EL CAMINO DE LA ALQUIMIA
APIANO LEON DE VALIENTE
(Este escrito será agregado como introducción a otra obra
de mayor fuste y aliento del mismo autor, titulada "Curso de Alquimia de
Alto Grado").
La alquimia
contiene una velada y profunda verdad que libera a los individuos, no obstante
no es aplicable al género humano, en la medida que su contenido ha sido
expresado mediante enigmas inextricables, cuyo significado no es asequible a
todos.
Hay que desenterrar
a la alquimia, que está aplastada por el peso de una simbología sabia, pero
obscurecida de propósito.
Lo que usualmente
se ha entregado a este respecto, consiste en un fárrago de embrolladas
fórmulas, incomprensibles para el entendimiento de la mayoría de los
interesados. ¿Cuántos libros clásicos de alquimia duermen impolutos en las
bibliotecas?
El estudioso
entregado sólo a sus menguados recursos intelectuales es incapaz de desentrañar
este Arte y, aún menos, aprovecharse con bien de ella y trasmitirla a terceros.
La alquimia, ni se
aprende, ni se enseña valiéndose de imaginarios e improvisados artificios.
Hasta ahora ha sido trasmitida de boca a oído, de Maestro a Discípulo. De esto
se deduce que no es posible improvisar un texto de alquimia, ni tampoco
"armarlo" uniendo segmentos homogéneos o heterogéneos de otras
disciplinas.
La alquimia es el
resultado de dos acciones que convergen en un mismo punto, y que se originan en
dos niveles distintos. Por una parte, es la manifestación de la Voluntad del Todo
Poderoso, que se expresa en la pausada e ineluctable consecución de la Creación y, por otro
lado, el actuar del hombre y de la mujer, urgidos por la necesidad de retornar,
con creciente conciencia, a su hogar primigenio.
Consideremos, por
ahora, algunos de los efectos que se producen con la práctica del Arte Real,
Gran obra o Alquimia:
Con ella el ser
humano puede hacerse inmensamente poderoso, por cuanto su ascensión a niveles
de esclarecida comprensión, le impregna de la energía y fuerza suficientes,
para hacer gravitar hacia él lo que desee, si bien, por su progresiva expansión
espiritual, mental y emocional, su juicio es diverso al del ser común. El
neófito comprende el papel útil de los metales vulgares u oro monetario, papel
moneda blando, u oro físico, siempre que sea utilizado para el bien de su
poseedor como el de la humanidad.
El discípulo no
incurrirá en la ambición de atesorar, incontroladamente, lo espurio de los
oropeles humanos, pues mientras viva con ese espejismo, no podrá ingresar al
sendero alquímico, ni gozar de sus frutos.
La vanidad de los
sentidos inferiores es el lazo que entrampa el debido curso de la Vida.
Se ha de encontrar
el camino que conduce a la
Sabiduría.
Tu recompensa
consistirá en la capacidad de unir, en cada una de tus acciones, la impronta de
tu Naturaleza Interior, y la radiancia de la Grandeza que deviene
desde el Origen.
Reconocerás que
todas las formas vivientes son la expresión de un Fuego único, que se proyecta
y manifiesta en la inmadura pluralidad.
Esta práctica
sagrada, la del Arte Real, te llevará a profundizar en ti mismo y allí, en lo
interno, brotará la Luz
de tu Centro interior Receptor, y se dará nacimiento a un Ser de Luz (Cuerpo de
Luz), transparente, que apreciará con sabiduría el estado conquistado, y
desarrollará la comprensión y el amor para traspasar y superar con claridad las
tramas ilusorias de la Vida.
Ya no serás un
caminante de dudoso paso, que se paraliza ante cada piedra que se interpone en
su camino. Estarás preparado(a) para reconocer el camino de Luz cuando aparezca
frente a ti, y esta vez esa senda no se borrará, y te permitirá sentir y ver lo
que ahora no es posible que percibas por tus aparentes limitaciones alquímicas.
Desde el instante
en que, por la Gracia
del Grande Hacedor, te transformes en un estudioso(a) del Arte alquímico, te
conviertes en un ser sencillo, que no anhela, ni los honores, ni la gloria.
Eres un laborioso obrero que se embebe en la Sabiduría superior, de
modo que tu vida se manifiesta refractaria a los temores y ambiciones
desmedidas del hombre o mujer medios.
Será profundo tu
cambio, pues han de aflorar espontáneamente en ti valores como el de la
inclinación natural hacia el bien. Sobrepasarás el nivel de comprensión propio
de la mente común, y tus cambios se gestarán y sucederán desde tu interior.
Advertirás que se
configura en ti un poderoso e intangible proceder, que dispondrá y ordenará a
tu pensamiento, para que trasmutes todas tus cargas indebidas. Tu mente se
agilizara, organizará y se asentará, sin tensiones, en un nuevo ritmo, que le
dará profunda claridad en el hacer de cada cosa.
La Magia del Arte alquímico borra, elimina los circuitos torcidos que,
astutamente, engañan a nuestra materia. Todo eso es barrido en forma lenta.
Al comprender,
paulatinamente, que la
Humanidad conforma un solo todo, sustentado por la Divinidad, te impregnará
un sentimiento de respeto por ti mismo y más amor por todos los seres que,
debido a las falencias que les restringen y coartan, no pueden evidenciar, ni
exteriorizar su Dios Interno. Es por ello que todo adepto debe experimentar
compasión y afecto por toda manifestación de Vida.
Aprenderás a
extraer de tu cenagoso estado, tu oro escondido y, hasta ahora, inactivo.
Traspasarás los
círculos de conocimiento secreto y real, y se disolverán tus lazos con lo ilusorio.
El quehacer de la Obra engloba todo lo
existente, pero, para la mejor comprensión del estudiante, se la explica como
integrada por dos sectores que se traslapan e interpenetran, vale decir, por un
lado: La Obra
del Creador, que da vida, anima y dirige a toda vida visible e invisible, con
la radiancia de su altísima voluntad o Mercurio Divinizador, o Mercurio
Externo.
Desde el otro
ángulo, el hombre o mujer que, a partir de la Creación, Big-Bang o Gran
Ignición (como la designa Irineo Filaleteo), yacen envueltos y oprimidos por
múltiples capas de nauseabundo metal inferior, las que se les adhirieron en su
descenso a los planos inferiores, y que aíslan a su Chispa Divina o Alma, y les
impide deshacirse de la artificial pesadez que les impide ascender y hacerse
dueños de su celestial herencia.
La alquimia permite
desarrollar las superiores posibilidades que duermen latentes, virtuales,
dentro del hombre y de la mujer.
La alquimia permite
desarrollar las superiores posibilidades que duermen latentes, virtuales,
dentro del hombre y de la mujer.
