lunes, 17 de marzo de 2014

EL ENIGMA DE LAS MOMIAS







Muchas personas se han preguntado alguna vez ¿qué es una momia? La respuesta más sencilla a esta pregunta es que se trata de un cuerpo preservado de la corrupción normal que tiene lugar en el cadáver. Cuando determinadas condiciones del medio ambiente (temperatura, sequedad, enrarecimiento de la atmósfera, medio antibiótico) y otras del propio cadáver (deshidratación, estado químico de los tejidos) son favorables, se produce la desecación del cuerpo y la llamadamomificación espontánea o natural.

Este fenómeno se ha producido siempre en el mundo entero desde los albores de la Humanidad y sin duda constituyó un gran enigma para el hombre primitivo. Este, en sus ritos funerarios, pronto creados por su cerebro en el que brillaba la luz de la inteligencia, demostró que en su mente había surgido la idea de la existencia de otra vida más allá de la muerte. Por eso ya el Hombre de Neanderthal enterraba a sus muertos en fosas recubiertas o rodeadas de lajas de piedra a las que embadurnaba con ocre rojo, el color de la sangre y de la vida, colocaba ajuares funerarios en torno a los cuerpos (collares de dientes o conchas, armas, alimentos) y utilizaba para ello el resguardo que le proporcionaban las cavernas naturales, las cuevas, situadas a veces en lugares recónditos y casi inaccesibles.

El hombre primitivo en todas las latitudes de la tierra, se enfrentó en alguna ocasión con la extraña circunstancia de que el cuerpo, determinados cuerpos, por razones que no podía comprender, no se descomponía. Y en algún momento de la historia de cada uno de esos pueblos, a veces tan distantes unos de otros que jamás pudieron verse, surgió la idea de conservar el cuerpo del familiar querido, del jefe respetado o del chamán reverenciado o incluso del enemigo eliminado. Y fué apareciendo lo que fué constituyendo como un arte: la preparación artificial del cadáver de diversas formas para conservarlo lo más parecido a como fué en vida. A esto se ha llamado embalsamamiento.

Este embalsamamiento adquirió formas muy complicadas en algunos países como Egipto, Perú o las Islas Canarias. Otras veces fue simplemente resuelto por medio de la desecación artificial del cuerpo por el calor del fuego o del sol, por el frío de la nieve o por las arenas de los desiertos, dependiendo del área geográfica en que se desarrollaba cada cultura. Así las técnicas de embalsamar o momificar fueron a engrosar las cada vez más numerosas prácticas que constituían la cultura material de cada pueblo, surgiendo con ellas los especialistas que practicaban estos ritos funerarios: los embalsamadores.

Pero siempre y aún en nuestros días, el cadáver momificado espontánea o artificialmente constituye un enigma. Es un enigma el por qué se momifica un cuerpo por la acción de los medios físicos mientras que a otros situados en el mismo lugar no les sucede lo mismo. Enigma es por qué, cuándo y cómo, pueblos muy diversos de la tierra descubrieron o inventaron técnicas para preservar los cuerpos. Y especialmente son un enigma las razones que tuvieron para hacerlo, aunque sospechemos que suelen ser de orden espiritual, basados en la creencia en un mundo existente más allá de la muerte. Enigma y misterio rodeó siempre el concepto de que una parte invisible del cuerpo que se separaba de él al extinguirse la vida, volvería algún día en busca de su envoltura corporal para reencarnarse en ella.

Estos y otros muchos enigmas son los que los científicos de hoy tratan de desentrañar estudiando las diversas culturas, religiones, ritos funerarios, técnicas empleadas para la conservación del cuerpo y reproducción de los métodos que pudieron desarrollar aquellos pueblos, muchos de los cuales, aunque conocidos en teoría y en forma general, constituyen aún un verdadero enigma.

Pero ¿de dónde procede la palabra momia?

La palabra momia deriva del árabe mumiya que significa betún. También en persa, mumiai significa asfalto. Esta palabra se encuentra ya mil años a. de J.C. y DIOSCORIDES dice que la substancia llamada momia se encontraba en la región de Apollonia (hubo varias ciudades de este nombre; quizás se refiere a la Apollonia de Palestina entre Cesárea y Joppe sobre cuyas ruinas se levanta hoy Arsuf o Apollonia Cirenaica, conocida como Marsa Suza, patria de Eratóstenes el Geógrafo), en donde es arrastrada por los ríos, endureciéndose al contacto con el agua y formando masas compactas como el betún.

Por su parte Ibn-el-Beitar, célebre médico árabe menciona a Dioscórides y dice que mumia o mumiya o Betún de Judea es en efecto la substancia que arrastran algunos ríos y también la substancia con que los griegos bizantinos y los egipcios conservan sus cadáveres. El Betún de Judea procede del Lago Asfaltites que era el antiguo nombre del Mar Muerto. El asfalto que dió nombre a este Lago es una substancia resinosa que procede de la resinificación del petróleo. Raras veces se encuentra en la Naturaleza el asfalto puro, pero en el Mar Muerto existe en forma natural y bastante puro, presentándose en masas de color pardo negruzco, compactas, quebradizas, con lustre grasiento. Al calentarlo se ablanda, desprendiendo olor a brea. Era substancia muy buscada por los egipcios y elemento de un activo comercio desde hace miles de años.

Pues bien, ésta es la substancia que los árabes y persas conocían con el nombre mumia y por ser utilizada como veremos más adelante en la preservación o embalsamamiento de sus cadáveres, su nombre se aplicó al cuerpo mismo envuelto en una capa de este Betún de Judea, llamándose momia al propio cadáver embalsamado. Y aún, por extensión, se llama momia a cualwuier cuerpo preservado de la corrupción, aunque no haya sido tratado con ninguna técnica artificial sino simplemente se ha producido una desecación natural o espontánea.

