viernes, 6 de julio de 2012

PSICOLOGÍA DE LA POSIBLE EVOLUCIÓN DEL HOMBRE - OUSPENSKY - V







  QUINTA CONFERENCIA En relación con el estudio del posible desarrollo del hombre, debo establecer un punto muy importante. Hay dos lados del hombre que deben ser desarrollados, es decir, hay dos líneas de posible desarrollo que tienen que proceder simultáneamente. Estos dos lados del hombre, o esas dos líneas de posible desarrollo, son el saber y el ser. Ya he hablado muchas veces sobre la necesidad del desarrollo del saber, y particularmente del conocimiento de sí, porque uno de los rasgos más característicos del estado actual del hombre es que no se conoce a sí mismo. Por lo general la gente comprende la idea de diferentes niveles de saber, la idea de la relatividad del saber, y la necesidad de un saber totalmente nuevo. Lo que en la mayoría de los casos la gente no comprende es la idea de que el ser está completamente separado del saber; y más aún, la idea de la relatividad del ser, la posibilidad de diferentes niveles del ser, y la necesidad del desarrollo del ser, separadamente del desarrollo del saber. Un filósofo ruso, Vladimir Solovieff, usaba el término "ser" en sus escritos. Hablaba del ser de una piedra, del ser de una planta, del ser de un animal, del ser de un hombre y del ser divino. Esto es mejor que el concepto ordinario, por cuanto en la comprensión ordinaria el ser de un hombre no es considerado en forma alguna diferente del ser de una piedra, del ser de una planta, o del ser de un animal. Desde el punto de vista ordinario, una piedra, una planta, un animal, son o existen, exactamente de la misma manera que un hombre es o existe. En realidad, existen de manera totalmente diferente. Pero la división de Solovieff no es suficiente. No hay tal cosa como el ser de un hombre. Por cuanto hay demasiadas diferencias entre los hombres. Ya he explicado que desde el punto de vista de la enseñanza que estamos estudiando, el concepto de hombre está dividido en siete conceptos: el hombre N° 1, el hombre N° 2, el hombre N° 3, el hombre N° 4, el hombre N° 5, el hombre N° 6 y el hombre N° 7. Esto quiere decir siete grados o categorías de ser: el ser N° 1, el ser N° 2, el ser N° 3, etc. Además, conocemos divisiones más finas. Sabemos que puede haber hombres N° 1 muy diferentes, muy diferentes hombres N° 2, y muy diferentes hombres N° 3. Pueden vivir enteramente bajo influencias A. Pueden estar afectados por igual tanto por las influencias A como por las influencias B. Pueden estar más bajo las influencias B que bajo las A. Pueden tener un centro magnético. Pueden haber entrado en contacto con la influencia de una escuela o influencia C. Pueden estar en camino de llegar a ser hombres N° 4. Todas estas categorías indican diferentes niveles de ser. En el pensamiento religioso la idea del ser entraba en la base misma del pensar y del hablar sobre el hombre, y, en comparación con ella, todas las otras divisiones del hombre eran consideradas como sin importancia. Los hombres estaban divididos, por un lado, en paganos, descreídos, o herejes y, por el otro, en verdaderos creyentes, hombres justos, santos, profetas, etc. Todas estas definiciones no se referían a puntos de vista ni convicciones, es decir, no al saber sino al ser. En el pensamiento moderno se ignora la idea del ser y de diferentes niveles de ser. Por el contrario, se cree que cuantas más discrepancias y contradicciones haya en el ser de un hombre, tanto más interesante y brillante puede ser. En general se admite, aunque tácitamente -y algunas veces ni siquiera tácitamente-, que un hombre pueda ser dado a la mentira, pueda ser egoísta, indigno de confianza, irrazonable, pervertido, y sin embargo ser un gran sabio, o un gran filósofo o un gran artista. Naturalmente, esto es totalmente imposible. Esta incompatibilidad de diferentes rasgos en un ser, que por lo general es considerado como originalidad, en realidad sólo significa debilidad. No se puede ser un gran pensador o un gran artista con una mente pervertida o inconsistente, como no se puede ser un boxeador profesional o un atleta de circo si uno está sin fuerza física. La difundida y aceptada idea de que la inconsistencia y la amoralidad significan originalidad