El estudio y
práctica de esta Agricultura Celeste, conduce al refinamiento del ser humano:
Esmerila, conforma, perfecciona cada una des sus acciones, cada una de sus
facetas, en particular a las artificiales, pues el molde de su armadura va
siendo perforado lentamente por los mercurios, dando lugar a que su tosco
atanor sea traspasado por la luz enriqueciéndolo. Aumenta la penetración, el
poder cognoscitivo del aprendiz, pues éste comienza a percibir la Fuerza Divinizadora
que le ilumina, fortalece y fertiliza (Luz iniciática), tocando aquellos
procesos inconvenientes que obstruyen sus circuitos, suavizando y cuadrando las
anfractuosidades de su piedra bruta.
La práctica del
Arte Real consiste en ser receptivo, en saber abrirse a la radiancia Superior,
y eso se logra con la asidua y correcta práctica del Solve et Coagula.
Toda operación
propia de este Arte Celeste, resulta inoficiosa, banal, si en su realización no
se cuenta con la acción e influencia del Mercurio Divinizador.
Si te dejaras
imantar por ese flujo, no necesitarías de otra clave, para develizar los
arcanos de la alquimia. Basta con dejarse impregnar por esa esencia lumínica
que nos contiene y eleva.
Esta entrega a la
acción del Mercurio Divinizador, consiste en permitir que se ordenen nuestros
vehículos y que se preparen y adapten para ese largo viaje hacia la Luz.
El objetivo final
de la Alquimia
es mercurizar el vaso o cuerpo humano.
Es menester limpiar
todos los espacios de nuestra materia hasta que sus cordajes se tornen música
viva.
No es posible que
la "Piedra Bruta" u hombre o mujer profanos y sin preparación,
alcancen una real transformación, si carecen de una conexión superior que les
una al flujo Mercurial exterior. Sin este respaldo, uno sólo se tiñe a sí mismo
de irascibilidad y angustia, y se ve envuelto y contaminado por el egoísmo, la
pereza y la desidia.
Es imprescindible
que el estudiante reciba la magnetización de un Agua Viva o Mercurio Exterior,
que actúe sobre las gruesas capas que limitan a la materia del discípulo.
El trazado de la
alquimia se sustenta en el poder de la Energía Superior,
que construye y ordena a Mundos infinitamente superiores al nuestro, tarea
colosal que no es percibida por nuestras inmaduras mentes, deficientemente
conectadas a esa Luz inmarcesible. Siempre estamos conectados con esa Fuerza
Grandiosa e iniciadora, si bien, la mayoría de las veces tal unión es muy
precaria y no sabemos cómo mejorarla y utilizarla, por esta inadvertencia
nuestro pequeño mundo es tan áspero, hostil y artificial.
Desde el comienzo
de su labor el neófito debe aprender a estar conectado e imantado en forma
permanente a la
Energía Exterior.
El Mercurio
Divinizador o Energía Divina desciende desde la fuente misma del Creador, hacia
lo creado, en forma de lluvia áurica la que se degrada en la medida que se
abaja, para no quemar o vitrificar a la materia preparada para acogerla y
servirse de ella. Con este influjo la impulsiva vida del hacer humano, volcada
al frenético e inconsciente tráfago cotidiano, es encausada hacia una actitud
que tiende a mejorar, despertar y elevar el contenido de la verdadera
Naturaleza interna.
Esta regeneración
de la materia de la piedra, o cuerpo, se produce por la descomposición,
disolución, calcinación, volatilización, mercurización y coagulación superior
de las capas gruesas y sólidas adheridas a la superficie del educando, las
cuales le atenazan, ahogan y detienen su desarrollo evolutivo.
La materia subsiste
a duras penas, pues está subyugada por múltiples estados indeseables, que ella
misma ha creado, y que terminan por aniquilarla.
La labor del
Mercurio Divinizador se asemeja al trabajo del Sembrador, quien examina
atentamente la tierra, hasta ubicar un punto del terreno apropiado para la
germinación de la semilla, entonces, hunde las cuchillas del arado, para trazar
los surcos que dan vuelta a la tierra para que reciba los rayos del Sol y se
oxigene.
El Sembrador
entrega el resultado de su siembra a la actividad Mercurial, pues confía que la
permanente irradiación del Mercurio Exterior activará a la semilla, e impulsará
el crecimiento de la planta, la que se desarrollará, se multiplicará, florecerá
y, en un tiempo de su maduración, alcanzará plena realización.
La imantación que
recae sobre el cuerpo, vaso, vidrio o atanor, somete a la materia a una intensa
y profunda depuración, hasta que de la tierra se desprenda hasta la última gota
de innecesario sufrimiento.
Es necesario que el
adepto aprenda a regar su árido lar con el rocío sublimado, purificado y
purificador, que todo lo crea, acrece y consume y hace florecer desde la
profundidad de cada Ser, el capullo de su flor escondida, Chispa Divina o
Maestro Interno, que todos llevamos adormida en la entraña de nuestra piedra,
así como al Mercurio Coagulado, inerte o muerto.
Debemos conocer la
disciplina de descomponer todo lo que de artificial se nos ha adherido e
impregnado, debido a nuestro hacer engañoso e innatural.
Cuando se comprende
que, sin excepción alguna, todo lo creado por personas sin iluminación, está
sujeto a estados de permanente confusión, los que inducen a adherirse a
irreales apegos y extravíos de toda índole, situación de suyo anómala, que cada
día consume inútilmente a parte del oro o energía que nos mueve.
Si el hombre o la mujer,
invierten esta situación impuesta por una fuerza desordenada, entrópica y
dispersa, entregada a un quehacer inferior, y se entregan dejándose dirigir
desde lo Superior, se producirá desde su interior, una real transformación, que
les permitirá alcanzar y gozar de una inexpresable comprensión y unificación
con la energía que les embebe e impulsa desde lo superior.
El adepto es tocado
en lo más íntimo de su ser por ese fuego mercurial, que corrige sutilmente la
acción equivocada en cada acto, y lo imanta con una intensa y equilibrada
sensibilidad, que es inconmovible ante todo aquello que pretende arrastrar al
discípulo a lo empequeñecido. El educando advertirá la naturaleza meramente
fantasmal de esas tendencias agresoras que intentas despeñarlo hacia la
obscuridad.
El hombre y la
mujer crecen con la dominación que ejercen sobre sus empequeñecidos procederes,
siempre que acepten libremente ser encausados por el impulso de la Energía Mercurial
pues, al ser disueltas sus duras cortezas externas, se mejorará su conexión con
lo Elevado y, simultáneamente, disminuirá su interés por lo transitorio y sin
valor real.
Ese desapego, del
mundo artificial de las formas, es doloroso y entristecedor, pues rompe todos
los esquemas conocidos y estereotipados. El quiebre es rudo, por ende, hay que
aquietarse para soportarlo. Esto acontece porque la conexión con el Punto de
Apoyo, que comunica a lo Mercurial Exterior con la Esencia del ser humano,
abre las puertas de una comunicación o enlace entre dos mundos, aparentemente
separados, sin embargo, el Superior contiene al inferior. Todo ocurre en un
universo dentro de otro Universo.
El percibir, por un
instante, una pequeña apertura hacia los planos superiores, y extasiarse en la
contemplación de la no-forma, cambia, de por vida, el banal apego a las formas
de esta existencia.