MOMIFICACION EN EL ANTIGUO EGIPTO
Hoy día disponemos de dos fuentes documentales que nos permiten tener una idea de cómo se practicaban los embalsamamientos en el antiguo Egipto: la Biblia y la Historia de Herodoto.

En el Génesis (Gen, 50: 2-3) ya se menciona esta práctica egipcia. Cuando muere Jacob, "su hijo José se echó sobre el rostro de su padre, lloró sobre él y le besó...y mandó José a sus siervos los médicos que embalsamaran a Israel y le cumplieran cuarenta días, porque así cumplían los días de los embalsamamientos y lo lloraron los egipcios 70 días. Y pasados los días de su luto, habló José a los de la Casa de Faraón así: "Mi padre me hizo jurar diciendo: "He aquí que voy a morir; en el sepulcro que cavé para mí en la tierra de Canaán, allí me sepultarás". Era la Cueva de Efrón el Heteo que estaba en el Campo de Macpelá, al Oriente de Mamre, en la tierra de Canaán, que Abrahan había comprado a Efrón el Heteo para que fuera la sepultura familiar. Y como allí estaban Abraham y Sarah sus padres, quiso Jacob acompañarles. También estaban allí Isaac, Rebeca y Lea.

El caso es que José pide permiso al Faraón y éste se lo concede y le da una escolta numerosa para que lleve a Jacob. Llegados a la era de Atad, que está al otro lado del Jordán, lo enterraron en la cueva. Los habitantes de aquellos lugares que vieron el luto de siete días y el gran duelo que hicieron José y sus acompañantes, quienes debían ir vestidos como egipcios, dijeron: "Llanto grande es éste de los egipcios". Y por eso llamaron al lugar Abel-Mizraím, que quiere decir Pradera o Llanto de Egipto. No se olvide que el nombre de Egipto en aquellos tiempos era Mizraím para los judíos.

En este pasaje bíblico están los datos que corresponden a la costumbre de los 70 días de "salazón" en natrón, parte fundamental de la preparación de una momia, así como los médicos siervos de José que debía ser especialistas en embalsamar. Jacob fué por tanto momificado al estilo egipcio.

José vivió según la Biblia 110 años y al morir "lo embalsamaron" y también dice que "fué puesto en un ataúd en Egipto". José se había hecho muy egipcio, adaptándose a la vida y costumbres de aquel país y no quiso que le llevaran a Canaán como él había hecho con su padre por voluntad de éste. José quedó en Egipto (Gen 50, 26).

Extrañamente los egipcios no nos han dejado ningún papiro en el que venga explicada con detalle la técnica que utilizaban para embalsamar. ¿A qué se debe esto? Puede que nadie escribiera tal documento para la posteridad, lo que resulta enigmático. O bien, tal documento existió y no ha llegado a nosotros por haber sido destruído. Es posible que existiese algún Tratado de Embalsamamientos en la famosa Biblioteca de Alejandría, pero ésta fué destruída como es sabido, siendo uno de los mayores desastres sufridos por la cultura en la antigüedad. En mi opinión el Tratado pudo existir y fué destruído. Aun queda la esperanza de que un día en una tumba hasta ahora desconocida, aparezca un rollo de papiro con detalles pormenorizados de cómo se practicó el embalsamamiento en las distintas épocas del antiguo Egipto.

Por ello es preciosa para nosotros la otra fuente documental: "La Historia" de Herodoto. Este autor griego que viajó por el mundo conocido de su tiempo incansablemente, tomando nota de las costumbres, formas de vida y cultura de los distintos pueblos, cuenta después de su estancia en Egipto, donde tuvo amplias conversaciones con sacerdotes de los templos y con embalsamadores, que cuando en alguna casa un hombre de alguna consideración acababa de morir, todas las mujeres de la casa se embadurnaban de barro la cabeza y la cara. Después, dejando al muerto en la casa, vagaban a través de la ciudad, golpeándose, sujetándose el vestido a la cintura, con los senos descubiertos y con ellas todas las mujeres de la familia. Por otro lado, los hombres se golpeaban también, con el vestido sujeto a la cintura. Cumplidos estos ritos, llevaban el cuerpo para hacerlo embalsamar (es tin tarígeusin). En griego tarígeusis es la operación que consiste en macerar el cuerpo en natrón, de lo que más adelante hablaremos.

Así como hoy usamos la palabra momia como ya indicamos, la palabra que usaban los egipcios para designar a un cadáver embalsamado era sähu y la técnica para convertirlo en momia, se decía ges que significa vendar o envolver con vendas.

Según las creencias egipcias, el ser humano estaba compuesto de un cuerpo vivo: khet y una parte espiritual divina llamadaka, un espíritu akh y una segunda alma o principio vital llamado ba. Cuando moría y quedaba embalsamado era zet.

Para llegar a obtener la felicidad eterna del ka era necesario conservar perfectamente el cadáver. De ahí surgió la técnica del embalsamamiento que es antiquísima entre los egipcios (se remonta a más de 6.000 años), aunque es un enigma cómo se originó, si fué un procedimiento inventado por ellos o bien fué traído de otras regiones de Oriente. Además han variado mucho en el tiempo las técnicas utilizadas.Se sabe que TETA, segundo Monarca de la I Dinastía (4.366 a.d. J.C.) ya escribió un Tratado de Anatomía y era hábil farmacéutico.

De este época se encuentran esqueletos, pero no momias. Sin embargo los esqueletos muestran huellas de betún. Posteriormente debió de perfeccionarse el método hasta llegar a ser el que Herodoto nos relata y que veremos a continuación. También es posible que la técnica de embalsamar fuera conocida mucho antes en el Oriente y viniese de allí a Egipto.

