sábado, 19 de enero de 2013

La transformación interior en el trabajo espiritual




Cuando queremos introducirnos en un camino espiritual, en muchos casos podemos partir de un punto de vista erróneo al considerar  las diferentes ofertas y maneras  que pretenden fomentar el desarrollo espiritual en nuestra época, por ejemplo casi todos los métodos procedentes de la moda "new age" o nueva era. Ellos dan por supuesto que cualquier consideración por encima de lo puramente material solo puede llevar a lo bueno y verdadero. Si hablamos de lo suprasensible ello va a ser equivalente a: conveniente, bueno, apropiado, necesario, correcto, verdadero y espiritual. Y, por supuesto el mal, en estos sistemas no tiene cabida.
 
Esta concepción solo se puede dar en una sociedad educada en una concepción puramente materialista. Últimamente se habla mucho sobre laicismo. Para los expertos en este tema, el que un estado se declare laico supone que ese mismo estado garantiza la posibilidad de que cada ciudadano elija la religión  o creencia particular que decida profesar. Ese laicismo defiende el derecho de las minorías y evita el abuso de las mayorías que podrían pretender eliminar a los que defiendan credos diferentes. Por otra parte existen las personas que exigen del estado la supresión de cualquier partida presupuestaria destinada a clases de religión sea esta cual sea, dentro de la enseñanza pública. Su razonamiento es simple. El estado se encarga de promover y ofertar una enseñanza basada en conocimientos y las religiones no parten de conocimientos. Son cuestiones de fe. Y ahí nos encontramos con el verdadero núcleo del problema.

El que estas personas tengan estas exigencias no es gratuito. No es más que la expresión de un tipo de pensamiento que se ha ido fraguando en los últimos 5 siglos. El materialismo contemporáneo en el desarrollo del cual han intervenido pensadores como el racionalista Kant.

Todo esto  y para el tema que estamos tratando, se ha decantado hoy en día en unas ideas claras y tajantes. El ser humano posee un pensamiento que puede utilizar a través del método científico para la obtención de conocimiento. En cuanto a la realidad trascendente o espiritual: o bien no existe o en cualquier caso el pensar humano nunca podría llegar a percibirla porque la estructura del hombre no está capacitada para ello. De ahí surge el agnosticismo tan extendido en nuestra época. La realidad y validez de estas afirmaciones se supone que han sido demostradas comprobadas y demostradas a nivel filosófico y científico y en la actualidad se utilizan con carácter de axioma. Al que las cuestiona se le considera un ignorante.

Todo lo expuesto genera dos posturas en el hombre moderno. O bien práctica una religión intentando aceptar desarrollar lo que le han explicado que es fe, o en caso contrario supone que hoy en día no tiene sentido ocuparse de algo que está fuera de su alcance. Sus capacidades tiene que ponerlas al servicio de realidades y no de fantasías basadas en tradiciones medievales totalmente desfasadas. (Creyentes y agnósticos)

No obstante, muchas personas aunque intenten ser "fieles" a esos principios van a ir notando un malestar, una insatisfacción  sin saber en un principio a que obedece. Más tarde o más temprano se darán cuenta de que su vida  carece de sentido y acudirán a cualquiera que les ofrezca reconfortarles y dar calidez a su vida. Pero ahí nos topamos con la consecuencia de esa gran trampa que es el materialismo.

El ser humano ha desarrollado en el último siglo todo tipo de conocimientos en los campos profesionales, sociales, pedagógicos, financieros, técnicos... pero ¿Y los conocimientos espirituales? No tiene ninguno porque, como se ha dicho antes...   ¡¡¡SON IMPOSIBLES!!! Por lo tanto se da una paradoja: necesitamos una actividad relacionada con lo espiritual, pero no tenemos absolutamente ningún criterio ni referente auténticamente serio ni lógico ni convincente porque tanto los sacerdotes como los laicos agnósticos nos han demostrado su imposibilidad.

Esta situación, a su vez, hace posible que gente sin escrúpulos de todo tipo y "pelaje" oferte refritos y pastiches cocinados a toda prisa utilizando la abundancia de escritos esotéricos, más o menos serios aparecidos desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. En otros casos se trata de médiums o contactados que han recibido mensajes de tal o cual dimensión y se han autoimpuesto la misión de transformar y salvar a la humanidad. Uno de los problemas por lo que estas formas de espiritualidad espuria no es rechazada y borrada de la sociedad inmediatamente es que esos mensajes se envían a una forma de pensar entrenada para funcionar en y con los problemas y condiciones del mundo físico/material. Pero ese  mismo pensamiento es incapaz de discriminar lo real de lo irreal, lo conveniente de lo imprudente o lo peligroso de lo necesario, siempre que se le saque de su ámbito cotidiano. Ante cualquier afirmación de un mundo espiritual o superior que desconoce se halla desvalido, frágil  e indefenso. Esa misma situación promueve la dependencia de unas personas: sus maestros, al tiempo que el individuo prescinde de su criterio, discriminación e iniciativa personal. Justamente la dejación de todo lo que caracteriza a un ser humano como tal.