Con la irradiación
constante de lo Mercurial, acrece la inteligencia que es galvanizada e
impulsada a un hacer real, que fortalece todo noble propósito para el bien de
del buscador de la verdad y de su entorno.
El desarrollo de la Gran Obra comienza a
gestarse trabajando sobre la materia involucionada, la cual confiere, por
ahora, un matiz obscuro al accionar humano, pues comprime y corroe al vaso o
cuerpo, y le otorga una dureza y tiesura propias de un metal vulgar, no
obstante que en su entraña se incrusta el real y valioso contenido de la
materia de la piedra. (Mercurio coagulado y Chispa Divina.)
El ser humano
desconoce que dentro de él, lleva la potencialidad de una fuerza todopoderosa
que está anulada temporalmente. Tal adormecimiento transitorio, es la causa que
origina la desorientación y desorden en la conducta de las personas.
El término dureza
en alquimia indica aquella tozudez y porfía que se niega a enmendar rumbos., a
salir de la querida obscuridad.
El aletargamiento e
hibernación de la Chispa
Divina se debe a que no cuenta con el grado suficiente del
empuje luminoso propio del Mercurio Divinizador, y no puede deshacerse de la
masa de suciedad que la cubre y taña, si bien permanece incontaminada frente a
las emanaciones de esa masa obscura, ese mecanismo fétido y falsario, que se
apropia del hombre o de la mujer inadvertidos, y los mueve sin que aquellos
puedan discernir entre el bien y el mal.
Resulta
imprescindible que la materia aprenda a conectarse con la Energía Suprema o
Mercurio Externo, a fin de que se pueda establecer el orden en su caótico
estado.
Poseemos en nuestro
interior una diminuta porción de Luz Divina, Fuego que nos proporciona empuje y
vitalidad, para actuar sobre todo lo que integra o forma parte de nuestra
materia, pero por ignorancia no sabemos cómo activar a esta esencia o Maestro
Interior, y convertirlo en el eje que sostenga cada una de nuestras acciones.
Nuestra Chispa
Divina o Maestro Interior es, en potencia y calidad, semejante a la Luz Mercurial
Externa, que desciende desde el mismo Creador.
El orden se impone
a partir de nuestro Centro Receptor Interno o Chispa Divina y, desde allí, ella
activa cada acción propia del hombre y de la mujer, quienes son dirigidos por
la energía pura de la
Chispa Divina, que fortalece y potencia el bien en ellos,
para su provecho y el beneficio de la humanidad, pues el conjunto de vidas es
una sola Vida.
El adepto, al estar
conectado al Mercurio Exterior, puede, con su pequeña Luz interior, elevar la
vibración de su mundo inferior.
La Chispa Divina se denomina también Mercurio Interior Originario, por provenir ya
formado desde el Origen.
Desde un punto de
vista alquímico, la Figura
humana se representa en la siguiente forma:
Dibuja la silueta
de un ser humano visto de frente.
Remarca los
contornos con una línea gruesa. Ese reteñido se denominará: Cuerpo Metálico.
Luego en el centro
de la figura, a la altura del corazón, dibuja una circunferencia, del porte de
un balón de foot-ball, (en proporción al tamaño de la figura.) Recalca con una
línea gruesa y negra los bordes de esa circunferencia, lo retinto o endrino,
representa la suciedad que cubre a la Chispa Divina.
El espacio
contenido entre la línea gruesa externa y la línea gruesa interna, que cubre a la Chispa Divina, se
denomina Cuerpo Metálico.
Entonces, ya
podemos observar que en torno a la Chispa Divina, que está enchapada en inmundicia,
se configuran dos cuerpos superpuestos. El más obscuro y superficial (la línea
negra que contorna a la figura) es denominado, por los Sabios, Cuerpo Metálico,
el que está integrado por densas y pétreas placas metálicas, conformando un
terreno característicamente árido y seco, del cual se dimana la artera
artificiosidad que domeña al individuo y le impone una conducta errática, sin
sentido, autodestructora, fuente de dolor y frustración.
Seguidamente, se
encuentra al Cuerpo Mineral, que se extiende entre el cuerpo metálico y la Chispa Divina,
materia obscurecida, aunque algo menos dura que el cuerpo metálico externo.
En ambos cuerpos
(Metálico y Mineral) deben dibujarse a granel, unos pequeños círculos del
tamaño de un fruto de níspero (en proporción al cuerpo dibujado), que han de
representar las numerosas incrustaciones de mercurio coagulado, inactivo o
muerto, las cuales mediante el proceso alquímico del Solve et Coagula, han de
ser transmutadas sucesivamente en azufre licuado, en azufre volatilizado, en
azufre mercurizado y, finalmente, en Mercurio Interior, y en un distante futuro,
en Mercurio Exterior.
Este proceso de
transformación es denominado "extracción del oro", que consiste en
activar y exteriorizar nuestro Mercurio.
El Mercurio
Coagulado, punto en que se inicia la extracción del oro, es la tan buscada
Materia Prima, o Prima Materia, y, por otra parte, el Mercurio Interior
extraído por este proceso, es nuestra esencia espiritual, (además de la Chispa Divina), la
que sostiene la Vida
que da forma a nuestro cuerpo denso.
El hombre y la
mujer, atraídos por el embrujo de lo ilusorio, y dirigidos por una mente
entrampada por un mecanismo robotizante, no advierten el milagro de Vida que se
gesta en su interior. Cómo el potente flujo del Mercurio interior (formado por
el Solve et Coagula) toca a la materia de la piedra y la vivifica para
transformarla en Mercurio Interior.
Para que estos
cambios se sucedan, se requiere de la presencia e influencia del Mercurio
Divinizador.
Es preciso
comprender que somos un conjunto de componentes dispersos y desactivados.
Debemos unir las piezas, lo cual se logra sensibilizando nuestra materia, para
que se haga consciente de esa red o entramado invisible que sostiene a la fomra
corporal mediante la atracción aglutinadora de la chispa divina. Esto se logra
mediante la práctica cabal del Solve et Coagula.
Con la práctica
alquímica se trasciende la endurecida cárcel de argamasa
Es importante que
el Adepto perciba, de primera mano, la magnetización producida en él, por un
Agua viva o Mercurial, que actúa sobre sus capas metálicas, las que limitan su
expresión vital, emocional, intelectual y espiritual, que impide que la energía
superior que nos brinda la real Fuerza de vida, circule con fluidez natural en
nuestro interior.
La estructura
corporal del ser humano, es asimilable a la construcción de un edificio, hacia
el cuan confluyen infinitos elementos y complementos, que otorgan sentido a la
fábrica toda, los cuales, al final, son cubiertos y tapados por una pétrea y
gruesa mezcla de hormigón, que aparta de la vista al contenido sutil, sin forma
y esplendente, concentrando la atención, admiración y culto en la armazón
externa de la Obra.
El flujo Mercurial
Externo desciende desde la
Fuente Original (Punto de Origen), y atraviesa un punto
intermedio o Punto de Apoyo. En el Universo hay incontables Puntos de Apoyo,
pero en esta ocasión sólo nos referimos al que es asequible a la raza humana.
