Antes de analizar los
problemas que se refieren a la teoría de los ciclos cósmicos, consideramos
oportuno señalar algunas observaciones acerca del papel desempeñado por el
simbolismo de los números en la obra de Dante; hemos hallado indicaciones muy
interesantes referidas a este tema en un trabajo del profesor Rodolfo Benini
(1) quien, sin embargo, no extrajo de ellas todas las conclusiones que
involucran. Es cierto que ese trabajo centra su atención en la búsqueda del
plan primitivo del Inferno, tarea emprendida con intenciones
predominantemente literarias; con todo, las comprobaciones a las cuales conduce
esta búsqueda tienen en realidad un alcance mucho más vasto.
Según Benini, Dante otorgaría a tres
parejas de números un valor simbólico por excelencia; son ellas: 3 y 9, 7 y 22,
515 y 666. Para los dos primeros números, las dificultades son mínimas; todo el
mundo sabe que la división general del poema es ternaria, y acabamos de
explicar las razones profundas de este hecho. Por otro lado, ya hemos recordado
que el número 9 es el número de Beatriz, como puede observarse en la Vita
Nuova. Por lo demás, ese número 9 está directamente vinculado con el
precedente, puesto que es su cuadrado y podría ser denominado un triple
ternario. Es el número de las jerarquías angélicas, por ende del Cielo, y
también de los círculos infernales, ya que hay cierta relación de simetría
inversa entre los cielos y los infiernos. En cuanto al número 7, que hallamos
muy en particular en las divisiones del Purgatorio, todas las tradiciones
coinciden en considerarlo asimismo un número sagrado; opinamos que es
innecesario -puesto que no sería útil- enumerar aquí todas las aplicaciones a las
cuales da lugar. Sólo recordaremos, como muy principal, la consideración de los
siete planetas que sirven de base a una multitud de correspondencias analógicas
(ya hemos mencionado un ejemplo a propósito de las siete artes liberales). El
número 22 está ligado al 7 por la relación 22/7= p, que es la expresión
aproximada de la relación de la circunferencia con el diámetro; de suerte que
el conjunto de estos dos números representa el círculo, que es la figura más
perfecta para Dante como para los pitagóricos (y todas las divisiones de cada
uno de los tres mundos tiene una forma circular).
Además, el número 22 reúne los símbolos de
dos de "los movimientos elementales" de la física aristotélica: el
movimiento local, representado por 2, y el movimiento de la alteración,
representado por 20, como el mismo Dante explica en el Convito (2).
Tales son las interpretaciones formuladas por Benini acerca de ese número; si
bien reconocemos que son justas, consideramos imprescindible aclarar que no nos
parece de tanta importancia la jerarquía dada a ese número. Opinamos que Benini
le otorga características fundamentales que el número no tiene. Más aún: nos
parece derivado de otro número que el mismo autor no menciona sino a título
secundario, cuando en realidad revela una muy grande importancia; nos referimos
al número 11, del cual 22 no es sino un múltiplo. En este punto, nos
detendremos para una explicación más extensa; en primer lugar, sorprende en
Benini esta laguna puesto que su trabajo se apoya en la observación siguiente:
en el Inferno, la mayoría de las escenas completas o episodios en los cuales se
subdividen los diversos cantos comprenden once o veintidós estrofas (algunos
sólo diez); también hay cierta cantidad de preludios y de finales en siete
estrofas. Y si bien estas proporciones no siempre se mantienen intactas, el
hecho deriva de una modificación posterior del plan primitivo del Inferno.