Lo que es indudable es que los egipcios como otros pueblos que vivieron en la proximidad del desierto tuvieron que encontrarse con cadáveres metidos en la arena y conservados por desecación o bien caídos en el Lago Uad-en-Natrum y conservados "en salmuera" debido al elevado grado de concentración de sales de estas aguas. Estas observaciones pudieron ser el inicio de la técnica que se fué perfeccionando con el tiempo.

Dice Herodoto en su "Historia": "Hay gentes establecidas para realizar este trabajo de embalsamar y a quienes pertenece esta industria. Estas gentes, cuando se les lleva un cadáver a la casa de momificación, (Per-Nefer o Casa de Purificación, wabet) muestran a sus familiares los modelos de momias en madera pintada al natural. Explican que el embalsamamiento más cuidadoso repite lo que hizo Anubis que embalsamó a Osiris". Y sigue diciendo Herodoto: "tengo escrúpulo en pronunciar su nombre en semejante circunstancia; muestran a continuación el segundo modelo, inferior al primero y menos costoso; después el tercero, que aún es de precio más bajo. Una vez dadas estas explicaciones preguntan al cliente qué modelo elige para prepararles el cuerpo. Cuando los clientes se ponen de acuerdo con ellos en el precio, se retiran. Los embalsamadores quedan en sus talleres y proceden como sigue para el más cuidadoso embalsamamiento. Primero, con ayuda de un hierro encorvado, extraen el cerebro por las narices, en parte por la operación con este hierro, en parte gracias a las drogas que vierten dentro de la cabeza. Enseguida con una piedra de Etiopía muy afilada (probablemente un cuchillo de obsidiana) hacen una incisión a lo largo del flanco y sacan todos los intestinos que limpian y purifican con vino de palma y purifican una segunda vez con substancias aromáticas diversas molidas".

Las vísceras se ponían aparte en cuatro vasijas de piedra o alabastro, cuyas tapaderas representaban las cabezas de los cuatro hijos de Horus. Eran los vasos canopes, así llamados en honor del dios Canope. Eran cuatro los hijos de Horus:Amset, Hapi, Tiumantef y Kehbenhef, cuatro genios funerarios cuyas cabezas se representaban esculpidas en las tapaderas: la primera un cabeza humana, la segunda de cinocéfalo, luego un chacal y un gavilán. En el primer vaso se guardaba el estómago y los intestinos gruesos, en el segundo los intestinos delgados, en el tercero el corazón y pulmones y en el cuarto la vesícula biliar y el hígado. Estos jarros podían ser de alabastro, barro cocido, madera pintada o piedra caliza y estaban bajo la protección Isis, Meftys, Neit y Selk.

Canope fué un dios egipcio, Almirante de la flota mitológica que llevó a Isis y Osiris a la India. Estos dioses, satisfechos de los servicios de Canope, lo deificaron y así figura en el Panteón egipcio.

Sigue diciendo Herodoto: "Después, llenan el vientre de mirra pura molida, de canela y de otras substancias aromáticas, con excepción del incienso y luego lo cosen (suturan). Hecho esto, salan el cuerpo recubriéndolo con natrón durante 70 días; no deben dejarlo en la sal más tiempo. Cuando han transcurrido los 70 días, lavan al muerto, envuelven todo su cuerpo con vendas cortadas, hechas de un tejido de lyssos (lino muy fino), con una capa de goma (en griego komi, en egipcio gomi) que los egipcios emplean ordinariamente en lugar de cola. Se entrega entonces a los parientes. Se les hace un estuche de forma humana. En él encierran al muerto y así le guardan en el interior de una cámara funeraria donde le colocan de pie contra el muro. He aquí cómo los embalsamadores tratan a los cadáveres para los cuales se hace mayor gasto".

"Con los que quieren el tratamiento medio y desean evitar grandes gastos, he aquí cómo actúan. Llenan jeringas de líquido graso que obtienen del enebro cade (Juniperus oxycedrus), y llenan con él el vientre del muerto sin abrirle ni retirar las entrañas, inyectándole por el ano e impidiendo que el líquido salga por donde entró y así le ponen en sal durante el número de días prescrito. El último día de ellos hacen salir del vientre el aceite de enebro que habían introducido. Tal es su fuerza que arrastra consigo los intestinos y las vísceras disueltas ; en cuanto a las carnes son disueltas por el natrón y no queda del muerto más que la piel y los huesos. Una vez hecho, los embalsamadores entregan el cuerpo sin preocuparse de más"

"Y he aquí el tercer género de embalsamamiento aplicado a los más pobres; se purifican los intestinos con syrmaia (un desinfectante vegetal no identificado; otro enigma), se coloca en sal durante los 70 días y el cuerpo se entrega para que lo lleven los familiares. Las mujeres de los personajes no son entregadas enseguida después de morir al embalsamador, ni tampoco las mujeres muy bellas, ni las que estaban muy bien consideradas, sólo después de dos o tres días después de muertas es cuando se las envía a los embalsamadores. Si hacen esto es para impedir que los embalsamadores no cohabiten con estas mujeres, pues se dice que uno de ellos fué sorprendido cuando tenía unión carnal con el cadáver de una mujer muerta recientemente, debido a la denuncia de un colega suyo".

Los principios religiosos de los egipcios les exigían el cuidado de los muertos, ya que el espíritu dejaba el cuerpo sólo por un tiempo, reencarnándose en un ave. Pero, algún día, terminado su peregrinar, volvería al cuerpo que le albergó y si no lo encontraba se extinguiría el ka.

Los embalsamadores eran imprescindibles, pero no se sentía mucha simpatía por ellos, perteneciendo a las clases más inferiores. Tampoco era agradable vivir constantemente en la "Casa de la Muerte", a pesar de que ellos debían estar ya acostumbrados.