Desde ese Punto de
Apoyo continúa descendiendo, la Energía Mercurial Externa en forma de lluvia
áurica, la cual, a medida que cae, va degradando su intensidad de vibración,
hasta ser absorbida por el Centro Receptor Externo del adepto, situado a la
altura de su coronilla o fontanela, para derivar, en último término, a su
Centro Receptor Interno, Chispa Divina o Maestro Interno.
La mercurización es
lenta y ocasionalmente debe atravesar segmentos obscurecidos, que ocasionan al
aprendiz enormes pérdidas de energía, lo que le desconecta del caudal de luz
necesario para el desarrollo de las acciones y finalidades del Trabajo.
El mismo discípulo,
con su inexperiencia, hace aún más lento este proceso, pues el avance de hoy lo
dilapida en los errores del mañana. De no ser así, la alquimia tendría efectos
rápidos.
Los Adeptos que
conocen esta tarea, atestiguan lo difícil que es practicar este Arte. Ello
porque puede transcurrir un largo período sin que se manifiesten los efectos
deseados, puesto que el Mercurio Divinizador trabaja imperceptiblemente en la
limpieza de las heces contenidas en la piedra.
Durante ese lapso
el cuerpo es acosado y agitado por la tenebrosidad. Evidencia persistentes
alteraciones y retrocesos (aparentes,) motivados por la tenaz resistencia que
oponen los sectores obscuros a la filtración y penetración de la Luz, que invade sus dominios.
El Arte alquímico
es eminentemente iniciático e iniciador. Mediante esta disciplina es trabajado
el Mercurio inactivo e incrustad en los cuerpos Metálico y Mineral, en suma, es
la única forma que tienes para desbastar tu piedra bruta o imperfecta.
El activar el
Mercurio Inactivo y Coagulado, equivale a extraer el propio oro no trabajado,
lo que se logra por la entrega, sin condiciones, a la acción del Disolvente
Universal o Mercurio Principal (Mercurio Divinizador.)
La Materia Prima es el Mercurio Coagulado en los cuerpos Metálico y Mineral.
De ese mineral tosco
se extrae un Agua obscura y fétida, aunque superior en calidad a la del
Mercurio Coagulado. Esta Agua es denominada azufre licuado, el que mediante el
Solve et Coagula, termina por transformarse en Mercurio Interno o Mercurio
Divinizador.
Nuestra tierra debe
ser removida infinitamente para aquietar sus aguas, con el objeto que el
Mercurio Divinizador cumpla su labor a cabalidad en el género humano.
La materia caótica
es morosamente transmutada, cambio que se insinúa, primero, por la extracción
de un azufre que pierde su corrosividad, y se licua. Esta Agua Mercurial,
azufre licuado, o Mercurio en latencia, como también se la denomina, es tratada
por el Mercurio Superior, a través del Solve et Coagula, hasta devenir en
Mercurio Interior, de formación intracorporal. En la medida que este Mercurio
Interno se multiplica y acrece, en la misma proporción se resta la potencia y
se nulifica a la masa caótica inferior.
Somos como la greda
que toma forma en las manos del alfarero. Nos entregamos para ser modelados por
la Gracia de
Dios, por su imantación o Mercurio Divinizador. Es este un trabajo escondido,
gestado en el silencio de lo desconocido, su descripción sobrepasa el poder
definitorio de todas las palabras.
La práctica de la
alquimia permite que el estudiante descubra y experimente la potencia
concentrada y actuante del Mercurio Interior, Fuego que estaba inmovilizado
desde la Creación,
Big-Bang o Gran Ignición.
El Adepto debe
comprender que la alquimia tiene como propósito que él logre su propio bien.
Es efectivo que, en
un inicio, la Luz
interna del educando está aparentemente opacada por la degradación sufrida en la Gran Ignición, a
raíz del descenso por los bastos planos, pero ello no es una condición real de
degradación o abajamiento, pues la Gran Caída tuvo por objeto estimular a cada
estudiante del pasado, presente y futuro, para que sea su propio esfuerzo y
consiguiente maduración, con el auxilio de lo mercurial, que lo ascienda y
substituya su estado necesariamente inferior y limitado, por una expansión de
iluminada conciencia.
El discípulo debe
conocer y saber utilizar los instrumentos o herramientas que ha de emplear en
el desarrollo de su Gran Obra.
Algunos tratadistas
puntualizan que se requiere de un solo instrumento: del Mercurio Divinizador,
que es perfecto y suficiente porque, de hecho, todo lo existente, visible o
invisible, es reducible o perfeccionable hasta convertirse en Mercurio
Exterior.
Es el Fuego divino
que, desde su Fuente original, mueve y perfecciona todo lo creado.
Otros Sabios
especifican que son dos las herramientas o medios que deben ser manejados en
este quehacer de Vulcano: El Mercurio Divinizador y el Cuerpo Físico, Vaso o
Atanor del experimentador.
A mayor
abundamiento, otros escritores clásicos, argumentan que los utensilios
fundamentales son tres: El Mercurio Divinizador, el Vaso y el Mercurio Interno,
en sus dos aspectos: El Mercurio Interno de formación intracorporal, procesado
por el Solve et Coagula, y la
Chispa Divina o Mercurio Interno Originario.
Personalmente,
estimo conveniente aludir al mayor número de implementos disponibles, además
del Caos, con la intención de facilitar la comprensión del estudiante.
Atendido lo
precedente, enumero a:1. -El Mercurio Divinizador,
2. -El Mercurio
Divinizado: a) Mercurio interno formado intracorporalmente, y b) Chispa Divina.
3. -El Azufre, y4.
-La Sal.EL Mercurio
Divinizador:
Es el fuego
ardiente que proviene de la
Fuente Única. Su resplandor supera la luminosidad de todos
los astros, soles y galaxias. Es el Disolvente Universal o Alkahest, que
contiene todo lo necesario para purificar la inmadura pluralidad, siempre que
ésta esté preparada para recibirlo.
Desciende hasta la
materia en forma de lluvia áurica, degradando la potencialidad de su vibración,
según sea la capacidad receptiva de la forma que la absorbe.
Penetra en la
materia para disolver los obscuros y pétreos bloques que estrangulan, asfixian
y merman su condición y, en otra instancia, coagula o corporifica al azufre
volatilizado, para transformarlo en Mercurio Interno, mediante el Solve et
Coagula.
2. -El Mercurio
Interno:
a) El Mercurio
Interno, formado intracorporalmente. Se origina a partir del tratamiento de las
incrustaciones de Mercurio coagulado, muerto, inactivo o Materia Prima de toda la Obra.
Este Mercurio
dormido es sublimado, vitalizado, galvanizado por la acción del Mercurio
Exterior, mediante el proceso del Solve et Coagula.
