sábado, 11 de febrero de 2012

El simbolismo de la Rosa Cruz - Max Heindel







Cuando se busca el significado de cualquier mito, leyenda o símbolo de valor oculto, es de absoluta necesidad comprender que, como cualquier otro objeto del mundo tridimensional, puede o , mejor dicho, debe ser considerado desde todos los puntos de vista, para obtener una comprensión plena y completa de él, porque todo simbolo tiene cierto número de aspectos. Cada punto de vista revela un aspecto diferente de los demás, y todos tienen el mismo derecho a que se les tenga en cuenta.

     Visto en toda su plenitud, este símbolo maravilloso contiene la clave de la evolución pasada, constitución presente y futuro desarrollo del hombre, junto con el método de realización. Cuando se presenta con una sola rosa en el centro, simboliza el espíritu irradiando de sí mismo los cuatro vehículos: cuerpo denso, vital y de deseos, más la mente, una vez el espíritu ha penetrado en sus instrumentos, convirtiéndose en espíritu humano interno.

     Pero hubo un tiempo en el que no se había alcanzado aún ese estado, cuando el triple espíritu estaba fuera de sus vehículos y no podía aún entrar en ellos. Entonces la cruz se erguía sola, sin la rosa, simbolizando las condiciones que prevalecieron en el primer tercio de la Atlántida. Todavía hubo antes un tiempo en el que el madero superior de la cruz faltaba en la constitución humana y entonces el hombre se representaba por la tau. Esto era  en tiempos de Lemuria, cuando sólo  tenía los cuerpos denso, vital y de deseos, faltando la mente. Entonces el hombre era análogo a las plantas: casto y sin deseos. En ese tiempo, su constitución no podía representarse por una cruz y, por lo tanto, se simbolizaba por una columna.

     Este símbolo ha sido considerado fálico, emblema del libertinaje del pueblo que lo adoraba. Ciertamente, es un símbolo de la generación, pero la generación no es, en modo alguno, sinónimo de degradación. Lejos de ello, esa columna o pilar es el madero inferior de la cruz, símbolo del hombre naciente, cuando era análogo a las plantas. La planta es inconsciente de toda pasión, deseo o mal. Genera y perpetúa su especie de una manera tan pura, tan casta, que, debidamente comprendido, es un modelo para la decaída y apasionada humanidad, que debía adorarla, como cuando se les dio a las razas primitivas con ese objeto.

     El Falo y el Yona, empleados en los templos de misterios de Grecia, los dieron los hierofantes con ese espíritu y, sobre el templo, se colocaban las enigmáticas palabras: " hombre, conócete a ti mismo", que, si se comprenden son sinónimas de la Rosa-Cruz. Porque muestran las razones de la caída del hombre en el deseo, en la pasión y en el pecado, y dan la clave de su liberación. La planta es inocente, pero no virtuosa; no tiene deseos ni elección. El hombre tiene ambas cosas. Puede seguir sus deseos o no, como quiera, para que aprenda a ser dueño de sí mismo.

     Mientras fue como las plantas, hermafrodita, podía generar por si mismo, sin ayuda de otro. Pero, aunque era tan inocente y tan casto como las plantas, también, como ellas, era inconsciente e inerte. Para que pudiera avanzar necesitaba que los deseos lo arrastrasen y que una mente lo guiara y, por consiguiente, se retuvo la mitad de su fuerza creadora con el propósito de construir un cerebro y una laringe. Tenía, en aquel entonces, una forma redonda, semejante a la del embrión, y la laringe actual era una parte del órgano creador, que se adhirió a la cabeza cuando el cuerpo tomó la forma erecta.

     La relación entre las dos se vé hoy dia en el hecho de que el hombre, que expresa el polo positivo de la fuerza generadora, cambia su voz al llegar a la pubertad. Que la misma fuerza que construye otro cuerpo cuando se envía hacia afuera, es la que construye el cerebro cuando se la retiene, es muy claro si consideramos que el erotismo conduce a la locura, mientras que el pensador profundo se siente muy poco inclinado a las prácticas amorosas ya que emplea todas sus fuerzas generadoras en crear pensamientos en vez de malgastarlas en gratificar los sentidos.

     Cuando el hombre empezó a retener la mitad de su fuerza creadora con el objeto arriba mencionado, su conciencia se dirigió hacia dentro para construir los órganos. Era capaz de ver esos órganos, y empleaba la misma fuerza creadora, entonces, bajo la dirección de las Jerarquías Creadoras, en planear y ejecutar los planes de aquellos órganos, que emplea actualmente para construir aviones, casas, automóviles, teléfonos, etc. Sólo que entonces estaba inconsciente de cómo la mitad de dicha fuerza salía al exterior para generar otro cuerpo.

