La Fraternidad Rosacruz se denomina a sí misma “Asociación de místicos
cristianos” y su lema es: “Una mente pura, un corazón tierno y un cuerpo sano”.
Está formada por hombres y mujeres que estudian y ponen en práctica la Filosofía
Rosacruz. Sus características principales son:
1.- Es la puerta de acceso a una de las siete Escuelas de Misterios Menores que
existen en el mundo.
2.- Contiene las enseñanzas ocultas de la religión cristiana, aquéllas que Cristo
explicaba en privado a Sus apóstoles, más preparados para recibirlas, tras hablar la
pueblo en parábolas.
3.- Sus enseñanzas van destinadas a todo el mundo pero, principalmente, al
mundo cristiano y, especialmente a quienes, educados en el seno de la religión
cristiana, han dejado de ser practicantes o la han abandonado por falta de fe o por
ausencia de una explicación suficiente sobre la vida y la muerte, la salvación y la
condenación, el pecado y el perdón, la gracia, los mandamientos, los sacramentos, la
Sagrada Escritura, los artículos de fe, el cielo y el infierno, y la moral cristiana en
general. Pretende, pues que esos cristianos, una vez conocida su religión por dentro,
vuelvan al seno de la misma con pleno conocimiento y plena responsabilidad,
superadas las limitaciones, cristalizaciones, tabúes y dogmas acumulados, a lo largo
de la historia, y que encorsetan, hoy en día, a la religión de Cristo, siendo, como son,
ajenos a su fundador. Lo dicho arriba no quiere decir que todo ser humano que,
formulándose las preguntas trascendentales sobre la vida y la muerte, busque la luz
de las respuestas lógicas y aclaratorias, no sea bien venido a esta escuela.
4.- Enseña que, en el Sendero del Desarrollo existen dos temperamentos: el
místico y el intelectual. El místico desdeña los conocimientos intelectuales y, en su
evolución, sigue únicamente los dictados del corazón y se guía por la fe, mientras que
el intelectual atiende sólo a la razón y desprecia el sentimiento.
Entre los primeros cabe encuadrar a todos los místicos conocidos como tales:
Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Tomás de Kempis, Jacobo Boehme, etc. y
miles más cuyos nombres no conserva la historia, más todos aquéllos que no sienten
necesidad de plantearse preguntas sobre la religión, que la aceptan con fe ciega, tal
como les llega y que viven cómodos observándola. Se incluyen aquí también, en
términos generales, los miembros sacerdotales de las distintas iglesias. Son, en
términos ocultos, los “Hijos del Hombre”.
Entre los segundos se encuentran aquéllos a los que les resulta imposible aceptar
las afirmaciones de la religión sin sentir dudas; los que plantean preguntas, que
inquieren, que buscan, que experimentan, que necesitan comprender para creer. En
este grupo se hallan la mayor parte de los intelectuales, investigadores, hombres de
negocios, políticos y, en general, los que utilizan el intelecto y la lógica, tanto en su
propia actividad profesional como para regir sus vidas. Son los que el ocultismo
denomina “Hijos de la Viuda” o “Hijos de Caín”. Bien entendido que esta
denominación no entraña nada peyorativo, siendo Caín, para el ocultismo, como para
la Biblia misma, aunque de modo simbólico, el creador, el activo, el agricultor que,
de las semillas, y con su trabajo y esfuerzo, obtiene el fruto; frente al pasivo, el
pastor, que no se esfuerza y espera el fruto de la mano de Dios, como Abel, que es
matado por aquél para significar la supremacía, en este estadio terrenal de la
evolución, del intelecto sobre el corazón, de la investigación sobre el conformismo,
de la actividad sobre la pasividad. Esta idea de la lucha entre las dos polaridades está
incorporada en las mitologías de los principios de algunas de las grandes
civilizaciones, por ejemplo, la romana, con Rómulo y Remo y la griega con Cástor y
Pólux.
El hombre perfecto, sin embargo, posee equilibradas ambas polaridades: La
positiva del intelecto, razonadora y creadora, y la del corazón, del sentimiento y del
amor. Y, para obtener su desarrollo último, como ser dual que es en este sentido, ha
de desarrollar al máximo ambas vertientes del espíritu.
Tanto el místico como el intelectual, al igual que sucede al tenista, están
desarrollándose asimétricamente, al encontrarse más en una polaridad que en otra y,
necesariamente, en un tiempo futuro, se verán obligados a desarrollar la otra
polaridad. Así lo exigen las Leyes Naturales que rigen nuestra evolución y que nos
conducen, insensible pero inexorablemente, hacia la perfección.