En efecto, la
radiación del Mercurio Celeste se posa, envuelve e interpenetra a una partícula
corporal que está en forma de Mercurio Coagulado, la cual está compuesta por
mercurio inerte y azufre corrosivo, y la licua, para que tome la forma de
espesa y fétida Agua Mercurial, o azufre diluido, que posteriormente es
volatilizado, mercurizado, y tornado en Mercurio Interno, para, finalmente ser
corporizado en un reservorio ad-hoc, situado en el cuerpo o vaso.
Este reservorio
puede estar ubicado en cualquiera de tres posiciones anatómicas, según sean las
condiciones y tendencias de cada discípulo. Ninguna es más conveniente que la
otra: En el centro de la cabeza, a la altura del corazón, y a dos centímetros
bajo el ombligo La creciente presencia de este Mercurio Interno, hostiliza,
acosa, azuza y provoca a todos los estados inmaduros que están diseminados y
taraceados o incrustados en las sentinas de la materia, para que abandonen sus
malolientes cobijos, y afloren a la superficie para que sus bajas y lentas
vibraciones sean afinadas y ascendidas a niveles de elevada condición.
Este Mercurio
Interno o Divinizado sublima y ordena al Caos, depurando su contenido o estados
de conciencia, por ello se dice que: "El agua será limpiada por un agua de
la misma naturaleza". Esta afirmación obedece a que la materia es purgada
por un azufre depurado, que se formó evolucionando a partir de un Mercurio
Coagulado o Materia Prima, que se extrajo de la misma materia.
b) La Chispa Divina: El
otro sector del Mercurio Interno o Divinizado, se denomina Chispa Divina,
Mónada Pitagórica, Acero Mágico, Centro Receptor Interno o Maestro Interno. Ella
llega a nosotros ya formada desde el Origen. Hace posible que el cuerpo
absorba, acumule, transforme y distribuya las energías que recibe de lo alto,
sin perjuicio del papel que también juegan en este aspecto los chakras, padmas,
ruedas o centros.
De la Chispa divina emana una
energía similar a la que emite el Mercurio Divinizador, la que baña
permanentemente a la materia para que ésta se organice y dignifique.
La Chispa Divina siempre ha estado y estará en comunicación con el Origen, si bien debe
considerarse que tal conexión varía en su grado de perfección, pues su
afinamiento depende de la condición de desarrollo de cada individuo.
Cuando el nivel de
conciencia de alumno se imanta acercándose, en alguna medida, a la vibración de
la Chispa
divina, su hacer desorganizado comienza a ordenarse, y su materia se hace más
leve y armoniosa.
El alquimista
pretende amalgamar, entrefundir, a las energías femeninas de su Chispa Divina,
con la potencia masculina de su cuerpo físico, a fin de lograr una conexión de
superior calidad con elevados planos de Luz.
3. El Azufre:
El vaso o tierra,
está cubierto por capas superficiales de obscuro metal, denominadas: Mercurio
Vulgar.
Este Mercurio
Vulgar es el cuerpo que sirve de fundamento a la primera etapa de la Gran Obra. Este cuerpo
tosco, despreciado y duro, corpóreo, sólido, macho, es tenido por muerto,
porque yace inactivo e incrustado en la materia.
Este compuesto
(compuesto de mercurio y azufre corrosivo), en ningún momento, ni siquiera
durante las recias etapas de su metamorfosis, pierde su condición mercurial.
El Mercurio
Coagulado es el eje fundamental(conjuntamente con el Solve et Coagula), del
Arte Real. Es la tan buscada Materia Prima, pues de él se extrae, primero, esa
agua mercurial o azufre licuado, que posteriormente, se transforma en Mercurio
Interior, muy similar al Mercurio Exterior.
Al margen de esto,
en la terminología alquímica, se llama Azufre Externo, a todo lo que fuera de
nosotros, ha sido creado por terceros en forma artificial, objetos, actos o
pensamientos desarmónicos, que con su presencia también ejercen una constante
presión agresiva, que se manifiesta como un desgaste generador de un cansancio
deprimente y enervante.
5. La Sal:
Simboliza a estados
de conciencia endurecidos, tenebrosos, convulsivos, propios de una materia no
trabajada, que deben ser disueltos volatilizados, mercurizados y posteriormente
corporizados en forma de Mercurio Interior.
Este compuesto con
aspecto pétreo y salino, está integrado por azufre corrosivo y mercurio inerte,
muerto o inactivo.
La Sal se
aglutina y forma bloques que, al encajar estrechamente unos en otros, obstruyen
y, en ocasiones, obturan sectorialmente la correcta circulación de las
corrientes mercuriales internas del individuo.
La inmensa mayoría
de nosotros estamos en la condición de "piedras brutas" vale decir,
conformados por pesadas, sólidas y nauseabundas capas metálicas, estructuradas
de azufre corrosivo y mercurio coagulado. Con todos esos estratos arrasa el
Mercurio divinizado, la única sal (sal es sinónimo de forma), que no toca,
calcina y trasmuta, es a la
Chispa Divina.
Esos costrones
metálicos, ese Mercurio Coagulado constituye la Materia Prima del
hacer alquímico, pues de ella, como ya lo sabemos y lo repito porque es muy
importante, se extrae el azufre licuado del cual deriva el Mercurio Interno
que, en un lejano devenir, ha de convertirse en Mercurio Divinizador.
Los Sabios afirman
que toda la materia está compuesta por Sal, y que en esta sal está inserta la Chispa Divina, o Centro
Receptor Interno, y un Mercurio inactivo, coagulado, endurecido, potencialmente
similar al Mercurio Exterior o Alkahest.
Todo este proceso,
que permite que el Mercurio Coagulado, o materia prima, se transforme en
Mercurio interior, se denomina la "Digestión del Sol y de la Luna", entendiéndose por
Sol al azufre y por Luna al Mercurio Interior resultante, los cuales, en toda
la operación son manipulados, movidos y dirigidos por el Mercurio Divinizador.
La labor del
Mercurio superior se asemeja a la del Sembrador.
El Mercurio
coagulado, inactivo, muerto, incrustado en la tierra o cuerpo, al igual que la
semilla al ser sembrada, no puede reproducirse, si primeramente no es regada y
transformada.
Del mismo modo,
todo lo que existe en la materia de la piedra, debe ser accionado, movido,
transformado por el Mercurio Divinizador, para conformar esa Agua viva, que
tiene la facultad de alterar, cambiar a la tierra seca y endurecida, para
después someterla a un permanente estado de putrefacción o cambios, que
combaten a los estados obscurecidos y abajados de la piedra, mediante la
calcinación.
Atendido lo
anterior, la materia ha de quedar liberada de la pesada carga de lo inferior,
para ascender libremente a un estado superior, aunque relativo, que permita a
esa tierra extraer su primer azufre que, aunque teñido con los compuestos de su
materia basta, reviste el carácter de un agua más depurada o azufre diluido que
ha sido extraído de la armadura negra o cuerpo metálico, que da forma a la
piedra.
La Piedra Fundamental, la que sustenta al edificio alquímico, la Viga Maestra, el Eje
de la Alquimia,
en su etapa purgativa o de limpieza es el Solve et Coagula, procedimiento,
creador del Mercurio Interno, formado intracorporalmente, por cuanto todo el
secreto de la alquimia radica en la multiplicación del Mercurio Interno en el
vaso, atanor, cucúrbita o cuerpo.