Para el embalsamamiento de Faraones y grandes personajes había especialistas más exclusivos. La práctica de la conservación de sus cuerpos era más complicada, ya que los sacerdotes del templo oraban por ellos y además una legión de esclavos o técnicos especializados en platería, orfebrería, pintores, carpinteros, escultores y arquitectos, intervenían en la preparación de los imponentes Mausoleos (Pirámides, Mastabas, tumbas excavadas en la roca o en las montañas) habiéndose podido hallar en el curso de excavaciones realizadas en diversos lugares de Egipto verdaderas ciudades dedicadas sólo a vivienda de estos artesanos en las proximidades de los grandes mausoleos. Estos personajes iban cargados de joyas y objetos de toda clase que se enterraban con ellos como ajuar funerario.

Tampoco durante los 4.000 años de dinastías, se practicó de la misma forma la conservación de los cadáveres, así mientras en unas épocas se afeitó el cuerpo completamente, en otras se dejó el cabello. En los primeros tiempos se desmembraba el cuerpo primero y se momificaban por separado las distintas partes para reunirlas después formando de nuevo el cuerpo entero.

En el cuerpo de la momia se colocaba un escarabajo sagrado en el lugar del corazón. Se acicalaba el cuerpo (toilette), después del embalsamamiento, pintándole como si fuese vivo. La piel se frotaba con ungüentos y unciones de substancias aromáticas añadiendo resinas para mantenerla lo más perfecta posible.

Paraquistas se llamaban a los que abrían la cavidad abdominal y teraqueutas a los saladores. El Natrón es el Carbonato sódico decahidratado (CO3 Na2.10 H2O) que se encontraba disuelto a saturación en las aguas de algunos lagos como los del Valle del Natrón, de ahí el nombre que se hizo célebre. Estaba próximo al Río Nilo. Este natrón se traía de algunos lugares cercanos como el Lago Birket-Karum (El Fayum) o de los oasis vecinos a los lagos de Natrón donde se encontraba en forma de sal. En ocasiones los egipcios introdujeron los propios cadáveres que querían embalsamar, en alguno de estos diez Lagos de Natron (Ued-en-Natrum), para que se quedaran como en salmuera los 70 días prescritos por la técnica.

También fue práctica corriente en Egipto embalsamar animales utilizando las mismas técnicas que en los humanos.

Ya en el siglo XII, refiere el viajero árabe Abd-al-Lathif que en Egipto se vendían las momias para uso medicinal. Más tarde (s. XVI y XVII), se generalizó en las Farmacopeas el "polvo de momia", siendo muy estimado para preparar ungüentos que se utilizaban en la curación de heridas, contusiones, hernias y úlceras. Había un comercio activo de venta de momias para todos los países de Europa, propiciado por los mismos egipcios y hasta se fabricaban momias, con objeto de abastecer el mercado.

En Egipto hubo expertos constructores de sarcófagos de madera, de alabastro, de arenisca o granito. A veces con tallas perfectas en su superficie y pinturas representando las facciones del difunto y el resto del cuerpo. Otras veces esculpían en materiales pétreos como los maravillosos sarcófagos que pude ver en los Museos de Leyden, Turín y El Cairo. Los personajes y Faraones eran introducidos en sucesivos sarcófagos, uno encerrado dentro del otro, con pectorales de oro, símbolo de mando y otros diversos objetos. Durante las Dinastías XXI y XXII se colocaban ojos artificiales a la momia y trataban por todos los medios de que se pareciese al ser que fué en vida.

Durante la época helenística de Egipto, las mascarillas fúnebres, fueron substituídas por el retrato del difunto, unas veces plástico (Hermópolis) y a veces pintado (El Fayum).

MOMIFICACION ENTRE LOS GUANCHES DE CANARIAS

Las fuentes más fidedignas para el estudio de este tema las encontramos en varios autores: Fr. Alonso de Espinosa "Del origen y milagros de Nuestra Señora de la Candelaria" (1594), Juan Núñez de la Peña "Conquista y antigüedades de las Islas de la Gran Canaria y su descripción, con muchas advertencias de sus privilegios, conquistadores, pobladores y otra particularidades en la muy poderosa Isla de Thenerife" (1676), y el P. Joseph de Viera y Clavijo "Noticias de la Historia General de las Islas Canarias" (1776). Hay otros autores antiguos, alguna de cuyas obras ha desaparecido que podrían habernos dado mucha información pues escribieron en época muy reciente después de la conquista de las Islas y otros posteriores que no hacen más que repetir lo que han dicho los arriba mencionados sobre este tema.

Refiere el P. Viera que "nada es tan interesante en la Historia de nuestros antiguos isleños como el singular desvelo con que se esmeraron en honrar la memoria de sus difuntos y preservar de la corrupción los cadáveres".

Y he aquí uno de los grandes enigmas de la momifiación en las Islas Canarias. ¿Cómo llegaron los guanches y otros grupos de isleños a aprender la técnica de la momificación? Especialmente una técnica tan parecida en muchos aspectos a la utilizada por los antiguos egipcios, diferenciándose de ellos en que no disponían de los mismos materiales por la especial situación geográfica de las islas.

Dice Viera que "los guanches, a fuerza de experimentos y de repetidas observaciones consiguieron descubrir el secreto de eternizarlos en cierto modo y hacer sus xaxos comparables a las momias o famosos cadáveres embalsamados de los antiguos egipcios".

Refiriéndose Viera a Daubenton en su "Descripción del Gabinete del Rey de Francia" hablando del secreto que poseían en esta materia los egipcios, dice: "Yo creo que ha habido muchos medios de preservar los cadáveres de la corrupción. Tenemos un ejemplo en los guanches, pueblos antiguos de la Isla de Tenerife. Aquellos que quedaron cuando los españoles hicieron la conquista, refirieron que el arte de embalsamar los cuerpos era conocido de sus mayores y que había en su nación cierta tribu de sacerdotes que hacían de él un secreto y casi un misterio sagrado".

Después de la conquista, no quedó ningún conocimiento de aquel arte y sólo por tradición se ha llegado a saber cómo era la técnica empleada.