Las Enseñanzas de la Filosofía Rosacruz o sabiduría Occidental desarrollan,
paralela y simétricamente, el corazón y el intelecto, dando explicaciones racionales a
la religión y fundamentos religiosos a la ciencia. No hacen afirmación alguna
irreconciliable con la razón y la lógica, y satisfacen a la mente, dando una explicación
razonable a todos los misterios, admitiendo preguntas y dando respuestas lúcidas y
profundas. Garantizan, además que, cuanto afirman, lo puede comprobar
personalmente cualquiera que se tome el interés suficiente y, practicando esas
Enseñanzas, desarrolle las facultades que todos tenemos en potencia.
La Enseñanza, sin embargo, no es un fin en sí misma, sino que se da para que el
hombre pueda creer en su corazón lo que la cabeza ha sancionado y para que
comience a vivir una vida religiosa en su verdadera acepción. El fin último, pues, de
la Enseñanza se cifra en “aprender a pensar con el corazón y a amar con la cabeza”.
5.- No tiene relación preferente con ninguna otra asociación, grupo, sociedad o
ente de los que utilizan el adjetivo “rosacruz”, ni de los que, De modo serio y
honesto, se dedican a las enseñanzas ocultas, porque todas ellas, en el fondo, dicen lo
mismo, cambiando sólo los puntos de vista desde los que exponen sus enseñanzas.
6.- No pertenece a ninguna rama de la masonería ni tiene ninguna conexión
directa con ella, ni con ninguna iglesia cristiana. Cuando, en su literatura, se emplea
la palabra “masón”, es con el significado de “constructor” del templo interior.
7.- No critica, discute ni se opone a ninguna otra escuela o enseñanza,
respetándolas profundamente a todas como facetas distintas de la Verdad Una. Pero
aconseja que el estudiante no disperse sus energías simultáneamente en varias
direcciones, por lo que sus Enseñanzas son compatibles con cualesquiera otras que
persigan la fraternidad entre los hombres y su convivencia pacífica.
Hace especial hincapié en el hecho de que la oleada de vida humana, en el
Período Terrestre, ha pasado, por varios estadios de evolución que, alcanzado el nivel
humano, denomina razas. Y que siempre, a lo largo de la historia, a toda raza se le ha
dado, enviada desde arriba, desde los planos en que se encuentran y actúan los seres
encargados de nuestra evolución, la religión más apropiada para su desarrollo. Pero
que esa religión, creada para una raza concreta, para un pueblo determinado, no era la
mejor para los demás pueblos. Todas las religiones poseen una faceta de la Verdad,
que es única pero inabarcable totalmente en nuestro nivel actual de evolución: No se
puede predicar a un caníbal el amor a todos los hombres porque, en el estadio de
evolución en el que él se encuentra, le resulta incomprensible. Cuando avance en el
sendero de dicha evolución, renacerá en otra raza, con otra religión a ella apropiada,
que le hará seguir evolucionando. A nadie se le oculta el fenómeno del sincretismo
religioso que se produce en todos los pueblos, campo de trabajo de los misioneros: Se
practica la nueva religión de modo superficial, pero la anterior, la “suya”, la que ellos
comprenden y con la que instintivamente se identifican, sigue rigiendo sus vidas. No
se trata, pues, de que el hombre haya ido creando las religiones a medida que
evolucionaba, sino al contrario: En la medida de su evolución, se le iban presentando
religiones que le ayudasen en su desarrollo, a partir del punto antes alcanzado.
Antes de Cristo hubo infinidad de religiones, cada una “revelada” a un pueblo, y
sólo a él. Y, los más avanzados entre los pueblos tuvieron las religiones más
avanzadas, con mayor dosis de la Verdad, alcanzando algunas de ellas un nivel
altísimo, como la Brahmánica, la Mazdeísta, la egipcia antigua, el confucionismo, el
judaísmo, etc.
Todas estas religiones y las demás anteriores a Cristo, junto con la musulmana,
cada una propia de un pueblo, en un determinado nivel de evolución y con un
determinado papel a desarrollar en la historia de la Humanidad, se denominan
“religiones de raza”. Todas ellas establecen leyes y, como consecuencia de la
infracción de esas leyes, crean el concepto del pecado. Todas son exclusivas de esa
raza y, por lo tanto, excluyentes de las demás. Y todas fueron inspiradas, por Jehová,
la Tercera Persona de la Trinidad.