Los Sabios, al
referirse simbólicamente al proceso del Solve et Coagula señalan que: las
Palomas de Diana escogen la partícula de mercurio coagulado más limpia y
brillante, la extraen de los duros bloques pétreos en que está empotrada, y la
depositan directamente bajo la radiación del Mercurio Divinizador, Aquí, con
esta acción, concluye la acción de las Palomas de Diana.
El azufre al ser
volatilizado por el calor mercurial externo, deja tras sí su parte más
obscurecida que le entraba, y con ese pequeño vacío succionador que ha dejado
la suciedad de la cual se ha desprendido, es alzado, en forma de vapor, por el
Águila, emblema de todo lo volatilizador y enaltecedor, hasta ser depositado en
el Mercurio Divinizador, en lo alto del vaso, que también está volatilizado.
Los dos vapores,
azufre y Mercurio Superior, se unen y entremezclan. El azufre volatilizado
colma su vacío interno absorbiendo cualidades mercuriales del Disolvente
Universal, para luego corporizarse y retornar enriquecido, transformado en
Mercurio Interno, a la tierra que había abandonado en pos de la Luz, para irradiarla y, a la
postre, transformarla en Mercurio Divinizado o Interno y, algún día entre los
días, en Mercurio Divinizador.
El discípulo debe
abrir sus ojos, y afinar sus oídos, para captar la importancia que reviste el
aprender a fundirse con esa divina energía mercurial.
El neófito debe
tomar conciencia del desmedrado estado en que se encuentra su tierra,
debilitada por la usual absorción de una energía artificiosa, contraria a la Luz, cuya imantación, que
concluirá por resultarle letal, por el momento no le produce malestar aparente
alguno, y tal situación, eminentemente profana, no le exige esfuerzos
extraordinarios para vivir una vida superficial, roma y rutinaria, que con su
insulsez, tiende a prolongarse indefinidamente.
Con todo, también
en su desordenado trajín, el dormido autómata, vive cotidianas tensiones y
sobresaltos, la mayoría sin causa real, que le debilitan y exhaustan y emacian
hasta la destrucción. Vive en un estado de permanente petrificación que
trasmite su dureza a todo lo que idea, expresa y realiza. En este sentido, cada
cual es responsable de sus imantaciones, pues no ha aprendido aún a disolver,
volatilizar y transformar sus cargas. Necesita adherirse a la Luz superior para conectarse
permanentemente con la
Magnificencia Divina.
El estudioso debe
asimilar que, con la ayuda del Mercurio Superior ha de extraer de todo aquello
que antaño lo ha domeñaba y dirigía equivocadamente, su mercurio coagulado y lo
transformará en Mercurio Interior, para que, de ese modo, transforme las
pétreas y hediondas capas superficiales, del Cuerpo Metálico, en miríadas de
puntos de Luz, que le permitan absorber e irradiar con mayor potencia y
eficacia el Poder Mercurial contenido en el Alkahest.
En todo este
proceso de elevación interna, gestada desde el centro, no es entendida, ni
aprehendida por la conciencia de vigilia del adepto, toda vez que la mente
concreta no está en condiciones de analizar estos resultados. El papel del
discípulo, en esta materia, se reduce a cultivar y establecer un estado de
relajada apertura, para recibir, a través del Solve y Coagula, correctamente
efectuado, la radiancia que activará y renovará a su materia en cada una de las
sucesivas purgaciones materializadas en sus ejercicios alquímicos diarios.
Los logros se
manifiestan cuando se aprende a estar sereno y alerta para recibirlos. Cuando
se empiezan a vivenciar los pequeños cambios de estado, que tienen lugar en
nuestro mundo interior, se comienzan a avizorar nuestros tesoros escondidos, de
valor incalculable, que se van haciendo presentes con profunda y natural
sencillez. Al paladear esta nueva perspectiva, se advierte que la mayor parte
de nuestra vida ha sido consumida por un quehacer inoficioso.
Sólo una mente
tranquila y equilibrada puede aprender a transformar el juego ilusorio de la
forma, para unirse a la energía superior, de modo que se active el Mercurio
Interno del estudiante, y le proporcione el empuje decisivo para que permita
que las fuerzas espirituales que le mueven, se pongan en acción
Por el contrario,
si se está entregado y sumergido en la efervescencia de lo artificial, será
presa de corrientes tenebrosas, de miedos, egoísmos y avaricia, que dejan
profundos surcos en la propia tierra, y motivan enfermedades permanentes, que
limitan el avance del desarrollo espiritual.
Todo esto no
implica un aislamiento o separación del mundo exterior, sólo aflora un mayor
respeto por sí mismo y más amor y consideración por los demás, como un
implícito reconocimiento de la
Divinidad que mora en nuestros congéneres y que, muchas
veces, no podemos evidenciarlo ni exteriorizarlo por carencia de Luz. Por ello
el alquimista debe llegar a manifestar espontánea compasión y afecto por toda
manifestación de Vida.
A medida que los
estados de conciencia ya estructurados en nosotros, se van modificando y
surgiendo nuevas maneras de enfocar la vida, se yergue en nuestro interior una
inexpugnable fortaleza que, a la vez que nos permite resistir mejor el calor de
la radiancia espiritual, y aumentar el caudal del flujo que nos llega desde lo
alto, para almacenarlo en mayor abundancia. Esto conduce a poseer un mayor caudal
de energía mercurial y disponer de mayor lucidez en el hacer diario.
Hemos de
transformarnos en guerreros que vencerán sus limitaciones y obscuridades sin
luchar, en oradores que convencerán sin empelar la aridez de la palabra, y
sobre todo, en servidores del Grande arquitecto del Universo.
Percibiremos que,
de nuestro cenagoso estado, se extrae el oro escondido, y se impulsa el renacer
de nuestra energía espiritual que, por ahora, está inactiva. Comenzarán a
diluirse las cadenas imaginarias. Se presiente en sí una expansión y un
creciente poder generalizados.
Podremos ser
rozados por el tejido o trama de otras pasiones y mezquindades escondidas, pero
no seremos imantados por esas turbulencias descentradas. Nos sentiremos ajenos
a ese tipo de imantaciones propias de ennegrecidos vórtices de maldad.
Con este trabajo
denominado Solve et Coagula, la materia atesora una mayor cantidad de energía
mercurial, la cual es utilizada en el laboratorio subterráneo de nuestra
fisiología.
Si se considera
que, a estas alturas, el alumno empieza a conocer y utilizar mejor los
utensilios alquímicos, comprobará que su nuevo actuar coopera para acentuar el
descanso o levedad de su materia, con lo que se amenguará su necesario
desgaste.
La materia rompe
los finos barrotes de su jaula, y viste el sencillo atuendo del Labrador o
alquimista. Aprende a ser dirigida y accionada por la magnetización del Origen.