"Después de haber extraído y lavado los cuerpos muchas veces con una lejía de la corteza del pino, seca al sol en tiempo de estío, los ungían con manteca de oso (quiere decir de oveja pues no había osos en las Canarias), cocida con yerbas de olor, con espliego, salvia, etc. Hecha esta unción, se dejaba secar el cuerpo y se repetía tantas veces cuantas se creían necesarias para que el cadáver quedase bien penetrado. Cuando éste estaba ya ligero, era una prueba clara de que estaba bien preparado, y entonces lo envolvían en pieles de cabra enjutas y al pelo, para menos costo".

Sin embargo, dice Viera "nuestros anticuarios, lejos de hacer a una tribu de sacerdotes la depositaria del arte de embalsamar los cuerpos muertos, atribuyen este oficio a ciertos hombres y mujeres que cuidaban de sus respectivos sexos, advirtiendo que éste era un empleo vil, inmundo y sumamente despreciable, según dice el P. Espinosa. Como quiera que combinemos estas noticias, yo me inclino a creer que la preparación de los cadáveres corría por cuenta de dos diferentes clases de personas, como se practicaba en Egipto. Unos disecarían con sus tabonas o cuchillos de pedernal los cuerpos y los despojarían de los sesos, intestinos y demás entrañas, empleo necesario en el mismo Egipto, pero reputado por tan infame, que apenas hacían estos oficiales su aparición, procuraban huir temiendo que los circunstantes los apedrearan así como los maldecían. Estos eran llamados paraquistas. Otros cuidarían del embalsamamiento (tarea de suyo más piadosa y más susceptible de honor y a éstos los llamaban en Egipto taricheute", termina diciendo Viera que sin duda había leído la "Historia" de Herodoto.

"Cuando el enfermo moría, se colocaba su cadáver sobre una mesa ancha de piedra, donde se hacía la disección para extraerle las entrañas. Lavábanles después dos veces cada día con agua fría y sal todas las partes endebles del cuerpo, como son orejas, narices, dedos, pulsos, ingles, etc. y luego le ungían todo con una confección de manteca de cabras, yerbas aromáticas, corcho de pino, resina de tea, polvos de brezo, piedra pómez y otros absorbentes y secantes, dejándole después expuesto a los rayos del sol. Esta operación se hacía en el espacio de quince días, a cuyo tiempo los parientes del muerto celebraban sus exequias con una gran pompa de llanto; y cuando el cadáver estaba ya enjuto y liviano como un cartón, le amortajaban y envolvían en pieles de ovejas y cabras, curtidas o crudas, y con alguna marca para distinguirle entre los demás. Encerraban los reyes y primeros personajes dentro de un cajón de sabina o de tea, y trasladándolos a las cuevas más inaccesibles, destinadas para cementerio común, los arrimaban verticalmente a las paredes o los colocaban con mucho orden y simetría sobre ciertos andamios".

"La duración de estos cadáveres, que los guanches llamaban xaxos es tan asombrosa, que todavía se encuentran incorruptos en las grutas de Tenerife. Yo vi el año de 1752 el de una mujer que conservaba hasta las uñas, los ojos y los cabellos rubios, atados con una correa". Al tiempo que Viera escribía su obra se acababa de descubrir un panteón excelente, un verdadero monumento que derramaba mucha luz sobre la historia antigua de los ritos funerarios guanches. Se trataba de una cueva de entrada sumamente difícil, alta, de gran capacidad y con algunos nichos abiertos en la peña. Estaba en un cerro muy escarpado del barranco de Herque, entre Arico y Güimar, en el país de Abona y tan llena de momias que no se contaron menos de mil".

"Las mortajas o forros en que están arrolladas desde pies a cabeza son unos pellejos de cabra cosidos con primor. Algunos cuerpos tienen hasta cinco o seis, puestos unos encima de otros. Hállanse los varones con los brazos extendidos sobre ambos muslos y las hembras con las manos juntas hacia el vientre. Aún la misma colocación que tienen los xaxos en este cementerio es objeto digno de atención, porque están en camas y filas, sobre unos como andamios o catrecillos de madera todavía incorrupta". A los tablones de madera que sostenían las momias se les llamaba chajasco.

El año 1776, el Conde de Chastenent de Puysegur, Oficial Comandante de un buque de guerra llevó de Tenerife para el Gabinete de Historia Natural del Jardin des Plantes de París, dos momias guanches, que fueron halladas en una cueva de Arico. Estaban forradas de pieles. Una de estas momias tenía la cabeza descubierta y sus facciones estaban desfiguradas, pero los cabellos estaban bien conservados y arraigados. Le faltaban los pies y las entrañas se habían reducido a polvo.

En 1767, unos muchachos que subían por los riscos del pueblo de Güimar buscando hierba para pastos, trajeron de las cuevas de los guanches una considerable cantidad de cuentas de figura cilíndrica, algunas de ellas unidas de dos en dos y de tres en tres. Estaban fabricadas de barro cocido, tan sumamente duro que parecía piedra. Algunas tenían color encarnado como de coral, otras eran amarillas, pardas y negras. Todas tenían un notable pulimento y estaban perforadas. Se encontraron sobre los cadáveres y eran usadas, ensartadas, en forma de collares como adorno.

