domingo, 3 de julio de 2011

EPISTOLA DEL FUEGO FILOSÓFICO

JEAN PONTANUS

 
 
 
Yo, Jean Pontanus, he visitado múltiples regiones y reinos, -a fin de conocer
verdaderamente qué es la Piedra de los Filósofos-, y después de haber recorrido
los confines del mundo sólo he encontrado falsos Filósofos y farsantes. Sin
embargo, por un continuo estudio de los libros de los Sabios, aumentándose mis
dudas, he encontrado la verdad ; pero aún conociendo la materia he errado
doscientas veces antes de poder encontrar la operación práctica de esta
verdadera materia.


Primero, empecé mis operaciones por las putrefacciones del Cuerpo de esta
materia durante nueve meses y no encontré nada. durante algún tiempo la puse al
baño maría y del mismo modo erré.


La mantuve y puse en un fuego de calcinación durante tres meses, y operé mal.
Intenté y probé todos los géneros y modos de destilaciones y sublimaciones,
según lo que los Filósofos dicen o parecen decir, por ejemplo Geber, Arquelaos y
casi todos los demás y tampoco encontré nada.


Por último, intenté alcanzar y perfeccionar el objeto de todo el Arte de
Alquimia, de todas las maneras imaginables: por el estiércol, el baño, las
cenizas y por otros mil géneros de fuego que los Filósofos mencionan en sus
libros; pero no descubrí nada válido.


Por lo cual, durante tres años seguidos estudié los libros de los Filósofos,
sobre todo el único Hermes, cuyas breves palabras comprenden todo el magisterio
de la Piedra, aunque hable de un modo muy obscuro de las cosas superiores e
inferiores, del Cielo y de la Tierra.


Por lo tanto, toda nuestra aplicación y nuestros cuidados sólo deben estar
dirigidos hacia el conocimiento de la verdadera práctica, en la primera, segunda
y tercera Obra .


No se trata del fuego de baño, de estiércol, de cenizas ni ninguno de los otros
fuegos que nos evocan y describen los filósofos en sus libros.


Entonces, ¿cuál es aquél fuego que perfecciona y acaba la Obra entera desde el
principio hasta el final? Ciertamente, todos los Filósofos lo han ocultado; pero
yo, con movido por un impulso de misericordia, quiero declararlo junto con la
completa realización de toda la Obra.


La Piedra de los Filósofos es única y es una, pero oculta y envuelta en la
multiplicidad de distintos nombres y antes de que puedas conocerla pasarás
muchas fatigas; difícilmente la encontrarás por tu propio ingenio. Es acuosa,
aérea, ígnea, terrestre, flemática, colérica, sanguínea y melancólica. Es un
azufre y también Plata viva.


Tiene varias superfluidades que, te lo aseguro por el dios viviente, se
convierten por medio de nuestro fuego en verdadera y única Esencia. Y quien,
-creyéndolo necesario-, separe alguna cosa del objeto, seguro que nada sabe de
Filosofía. Ya que lo superfluo, lo sucio, lo inmundo, lo vil, lo fangoso y por
lo general toda la substancia del objeto se perfecciona por medio de nuestro
fuego en un cuerpo espiritual fijo. Esto, los Sabios nunca lo han revelado, y ,
como consecuencia, pocas personas llegan a este Arte, pues imaginan que algo
sucio y vil debe ser separado.


Ahora debemos manifestar y extraer las propiedades de nuestro fuego; si este
conviene a nuestra materia tal como lo he dicho, es decir, si es transmutado
junto con la materia. dicho fuego no quema la materia, nada separa de ella, no
divide ni aparta las partes puras de las impuras, tal como dicen todos los
Filósofos, pero convierte todo el objeto en pureza. No sublima a la manera de
Geber, Arnaldo y todos los demás que han hablado de sublimaciones y
destilaciones. En poco tiempo se realiza y perfecciona .


Este fuego es mineral, invariable y continuo, no se evapora si no es excitado en
exceso; participa del azufre, es tomado y proviene no de la materia sino de otro
lugar. Todo lo rompe, disuelve y congela, igualmente congela y calcina; es
difícil de encontrar por la industria y por el Arte. dicho fuego es compendio y
resumen de toda la Obra, sin tomar ninguna otra cosa o por lo menos poco, este
mismo fuego se introduce y es de débil ignición; porque con este pequeño fuego
es realizada toda la Obra y juntas son hechas todas las requeridas y debidas
sublimaciones.


Los que lean a Geber y todos los demás Filósofos, aunque vivieran cien millones
de años, no podrían comprenderlo, pues este fuego sólo se puede descubrir por la
única y profunda meditación del pensamiento, después será posible com-prenderlo
en los libros, y no de otra manera. Por lo tanto, el error en este Arte es no
encontrar este fuego, que convierte la materia en la Piedra de los Filósofos.


Concéntrate, pues, en este fuego, porque si yo lo hubiese encontrado en primer
lugar no hubiese errado doscientas veces sobre la propia materia.


A causa de ello, ya no me sorprende que tantas personas no consigan llegar a la
realización de la Obra. Yerran, erraron y errarán siempre, en cuanto a que los
Filósofos sólo han puesto su propio agente en una sola cosa, que Artefius ha
nombrado, pero hablando sólo para sí mismo. Si no fuese porque he leído a
Artefius, lo he oído y comprendido nunca hubiese llegado a la realización de la
Obra.


He aquí cuál es dicha práctica: se debe tomar la materia con gran diligencia,
triturarla físicamente y colocarla en el fuego, es decir, en el horno; pero
también hay que conocer el grado y la proporción del fuego. A saber, es preciso
que el fuego externo tan sólo excite la materia ; en poco tiempo este fuego, sin
manipularlo para nada, ciertamente realizará toda la Obra. Ya que putrifica,
corrompe, engendra y perfecciona la obra entera, haciendo aparecer los tres
principales colores, el negro, el blanco y el rojo. Y mediante nuestro fuego la
medicina se multiplicará, si está conjunta con la materia cruda, no sólo en
cantidad sino también en virtud.


Busca, pues, este fuego con todas las fuerzas de tu espíritu y llegarás a la
meta que te has propuesto; pues él es quien hace toda la Obra y es la llave de
todos los Filósofos, y en sus libros nunca la han revelado. Si piensas muy
profundamente en las propiedades de este fuego antes descrito, lo conocerás,
pero de otro modo, no.


Así pues, conmovido por un impulso de misericordia he escrito esto, pero para
quedar satisfecho debo decir que el fuego no está en absoluto transmutado con la
materia como dije antes. He querido decirlo y advertir a los prudentes de estas
cosas, para que no gasten inútilmente su dinero y sepan de antemano lo que deben
buscar, por este medio llegarán a la verdad del Arte, de otra manera, no. A  Dios.