(Luz iniciática), y entregado a esa elevada conducción, aguardará
tranquilamente el resultado de su cosecha, porque ha perdido la ambición propia
de un impulso inferior, e ignora cuándo su materia alcanzará la verdadera
fluoración y maduración de sus frutos.
En verdad, el
proceso alquímico no puede ser presionado por premuras y apremios indebidos. Es
el proceso quien dirige a la materia y no la materia al proceso.
Lo anterior, por
cuanto el mejoramiento de la propia fisiología está íntimamente relacionado con
la libración de las cargas, provenientes de los estados inferiores, cuya
disolución, como sabemos, depende del volumen del flujo mercurial que recibe
así como de su capacidad para resistirlo.
Por otra parte, al
comienzo del desarrollo de la
Gran Obra, la permanente acción de una energía pura sobre la
materia, produce colosales cataclismos a raíz de la oposición de las fuerzas
inferiores y contrarias, que se oponen a ser domesticadas.
A quienes se
obstinen en imponer un avasallador ritmo en su avance alquímico, puedo
decirles, por propia y vívida experiencia, que sus mentes aún están limitadas
en su comprensión no captan ni una partícula de los designios del Creador, pues
aún aquellos Hermanos en el Arte, que han alcanzado una altísima realización
alquímica, como José Bálsamo, aún continúan su infinito peregrinaje de Luz,
transitando por estados evolutivos más y más adelantados, incomprensibles, en
su profundidad, para nuestro desmedrado intelecto.
Te transformarás en
un apacible caminante activo, dirigido por tu fuerza mercurial interna, que te
instruirá para que traspases y penetres lo que se oculta más allá de lo
escondido.
Es largo el proceso
del transmutar, pero puedes alcanzar el éxito si te decides a modificar tu
vasija con tus propias manos imantadas de lo mercurial.
Para construir un
barco hay que idear cada pieza en su integridad, no basta con diseñar su
estructura. Su real contenido no está en lo externo del dibujo.
Para construir una
vida hay que unir ordenadamente cada una de sus piezas. Configurar nuestro
mosaico, compuesto por miles de fragmentos, es la misión que a todos nos
impulsa a vivir.
El tallado
alquímico siempre es perfecto, porque quien desbasta, corta, burila y bruñe, es
el Mercurio Filosófico o Interno, y lo hace a imagen y semejanza del Uno, con
la ayuda del Mercurio Externo, y no con los planteamientos de la mente humana
concreta.
Este quehacer se
sintetiza en la palabra VITRIOL, que equivale a la suma de las primeras letras
de las palabras que forman la frase latina: "Visita Interiora Terrae
invenies ocultum Lapidum" que quiere decir: "Visita la tierra
interior, y rectificando, encontrarás la Piedra oculta".
En la práctica, la
alquimia prepara a la materia mediante breves acciones de efectos acumulativos.
Es como hacer hervir el agua, una sucesión ordenada y pausada de hechos. Que
conducen ineluctablemente al hervor.
Quien desarrolle
disciplinadamente los ejercicios prácticos del Solve et Coagula, denominados en
el pasado "Trabajos de Hércules" por su dificultad y por su similitud
con las pruebas de carácter eminentemente Iniciáticas, alcanzará la meta que le
esté señalada, según su preparación y su capacidad, y la logrará si conoce la
parte teórica y práctica de este Arte, ambas referidas exclusivamente al
quehacer sobre la fragua del propio cuerpo. En esta consecución de la Sabiduría, no importa
que el discípulo no sepa cómo se producen los cambios en su interior, le
bastará ejecutar los ejercicios pertinentes.
No se piense que
las tareas atingentes a la
Gran Obra, discurren con la sencillez, fluidez y mansedumbre
con que las describo, puesto que la materia, desde el principio de la operación
alquímica, es sometida y presionada por profundos cambios, que procuran
desplazarla a ritmos de pureza más enaltecidos, para ser entrenada para obtener
una mayor absorción de Mercurio Divinizador y, simultáneamente, desarrollar una
resistencia mayor en el almacenaje de la
Luz, todo ello con el objeto de descomponer la obscuridad de
la piedra.
No es fácil
soportar que irrumpa en nuestro mundo interno una potente radiosidad que
destruye los antiguos moldes, las amadas limitaciones y las sustituya por
esclarecidos principios.
El verdadero
trabajo enseña que innumerables han de ser los cambios que se sucedan en lo
interno de la materia, antes que se conquiste un verdadero estado superior.
El esfuerzo y la
constancia son imprescindibles, sobre todo en la permanente realización de los
ejercicios alquímicos, pues ellos permiten que el Adepto sea interpenetrado por
la elevada energía del Disolvente Universal.
Esta magnetización
mercurial se canaliza a través de todo el cuerpo, puede que con ello se eleve
la temperatura corporal, y con tal circunstancia o sin ella, son quemadas las
durezas y residuos de los cuerpos metálico y mineral. Con la circulación de
este Fuego líquido, se despejan los nadis o delgadísimos tubos por donde se
desplaza la energía, asimismo los centros, ruedas, padmas o chakras, con
creciente sincronización se activan armónicamente y proporcionan más
resistencia y vigor a la materia de la piedra, despertando su inteligencia
superior.
Para dedicarse al
estudio y práctica de la alquimia, se requiere poseer la estirpe de un
guerrero, de un luchador nato, que esté dispuesto a prescindir de su casco y
peto, y sobre todo, de las reacciones de su negra armadura o cuerpo metálico,
epítome de las energías torcidamente obscurecidas, posesionadas de una
dirección opuesta al bien.
El Arte Real
constituye un desafío para quienes desean descomponer, licuar y volatilizar el
lastre de sus miedos, e inseguridades que les roen las entrañas y coartan sus
posibilidades, desequilibrando la manutención normal de la materia.
La realización
propia del Hermetismo es para quienes anhelan destruir los muros de su
involuntaria prisión, y desean que la
Luz superior, barra con las tinieblas anidadas en sus
laberintos subterráneos.
El alquimista bien
templado sabe que mientras no transmute sus bajas pasiones, no aprehenderá la
muda expresión del Arte Divino, la cual se transmite sólo a aquél que tenga un
claro entendimiento forjado con el aquietamiento de prolongados silencios
interiores.
El Arte alquímico
está hecho para aquél que tiene la resistencia y la osadía de proponerse no
perder jamás su conexión con lo superior. Sean cuales sean las vicisitudes que
arrecien dentro y fuera de él, porque él sabe que, tarde o temprano, se
posesionará de una serenidad, de un estado de inalterable equilibrio, fundado
en la vitalización de su esencia interior, y desde esa etapa en adelante los
caminos que se han de recorrer son secretos y escondidos, sólo conocidos por el
Hacedor.
Los árabes
nominaron a este Arte con el término Al-Kemia, palabra dividida en dos bloques.
El primer segmento "Al" designa a un maravilloso conocimiento o
receta divina atingente al tema, y el segundo bloque, Kemia, indica el
desarrollo necesario para llegar a concretar ese conocimiento. En síntesis se hace
referencia a una maravillosa Química.