     La generación se efectuaba bajo la dirección de los Ángeles. en ciertas épocas del año, agrupaban a los hombres en grandes templos, donde se realizaba el acto creador. Pero el hombre estaba inconsciente de ello. Sus ojos no se habían abierto aún y, aunque le era necesaria la colaboración de un ser que tuviera el otro polo o mitad de la fuerza creadora requerida para generar, al principio no conoció a su compañera. En la vida  ordinaria, el hombre estaba encerrado dentro de sí mismo, por lo menos en cuanto a lo que al Mundo Físico concernía. Cosa que empezó a cambiar cuando se le puso en tan íntimo contacto con otro, como en el caso del acto generador.

     Entonces, por un momento, el espíritu desgarraba el velo de la carne y Adán conoció a su compañera. Había cesado de conocerse a sí mismo, así que su conciencia fue concentrándose, cada vez más, en el mundo externo y perdiendo, correspondientemente, su percepción interna. Ésta no puede readquirirse nuevamente hasta que haya pasado el estado en el que necesita de otro ser para generar, y haya llegado al punto en el que pueda utilizar de nuevo toda su fuerza creadora a voluntad.

     Entonces volverá a conocerse a sí mismo, como cuando atravesaba el estado análogo al vegetal, pero con una importantísima diferencia: que usará su facultad creadora conscientemente y no se verá restringido a emplearla únicamente en la generación, sino la laringe, que pronunciará la palabra creadora dirigida por el espíritu, por medio del mecanismo coordinador del cerebro, así que los dos órganos formados por la fuerza creadora serán, a su debido tiempo, los medios por los cuales el hombre se convertirá en un creador independiente y consciente de sí mismo.

     Aún en el actual grado de desarrollo, el hombre modela la materia por medio de su voz y su pensamiento a la vez, como se vio en los experimentos científicos en los que los pensamientos crearon imágenes en placas fotográficas y en los que la voz humana creó figuras geométricas en la arena, etc.

     En proporción directa a lo desinteresado que sea, el hombre podrá dar salida a la fuerza creadora que posee. Esto le dará mas poder mental y le permitirá utilizarlo para el mejoramiento de los demás, en vez de degradarlos y sujetarlos a su voluntad.

     Aprenderá entonces a dominarse a sí mismo y cesará en su intento de dominar a los demás, salvo cuando lo haga para su bien, pero jamás con fines interesados  o egoístas. Únicamente el que se ha dominado a sí mismo está calificado para dominar a los demás y para juzgar competentemente cuándo debe hacerse así y qué es lo mejor para ellos.

     Vemos, pues, que, a su debido tiempo, el actual modo apasionado de generación será seguido por un método más puro y eficiente que el presente, y esto se halla también simbolizado en la Rosa-Cruz cuando la rosa se coloca en el centro entre los cuatro brazos. El madero más largo representa al cuerpo; los dos horizontales, a los dos brazos; y el madero corto, superior, la cabeza. La rosa está, por tanto, colocada en el lugar de la laringe.

     La rosa, como cualquier otra flor, es el órgano generador de una planta. Su verde tallito lleva la sangre vegetal incolora y sin pasión. La rosa, rojo sangre, muestra la pasión que llena la sangre de la raza humana; pero en la rosa, el fluido vital no es sensual, es casto y puro. Así que es un excelente símbolo de los órganos generadores en estado purísimo y santo, estado que el hombre alcanzará cuando haya limpiado y purificado su sangre de todo deseo, cuando se haya hecho casto, puro, análogo a Cristo.

     Por lo tanto, los Rosacruces esperan ardientemente el día en el que las rosas florezcan en la cruz de la humanidad, y los Hermanos Mayores saludan al alma anhelante con las palabras de la bienvenida rosa-Cruz: " Que las rosas florezcan en tu cruz”. Por consiguiente, este saludo se emplea en las Fraternidades locales por el lector, que lo dirige a la asamblea de estudiantes y discípulos, que responden al saludo diciendo: " y en la tuya".

     San Juan habla de su purificación (1, 3:49) y dice que aquél que nace de Dios no puede pecar, porque guarda dentro de sí su semilla. Es una necesidad absoluta para progresar, que el aspirante sea casto. Pero debe tenerse muy presente que la castidad absoluta no se le exige al hombre hasta que haya alcanzado la preparación necesaria para las grandes Iniciaciones, y que es un deber que tenemos para con el todo, el perpetuar la raza.

     Si somos capaces, mental, moral,  física y económicamente, podemos ejecutar el acto de la generación como un  Santo Sacrificio ofrecido en el altar de la humanidad, pero no para gratificar el placer sexual, pero tampoco debe realizarse austeramente, en una repulsiva disposición mental, sino gustosamente, dándonos a nosotros mismos y haciendo uso del privilegio de suministrar a algún amigo, que está deseando renacer, un nuevo cuerpo apropiado para su desarrollo.

     De esta manera, también lo ayudaremos a que florezcan las rosas en su cruz.