Este suele ser el punto de partida en muchos casos de un supuesto desarrollo espiritual. O sea una situación adecuada para cualquier cosa menos eso. Un desarrollo espiritual.
De todo lo anterior se puede deducir cual puede ser el mayor y principal problema del ser humano ante este desafío personal. La utilización del propio pensar.

En base a lo expuesto nos podemos hacer una idea de cuál es la verdadera situación de las personas que manifiestan su intención de introducirse en un camino espiritual- ¿Que se podría hacer para evitar incurrir en los errores antes mencionados? Lo primero que deberíamos hacer es plantearnos seriamente cual es la verdadera naturaleza del ser humano. Una descripción muy breve y concreta puede ser que el hombre es un CENTRO de CONSCIENCIA MORAL en EVOLUCIÓN. En estas cuatro palabras se encierran casi todas las claves para entender verdaderamente la esencia del hombre y hasta el sentido de la humanidad en su conjunto. Examinemos cada concepto.

CENTRO: Cada individuo, en su relación con el mundo, se siente y vivencia a si mismo un centro  rodeado de una periferia. Los estímulos del mundo, sensaciones, percepciones y hasta los sentimientos que se forman en su interior, en su centro, siempre lo hacen como consecuencia de estímulos del exterior, de la periferia. Así sentimos, yo estoy aquí en mi centro interno  soy el sujeto y el mundo es lo exterior a mí lo que me rodea la periferia, el objeto. El mundo exterior se me manifiesta de manera múltiple, diversa, agradable o desagradable, apasionante o aburrido, peligroso o necesario, bello o repugnante, solo cuando penetra en mí mismo, en mi centro. Solo cuando el mundo penetra hasta mi centro yo soy consciente de la realidad. Yo soy  el sujeto. Todo lo que no soy yo es el objeto.

CONSCIENCIA   Podemos describirla como el sentido de la realidad que se manifiesta en nuestra alma. Aquí tocamos un tema muy complejo. Quizás el más complejo de todos. La consciencia es un patrimonio espiritual en todos y cada uno de los seres humanos. Realmente lo es de todos los seres creadores y también de todas sus criaturas;  pero de momento nos vamos a ceñir al ser humano exclusivamente. Todos tenemos consciencia, la cuestión es ¿De que tipo, cual es el contenido de la consciencia, como se va alimentando? Podemos afirmar que el contenido de nuestra consciencia es el conjunto de las representaciones que nos hemos ido formando a lo largo de toda nuestra vida, pero... ¿Cómo se generan esas representaciones?  Podemos decir que, en general  se van formando cuando a las percepciones sensoriales que nos llegan desde fuera les añadimos desde dentro un concepto. El proceso sería perfecto si dejáramos que las percepciones se mantuvieran como flotando ante nosotros, durante un tiempo, sin unirles ese concepto para que fueran ellas, las percepciones y no nosotros las que se nombrasen a si mismas. En el presente esto solo puede ser un ideal de futuro, por lo menos en la mayoría de las personas. En la práctica el proceso de representación es rapidísimo, unos pocos segundos en muchas ocasiones y en algunas y sobre todo a partir de la madurez se pueden formar en una fracción de segundo. ¿Por qué ocurre esto y de que dependen las representaciones? Dependen de la capacidad de observación correcta y tranquila (percepciones) y sobre todo de la manera y utilización del pensar y los conceptos de que se dispone.

Y una vez más nos preguntamos ¿Y esto de que depende? Sin duda y en un alto grado: de nuestra educación; pero entendiendo por educación el conjunto de todos los estímulos tanto positivos como negativos, todas las enseñanzas correctas e incorrectas que nos han llegado a través de nuestros padres, nuestros hermanos, familiares, vecinos, amigos compañeros de colegio, profesores, jefes, colegas y en fin el conjunto de las personas y las situaciones que han ido modelando en mí una manera de pensar un criterio sobre el mundo y sobre cada una de las cosas y seres con los que yo me he relacionado. En suma el conjunto de los estímulos que el mundo exterior ha ejercido sobre nosotros modelándonos fundamentalmente en los primeros 3 o 4 septenios de nuestra vida: La educación exterior. A partir de un cierto  momento en nuestra vida nos podemos plantear el comienzo de una autoeducación.  Esto conlleva la revisión, a través de un proceso interno, de todos los criterios e ideas que los demás han ido sembrando en nosotros y que hemos ido aceptando automáticamente. Este proceso naturalmente llevado a cabo en una etapa de mayor madurez nos conducirá a negar, cambiar, modificar y sustituir mucho de lo que aprendimos anteriormente. Este es un proceso que puede ser duro y doloroso, pero muy fecundo. Más, en la práctica suele ocurrir que lo aprendido hasta los 20 o 22 años  en el mejor de los casos hasta  los  30 años va a ser la base inmutable para el comportamiento de la persona. Formas de pensar muy pobres con ideas muy escasas y en muchos casos  erróneas, con conceptos toscos, sin matices, sin capacidad de penetración  en la esencia de las cosas y operando exclusivamente acerca de los intereses personales, a lo sumo familiares y en ocasiones de forma egoísta y mezquina, van a ser los encargados de interpretar el mundo, la vida, las relaciones humanas hasta el fin de sus días. En estas condiciones nos podemos preguntar ¿Qué relación puede haber entre ese contenido de la consciencia y la realidad y con la verdad?