es responsable de muchas de las imposturas científicas, artísticas y religiosas de nuestros tiempos y probablemente de todos los tiempos. Es necesario comprender claramente lo que significa el ser, y por qué debe crecer y desarrollarse paralelamente con el saber, pero independientemente de él. Si el saber crece más que el ser, o el ser crece más que el saber, el resultado es siempre un desarrollo unilateral, y un desarrollo unilateral no puede ir lejos. Está destinado a llegar a una seria contradicción interior y detenerse allí. Algún día quizá hablaremos de las diferentes clases de desarrollo unilateral y de los diversos resultados. De ordinario, en la vida nos encontramos sólo con una clase, es decir, cuando el saber ha crecido más que el ser. El resultado toma la forma de una dogmatización de ciertas ideas y la consecuente imposibilidad de un mayor desarrollo del conocimiento debido a la pérdida de comprensión. Hablaré ahora de la comprensión. ¿Qué es comprender? Traten de hacerse esta pregunta y verán que no la pueden contestar. Siempre han confundido comprender con saber o tener información. Pero saber y comprender son dos cosas totalmente distintas, y ustedes deben aprender a distinguir una de la otra. Para comprender una cosa deben ver sus conexiones con algún objeto mayor, o con un conjunto mayor, y las posibles consecuencias de esta conexión. Comprender es siempre la comprensión de un problema más pequeño en relación con un problema mayor.  Por ejemplo, supongamos que les muestro un viejo rublo ruso de plata. Era una moneda del tamaño de una pieza de media corona y equivalía a dos chelines y un penique. Pueden mirarla, estudiarla, fijarse en qué año fue acuñada, averiguar todo sobre el Zar cuya efigie está en una de sus caras, pesarla, hasta pueden hacer un análisis químico para determinar la cantidad exacta de plata que contiene. Pueden aprender lo que significa la palabra "rublo" y cómo vino a usarse. Pueden aprender todas estas cosas y probablemente muchas más, pero no comprenderán ni la moneda ni su significado si no averiguan que antes de la última guerra su poder adquisitivo correspondía en muchos casos a la libra esterlina actual, y que el rublo de papel de hoy en día en la Rusia bolchevi que corresponde en muchos casos a un cuarto de penique inglés o menos. Si averiguan esto comprenderán algo sobre un rublo y quizá también sobre otras cosas, porque la comprensión de una cosa de inmediato lleva a la comprensión de muchas otras. Con frecuencia hasta se cree que comprender significa encontrar un nombre, una palabra, un título o una etiqueta para un fenómeno nuevo o inesperado. Encontrar o inventar palabras para cosas incomprensibles no tiene nada que ver con la comprensión. Por el contrario, si nos pudiéramos deshacer de la mitad de nuestras palabras, quizá tendríamos mejor posibilidad de cierta comprensión. Si nos preguntamos qué quiere decir comprender o no comprender a un hombre, debemos pensar ante todo en la instancia de no ser capaces de hablarle en su propio lenguaje. Por supuesto que dos personas que no tienen un lenguaje común no se van a comprender uno al otro. Deben tener un lenguaje común o ponerse de acuerdo sobre ciertos signos o símbolos con los cuales designarán las cosas. Pero supongan que durante la conversación no estén de acuerdo con su interlocutor sobre el significado de ciertas palabras, signos o símbolos; nuevamente dejarán de comprenderse. De esto se deriva el principio de que no se puede comprender y no estar de acuerdo. En la conversación habitual decimos a menudo: «Lo comprendo, pero no estoy de acuerdo con él». Esto es imposible desde el punto de vista de la enseñanza que estamos estudiando. Si comprende a un hombre, está de acuerdo con él; si no está de acuerdo con él, no lo comprende. Es difícil aceptar esta idea; y esto significa que es difícil comprenderla. Como acabo de decir, hay dos lados del hombre que se deben desarrollar durante el curso normal de su evolución: el saber y el ser. Pero ni el saber ni el ser pueden inmovilizarse o permanecer en el mismo estado. Si cualquiera de ellos no crece y se fortalece, se hará más pequeño y más débil. La comprensión puede ser comparada a una media aritmética entre el saber