Cuenta Viera que el obispo de Rochester hizo publicar en la "Historia de la Royal Society" de Londres un relato sobre las momias guanches, en el que el autor refiere que su cualidad de médico le permitió hacer algunos servicios a los guanches, por lo que obtuvo permiso de ellos para visitar sus cavernas sepulcrales, espectáculo que no conceden fácilmente y que no se puede conseguir contra su voluntad, sin exponerse al peligro de perder la vida. Los guanches sentían una extrema veneración por los cuerpos de sus mayores y pasaba entre ellos por profanación la curiosidad de los extranjeros. Cuenta el autor así lo que vió en las cuevas: "Son éstas unas concavidades formadas en las peñas por mano de la naturaleza y perfeccionadas por el arte. Los cadáveres están envueltos en pieles de cabras, cosidos con correas tan sutilmente que es una admiración. Aunque arrugados y perdido el color, se ven tan enteros que en ambos sexos se distinguen los ojos, cabellos, orejas, narices, dientes, labios, barbas, etc. El autor contó en una sola cueva de 300 a 400 cuerpos, unos de pie y otros tendidos en ciertos catrecillos de madera, que los guanches, no sé con qué secreto, ponían tan dura que no hay hierro que la pueda romper...Le salían fuera de este pequeño lecho la cabeza y los pies, cuyos miembros descansaban sobre dos grandes piedras. Cierto cazador cortó en una ocasión un trozo de la piel que tenía uno de estos difuntos encima del estómago, la que estaba tan suave, dócil y libre de corrupción que la empleó muchos años en el uso de algunas cosas. Son estos cadáveres ligeros como la paja y se les distinguen los nervios, tendones y aún las venas y arterias, a modo de pequeños hilos. Tienen los guanches en estos sitios fúnebres unos vasos de tierra muy dura que parece los ponían con leche o con manteca al lado de los muertos; y decían que en Tenerife había más de 20 cuevas con los cuerpos de sus reyes y otras personas distinguidas, sin los que ellos mismos ignoraban, porque sólo los viejos eran depositarios de aquel secreto y éstos no eran hombres que revelaban nada".

"En la Gran Canaria también conocían el arte de embalsamar los cuerpos; fajábanlos después con correas sutiles, les vestían sus tamarcos y los colocaban de pie derechos en las catacumbas o cuevas destinadas para este fin, bien que no eran éstos sus únicos sepulcros porque en los lugares pedregosos que llamamos malpaíses, abrían algunas bóvedas que aforraban con tablones de tea, en cuyos mausoleos daban sepultura al cadáver con la cabeza al Norte y luego le cubrían con piedras grandes entrelazadas, de manera que se levantaban en forma de pirámides. Los herreños, habiendo puesto debajo de los pies de sus cadáveres una tabla y al lado el cayado que habían usado durante su vida, cerraban con piedras las bocas de las cuevas, para que los cuervos de que solían haber plaga en aquella isla, no se los comiesen".

Nuestro desaparecido amigo Luis Diego Cuscoy, Director que fué del Museo Arqueológico de Sta. Cruz de Tenerife, en su libro "Los Guanches", afirmaba que la momificación entre los aborígenes de las Islas Canarias supone una estratificación social y un culto a los muertos. Cita como todos los autores canarios y no canarios a Fray Juan de Abreu Galindo, otra de las fuentes indispensables para estudiar el enigma de la momificación en las Islas Canarias.

Relata Abreu Galindo que "cuando morían, tenían esta costumbre y orden en sus entierros, que había hombre y mujer que tenían oficio de mirlar (embalsamar, secar) los cuerpos, y a esto ganaban su vida, desta manera que si moría hombre, lo mirlaba hombre y la mujer del muerto le traía la comida; y si moría mujer, la mirlaba mujer, y el marido de la difunta le traía la comida; y servían estos de guardar el cuerpo difunto, no lo comieran los cuervos, y guirres y perros. Y la manera de mirlar los cuerpos era que los llevaban a una cueva y los tendían sobre las lajas y les vaciaban los vientres y cada día los lavaban dos veces con agua fría las partes débiles...y después de lavados los untaban con manteca de ganado y echábanles carcoma de pino y de brezo y polvos que hacían de piedra pómez, porque no se dañasen. Y estando el cuerpo enjuto sin ponerle otra cosa, venían los parientes del muerto y con cueros de cabras y de ovejas sobados, los envolvían y los liaban con correas muy luengas y los ponían en las cuevas que tenían dedicadas para ello..."

Cuscoy señalaba que el examen de momias últimamente descubiertas, confirma la existencia de momificadores de oficio por la regularidad con que aparecen colocadas ciertas partes del cadáver; brazos extendidos a lo largo del cuerpo, manos con los dedos juntos y vueltas hacia los muslos, posición de la cabeza ligeramente levantada sobre un cabezal, pies también levantados con los dedos juntos. La conservación de pies y manos es perfecta. Las cavidades no estaban vaciadas y los cuerpos vacíos se debe a la acción de los roedores. Las partes blandas están perfectamente deshidratadas.

La momificación fué probablemente un signo externo de categoría social, pues contrastan algunos enterramientos muy cuidados, "ricos", con muchas pieles de envoltura y abundante y variado ajuar, cueva bien acondicionada y empleo de tablones para colocar sobre ellos el cadáver, con otras carentes de ajuar e incluso sin momificar. Escasísimos cadáveres de mujeres aparecen embalsamados, lo que revela la poca consideración social de que gozaba la mujer, concluye Cuscoy.

Los estudios realizados en momias halladas en las islas demuestran que la momificación sólo se practicó en Tenerife y Gran Canaria y que hubo diversas formas de embalsamamiento. En algunos casos se abrió la cavidad abdominal rellenándola con substancias vegetales y en otros, la mayoría, no se abrió. La momificación en Tenerife ha sido al parecer más efectiva y duradera que en Gran Canaria. Mientras en las Cuevas de Tenerife aparecen las momias apoyadas contra la pared de la cueva o sobre andas, en Gran Canaria eran colocadas horizontalmente y probablemente fueron enterradas muchas veces en túmulos, envolviéndolas en tejidos de junco.