MORAL  Para entender el sentido de este concepto en este análisis que estamos intentando llevar a cabo es necesario que dejemos a un lado el significado convencional de la palabra  "moral". En principio vamos a desarrollar brevemente una idea sobre la realidad del mundo desde la perspectiva esotérica de la realidad. Situémonos como seres humanos en el cosmos. Podemos afirmar que el ser humano vive en el cosmos, pertenece al cosmos y depende del cosmos. Entender esto no es demasiado difícil. Sigamos adelante, pero si depende del cosmos ¿De qué depende, de fuerzas? Y esas fuerzas ¿Son ciegas y aleatorias o hay en ellas sabiduría? Si puedo percibir sabiduría y ya creo que lo puedo percibir en todas y cada una de las leyes que vamos conociendo durante el estudio de nuestro universo, entonces me planteo ¿Desde dónde se puede manifestar la sabiduría? Desde una consciencia. Y ¿En dónde vive o existe una consciencia? En un ser. De momento no vamos a entrar a considerar de qué tipo de seres estamos hablando y cuales son los niveles o planos en los que se desarrolla su existencia, pero si podemos afirmar que, si esto es así, no estamos solos en el cosmos o en el universo. Vemos, por tanto, que los seres humanos  coexistimos: en nuestro mundo con los seres de otros reinos, animales, vegetales, minerales y el conjunto de todo lo que conocemos como ecosistema. Y mucho más ampliamente coexistimos con todos los seres que existen en el cosmos,  en todos los planos de la realidad que podamos imaginar.

Bien, a todo esto, ahora le añadimos un concepto muy importante: la interdependencia. Esto nos puede parecer muy lejano, abstracto. Pues bien, en el campo de la Física y de las matemáticas se viene considerando desde hace tiempo la famosa "teoría del caos"  y uno de sus ejemplos  "el efecto mariposa" que más o menos postula que el batir de las alas de una mariposa en China puede producir a través de una concatenación de sucesos, por de pronto impredecibles, una tremenda tormenta en Nueva York. Esto respecto a lo que concierne al mundo físico, de materia. Lo que nos viene a decir es que hechos aparentemente insignificantes pueden generar efectos colosales que no se pueden prever, porque las modificaciones que produce el hecho causal , en su entorno, pasan desapercibidas pero aun así, existen y producen efectos reales. De esto se infiere que cualquier modificación, por pequeña que sea, de una minúscula parte de un todo  afectará al todo  en su conjunto. Y por supuesto la modificación del todo afectará a todas y cada una de las partes. Pues bien si esta ley la extrapolamos al hombre y al cosmos podremos ver que las consecuencias de los actos del ser humano tienen unas consecuencias generalmente impensables. Para empezar debemos ampliar el concepto de cosmos a algo más concreto: El mundo normalmente conocido, constituido por los cuatro elementos clásicos: Tierra, agua, aire, fuego. O sea: sólido, liquido gaseoso y plasmático, además: Cuatro niveles y estados en el mundo etérico o vital , siete niveles de manifestación en el mundo anímico, cuatro niveles de manifestación  en el mundo espiritual inferior (Devachan Rupa) y  otros tres niveles de manifestación en el mundo espiritual superior (Devachan Arupa). Esto representa un total de 22 niveles de manifestación de la realidad conocida.  Es imprescindible considerar lo que se acaba de decir reflexionando tranquila y profundamente en ello. Solo después podemos comenzar a considerar que cualquier actividad o ausencia de actividad que llevamos a cabo no solo en los actos de voluntad, hacer algo en el mundo, actos manifiestos, sino cualquier sentimiento, cualquier pensamiento, cualquier palabra, cualquier silencio,  cualquier gesto, van a tener unas consecuencias concretas en todos los ámbitos de la realidad  y eso absolutamente ningún ser lo va a poder evitar. Eso quiere decir que todos los seres humanos  somos seres morales lo queramos o no pues estamos alineándonos permanentemente con el bien o con el mal dependiendo de las consecuencias que producen en los diferentes ámbitos de la realidad los efectos de nuestros actos, para el enriquecimiento armónico  y el mantenimiento del orden y equilibrio, o por el contrario de la destrucción, desorden y caos de la realidad.