y el ser. Esto demuestra la necesidad de un crecimiento simultáneo del saber y del ser. El crecimiento de uno solo y la disminución del otro no cambiará la media aritmética. Esto explica también por qué "comprender" significa estar de acuerdo. Los que se comprenden uno al otro no sólo deben tener un saber igual, deben tener también un ser igual. Sólo entonces es posible una mutua comprensión. Otra idea falsa que se tiene, y que pertenece particularmente a nuestra época, es que la comprensión puede ser diferente, que se puede (es decir, que se tiene el derecho a) comprender la misma cosa de manera diferente. Desde el punto de vista de esta enseñanza, esto es totalmente falso. La comprensión no puede ser diferente. Sólo puede haber una comprensión, el resto es incomprensión o comprensión incompleta: Pero al mismo tiempo la gente piensa con frecuencia que comprende las cosas de manera diferente. Todos los días podemos ver ejemplos de esto. ¿Cómo podemos encontrar una explicación a esta aparente contradicción? En realidad, no hay contradicción. Comprender significa la comprensión de una parte en su relación con el todo. Pero la idea del todo puede ser muy diferente en las personas según su conocimiento y según su ser. Es por esto que nuevamente la enseñanza es necesaria. La gente aprende a comprender al comprender la enseñanza, y comprendiendo todo lo demás en relación con la enseñanza. Pero hablando a nivel ordinario, sin la idea de una escuela o de una enseñanza, uno tiene que admitir que hay tantas comprensiones como personas. Cada uno comprende todo a su propia manera o de acuerdo con uno u otro entrenamiento mecánico o hábito; pero todo esto es una comprensión subjetiva y relativa. El camino a una comprensión objetiva pasa por las enseñanzas de escuela y por el cambio del ser. Para explicar esto debo regresar a la división del hombre en siete categorías. Deben darse cuenta de que hay una gran diferencia entre los hombres N° 1, 2 y 3 por un lado y los hombres de más altas categorías por el otro. En realidad la diferencia es mucho mayor que lo que podemos imaginar. Es tan grande que, desde este punto de vista, toda la vida se considera como dividida en dos círculos concéntricos, el círculo interior y el círculo exterior de la humanidad.  Al círculo interior pertenecen los hombres N° 5, 6 y 7; al círculo exterior los hombres N° 1, 2 y 3. Los hombres N° 4 están en el umbral del círculo interior o entre los dos círculos. A su vez el círculo interior está dividido en tres círculos concéntricos: el más interno, al que pertenecen los hombres N° 7, el intermedio, al que pertenecen los hombres N° 6, y el más externo de los círculos interiores, al que pertenecen los hombres N° 5. Esta división no nos concierne por el momento. Para nosotros, los tres círculos interiores forman uno solo. El círculo exterior, en el cual vivimos, tiene varios nombres, los que designan sus diferentes rasgos. Es llamado el círculo mecánico, porque en él todo sucede, todo es mecánico, y la gente que vive allí son máquinas. Es llamado también el círculo de la confusión de las lenguas, porque todas las personas que viven en él hablan en diferentes lenguas, y nunca se comprenden unos a otros. Todos comprenden todas las cosas de manera diferente. Hemos llegado a una definición muy interesante de la comprensión. Es algo que pertenece al círculo interior de la humanidad y no nos pertenece en absoluto. Si los hombres en el circulo exterior se dan cuenta de que no se comprenden unos a otros, y si sienten la necesidad de comprensión, deben tratar de penetrar en el círculo interior, porque la comprensión entre la gente sólo es posible en él. Las escuelas de diferentes clases sirven de puertas a través de las cuales se puede pasar a los círculos interiores. Pero penetrar en el circulo mayor, en comparación con aquel en el cual un hombre ha nacido, requiere un trabajo largo y difícil. El primer paso en este trabajo es el estudio de un nuevo lenguaje. Ustedes preguntarán: ¿Cuál es este lenguaje que estamos estudiando? Y ahora puedo contestarles. Es el lenguaje del circulo interior, el lenguaje en el cual los hombres se pueden comprender unos a otros. Ustedes tienen que darse cuenta de que al estar, por así