miércoles, 6 de julio de 2011

EL SOL Y LA LUNA: SIMBOLISMO DE LO MASCULINO Y LO FEMENINO



De acuerdo con las investigaciones de la arqueología y la antropología actual, toda Europa, así como la zona conocida como la media luna fértil, es decir la actual siria, Palestina, Israel e Iraq, y también el valle del Nilo, durante el periodo conocido como Neolítico, tenían un conjunto de creencias religiosas muy parecido.

Básicamente, el esquema religioso del periodo neolítico o edad del Bronce estaba constituido alrededor del culto a la maternidad o a la fertilidad como misterio de la naturaleza más importante y evidente, y así mismo misterio o prodigio más próximo a la vida y a las necesidades más cotidianas de la sociedad.

Casi todas las estatuillas antropomórficas encontradas de este periodo son divinidades femeninas, algunas en avanzado estado de gestación, lo que evidencia que los primeros conceptos de lo divino estaban asociados a la mujer o a lo femenino, es decir que las Diosas son, casi con toda seguridad, anteriores a los Dioses.
En estas culturas, estamos hablando del periodo de tiempo comprendido entre el 4.000 y el 1500 antes de nuestra era, el concepto de paternidad no estaba aún asumido, la maternidad se consideraba independiente y autónoma y por lo tanto los Dioses no eran más que elementos subalternos de la Gran Diosa que regía de forma omnipotente e inmortal los destinos de todas las criaturas. La Gran Diosa, al ser independiente en sus funciones creadoras y de gobierno no tenía necesidad de la institución del matrimonio. El matriarcado se caracterizaba por una gran independencia y poder de la mujer, pues esta tenía a su cargo la mayor parte de las funciones religiosas y políticas de la sociedad. Los hombres tenían que obedecer y adorar a la Gran Diosa y a su representación terrestre, la Gran Sacerdotisa, de modo que la estructura social era más femenina en su cúspide. Al no comprenderse bien el sentido de la función sexual en relación con la procreación, el sexo más una función placentera y religiosa: era práctica corriente la institución de la sexualidad sagrada (en algunos casos podríamos más bien llamarle prostitución sagrada), las ceremonias orgiásticas, la libertad sexual, y la independencia casi total de la mujer respecto de los hombres (en algunos casos llegaban a invertirse los términos, es decir se daba la situación de dominación de las mujeres sobre los hombres, como es el caso de las amazonas libias y de otras comunidades del sur del Mar Negro.)
Inicialmente parece ser que tanto el Sol como la Luna eran emblemas femeninos, es decir emblemas o símbolos del poder de la Gran Diosa y no es hasta fechas mucho más recientes que se asimilo el Sol con el poder patriarcal del hombre y se dejó a la mujer en exclusiva la Luna. La Luna siempre ha estado asociada a la mujer y por lo tanto a lo femenino debido a la analogía de sus fases con el periodo de la menstruación, sus tres fases también se asociaron con las tres fases de la vida de la mujer: la doncella = Luna creciente; la ninfa (mujer en edad de procrear) = Luna llena; y la vieja = Luna menguante. También se asociaban estas mismas fases con el calendario del año solar, que en las sociedades matriarcales tenía tres estaciones: la doncella con la primavera; la ninfa con el verano y la vieja con el invierno. Más moderna es la triada femenina: Selene-Afrodita-Hécate que simbolizan la doncella = Selene (el mundo aéreo) - la ninfa = Afrodita (el mundo terrestre) - la vieja = Hécate (el mundo subterráneo).