EVOLUCION  En principio nos podemos preguntar ¿Qué es lo que realmente puede evolucionar en un ser humano? Las ciencias naturales nos enseñan basadas en las teorías de Darwin  y desarrolladas en su obra principal "El Origen de las Especies" que el hombre va desarrollándose desde la fase animal, a través de una serie de mutaciones y transformaciones destinadas a la adaptación al medio, modificándose su anatomía, morfología y fisiología, alcanzando de ese modo, finalmente, la condición humana. Sin entrar a valorar ahora la autenticidad de esas afirmaciones, podemos , una vez mas, preguntarnos ¿A que van dirigidas todas y cada una de esas transformaciones físicas que son las únicas que la ciencia puede considerar?. Todas ellas van dirigidas a un fin: que el cerebro pueda dirigir todos los procesos fisiológicos, a nivel inconsciente y aún esto tiene por objeto el dejar, digamos, un espacio libre para que en el hombre se vayan desarrollando los procesos intelectivos. Estos procesos intelectivos  van a ir permitiendo al ser humano conocer su entorno, defenderse mejor de los peligros que lo amenacen y aprovechar este mismo entorno para mejorarlo, transformándolo finalmente a su conveniencia a través de los procesos que  en su conjunto conocemos como civilización. Pero detrás de esta explicación totalmente materialista ¿que subyace en el fondo? La evolución de la Consciencia humana.

Como hemos visto antes este es el aspecto más rico e importante del ser humano. Todo lo que hacemos es en base al contenido de nuestra consciencia. Las tres actividades principales del hombre: la pensante, sentiente y volitiva, abarcan toda la vida humana y todas ellas viven, tejen e impulsan en el hombre en y desde su consciencia. Por eso a los responsables de las instituciones representativas de las diversas formas de poder les ha interesado, desde siempre muchísimo, que tipo de contenido vivía en la consciencia de los hombres, porque en función de ese contenido el hombre va a obrar de una manera u otra. Al describir el concepto de consciencia hemos podido plantearnos  en que situación tan problemática se encuentra, en la actualidad. Pero antes de continuar examinando esta situación vamos a intentar describir la transformación sufrida por la misma  desde los tiempos mas remotos. Para marcar un punto de referencia en principio tenemos que señalar al primer  libro contenido en la Biblia: el génesis. Allí podemos leer el capítulo que seguramente conoceremos como la expulsión del paraíso. Este episodio de sobras conocido explica como Adán, y Eva son castigados por Jehová al haber sucumbido a la tentación de la serpiente que les lleva a comer la fruta del árbol prohibido, expulsándoles del ámbito de convivencia común entre Dios y su creación. ¿Qué significa esto en realidad? La materialización del ser humano o dicho con una terminología orientalista: su encarnación. Significa que la Divinidad representada por Jehová en esa situación y en ese momento determina la separación del hombre de lo que podríamos considerar como su inmediata presencia. Por lo tanto podemos comprender que antes y hasta ese momento el hombre ha convivido con la divinidad, ha vivido siempre con Dios. ¿Y su consciencia, como era, en qué consistía? En el conjunto de los impulsos divinos recibidos. El hombre, espiritualmente infantil, no poseía intelecto no tenía conciencia, no podía discriminar, ni decidir, no tenía prioridades, ni distinguía categorías, no tenía capacidad de elección.

Solamente obraba en la dirección que le señalaba el impulso divino. En un ámbito suprasensible, espiritual, el hombre se desarrollaba todavía en estado embrionario con una voluntad que respondía directamente a los pensamientos espirituales recibidos de los seres divinos  Y su consciencia existía también en estado embrionario.

La encarnación del ser humano supone un enorme caos y una  transformación completa  de todas sus estructuras sobre todo de su cuerpo físico, pero también de todas las partes suprasensibles del ser humano que quedan distorsionadas por la potentísima información que ahora le llega del mundo físico de forma tan intensa que le produce un inmenso  e insoportable dolor. Todas las percepciones hasta ahora suprasensibles se tienen que transformar en percepciones sensoriales físicas. Vista, oído, olfato, gusto.. ya existían , pero no adaptadas al mundo de materia. Esta situación, afortunadamente para el género humano, se regula y modifica por medio de seres espirituales que consiguen finalmente adecuar  la vida del hombre a la Tierra. No obstante la consciencia del hombre queda totalmente transformada. Desde entonces la consciencia del hombre se separa en dos partes; por una se recibe la información que envían los órganos de los sentidos y por la otra se recibe el pensamiento que en esa época todavía se vivenciaba como infundido desde los mundos espirituales. Es decir información sensorial por una vía y por otra la significación esencial de ese contenido. En ese sentido el hombre continúa siendo clarividente. Esa situación se va a prolongar durante mucho tiempo con pocas variaciones. Durante ese tiempo la vivencia del hombre está constituida por una percepción física que es más una ensoñación que una verdadera contemplación perceptiva y es complementada por una experiencia onírica que, a diferencia de nuestros sueños actuales contiene un sentido correcto y real de la esencia de los seres y objetos que le rodean.