decirlo, fuera del circulo interior sólo podemos conocer los rudimentos de este lenguaje. Pero ya estos rudimentos nos ayudarán a comprendernos unos a otros mejor de lo que jamás podríamos comprendernos sin ellos. Cada uno de los tres círculos interiores tiene su lenguaje propio. Nosotros estamos estudiando el lenguaje del más externo de los círculos interiores. Quienes pertenecen a este círculo estudian el lenguaje del circulo intermedio, y la gente en el círculo intermedio estudia el lenguaje del circulo más interior. Si me preguntan cómo se puede probar esto, les contestaré que sólo se puede probar acrecentando el estudio de sí mismo y con mayor observación. Si encontramos que con el estudio de la enseñanza podemos comprender, a nosotros mismos y a los demás, o por ejemplo, ciertos libros, o ciertas ideas mejor que lo que podíamos comprenderlos antes, y especialmente si encontramos hechos definidos que nos muestran que esta nueva comprensión se está desarrollando, esto sería, si no una prueba, por lo menos una señal de la posibilidad de una prueba. Debemos recordar que, exactamente como nuestra conciencia, nuestra comprensión no siempre se encuentra en el mismo nivel. Siempre se está moviendo arriba y abajo. Esto quiere decir que en un momento comprendemos más, y en otro comprendemos menos. Si notamos estas diferencias de comprensión en nosotros mismos, seremos capaces de darnos cuenta de que hay una posibilidad, primero, de mantenernos en estos altos niveles de comprensión, y segundo, de que podemos superarlos. Sin embargo, el estudio teórico no -es suficiente. Ustedes deben trabajar sobre su ser y en el cambio de su ser. Si formulan su propósito desde el punto de vista de que quieren comprender a los demás, deben recordar un principio muy importante de las escuelas: sólo se puede comprender a los demás tanto como uno se comprende a sí mismo, y sólo al nivel del propio ser. Esto quiere decir que pueden juzgar el saber de otras personas, pero no pueden juzgar su ser. Sólo pueden ver en ellas tanto como tienen en sí mismos. Pero la gente siempre comete el error de creer que puede juzgar a los demás. En realidad, si quieren conocer y comprender a personas de mayor desarrollo deben trabajar con la meta de cambiar su ser. Ahora debemos regresar al estudio de los centros y al estudio de la atención y del recuerdo de sí, porque estos son los únicos caminos a la comprensión. Además de la división en dos partes, positiva y negativa -que, como hemos visto, no es la misma en los diferentes centros-, cada uno de los cuatro centros está dividido en tres partes. Estas tres partes corresponden  a la definición de los mismos centros. La primera parte es "mecánica", incluyendo los principios motor e instintivo, o predominando uno de ellos; la segunda es “emocional”, y la tercera es “intelectual”. El siguiente diagrama muestra la posición de las partes en el centro intelectual. El centro intelectual está dividido en dos partes, positiva y negativa; cada una de estas dos partes está dividida a su vez en otras tres. Por lo tanto el centro intelectual en realidad se compone de seis partes. Cada una de estas seis partes, a su vez está subdividida en tres partes: mecánica, emocional e intelectual. Pero sobre esta subdivisión hablaremos mucho después, con excepción de una, es decir, la parte mecánica del centro intelectual, de la cual hablaremos ahora. La división de un centro en tres partes es muy simple. Una parte mecánica trabaja casi automáticamente; no requiere ninguna atención. Pero debido a esto no se puede adaptar a un cambio de circunstancias, no puede "pensar", y continúa trabajando de la manera en que comenzó, aun cuando las circunstancias hayan cambiado completamente. En el centro intelectual, la parte mecánica incluye en sí misma todo el registro de impresiones, recuerdos y asociaciones. Esto es todo lo que debería hacer normalmente, es decir, cuando otras partes hacen su trabajo. Nunca debería contestar a las preguntas dirigidas a todo el centro, nunca debería tratar de resolver sus problemas, y nunca debería decidir nada. Desgraciadamente, de hecho, siempre está lista para decidir y siempre contesta a las preguntas de toda clase, de manera muy estrecha y limitada, con