Bajo esas condiciones, cabe preguntarse: ¿porqué el número 11 no podría ser de
tanta consideración como el 22? Ambos números están también asociados en las
dimensiones asignadas a los extremos "bolgie" cuyas
circunferencias respectivas son de 11 y 22 miles; pero 22 no es el único
múltiplo de 11 que interviene en el poema. Se presenta también el número 33,
que es la cifra indicadora de los cantos en los cuales se divide cada una de
las tres partes. Sólo el Inferno tiene 34, pero el primer canto es más
bien una introducción general que completa el número total de 100 para el conjunto
de la obra. Por otro lado, cuando se conoce el verdadero ritmo que utilizaba
Dante, puede pensarse que no fue un hecho arbitrario la elección del verso de
once sílabas, no menos que la estrofa de tres versos que nos recuerda el
ternario. Todas las estrofas cuentan 33 sílabas, así como los conjuntos de 11 y
22 estrofas que mencionamos contienen respectivamente 33 y 66 versos; y los
diversos múltiplos de 11 que allí encontramos tienen todos un valor simbólico
particular. Por tanto, es notoriamente insuficiente limitarse, tal como lo hace
Benini, a introducir 10 y 11 entre 7 y 22 para formar "un tetracordio que
semeja vagamente el tetracordio
griego" y cuya explicación calificamos de confusa.
Lo cierto es que el número 11 desempeñó un
papel considerable en el simbolismo de algunas organizaciones iniciáticas; y,
en cuanto a sus múltiplos, recordaremos sólo esto: 22 es el número de las
letras del alfabeto hebreo y se sabe cuál es su importancia en la Kábala; 33 es
el número de los años de la vida terrestre de Cristo, que vuelve a hallarse en
la edad simbólica del Rosa-Cruz masónico, y también en el número de grados de
la Masonería escocesa; 66 es, en árabe, el valor numérico total del nombre de
Alá. Sin duda, es posible hallar aún otras semejanzas y relaciones. Además de
los diversos significados que pueden vincularse con el número 11 y sus
múltiplos, el empleo que de él hace Dante constituye un verdadero "signo
de reconocimiento", en el sentido más estricto de esta expresión. Allí
reside, según nuestra opinión, la razón de las modificaciones que el Inferno
experimentó después de su primera redacción.
Entre los motivos que pueden haber
suscitado esas modificaciones, Benini cita algunos cambios en el plan
cronológico y arquitectónico de la obra, que son posibles sin duda pero que no
están suficientemente comprobados. También menciona "los hechos nuevos que
el poeta procuraba dar cuenta en su sistema
de profecías", y aquí, opinamos, se acerca bastante a la verdad,
sobre todo cuando añade: "por ejemplo, la muerte del papa Clemente V,
ocurrida en 1314, cuando el Inferno debía estar terminado en su primera
redacción". En efecto, la verdadera razón, según nuestro juicio, son los
acontecimientos que se produjeron entre 1300 y 1314; es decir, cuando se produce
la destrucción de la Orden del Temple y se suceden varias consecuencias de ello
(3); por lo demás, Dante no pudo evitar la mención de esos acontecimientos; y
así lo hace cuando Hugo Capeto predice los crímenes de Felipe el Hermoso,
después de mencionar el ultraje que éste hace padecer a "Cristo en la
persona de su vicario", y prosigue
en estos términos: (4)
"Veggio il nuovo Pilato si crudele,
Che cio nol sazia, ma, senza decreto,
Porta nel Templo le cupide vele".
Y, hecho sorprendente, la
estrofa siguiente (5) contiene en sus términos propios el Nekam Adonai
(6) de los Kadosch Templarios:
"O Signor mio, cuando saró io lieto
A veder la vendetta, che, nascosa,
Fa dolce l'ira tua nel tuo segreto?"
Son éstos ciertamente los
"hechos nuevos" que Dante debió tener en cuenta; y esto, por otros
motivos que los supuestos cuando se ignora la naturaleza de las organizaciones
a las cuales pertenecía. Estas organizaciones, que procedían de la Orden del
Temple y que recogieron parte de su herencia, debieron disimularse mucho más
cuidadosamente que en el pasado y, en particular después de la muerte de su
jefe aparente, el emperador Enrique VII de Luxemburgo. El mismo emperador cuyo
sitial en lo más elevado de los Cielos había sido mostrado a Dante por Beatriz,
(6) de manera anticipada.