Esta manera de incidir la realidad sobre la consciencia humana le otorga, temporalmente una especie de moralidad instintiva primaria e infantil pero útil para el hombre y protectora para el cosmos que se ve en peligro  cuando el ser humano es desgajado  parcialmente de su patria espiritual, como consecuencia de lo anteriormente explicado en relación a la las consecuencias de los actos humanos en el universo en base a la ley de interdependencia en el cosmos. Paralelamente, todas las estructuras físicas y espirituales del hombre van sufriendo modificaciones, pero va a ser en el alma,  centro de la consciencia humana, sobre todo, en la que se van a desarrollar procesos modificativos más elaborados. Aproximadamente 3.000 años antes de Cristo comienza el proceso de transformación más importante que se va a producir en el interior del hombre en esta etapa Terrestre. Se van a producir tres transformaciones en el interior anímico del hombre. La primera, en la época antes citada va a consistir en el desarrollo, casi vegetativo, de una nueva forma de relacionarse con el mundo y la realidad a través de un alma de sensibilidad, la primera y auténtica alma humana. Este alma le va a permitir al hombre contemplar la vida sensorialmente, como hasta ese momento, pero añadiéndole un sentido estético que le va a permitir, no tanto comprender la realidad como sentirla y en ese sentimiento vivirá y distinguirá el bien del mal, lo adecuado y lo inadecuado, el orden del caos y en conjunto la armonía y desarmonía en los actos propios y los ajenos. Fundamentalmente este alma  vive en la relación con la Belleza y su correspondencia con la armonía existente entre el hombre y el cosmos, o su ausencia en caso contrario.

Más adelante, aproximadamente en el siglo octavo antes de Cristo, se produce la siguiente transformación; al alma sensible antes citada  se añade un segundo tipo de alma el alma racional y de sentimiento. En esta época comienzan las primeras formas de Filosofía. Esto significa que el hombre se plantea, por primera vez, su relación con el mundo a través del conocimiento. Comienzo a contemplar la naturaleza como algo extraño, objetivo, desconocido a lo que hay que acercarse para conocerlo y ¿A que puede recurrir el hombre para aprender a conocer desde su interior al mundo externo? La respuesta, naturalmente, es al PENSAR y desde entonces hasta el día de hoy, la filosofía no ha hecho más que examinar las distintas maneras de utilización de ese pensamiento. La característica esencial más pura del alma racional es la búsqueda de la verdad. Al hombre le interesa aprender el cómo y el porqué de las cosas., pero, a diferencia de lo que ocurrirá más tarde, de momento no le interesan las comprobaciones empíricas de sus razonamientos tanto como el vivir en su propia alma las consecuencias de esos razonamientos y pensamientos que todavía experimenta, no lo olvidemos como inspiraciones de los mundos celestiales. (Por ejemplo.. Platón y los Arquetipos espirituales). El pensar va a ir ligado a un sentimiento de placer o displacer en función de lo correcto  o incorrecto del proceso pensante. Este tipo de funcionamiento va a mantener, todavía,  el acto pensante en un entorno moral, espiritual e interno . Finalmente y mas de veinte siglos después, aproximadamente a comienzos del siglo XV, comienza el último proceso de transformación del alma humana hasta la fecha.

A las dos características anímicas descritas se le añade una nueva estructura anímica el alma de consciencia. Aquí se produce un giro radical en la consciencia humana. Gestándose los cambios necesarios desde el siglo XII, va a manifestarse externamente a partir del siglo XV una nueva manera de utilizar el  conocimiento a través de algunos individuos. En ellos el pensamiento comienza a manifestarse como algo individual, no como una inspiración venida del cielo o de los Dioses, sino como algo personal, privado. El pensar, así sienten esos individuos, es producido en y por la propia persona, no tiene nada de trascendente ni espiritual, es algo fisiológico. Esta vivencia va a tener consecuencias de enormes proporciones. Hasta ese momento el hombre había podido sentir (no siempre ni en todas las ocasiones, pero sí en los momentos importantes de la vida) que las ideas que se manifestaban en él eran el resultado de inspiraciones que, viniendo de mundos arquetípicos, le ayudaban en sus quehaceres, en las tomas de decisiones y en fin , a lo largo de toda su vida.