La religión que Cristo trajo a la Tierra, sin embargo, es algo distinto. Aparte de
Su principal misión, verdadero misterio de amor y causa última de Su venida, salvar
al mundo, nos dejó una religión. Una religión que, como Él dijo, completaba la Ley
Mosaica. Y la completaba porque, frente a la ley externa, estableció la “ley interna”,
frente al castigo por el pecado, trajo el arrepentimiento y el perdón y, frente a la
exclusividad, el egoísmo y la Ley del Talión, colocó el sacrificio inegoísta, el servicio
a los demás y el amor a todos los hombres, sin distinción de razas, religiones o clases
sociales, y sin tener en cuenta la conducta de los demás para con uno mismo.
Y no es casual que Cristo apareciera sobre la Tierra en el momento y en el
pueblo en que lo hizo: Venía a dar una nueva religión a la vanguardia entonces de la
oleada de vida humana, a los pueblos de occidente y, por tanto, esa religión es la más
apropiada para promover el desarrollo de todos los occidentales.
Insiste también la Fraternidad Rosacruz en que, como piedra de toque para todos
los interesados en el estudio del ocultismo, hay que fijarse en un aspecto, decisiva y
claramente definitorio: La escuela que cobre sus lecciones no está inspirada por la
Verdad, sino por el interés. Sólo aquéllos que dan gratis la Enseñanza son dignos de
ser escuchados. Habrá muchas escuelas, muchas doctrinas, muchos “maestros”,
muchos “iluminados”… pero, si cobran por transmitir sus conocimientos, si exigen
matrículas o pagos periódicos o proporciones de ingresos o estipendios sine quae non,
son simples mercaderes de lo oculto, son aquellos falsos profetas de que habló Cristo,
y es mejor no escucharlos, so pena de, en el mejor de los casos, no conseguir ningún
progreso en el sendero de la evolución.
8.- Es norma de la Fraternidad que nadie debe abandonar al cónyuge, los hijos,
la familia o el trabajo, para dedicar su tiempo a la propia evolución sino que, primero,
debe cumplir, perfecta y totalmente, con todas sus obligaciones sociales, familiares y
laborales de todo tipo y, luego, dedicar el tiempo que le quede al estudio de las
Enseñanzas Rosacruces; que no tiene más mérito el que, abandonándolo todo, se
retira del mundo, que el que se queda en él, haciendo frente a los problemas y
situaciones que se le plantean al estar entre gente que no comparte sus ideas o,
incluso, que las combate o ridiculiza, desarrollando así sus “músculos espirituales” y
avanzando con más firmeza, que el que no se enfrenta a nada.
Cada miembro de la Fraternidad debe procurar ser un ejemplo vivo de padre, de
hijo, de cónyuge, de hermano, de amigo, de empleado, de jefe… según el papel que
en la vida le haya tocado representar (consecuencia siempre de su actuación en vidas
anteriores), de modo que, quienes con él convivan, de cualquier modo que sea, se
sientan atraídos hacia la doctrina que, no sólo predica, sino practica.
Por ello, todo seguidor de las Enseñanzas Rosacruces debe, en todo momento,
ser un respetuoso observador de las leyes, sean éstas civiles, penales, laborales o de
cualquier tipo, y debe cumplirlas, no por temor al castigo, sino convencido de que las
leyes humanas son reflejo de las Leyes Naturales y colaboran en la evolución de cada
uno al exigirle determinada conducta, no siempre fácil ni observada por todos, pero
necesaria para la conservación y progreso de la sociedad y de los individuos que la
componen.
9.- Es una asociación estatutaria, total y absolutamente exenta de fines
lucrativos. Tiene totalmente prohibido todo beneficio, toda especulación y toda
comercialización, que irían, por definición, directamente en contra del espíritu
absolutamente altruista que impregna y justifica las Enseñanzas Rosacruces.
10.- No se preocupa por la cantidad de sus seguidores, sino por su calidad. Pues
cada uno de ellos, al “vivir la vida”, es decir, al ajustar su existencia a las Enseñanzas
Rosacruces, se convierte en un ejemplo viviente que atrae a quienes están preparados
para buscar la Luz. Los curiosos, los investigadores de fenómenos, los comerciantes
de lo oculto, no le interesan en absoluto. Tan sólo los aspirantes honestos al
conocimiento.