MOMIFICACIÓN EN ESTADOS UNIDOS

La momificación artificial ha existido entre las tribus indias de muy diversos lugares de América. En Norteamérica se han hallado momias en posición sentadas, fuertemente flexionados piernas y brazos, en cuevas y refugios, sobre todo en el Noroeste, en las Islas Aleutianas y en el Sur y S.E. de los Estados Unidos (Utah, Nevada, Arizona). Las mejor conservadas proceden del Cañón del Muerto y hoy se encuentran en el Museo de Historia Natural de Nueva York. Hay otra colección en el Arizona State Museum.

Los que mejor embalsamaron fueron los indios "Basket makers", que desecaban los cadáveres y los colocaban en pozos especialmente construídos con lajas de piedra. Los cuerpos permanecían flexionados en posición sentada y envueltos en mantas o pieles de venado. El ajuar estaba compuesto por cestos con diversas ofrendas, como alimentos, armas, objetos personales y palos de cavar. En Arizona se han hallado cuerpos flexionados y otros extendidos. En todos estos casos se practicó la desecación natural. Con frecuencia se hallaron restos de pediculosis en el cabello. Una colección de momias desecadas en forma natural procede de las antiguas tribus indias de Kentucky, del lugar llamado Valle de las Momias. La datación con C-14 de estas momias es de 1960 + 160 años. También se han hallado en la Cueva del Mamuth.

Lo que sigue constituyendo un enigma es el por qué algunos indios eran colocados cuando morían en cuevas y otros enterrados. ¿Quizás su condición social? ¿Se trataba de jefes o personas veneradas por algún motivo religioso? ¿Eran guerreros famosos en la tribu? Lo cierto es que incluso los indios actuales, aculturados ya tras largos años de "civilización occidental", no se atreven a penetrar en estas cuevas como me contaba mi viejo amigo y colega Mahmoud El-Najjar, y que llaman chindi o "hounted houses" (casas encantadas). Lo mismo que hacen los indios chocóes del Darien, cuando muere un familiar, la casa es abandonada por los que quedan vivos en prevención de que el espíritu del muerto venga a molestarles.

MOMIFICACION EN PERÚ

La primera información sobre una momia real de los incas, se debe al Secretario de Pizarro, Pedro Sancho de la Hoz, que a los pocos años (1525) de la conquista, describió la momia de Huayna Capac, de la que dice que está intacta, envuelta en suntuosas ropas y que "le faltaba nada más que la punta de la nariz".

El inca Garcilaso de la Vega (1559) da más detalles diciendo que: "Los cuerpos momificados estaban tan intactos que no les faltaba ni el pelo, párpados ni cejas. Llevaban las mismas vestimentas que llevaron en vida con llautus (apero deformador del cráneo) sobre sus cabezas. Permanecían sentados en la típica postura india. Dice que "recuerdo que toqué el dedo de Huayna Capac. Estaba duro, rígido como el de una estatua de madera. Los cuerpos pesaban tan poco que cualquier indio podría llevarlos en sus brazos de casa en casa o sobre sus espaldas. Los llevaban así vestidos por calles y plazas sobre unas andas y a su paso, los indios se arrodillaban y hacían reverencias con gritos y lágrimas, y muchos españoles se quitaban el sombrero a su paso".

Cieza de León ("Primera parte de la Crónica del Perú" 1550), relata la costumbre que tenían los incas de practicar la conservación del cadáver por medio de técnicas de embalsamamiento que conducían a la momificación. Dice Cieza de León: "Muerto uno de estos Señores tan grandes, era ley entre ellos, no se perdiese su memoria; para lo cual se hacía un bulto de mano con la figura que ellos ponerle querían, al cual llamaban del nombre del Rey ya muerto; y solían estos bultos ponerse en la Plaza del Cuzco cuando se hacían sus fiestas, y en redor de cada bulto destos Reyes estaban las mujeres y los criados".

El P. José de Acosta ("Historia Natural y Moral de Indias") dice sobre la momificación en el Perú: "Estaba el cuerpo tan enteroy bien aderezado con cierto betún, que aparecía vivo. Los ojos tenían hechos de una telilla de oro, tan bien puestos que no le hacían falta los naturales. Y tenía en la cabeza una pedrada que le dieron en cierta guerra. Estaba sano y no le faltaba cabello, como si muriera aquel mismo día, habiendo más de 60 u 80 años que había muerto. Este cuerpo con otros de Ingas envió el dicho Polo a la ciudad de Lima, por mandado del Virrey Marqués de Cañete...y en el Hospital de San Andrés que fundó el dicho Marqués, han visto muchos españoles este cuerpo, con los demás, aunque ya están maltratados y gastados".

El P. Acosta estaba ante un cráneo trepanado, precisamente aquél que le pareció pedrada. Cuando en el capítulo 22 se refiere a Huayna Capac, dice: "Tomóle la muerte en el Reino de Quito, que dista de su corte 400 leguas. Abriéronle, y las tripas y el corazón quedaron en Quito, por haberlo él así mandado y su cuerpo fué traído al Cuzco y se puso en el famoso Templo del Sol...Los cuerpos de éste y el de Huayna Capac, muy embalsamados y curados, envió a Lima Polo".

El P. Cobo (1653) describe una de las momias que vió diciendo que "estaba tan bien curada y preparada que parecía estar viva. Su cara estaba bien formada y aún tenía color...La conservación de la cara se había hecho por medio de una pieza de calabaza colocada debajo de cada mejilla, sobre la cual la piel había quedado tensa y lustrosa con falsos ojos abiertos."

Pedro Weiss, el gran arqueólogo y patólogo, que dirigió el Museo de la Magdalena de Lima, me contaba hace ya muchos años, que había encontrado en el Perú momias embadurnadas de rojo en Huará de Ancón y Chancay. También halló cráneos embadurnados de rojo en Huará.