El hombre, en general no se cuestionaba la existencia de Dios, ni de la trascendencia de sus actos. Eso lo vivenciaba en su interior y no necesitaba ni pedía demostraciones externas. Lo que pedía es "que Dios le iluminase". Ese proceso comienza a desmoronarse a partir de la época que conocemos como renacimiento. Por otro lado, en cuanto al pensar, el hombre se siente libre  de ataduras religiosas. Ya no se ve obligado a creer en nada que no comprenda. Los dogmas religiosos y las doctrinas podrán imponérselas por la fuerza pero ya no las aceptará dócilmente. Su pensar no está condicionado por ninguna fe, por ninguna religión. Por fin el hombre vivencia que ¡su pensamiento es libre! Y es en ese momento cuando comienza el desarrollo de la ciencia natural en occidente. En otras latitudes este proceso llegará mas tarde por que el peso de las tradiciones y las costumbres todavía va a determinar el comportamiento de esos pueblos. Naturalmente las instituciones responsables del mantenimiento de las costumbres y tradiciones se van a oponer con toda la fuerza de que dispongan a esa nueva manera de utilización del  "nuevo pensar".

Recordemos los enfrentamientos entre las iglesias, principalmente la católica y los primeros representantes de la investigación científica Giordano Bruno, Galileo, Miguel Servet, etc. A poco que el estamento religioso sospechase o temiese que el discurso racional del científico se alejaba lo más mínimo de las doctrinas impuestas a lo largo de los siglos, o que alguno de los postulados científicos  contradecía o no tenía en cuenta alguno de los múltiples dogmas a respetar, el investigador era inmediatamente juzgado y condenado con diversas penas que todos recordaremos seguramente. Esta oposición va a durar varios siglos saldándose finalmente las disputas con la separación entre ciencia y religión. Esos dos estamentos serán independientes. Por fín la ciencia deja de estar bajo la mirada del inquisidor. Lo mismo va a ocurrir con la filosofía o la política. Todos los procesos que dependen del pensar se independizan. El pensar del hombre no va a estar sometido a ninguna moral externa, solamente a la del propio pensador. Nace el pensamiento libre y los librepensadores.

Naturalmente el proceso descrito lo llevan a cabo un reducido grupo de individuos. No olvidemos que todavía en el  siglo XV los representantes de la Iglesia no solamente se ocupaban de la relación con sus feligreses a través de los distintos sacramentos, sino también del desarrollo administración, clasificación y difusión o prohibición, de todo el conocimiento acumulado hasta ese momento y más concretamente de todas las actividades culturales que se desarrollaban en la sociedad para que se adecuasen a los diferentes dogmas y doctrinas impuestos por la iglesia a toda la población. En resumen todo el conocimiento era acaparado por la iglesia y ningún individuo podía llevar a cabo un trabajo de investigación científica al margen del criterio clerical. Precisamente los primeros trabajos científicos más importantes acerca del mecanicismo fueron llevados a cabo por sacerdotes, porque eran los que disponían  de la información más completa sobre los trabajos que sus antecesores habían desarrollado.

Esta situación condicionaba a que el proceso de pensamiento antes descrito concernía a muy pocas personas por aquel entonces. No obstante paso a paso, a partir del siglo XV en Italia y mas adelante durante los siglos XVII y XVIII en Francia e Inglaterra y un poco después desde Alemania y hasta el siglo XIX se van sentando lenta pero imparablemente las bases inamovibles del materialismo, que en la segunda mitad del siglo XIX y naturalmente desde Europa  van a ser impuestas mediante la expansión de un Racionalismo empírico materialista.  Naturalmente esta labor la llevarán a cabo especialistas en cada una de las materias  que se van a ir reforzando en esos siglos: Ciencias Matemáticas, Filosofías Positivistas, Ciencias Económicas, Ciencias Sociológicas, Antropología, Arqueología, Ciencias Históricas, "Psicología Científica".

Todo conocimiento debía de tener un marchamo de científico para ser considerado "auténtico”. Tal es así, que en el siglo XIX la iglesia renuncia a la permanente confrontación que hasta ese momento había tenido con los estamentos científicos. Oficialmente la Fe es separada del Conocimiento. Esto es universalmente aceptado, lo que quiere decir que las personas ilustradas que en aquel entonces tenían opiniones basadas en el intelecto acogen con entusiasmo esa libertad.

Al margen de estos acontecimientos del siglo XIX la inmensa mayoría de los seres humanos siguen viviendo y alimentando sus almas con el contenido de sus tradiciones, costumbres locales, religiones de sus pueblos ya sean de oriente o de occidente. Al igual que sus padres y sus abuelos  viven con formas, criterios y doctrinas y hasta el  folklore local establecido, normalmente hace muchos siglos. Esta situación se mantiene hasta el siglo XX y entonces ¿Qué ocurre?