Estas tres personificaciones de la Gran Diosa eran como si dijéramos tres fases de una misma persona. A esta Santa Trinidad primitiva se le adoraba en cualquiera de sus formas a sabiendas que se trataba de una sola persona y en algunos templos se le adoraba como un solo nombre: el de Diosa Hera.Estas sociedades matriarcales primitivas estaban gobernadas por Reinas, que recibían el titulo hereditario por línea femenina, heredando, no la primogénita como en las sociedades patriarcales, sino la ultimogénita, es decir la más joven. Los Hombres que recibían título de Rey lo recibían de forma consorte, es decir por matrimonio con la heredera, como se pone de manifiesto en todos los mitos antiguos, en los cuales el héroe recibe en premio por alguna hazaña la mano de la hija más joven del rey, es decir la heredera. Hasta que no mejoro el status del hombre en la sociedad, lo cual parece que no fue antes del segundo mileno, el Rey tenía carácter religioso, es decir las tribus elegían para su Ninfa-Reina un Rey, todos los años, entre los jóvenes del reino. Este Rey no tenía mucho poder ejecutivo, pues el poder estaba normalmente en manos de la propia Reina o de familiares directos: hermanos, tío materno, etc. El Rey Sagrado anual tenía como función acompañar a la Reina a las ceremonias sociales y participaba en el gobierno de forma delegada, es decir con poderes restringidos y delegados de la Reina. Al acabar el año, el Rey debía ser sacrificado ritualmente (lo cual incluía diversas torturas y mutilaciones, solo soportadas mediante el empleo de drogas) y su cuerpo enterrado o incinerado según la costumbre de cada sociedad; a veces el cuerpo del Rey era despedazado y comido ritualmente por las ninfas compañeras de la Reina y su sangre esparcida por los campos para asegurar su fertilidad. En algunas sociedades se elegían dos Reyes Sagrados, de modo que el segundo debía sustituir al primero en el segundo semestre tras darle muerte mediante algún procedimiento ritual preestablecido.
En las cartas del Tarot egipcio, donde se describe el destino del Rey Sagrado, las trece primeras cartas representan los trece meses del año primitivo, el mes trece es el mes del sacrificio del Rey Sagrado, representado por la Muerte. La muerte del Rey Sagrado, origen del mal augurio del número 13, sigue en el Tarot a la carta 12, que representa una ceremonia del sacrificio del Rey Sagrado.
Al relacionarse la vida del Rey con la vida estacional del Sol, mediante la analogía de las estaciones del año, el Sol quedo como emblema masculino y la Luna como emblema femenino. El Sol fue un símbolo de la fertilidad masculina cuando se reconoció oficialmente la participación necesaria del hombre en la procreación. De cualquier forma resulta evidente la mayor importancia de La Luna que la del Sol en las sociedades más primitivas, por lo que todas las ceremonias religiosas y fechas importantes se calculaban según las fases lunares, los solsticios o los equinoccios no se conocían más que aproximadamente y por lo tanto cedían en importancia a las fases de la Luna.
El carácter sagrado del número 7 procede de ser una fracción del mes lunar de 28 días; este último número, el 28 también tenía un carácter sagrado por ser el ciclo lunar y el ciclo de la menstruación de la mujer. El calendario Juliano, que cambio el número de meses de 13 a 12, siguió con el mes como unidad tal como en los calendarios más primitivos. Los días de la semana se asociaban a los Titanes, es decir a los dioses planetarios : El Sol (Domingo), La Luna (Lunes), Marte (martes), Mercurio (Miércoles), Júpiter (Jueves), Venus (Viernes) y Saturno (Sábado), patrones de los diferentes gremios u oficios en la antigua Sumeria, que es de donde se tienen referencias más antiguas gracias a su costumbre de escribir sobre tablillas de barro que han preservado hasta nosotros muchos conocimientos de hasta el 15o. siglo antes de nuestra era.

