciudad del Sur? ¿Por qué has viajado hasta mí?".

El mensajero le respondió: "Porque el rey Apofis (vida, salud, prosperidad)) me ha enviado cerca de ti para decirte esto: 'Haz vaciar el estanque de los hipopótamos que está al este de la ciudad, pues perturba mi sueño durante el día y durante la noche, el ruido que hacen (los hipopótamos) aturde mis oídos'."

El Príncipe de la Ciudad del Sur se quedó totalmente sorprendido durante largo rato, hasta tal punto que no sabía qué respuesta dar al mensajero del rey Apofis (vida, salud, prosperidad). Finalmente le dijo: "¿Es realmente cierto que tu Señor (vida, salud, prosperidad) ha oído hablar del estanque de los hipopótamos que está al este de la Ciudad del Sur?". El mensajero le dijo: "Reflexiona sobre la cuestión que he venido a plantearte y por la cual he sido enviado a ti".

El Príncipe ordenó que se atendiese debidamente al mensajero del rey Apofis(vida, salud, prosperidad), e hizo que se le entregaran toda clase de cosas buenas, carne, pasteles etc. después le dijo: "Vuelve con tu rey (vida, salud, prosperidad) y entrégale este mensaje..." [………..]. Entonces el mensajero del rey Apofis (vida, salud, prosperidad) se puso en camino de vuelta hacia la residencia de su Señor (vida, salud, prosperidad).

El Príncipe de la Ciudad del Sur hizo llamar a sus altos cortesanos y a todos los principales de su corte. Les repitió el mensaje que le había dirigido el rey Apofis (vida, salud, prosperidad).Guardaron silencio durante largo tiempo y no supieron que contestarle, ni bien ni mal. Entonces el rey Apofis envió al……..».

Lamentablemente, el Papiro Sallier es una copia de época ramésida, un ejercicio efectuado por un joven aprendiz de escriba llamado Pentaur, plagado de errores, y que en un momento dado abandona su modelo para pasar a otro ejercicio, por lo que la narración queda inconclusa. Del desenlace de la historia personal entre los dos reyes, tenemos un testimonio inapelable: el cadáver momificado de Sequenenra Taa II (Fig. 1, 2), hallado en el escondrijo de Deir el-Bahari y desvendado el 9 de junio de 1886, aunque la fortísima impresión producida por la agónica expresión de la momia entre los presentes provocara que en un primer momento el desvendado se cancelara.




Fig. 1. Cabeza de la momia de Sequenenra Taa II, en la que pueden apreciarse las heridas recibidas en batalla. (Catalogue of the Royal Mummies in the Museum of Cairo).


Resultaba evidente que el príncipe murió de forma violenta, posiblemente en batalla, pues en su cráneo se distinguen perfectamente cinco heridas, de las cuales cuatro de ellas eran mortales de necesidad. Entre las armas agresoras se han identificado un hacha, una lanza, y un objeto contundente que rompió sus huesos nasales y dislocó los faciales.


Fig. 2. Vista occipital de la cabeza de Sequenenra Taa II, con la herida posterior indicada. (Catalogue of the Royal Mummies in the Museum of Cairo).

La manera de realizar la momificación a Sequenenra Taa II también parece apoyar el relato del Papiro Sallier respecto al avance hacia Avaris de los rebeldes egipcios, para enfrentarse al ejercito hicso, ya que la técnica de momificación dista mucho de ser la de los hábiles embalsamadores tebanos. El cuerpo está eviscerado mediante incisión en el costado izquierdo, pero no hay indicios de secado con natrón. Al parecer se limitaron a recubrir el cuerpo con sustancias aromáticas, y a rellenar con lino la cavidad abdominal. Tampoco se esforzaron en colocar los brazos extendidos a lo largo del cuerpo, como era la costumbre durante la Dinastía XVII, y los dejaron tal como estaban, absolutamente retorcidos y agarrotados en su rictus de agonía final (Fig. 3). Según se deduce de estos elementos, se supone que Sequenenra murió lejos de Tebas, posiblemente en el campo de batalla, aunque hay cierta controversia sobre esto. La dirección de las heridas parece indicar que fueron realizadas mientras yacía acostado, y no presenta los habituales traumatismos en los brazos que se producen al intentar defenderse de los golpes. Por todo esto y por el hecho de que una de las armas es de factura egipcia, se ha teorizado sobre una conjura que atacase al rey a traición mientras dormía. Otra posibilidad es que el golpe en la nariz o la herida de lanza detrás de su oreja resultase mortal o en su defecto le hiciera perder el sentido, siendo atacado encarnizadamente una vez indefenso en tierra.


Fig. 3. Brazos retorcidos de Sequenenra Taa II. (Catalogue of the Royal Mummies in the Museum of Cairo).

Así pues, el Papiro Sallier deja claro que el Bravo Sequenenra Taa II fue el que inició la revuelta contra el invasor hicso. Pero, ¿quién era Sequenenra Taa II? ¿Hubo un Sequenenra Taa I?.

Fuente: AE - Núria Castro Jiménez