11.- Proporciona a sus miembros los métodos para hacerse acreedores a las
Iniciaciones Menores, que suponen el desarrollo, en un tiempo comparativamente
corto, de las facultades supranormales que toda la Humanidad posee en potencia, y
que ha de desarrollar lentamente, a lo largo de su evolución, bien entendido que las
Iniciaciones no se otorgan a nadie, sino que se merecen mediante el propio
crecimiento espiritual.
12.- Rechaza todo maestro, guía, gurú o iluminado. Persigue, desde el primer
momento, emancipar al discípulo de toda dependencia de los demás, hacerlo seguro
de sí mismo en el más alto grado, de manera que pueda permanecer solo en todas las
circunstancias y luchar en todas las situaciones, en la seguridad de que, únicamente el
que está tan bien equilibrado puede ayudar al débil. Los métodos rosacruces, por otra
parte, construyen el carácter, al mismo tiempo que desarrollan las facultades
espirituales y, de esta manera, resguardan al estudiante de la tentación de prostituir
sus poderes divinos por privilegios mundanos.
13.- Imparte gratuitamente todas sus Enseñanzas. No existen en ella, pues, ni
matrículas, ni cuotas, ni aportaciones, ni obligaciones económicas. Y ello en base a
que los conocimientos que transmite y la evolución que éstos proporcionan, son de
valor incalculable y están muy por encima de las valoraciones humanas: “Gratis lo
recibís, dadlo gratis” (Mateo, 10:7-8 y Corintios 9:19).
14.- Se mantiene exclusivamente con los donativos voluntarios y altruistas de
sus miembros, estudiantes y simpatizantes, que consideran deben contribuir a su
conservación y extensión, y que pueden y desean hacerlo. Pero nadie está obligado a
ello ni a nadie se le pide aportación alguna por ningún concepto. Tampoco perciben
retribución ninguna sus miembros que, siempre voluntariamente, imparten sus
Enseñanzas, y que viven, siempre, por sus propios medios, en el ambiente profesional
o laboral que les sea propio, dedicando su tiempo libre a estos menesteres.
15.- Fue fundada por Max Heindel en 1909 tras su permanencia, en 1908, en la
residencia de los Hermanos Mayores de la Orden Rosacruz, en Europa y, durante la
cual, le impartieron sus conocimientos y le encargaron hacer público lo que hasta
entonces se había conservado en secreto, dado que la Humanidad había alcanzado un
estadio de desarrollo en el que ya se la podía instruir en una fase más elevada de la
religión cristiana. Los Misterios a que se refería Cristo en Mateo 13.11 y Lucas en
8:10, podían darse ya a los muchos y no a los pocos. La Fraternidad Rosacruz sería,
pues, uno de los mensajeros de los Hermanos Mayores de la Orden Rosacruz y de los
depositarios de las Enseñanzas Rosacruces, como encargadas por ellos de preparar al
mundo para la próxima Era de Acuario, y de proporcionarle así la futura religión de la
Humanidad.
16.- Los Hermanos Mayores de la Orden Rosacruz son doce grandes iniciados,
bajo el gobierno de un decimotercero que, al renacer en la Edad Media, tomó el
nombre simbólico de Christian Rosenkreutz (Cristiano Rosacruz) y la fundó el año
1313 en Europa central. En esta hermandad oculta, que aún subsiste, solamente son
admitidos los hombres altamente evolucionados. Estos Hermanos nunca se dan a
conocer a los no iniciados y trabajan altruistamente por el bien de la Humanidad. La
Fraternidad Rosacruz es sólo una de las encargadas de difundir sus Enseñanzas.
17.- La obra capital de la Fraternidad Rosacruz es la titulada “Concepto rosacruz
del Cosmos”, escrita por Max Heindel y recientemente traducida de nuevo al español
y editada en tres volúmenes con en título de “Sabiduría occidental o Ciencia oculta
Cristiana”. En ella se expone el cuerpo principal de la doctrina de las Enseñanzas
Rosacruces.
Existen algunas decenas más de libros, de Max Heindel y de varios de sus
discípulos, que completan y profundizan en el contenido de aquélla obra básica, y
proporcionan una visión amplia y un conocimiento suficiente sobre cuanto el hombre
actual necesita conocer para alcanzar la “sabiduría” - entendida ésta en su verdadera
acepción -, la felicidad, la paz y la rápida evolución, siempre que ésta se persiga con
el único objetivo de ayudar a quienes caminan más rezagados, y rechazando
totalmente cualquier pretensión egoísta de evolución oculta.
Francisco Nácher