Desde entonces, resultaba conveniente
ocultar "el signo de reconocimiento" al que ya aludimos: las
divisiones del poema en el cual aparecía el número 11 debieron ser, no
suprimidas, pero sí disimuladas -menos notorias-, de manera tal que fueran
halladas sólo por quienes conocían la razón de ser de la significación. Si se
piensa que han transcurrido seis siglos antes de que hayan sido señaladas
públicamente, es preciso admitir que las precauciones tomadas fueron efectivas
y bien resueltas (7). Por otro lado, al tiempo que introducía estos cambios en
la primera parte de su poema, Dante aprovechaba la ocasión para introducir
nuevas referencias a otros nombres simbólicos; he aquí el comentario de Benini:
"Dante imaginó
entonces regular los intervalos entre las profecías y demás rasgos salientes
del poema, de manera que éstos se correspondieran uno con el otro después de un
número determinado de versos, elegidos naturalmente entre los números
simbólicos. En suma, fue un sistema de consonancias y de períodos rítmicos,
sustituidos por otro mucho más complicado y secreto que el primero, tal como
conviene a un lenguaje de revelación hablado por seres que miran hacia el
porvenir. Y así aparecen los famosos 515 y 666 de trilogía completa: 666 versos
separan la profecía de Ciacco de la de Virgilio, 515 la profecía de Farinata de
la de Ciacco; 666 se interpone nuevamente entre la profecía de Brunetto Latini
y la de Farinata, y aun, 515 entre la profecía de Nicolás III y la de messire
Brunetto". Estos números 515 y 666, que observamos en una alternancia
regular, se oponen uno al otro en el simbolismo adoptado por Dante. En efecto,
es bien conocido que 666 es el "número de la Bestia" del Apocalipsis
y que fueron múltiples los cálculos efectuados, muchos muy fantasiosos, para
ubicar el nombre del Anti-Cristo cuyo valor numérico representa, "ya que
ese número es un número de hombre" (8); por otro lado, 515 se enuncia
expresamente, con un significado directamente opuesto al otro, en la predicción
de Beatriz: "Un cinquecento diece e cinque, messo di Dio..."
(9). Se ha pensado que ese 515 era lo mismo que el misterioso Veltro,
enemigo de la loba que se ve así identificada con la Bestia apocalíptica (10);
e incluso se ha supuesto que uno y otro de esos símbolos designaban a Enrique
de Luxemburgo (11).
No tenemos la intención de discutir aquí la significación
del Veltro (12), pero opinamos que no corresponde necesariamente a un
personaje determinado. Según nuestra opinión, se trata solamente de uno de los
aspectos de la concepción general que Dante se hizo del Imperio (13).
Benini,
señalando que el número 515 se transcribe en letras latinas por DXV, interpreta
estas letras como iniciales que designaran a Dante, Veltro di Cristo.
Esta interpretación resulta muy forzada, y por lo demás nada autoriza a suponer
que Dante mismo haya querido identificar a ese "enviado de Dios".
En realidad, basta cambiar el orden de las
letras numéricas para obtener DVX; es decir, la palabra Dux que no
requiere explicación (14). Y añadiremos que la suma de las cifras de 515 vuelve
a dar el número 11 (15). Ese Dux puede ser Enrique de Luxemburgo, si se quiere,
pero también y con pareja justificación, todo otro jefe que pudo ser elegido
por las mismas organizaciones, para realizar el fin que éstas se habían
propuesto en el orden social. Aún hoy, la Masonería escocesa designa a ese
propósito como el "reino del Sacro Imperio" (16).
NOTAS:
(1). "Per la
restituzione della Cantica dell'lnferno alla sua forma primitiva", en el
"Nuovo Patto", setiembre-noviembre de 1921, págs. 506-532.
(2). El tercer
"movimiento elemental", el del acrecentamiento, está representado por
el número 1000; y la suma de los tres números simbólicos es 1022, que los
"sabios de Egipto" según palabras de Dante, consideraban como el
número de las estrellas fijas.
(3). Es interesante
considerar la sucesión de los siguientes datos: en 1307, Felipe el Hermoso, de
acuerdo con Clemente V, toma prisionero y encarcela al Gran Maestro y los
principales dignatarios de la Orden del Temple (una cantidad de 72 personas, se
afirma, y éste no deja de ser un numero simbólico). En 1308, Enrique de
Luxemburgo es elegido emperador; en 1312, la Orden del Temple es oficialmente
abolida y, en 1313, el emperador Enrique VII muere misteriosamente, sin duda
envenenado. En 1314, se produce el suplicio de los Templarios cuyo proceso se
había iniciado siete años atrás. El mismo año, el rey Felipe el Hermoso y el
papa Clemente V mueren a su vez.