Nos encontramos con todos los elementos necesarios  para que se extienda de manera acelerada la mayor y mas rápida transformación de todos los tiempos  sucedida en la humanidad. No debemos olvidar que todavía a principios del siglo XX  la mayor parte de los seres humanos vivían en un completo analfabetismo.

Durante la primera parte del siglo  se expande el proceso de  alfabetización  y enseñanza primaria, estando hasta ese momento unido a las prácticas religiosas que imperan en cada lugar de Europa, América, etc., en que se van desarrollando. A la par que ese proceso se va extendiendo con una rapidez vertiginosa, llegando hasta las capas sociales mas bajas que nunca antes habían participado en esos procesos educativos, se va arraigando  de manera universal el amplísimo respeto al pensamiento científico, a tal punto que va a sustituir en determinados ámbitos sociales con buen nivel intelectual al respeto por la religión. Antes se decía: "Doctores tiene la Iglesia"; lo que daba a entender que si los expertos en materias trascendentes afirmaban tal o cual cosa que uno no podía comprender, eso no era razón para no creer en sus afirmaciones porque al fin y al cabo, aquello era una cuestión de Fe y uno no era quién para discutirlo.  Ahora la situación cambia en el qué pero no en el cómo. Si los científicos afirman algo y aunque yo no lo entienda tengo que creerlo pues confío en la investigación científica y en quienes la desarrollan: "Doctores tiene la Ciencia".

El materialismo a partir del siglo XX no se justifica, se da por hecho y aceptado universalmente, sin ninguna discusión respecto al conocimiento.  Antes el hombre tenía que creer en lo que no veía, ni comprendía porque se lo decían e imponían los sacerdotes. Ahora las cosas han cambiado, son diferentes. El hombre tiene que creer en lo que no ve, ni comprende porque se lo dicen e imponen los científicos. A lo largo de la segunda mitad del siglo pasado la transformación del proceso educativo al tiempo que se expande por los cinco continentes a una velocidad increíble va produciendo de "forma natural" la disminución de la actividad religiosa de forma muy acentuada lo cual se incrementa en todas las latitudes a ritmo acelerado hasta nuestros días.

Todos los procesos descritos generan una situación muy particular en el alma humana. Es el resultado de un proceso evolutivo muy complejo que llega a modelar el alma  del ser humano del presente. ¿En qué situación nos encontramos en este momento? Lo que se modifica completamente es nuestra consciencia. En la actualidad no se trata del comportamiento de unas pocas personas, como en el siglo XV, sino de toda la humanidad. Podríamos decir que cualquier persona que sepa leer y escribir participa de este proceso, pero eso hoy ya no es necesario. Solo se necesita una capacidad: ver televisión.

Desde los primeros procesos de encarnación hasta hoy se han desarrollado  dos procesos paralelos, simultáneos y opuestos  que caracterizan la evolución humana. Por un lado el incremento en la nitidez de los sentidos fisiológicos: Vista, oído, olfato, etc. ; se ha ido desarrollando hasta nuestra época  acompañados de un lento incremento de nuestra capacidad de pensar. Al mismo tiempo la resonancia del mundo espiritual en esa vida perceptiva se ha ido apagando, también lenta pero imparablemente. Al principio la visión, la audición, hasta el gusto en el hombre iban acompañados de una especie de inspiración instintiva  que le enseñaba  a orientarse en los entornos que se desenvolviese fueran materiales o inmateriales, de forma muy parecida a la que utiliza un bebé de pocos días para reconocer a su madre. Ese instinto clarividente  poco a poco va apagándose, lo que se va a conocer como el ocaso de los dioses. En otra etapa comienza la utilización del pensamiento filosófico pero todavía unido a una leve resonancia espiritual  que se manifiesta en el alma del pensador. Más adelante los últimos rescoldos de la clarividencia  instintiva se convierten en atávicos, fuera de tiempo. Se crean las bases epistemológicas del materialismo: racionalismo empírico, positivismo, materialismo dialéctico, etc. se inserta en los procesos educativos. Se expande por todo el mundo. En el siglo XXI la clarividencia y sus ecos se han apagado. La información que nos llegaba del mundo espiritual calla, solo hay silencio. Se valora  más que nunca la contemplación y observación dentro del ámbito sensorial, la materia, la utilización del pensar dentro de un ámbito de su competencia, la materia. El poder de las religiones se apaga, pues ya no se puede aceptar creer en aquello que no puede conocerse, ya que lo que puede conocerse es: la materia. El contenido del alma, el conjunto de las representaciones  humanas están formadas o condicionadas  por los procesos educativos, que no lo olvidemos   se acaban de inaugurar a lo largo del siglo XX, y que como, cuerpo de conocimiento académico en su conjunto  han sido elaborados en base a la observación de la materia.