frases hechas, en jerga, con lemas políticos. Todos estos y muchos otros elementos de nuestras reacciones habituales forman el trabajo de la parte mecánica del centro intelectual. Esta parte tiene nombre propio. Se llama "aparato formatorio" o algunas veces "centro formatorio". Muchas personas, especialmente los hombres N° 1 -es decir, la gran mayoría de la humanidad- viven toda su vida sólo con el aparato formatorio, sin tocar nunca otras partes de su centro intelectual. Para todas las necesidades inmediatas de la vida, para recibir las influencias A y responderles, y para distorsionar o rechazar las influencias C, el aparato formatorio es más que suficiente. Siempre se puede reconocer el "pensamiento formatorio". Por ejemplo, el aparato formatorio sólo puede contar hasta dos. Siempre divide todo en dos: "bolchevismo y fascismo" "trabajadores y burgueses", "proletarios y capitalistas", etc. La mayoría de nuestros lemas modernos se los debemos al pensar formatorio, y no sólo los lemas sino todas las teorías modernas populares. Quizá sea posible decir que en todo momento todas las teorías populares son formatorias. La parte emocional del centro intelectual consiste principalmente en lo que se denomina una emoción intelectual, es decir, el deseo de saber, el deseo de comprender, la satisfacción de saber, el descontento por no saber, el placer del descubrimiento, etc.; aunque, una vez más, todas ellas se pueden manifestar en muy diferentes niveles. El trabajo de la parte emocional requiere atención plena, pero en esta parte del centro la atención no requiere ningún esfuerzo. Es atraída y mantenida por el mismo asunto, muy a menudo a través de la identificación, que generalmente es llamada "interés", o "entusiasmo", o "pasión" o "devoción". La parte intelectual del centro intelectual incluye en sí misma una capacidad de creación, construcción, invención y descubrimiento. No puede trabajar sin atención, pero la atención en esta parte del centro debe ser controlada y mantenida allí por la voluntad y el esfuerzo. Este es el criterio principal al estudiar las partes de los centros. Si las tomamos desde el punto de vista de la atención sabremos de inmediato en cual parte de los centros estamos. Sin atención, o con una atención errante, estamos en la parte mecánica; con la atención atraída por el objeto de la observación o reflexión y mantenida allí, estamos en la parte emocional; con la atención controlada y mantenida por voluntad en el objeto, estamos en la parte intelectual. Al mismo tiempo, el mismo método muestra cómo hacer trabajar las partes intelectuales de los centros. Al observar la atención y tratando de controlarla, nos imponemos el trabajar en las partes intelectuales de los centros, porque el mismo principio se refiere por igual a todos los centros, aunque podría no ser tan fácil para nosotros el distinguir las partes intelectuales en los otros centros, como por ejemplo la parte intelectual del centro instintivo, que trabaja sin ninguna atención que nosotros podamos percibir o controlar. Tomemos el centro emocional. No hablaré por ahora sobre las emociones negativas. Tomaremos solamente la división del centro en las tres partes: mecánica, emocional e intelectual. La parte mecánica consiste en la clase más barata de humor prefabricado y un sentido grosero de lo cómico, el amor a la excitación, el amor a los espectáculos sensacionalistas, el amor a la pompa, el sentimentalismo, el amor por estar en la muchedumbre y ser parte de ella, la atracción por las emociones masivas de toda clase y  la completa desaparición en las más bajas emociones semianimales: crueldad, egoísmo, cobardía, envi dia, celos, etc. La parte emocional puede ser muy diferente en distintas personas. Puede incluir en sí misma un sentido del humor o un sentido de lo cómico tanto como una emoción religiosa, una emoción estética, una emoción moral y, en este caso, puede llevar al despertar de la conciencia moral. Pero con la identificación puede ser algo bastante diferente, puede ser muy irónica, sarcástica, burlona, cruel, obstinada, mala y celosa, sólo que de manera menos primitiva que la parte mecánica. La parte intelectual del centro emocional (con la ayuda de las partes intelectuales de los