En nuestra grafía,
el diseño del primer segmento, contiene dos letras "A" y
"L".
Las líneas básicas
de la A, se
asemejan al abanico con que se simboliza el descenso de la lluvia áurica, su
vértice representa al Punto de Apoyo o enlace de los Superior con lo inferior,
por donde deviene el rocío celeste, que permite la fecundización de nuestra
tierra.
La letra
"L" alude al descenso del Fuego Mercurial Externo, y su impacto y
penetración en la armadura negra o cuerpo metálico.
El segundo bloque,
"Kemia" se refiere a la acción que tiene por objeto la extracción del
oro, esto es, el provocar la muerte artificial del compuesto de la piedra, para
que renazca mercurizado, y se inicie una real separación entre las tinieblas y la Luz.
Se dice también que
la partícula "Kem" atañe a la tierra negra egipcia. Los antiguos
adeptos de ese país, estimaban que el primer estado de la tierra se
caracterizaba por ser un "estiércol de los mixtos", sujeto a
corrupción y muerte, no obstante contener la s incrustaciones de un mercurio
coagulado o Flores, como la llama Filaleteo, y que consisten en la Materia Prima de la Obra.
Nota: En este
escrito no me refiero a la explicación práctica de los ejercicios del Solve et
Coagula, en atención a que el manejo de los Fuegos, requiere de un espacio aún
más amplio que el presente, y de hecho los consigno ampliamente en la obra
puntualizada en el epígrafe, y no me refiero a ella, ni la ensalzo, porque no
es el punto ni la ocasión de hacerle propaganda.
Ahora, realizar una
exposición ligera de los fuegos, importaría una falta de responsabilidad, y
exponer a jóvenes alquimistas a correr el riesgo de verse afectados seriamente
por el mal manejo de estas energías. Veamos algo de esto: Los desastres que
desata una errónea manipulación, tanto del fuego celeste como del interno,
pueden sintetizarse en dos peligros: La vitrificación y la quemazón.
El fuego es
producto de la fricción producida por el entrechocar de la energía con la
materia.
Debes manejar un
fuego de gran finura para que al quemar las estructuras duras y metálicas de la
materia, no paralices tus centros o chakras, que son la base de la conexión,
pues permiten que la materia se desarrolle y se eleve lentamente y no sea
quemada por sus cuerpos superiores en su ascensión.
Cuando el Caos y la
obscuridad aún contienen y aprisionan a la materia, se requiere de un fuego
flexible y suave que la imante gradualmente, pues si recibe un fuego
descompensado, o al mismo Fuego Celeste en toda su intensidad, puede quemarse
el deseo de ascender y la tierra puede quedar detenida en su desarrollo. Por
ello el fuego debe aplicarse suavemente.
En el principio de la Obra el Fuego Mercurial debe
ser de reducida potencia, si es demasiado intenso o violento, la piedra se
quemará literalmente.
Los apresuramientos
indebidos, como dice Filaleteo, pueden quemar a "Las Flores" o
"Espíritus Vivos" o Mercurio Coagulado que, como he dicho,
constituyen la Materia
Prima.
La aseveración de
Filaleteo, que dice que la quemazón "debe evitarse particularmente en la
tercera semana", quiere decir que nada puede ser apremiado en el curso de la Obra, la cual una vez que sus
presupuestos han sido cumplidos, impone insensiblemente un ritmo gradual, y
todo en ella fluye en forma natural.
La vitrificación
suele afectar a quienes se arrogan el derecho de oscilar entre lo iluminado y
lo obscuro. Esta situación se produce cuando aún no se ha logrado una fijación
o coagulación permanente de la imantación superior en nosotros.
El que un discípulo
se incline y se desplace al polo negativo, cuando su materia es sublimada por
lo mercurial, motiva que la tierra, su materia, sufra alteraciones desmedidas,
que queman el proceso de elevación logrado con tanto esfuerzo y afán.
El fuego
espiritual, una vez que es activado, no debe ser apagado con una acción
innoble.
En cada estado
logrado siempre se corre el riesgo de la vitrificación, sobre todo, si el
neófito aún comprendiendo que es tentado por una acción vituperable, ya
superada por él, y se permite reiterarla, sin querer ver que es una forma
artificiosa, se bloqueará, y si persisten sus envanecimientos o tozudeces, por
muy elevado que esté, se vitrificará.
Para los curiosos,
diré que los ejercicios alquímicos son los mismos que desde el más remoto
pasado han efectuado los Hermanos en el Arte, sólo que el material
necesariamente es distinto, si se trata de la práctica de un estudiante o de un
Maestro de Obras. En general. se asemejan bastante a esas imaginerías o
visualizaciones que tanto se usan hoy en día, pero hay ciertos puntos relativos
al Solve et Coagula, así como ciertas técnicas de alineamiento relacionadas con
el Mercurio Interno Originario, que requieren de una amplia infraestructura
teórica, imposible de condensar en estas breves páginas, que salvaguarde al
aprendiz de Escila y Caribdis, de los propios y graves peligros que el mismo,
en su intrepidez provocaría.
Una última
advertencia a los jóvenes alquimistas: La alquimia no se aprende por libros.
Esto quiere decir que todos los textos antiguos, sin exclusión alguna, tratan
del ejercicio, nada más que de un solo ejercicio, que mañosamente dividen y
subdividen y mezclan al azar, los autores denominados envidiosos. Si Uds. saben
el ejercicio no necesitan ningún otro conocimiento, ¿Porqué? Porque nada de lo
que ocurre internamente a raíz de la alquimia, puede ser ponderado por la
conciencia de vigilia. Nada. Es un proceso tan elevado, que resulta inasible
para la mente concreta humana. El avance se verifica por los resultados.
Entonces ¿porqué escribimos libros sobre alquimia? Porque son necesarios, si se
entienden, para ejecutar bien los ejercicios.
Estoy empeñado en
que la alquimia sea desvelizada, no simplificada, pero entendible para TODOS
los estudiosos(as) e interesados(as) Así lo sostiene hoy una pretérita,
recóndita y olvidada Escuela de Misterios, que ha perdurado hasta hogaño, y sin
ruidos, durante siglos formando Adeptos, de la cual yo soy, como Uds. Un mero
servidor.
Esta introducción
se hizo en raudos y brevísimos días, al mero correr del teclado del P. C. sin
notas, sin bibliografía, Con el sólo acicate de un afecto por una juventud que
publica sus ideas en este foro, y cuyas breves acotaciones leí una a una, con
mucho respeto, y fueron las que me alentaron a pergeñar este proemio, para
intentar facilitarles el camino del Arte, si ellos lo aceptan, y yo estuviera a
la altura del ofrecimiento.
Hasta aquí se
extiende este artículo, hasta hoy inédito, que se ha revestido con la forma y
contenido de aquellos minúsculos tratados del pasado, y que cedo con afecto al
Rincón Hermético, sección Alquimia, de los Foros de Ágora, que tuvo a bien
solicitarlo para su difusión, ello sin perjuicio de que forme parte de otro
escrito mío.
Apiano León de
Valiente (A.L.V)