Esta situación, aunque no lo parezca tiene su parte positiva. Mientras el hombre estaba siendo "ayudado" en sus percepciones por los mundos superiores era dependiente y su forma de actuar relativamente pasiva ante una presión , la espiritual, que no podía negar, ni cuestionar y le obligaba de alguna manera a relacionarla permanentemente con sus propios actos. Una forma de moralidad impuesta  en épocas antiguas por el propio mundo espiritual y más adelante impuesta por las personas que se atribuyen la representación de esos mundos. Tenía que llegar una época en la que el hombre pudiera desembarazarse de todas las presiones, tanto las internas, psicológicas anímicas, como las externas eclesiásticas culturales. Esta es la situación en la actualidad, pues lo más importante es que en esta época existe en el hombre la necesidad de acoger fuerzas morales autónomas  y esa necesidad humana no puede ser cubierta con formas culturales o religiosas  que provengan del pasado. Personas o instituciones  que oferten métodos antiguos, obsoletos, evidentemente no van a ser útiles. La cuestión es que el hombre en este momento tiene unas capacidades que no utiliza pero debe de aprender, primero a conocerlas y más adelante, aceptarlas y movilizarlas. Para que esto se produzca, en primer lugar debe sentir como todas las formas  culturales y religiosas que ha  conocido le resultan insuficientes, ya no le convencen, no le "nutren" y a partir de ese momento comenzar una búsqueda, por iniciativa propia, del  auténtico sentido de la vida, entendiendo que en este momento no se puede delegar la fé en personas o en comunidades sin que exista primero una comprensión personal basada en un conocimiento lo más perfecto posible y con una actitud de identificación con la realidad a través de la búsqueda de la verdad.

En resumen encontrar la sintonía con la realidad, cambiando la fe en lo desconocido, por la fé en la verdad comprendida a través del conocimiento. Lo primero es comprender que esto se puede hacer, lo segundo, comprender que si no lo hago la insatisfacción siempre andará rondándome.

Naturalmente, en un primer momento,  este proceso va a resultar doloroso, porque a nadie le resulta agradable desprenderse de lo que ya posee. En cualquier caso para que este proceso se desarrollase bien era necesario que la persona no sintiese ninguna presión, como se ha dicho, ni de tipo espiritual, ni de tipo cultural. En cuanto al espíritu podemos comprobar su silencio, pero no ocurre lo mismo a nivel cultural. Todo el proceso anteriormente descrito confluye, en la actualidad, en un silencio por parte del mundo espiritual y en la tierra un constante martilleo con la apología del materialismo, el cientifismo, el relativismo, el nihilismo y aún en esta época "postmoderna" la moralidad se considera una especie de atavismo trasnochado y de mal gusto que el pensador "avanzado" ha tenido la suerte de superar, porque... al fin y al cabo todo es relativo ¿o no? ¿Acaso existen absolutos?. En el alma del hombre moderno cada vez hay menos condicionamientos religiosos o espirituales, pero sin embargo hay cantidades desmesuradas de contenidos anímicos  materialistas, anti-espirituales, los cuales van a suponer el estorbo más potente en un camino espiritual. Y esto exactamente es lo que se encuentra, sin saberlo, la persona que, ingenuamente, manifiesta su intención de introducirse en un camino espiritual. Comenzar un trabajo espiritual en este tiempo exige  que el individuo examine detenida y profundamente no solo el contenido de su alma, su consciencia. Es necesario estudiar si el contenido más abundante de las representaciones que viven en nuestra alma son de carácter materialista y asimismo examinar como utilizamos el pensamiento. Normalmente lo que tenemos y como lo empleamos suele ser el resultado de lo que nos han enseñado en etapas infantiles y si más adelante en nuestra vida eso no lo hemos revisado puede ocurrir que lo sigamos utilizando igual que entonces sin plantearnos que pueda ser ningún problema. Ya en la vida corriente va a ser un estorbo, pero considerando que el trabajo espiritual  en esta época tiene que operar sobre la consciencia, que es el elemento a transformar por excelencia y que habrá que realizarlo a través del conocimiento, los impedimentos que van a suponer a nuestro entendimiento todos los conceptos que vayan en contra del espíritu, en contra de la realidad completa, arraigados y esclerotizados en nuestra alma, son incalculables.

Por eso una de las cosas mas urgentes que hay que llevar a cabo hoy día es la limpieza de toda la contaminación  cultural y religiosa que hallamos podido recibir y los sedimentos que reconozcamos. Esos que nos obligan a rechazar lo nuevo. Esos que nos provocan miedo ante un cambio, ante lo distinto. Esos que nos tienen sometidos ante cualquier institución, ante cualquier representante del poder establecido, la autoridad externa. También esos que nos inducen a buscar todas nuestras satisfacciones exclusivamente en el mundo físico, ninguneando desde nuestro inconsciente la auténtica riqueza, poder y satisfacción que se experimenta en el encuentro con el mundo del espíritu.

Fuente: Miguel A. Quiñones Vesperinas

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