(4). Purgatorio,
XX, 91-93. El móvil de Felipe el Hermoso, según Dante, representa la avaricia y
la avidez; quizás existe una relación más estrecha de lo que podría suponerse
entre dos hechos imputables a ese monarca: la destrucción de la Orden de los
Templarios y la alteración de las monedas reales.
(5). Purgatorio,
XX, 94-96.
(6). En hebreo, esas
palabras significan: Venganza, "¡oh Señor!" Adonai debería ser
traducido con un sentido estrictamente literal por "mi Señor", y se
observará que con ese significado es utilizado en el texto de Dante.
(7). Paradiso,
XXX, 124-148. Este pasaje es precisamente aquel que se refiere al
"convento delle bianche stole". Las organizaciones a las cuáles nos
referimos habían tomado por santo y seña Altri, que Aroux interpreta de la
siguiente manera en Dante hérétique, revolutionnaire et socialiste:
"Arrigo Lucemburghese, Teutonico, Romano Imperatore";
opinamos que la palabra Teutonico es inexacta y debe ser reemplazada por
Templare. Por lo demás, es cierto que debió existir cierta relación
entre la Orden del Temple y la Orden de los Caballeros Teutónicos, no sin razón
ambas fueron fundadas casi simultáneamente, la primera en 1118 y la segunda en
1128. Aroux supone que la palabra altri podría ser interpretada como lo
fue en un determinado pasaje de Dante (Inferno, IX. 9 ), y que,
asimismo, la palabra tal (Id., VIII, 130, y IX, 8) podría traducirse por
Teutonico Arrigo Lucemburghese.
(8). El numero 11 ha sido
mantenido en el ritual del grado Escocés 33º, en el cual está asociado
precisamente con la fecha de la abolición de la Orden del Temple, de acuerdo
con una cronología que respeta la era masónica y no la era vulgar.
(9). Apocalipsis,
XIII, 18.
(10). Purgatorio,
XXXIII, 43-44
(11). Inferno, I,
100-111. Es bien conocido el hecho de que la loba fue el primer símbolo de
Roma, pero que durante la época imperial fue reemplazada por el águila.
(12). E. G. Parodi, Poesia
e Storia nella Divina Commedia.
(13). El Veltro es
un lebrel, un perro, y Aroux sugiere la posibilidad de una suerte de juego de
palabras entre cane y el título de Khan otorgado por los tártaros
a sus jefes: así, un nombre como el de Can Grande della Scala, el
protector de Dante, podría muy bien tener un doble sentido. Esta relación nada
tiene de inverosímil, puesto que no es el único ejemplo que pueda darse de un
simbolismo basado en una similitud fonética; añadiremos además que, aun en
diversas lenguas, la raíz can o kan significa "poderío". Esto
establece una nueva vinculación ya que corresponde al mismo orden de ideas.
(14). El Emperador, tal
como lo concebía Dante, era perfectamente comparable al Chakravartî o
monarca universal de los hindúes, cuya función esencial consistía en imponer y
preservar la paz sarvabhaumika, es decir, aquella que se extiende a toda
la Tierra. También se podrían establecer ciertas vinculaciones entre esta
teoría del Imperio y la del Califato de Mohyiddin.
(15). Por lo demás, puede
señalarse que ese Dux es el equivalente del Khan tártaro.
(16). Asimismo, las
letras DIL, primeras de las palabras Diligite justitiam... y que son
anunciadas primeramente de manera separada (Paradiso, XVIII, 78), valen
551, que está formado por las mismas cifras que 515, aunque ubicadas en un
orden diferente, y que se reduce igualmente a 11.
(17). Algunos Consejos
Supremos Escoceses, en particular el de Bélgica, eliminaron de sus
constituciones y de sus rituales la expresión "Sacro Imperio" en
todas sus menciones.
Consideramos que tal actitud es indicio de una singular
incomprensión del simbolismo y de sus elementos más fundamentales; ello
demuestra el grado de deterioro al que se ha arribado, incluso en los más altos
grados de la Masonería contemporánea.
Fuente: René Guénon