El título completo del cuadro es Judith decapitando a Holofornes y no me negarán ustedes que posee una estremecedora y brutal belleza. El realismo con le que se representa la escena, la sangre manando y manchando las blancas sábanas, la cara de agonía y el terror en los ojos de Holofernes y sobre todo, la determinación y frialdad que se aprecia en el rostro de Judith mientras lo degüella consigue impresionar desde el primer vistazo al más rudo espectador.
Pues si además de todo esto que salta a la vista, les cuento que el cuadro lo pintó una mujer y que es ella la que está degollando tan lindamente a Holofernes, entonces ya resulta casi imposible reprimir un escalofrío.
Ella se llama Artemisia Gentileschi (1593-1654) y fue una pintora barroca nacida en Italia y seguidora de Caravaggio que gozó de gran fama y reconocimiento.
Finalmente Judith volvió a Betulia con la cabeza de Holofernes en un cesto y la ciudad fue salvada.
Judith vuelve con la cabeza de Holofernes. Cuadro también de Artemisia
La historia de Judith y Holofernes fue un tema muy recurrente entre muchos pintores de esa época y hasta el mismo Caravaggio hizo su propia versión.
Artemisia. Hija de pintor, rápidamente su padre se dio cuenta de su gran capacidad artística y ante la imposibilidad, por ser mujer, de darle una educación académica normal decidió contratar un tutor personal llamado Agostino Tassi. En 1612 Tassi violó a Artemisia y aunque Tassi, que estaba casado, prometió casarse con ella para salvar su reputación, terminó rompiendo su promesa por lo que Artemisia lo denunció ante el tribunal papal donde fue juzgado.
De este juicio se conserva una amplia documentación y gracias a ella sabemos que Artemisia fue sometida a un vergonzoso examen ginecológico y torturada para saber si su denuncia era cierta (se mantenía que si una persona decía lo mismo con tortura que sin ella, pues tenía que estar diciendo la verdad).
Un rompe-dedos como el de la foto fue lo que se empleó para torturar a Artemisia. Un tormento especialmente doloroso para un pintor
También se conservan los duros testimonios de Artemisia donde cuenta con toda clase de detalles lo sucedido.
Cerró la habitación con llave y una vez cerrada me lanzó sobre un lado de la cama dándome con una mano en el pecho, me metió una rodilla entre los muslos para que no pudiera cerrarlos, y alzándome las ropas, que le costó mucho hacerlo, me metió una mano con un pañuelo en la garganta y boca para que no pudiera gritar y habiendo hecho esto metió las dos rodillas entre mis piernas y apuntando con su miembro a mi naturaleza comenzó a empujar y lo metió dentro. Y le arañé la cara y le tiré de los pelos y antes de que pusiera dentro de mi el miembro, se lo agarré y le arranqué un trozo de carne.En el juicio comenzaron a salir muchas cosas a la luz y resultó que el tal Tassi era un elemento de mucho cuidado. Se supo que tenía un plan para matar a su mujer verdadera, que se había acostado con su cuñada y que tenía previsto robar un centenar de obras al padre de Artemisia. Un cielo de hombre vamos… A pesar de todo, finalmente sólo le cayó un año de prisión y el exilio de los estados pontificios.
Después de saber todo esto, ya se pueden imaginar ustedes de donde sacó Artemisia la inspiración para su cuadro. El que pierde la cabeza representa a Tassí y Judith, con esa escalofriante cara de satisfacción en su rostro mientras le rebana el gaznate, era la propia Artemisia.
La obra tuvo un gran éxito y gustó mucho, tanto gustó que un adinerado personaje le encargaría una copia. La segunda obra es muy parecida a la primera aunque pueden verse algunas variaciones como el color de los vestidos y la perspectiva.
Aunque hay un pequeño detalle que difiere con el otro y que llama poderosamente la atención… ¿Se dan cuenta cuál es?
Efectivamente, las salpicaduras de sangre. Pero estas salpicaduras no fueron pintadas de cualquier manera y también tienen su historia.
Al parecer, Artemisia conocía a Galileo quien andaba por aquel entonces liado con estudios de balística y trayectorias. Este es uno de esos estudios realizado por Galileo.
¿Ven el parecido?
Así que, como pueden ver, esas salpicaduras no eran para nada caprichosas y estaban pintadas con toda la intención y bajo los más rigurosos estudios científicos de la época. Se cree incluso que Galileo en persona orientó a Artemisia para realizarlo.
Fuente: Historias - Historia