¿Cómo preparaban sus cadáveres en Perú para momificarlos? Todavía hoy con nuestros recursos modernos de estudio e investigación de Laboratorio, sigue constituyendo un enigma no resuelto. Sabemos muchas cosas pero desconocemos muchas más. El anciano Dr. Francisco Graña, ya desaparecido, gran autoridad peruana en muchos campos de la Ciencia me contaba durante mi estancia en aquel país, que en el antiguo Perú las momias se preparaban con "Bálsamo del Perú", mentol, Bálsamo de Tolú, sal, tanino, diversos alcaloides, saponinas y resinas. El estaba convencido de que como los egipcios y los cartagineses, utilizaban substancias ricas en ácido cinámico para embalsamar los cadáveres. Todas estas substancias tienen prpiedades conservadoras.

Nuestras propias investigaciones realizadas en 39 momias que fueron traídas el siglo pasado por la expedición española a las costas americanas del Pacífico, han demostrado que las procedentes del Norte de Chile, fueron tratadas con Bálsamo del Perú o Tolú (Myroxylon peruiferum), arena del Desierto de Atacama y diversas substancias vegetales. Estas momias conservan su turgor y peso de una forma notable, incluso exudando periódicamente las substancias resinosas con que fueron tratadas. Se nota una gran diferencia con aquellas otras momias de esta colección de la Escuela de Medicina Legal de la Universidad Complutense de Madrid, y que fueron momificadas en forma natural (éstas pesan muy poco y están secas, mientras que aquéllas parece que las acaban de untar con substancias grasas y resinosas y su peso es notable).

Cornejo Bouroncle identificó restos de una planta aromática llamada en Perú "muña" (Mithostachis mollis) en el interior de momias de bajo estatus social. Hoy día las hojas de muña se utilizan para evitar que se pudran las patatas almacenadas.

Llamamos en Arqueología y Antropología "bultos" a estas momias peruanas, conservadas en posición flexionada, con las manos tapando las orejas, otras veces cruzadas sobre los genitales y las rodillas tocando casi la barbilla. De esta forma ocupaban menos espacio. Con ellas hacían un saco o paquete y las envolvían en ricos tejidos con maravillosos dibujos geométricos. Estas mantas eran cosidas dando al conjunto un aspecto o figura antropomorfa. Sobre la cabeza se colocaban coronas de oro o colgantes. Dentro y recubierto por las mantas, se colocaba todo un ajuar entre el que valiosos objetos de oro y piedras preciosas indicaban el estatus que el sujeto mantuvo en la comunidad.

Otras veces como ocurre en las momias halladas en Bolivia, el cuerpo era envuelto en paja de totora u otra substancia textil, trenzada con la hierba llamada tola, a la que a veces unían un manojo de cuerdas con nudos (quipus) que era la forma de contar la historia del cuerpo momificado.

Collin encontró en las cercanías de La Paz, capital de Bolivia, a 5.000 metros de altitud sobre el nivel del mar, cerca del Cerro Tumari, una serie de momias. Una de ellas conservaba claramentre los agujeros de embalsamamiento y las costuras de las paredes abdominales, lo que demostró la técnica seguida: evisceración, relleno del cuerpo con substancias conservadoras y cosido o sutura posterior.

Se desconoce totalmente el procedimiento seguido por los antiguos chulpas, que habitaron esta región de Bolivia, para embalsamar sus cadáveres, pero según se cree sólo se hacía con los notables de la tribu. Cree Collin que utilizaron dientes de tara que es una planta que contiene 25 % de tanino y que hoy se cultiva para obtener el producto que se usa en las curtimbres.

Otro de mis buenos amigos desaparecidos, el Dr. Juan Bautista Lastres, que estudió numerosas momias en Cuzco y Lima, no encontró signos de evisceración y creía que la mayoría de las momias habían llegado a ese estado por causas naturales y ocasionalmente se aplicó sobre la piel Bálsamo del Perú y algunas hierbas aromáticas.

La momificación en Perú se remonta a 6.000 años de antigüedad. ¿Cuándo, cómo y porqué se comenzaron a momificar los cuerpos? Son una serie de enigmas que quizás nunca podremos resolver. Suponemos que pudo comenzar poco después que las migraciones de los primeros pobladores procedentes de Alaska se asentaran en poblados estables en la región andina, pero esto es sólo una hipótesis de las muchas que podrían emitirse. Otra suposición es que sólo se momificó el cuerpo de los pertenecientes a una élite sacerdotal-chamánica o gobernante. Se utilizaron como fetiches tribales o para mantener viva la historia de los antepasados.

Según Dawson (1928) y Comas (1979) entre las poblaciones precolombinas pueden identificarse tres tipos de momificación:

  • Natural (sequedad, calor, frío, ausencia de aire en la tumba).
  • Natural intencional (cuando expresamente se colocaba el cuerpo en el lugar adecuado que reunía las condiciones para que se secase perfectamente).
  • Artificial (técnicas variadas, desde el ahumado, el calor, la evisceración, la aplicación de diversas substancias vegetales o minerales como protectores de los tejidos contra la putrefacción.

Los antiguos peruanos seleccionaron algunos lugares especialmente secos del país ya de por sí seco, como los desiertos arenosos de la costa, Paracas y otros, para enterrar sus bultos y hoy cuando se excava en estas regiones, se hallan verdaderas necrópolis llenas de momias con los tejidos envolventes en perfecto estado de conservación a pesar del tiempo transcurrido. En la zona del altiplano, las condiciones atmosféricas fueron también muy favorables. Además de la sequedad, la falta de oxígeno a causa del enrarecimiento por la altura, disminuía a cero los procesos de putrefacción, favoreciendo la momifiación natural. No se olvide que los dos países del mundo que mejor han conservado momificados los cadáveres han sido Egipto y Perú, precisamente regiones de extrema sequedad.

Sin embargo, permanece en el terreno de los enigmas el cuándo, dónde y por qué se comenzó a practicar la conservación de los cuerpos y se desarrolló el culto a los cadáveres de los antepasados.