centros motor e instintivo) incluye en sí misma el poder de creación artística. En aquellos casos en que las partes intelectuales de los centros motor e instintivo, que son necesarias para la manifestación de la facultad creativa, no estén lo suficientemente educadas o no les correspondan en su desarrollo, se pueden manifestar en sueños. Eso explica los bellos y artísticos sueños de personas que por lo demás no son nada artísticas. La parte intelectual del centro emocional es también el asiento principal del centro magnético. Lo que quiero decir es que si el centro magnético existe sólo en el centro intelectual o en la parte emocional del centro emocional, no puede ser lo suficientemente fuerte para ser efectivo y siempre está expuesto a cometer errores o a fallar. Pero la parte intelectual del centro emocional, cuando está totalmente desarrollada y trabaja con todo su poder, es un camino hacia los centros superiores. En el centro motor, la parte mecánica es automática. Todos los movimientos automáticos, que en el lenguaje ordinario se llaman "instintivos", le pertenecen, así como la imitación y la capacidad para la imitación que desempeña un papel tan grande en la vida. La parte emocional del centro motor está conectada principalmente con el placer del movimiento. El amor a los deportes y a los juegos deberían pertenecer normalmente a esta parte del centro motor, pero cuando la identificación y otras emociones se llegan a mezclar con él, muy raramente se encuentra allí, y en la mayoría de los casos el amor a los deportes está en la parte motriz de cualquiera de los centros intelectual o emocional. La parte intelectual del centro motor es un instrumento muy importante y muy interesante. Todo el que alguna vez haya hecho bien cualquier tipo de trabajo físico, cualquiera que sea éste, sabe que cada tipo de trabajo necesita muchas invenciones. Uno tiene que inventar sus propios pequeños métodos para todo lo que uno hace. Estas invenciones son el trabajo de la parte intelectual del centro motor, y muchas otras invenciones del hombre también necesitan el trabajo de la parte intelectual del centro motor. El poder de imitar a voluntad la voz, entonaciones, y gestos de otras personas, tal como la poseen los actores, también pertenece a la parte intelectual del centro motor; pero en grados más altos o mejores está mezclada con el trabajo de la parte intelectual del centro emocional. El trabajo del centro instintivo está muy bien escondido de nosotros. Conocemos realmente, es decir, sentimos y podemos observar, sólo la parte sensorial y emocional. La parte mecánica incluye en si misma sensaciones habituales que muy a menudo no las notamos en absoluto, pero que sirven de fondo para otras sensaciones; también incluye movimientos instintivos en el significado correcto de la expresión, es decir, todos los movimientos internos tales como la circulación de la sangre, el movimiento del alimento en el organismo y los reflejos internos y externos. La parte intelectual es muy grande y muy importante. En el estado de conciencia de sí o al aproximársele, uno puede entrar en contacto con la parte intelectual del centro instintivo y aprender bastante de ella en lo concerniente al funcionamiento de la máquina y a sus posibilidades. La parte intelectual del centro instintivo es la mente detrás de todo el trabajo del organismo, una mente bastante diferente de la mente intelectual. El estudio de las partes de los centros y de sus funciones especiales requiere cierto grado de recuerdo de sí. Sin recordarse a sí mismo uno no se puede observar por un tiempo suficientemente largo o lo suficientemente claro como para sentir y comprender la diferencia de funciones que pertenecen a distintas partes de los diferentes centros. El estudio de la atención muestra las partes de los centros mejor que cualquier otra cosa, pero el estudio de la atención también requiere cierto grado de recuerdo de sí. Muy pronto se darán cuenta de que todo su trabajo sobre sí mismos está conectado con el recuerdo de sí y que no puede proseguir exitosamente sin él. Y el recuerdo de sí es un despertar parcial, o el comienzo del despertar. Naturalmente -y esto debe ser muy claro- no se puede realizar ningún trabajo en el sueño.