Para comprender algo las relaciones entre Mitología y Astrología es necesario, en primer lugar, tener claro que las mitologías griega, babilónica y bíblica, a la luz de las modernas investigaciones históricas y arqueológicas, difícilmente se reconcilian con las ideas e interpretaciones psicológicas de C. Jung y su escuela. Hay que tener en cuenta que las sociedades donde se originaron los relatos míticos: básicamente Sumeria y la Grecia prehelénica (es decir Grecia antes y durante de las diversas invasiones de los pueblos que se conocen como helenos: Los Jonios, los Aqueos y los Dorios); no eran precisamente sociedades primitivas con mentalidad infantil que estuvieran dando forma literaria a arquetipos de su inconsciente o a otras ensoñaciones psíquicas. Estas sociedades estaban muy desarrolladas y poseían una organización política, religiosa y burocrática muy sofisticada. Eran sociedades urbanas, con sistemas políticos y religiosos que gozaban de una gran tradición, con sistemas económicos y jurídicos análogos a los actuales, con registros públicos para las transacciones comerciales y los títulos de propiedad, con enseñanza regular de diferentes niveles y técnicas de construcción y agricultura avanzada. Así pues, ni la Creta minoica, ni la Grecia micénica, ni Sumer ni el Egipto faraónico pueden identificarse con los inicios de la civilización humana, por más que sean los pueblos civilizados más antiguos que conocemos en occidente, sino que estaban ya en fases evolucionadas y por lo tanto no parece que sea posible aplicarles a sus construcciones mitológicas las categorías psicológicas de Jung. Resulta, sin embargo, mucho más razonable para tratar el estudio de la Mitología y su relación con la Astrología, si vemos a esas poblaciones de Grecia y Asia Menor como mucho más próximas a nosotros en sus inquietudes y ambiciones , quizá más inclinados a emplear el lenguaje poético de la metáfora y la alegoría, pero en definitiva habitantes de sociedades rurales en proceso de urbanización, con grandes y pequeñas ciudades , con toda la problemática y contradicciones que esto atañe, sometidos a importantes flujos de migraciones, unas controladas y otras no tanto, unas pacíficas y otras con carácter de auténticas invasiones, con sus luchas sociales, de clase, étnicas, religiosas y de cualquier otro tipo, como en todo momento de la historia de la humanidad.

Una gran parte del mito no es más que propaganda política expresada en forma poética, cuyas claves hoy resulta difícil de ver con claridad, como toda propaganda distorsiona, exagera y miente deliberadamente cuando interesa, resulta diferente cuando se formula desde el bando de los vencedores o desde el bando de los vencidos, pero algunos de los mitos más conocidos han sido muy bien estudiados, de modo que no resulta necesario recurrir a ningún tipo de explicación psicológica: por ejemplo, se suele describir a Perseo como el arquetipo de la muerte, lo cual no está muy lejos de la realidad, pues históricamente Perseo representa algún caudillo concreto o en general a los caudillos helenos que invadieron Grecia en la última fase de las progresivas invasiones, cuando de forma sistemática destruían todo vestigio de la civilización griega que encontraban a su paso, por eso a Perseo "el destructor", resulta fácil relacionarlo con la muerte. En la historia mítica de Perseo se dice que mato a la Quimera, degolló a la Gorgona y que también domo al caballo Pegaso (que era hijo de la Gorgona, es decir que la Gorgona, o sea la misma Diosa, los había creado, mediante su cría y cuidados en los establos de sus templos, de manera que fueran tan rápidos que pareciera que llevaran alas, símbolo de su carácter sagrado), está claro que los Helenos sustituyeron el calendario de los nativos (la Quimera es una emblema del calendario de tres estaciones, está representado por un animal compuesto de tres partes de animales distintos, cada uno de ellos representa una estación del año) por su propio calendario, el de los invasores.

La doma del caballo Pegaso se explica por el robo de los caballos sagrados que tenían los templos de la Gran Diosa, y por último la decapitación de la Gorgona (mascara ritual de las sacerdotisas de la Gran Diosa) es una clara alusión a la eliminación de la dirección femenina de los templos, la sustitución de sacerdotisas por sacerdotes y la reducción de las sacerdotisas sobrevivientes a simples criadas o prostitutas al servicio de los templos.

Cortesía de Alba de Hermes