Las indicaciones que preceden permiten comprender la
coexistencia, en la unidad esencial de una misma doctrina tradicional, de una
multiplicidad de puntos de vista que no afecta en nada a esta unidad. Por lo
demás, en todas las cosas cada uno aporta evidentemente en su comprensión una
especie de perspectiva que le es propia, y, por consecuencia, se podría decir
que hay tantas maneras de comprender más o menos diferentes, como hay
individuos; pero esto no es verdad sino en el punto de partida, porque, desde
el momento en que se eleva uno por encima del dominio individual, todas estas
diferencias, que no provocan ninguna incompatibilidad, desaparecen
necesariamente. Además de la diferencia que es inherente a la naturaleza particular
de los diversos seres humanos, cada uno puede también, por otra parte,
colocarse en varios puntos de vista para estudiar la doctrina bajo tal o cual
aspecto más o menos netamente definido, y que podrá serlo tanto más
nítidamente cuanto más particularizado sea, es decir más alejado, en el orden
descendente de las aplicaciones, de la universalidad principal La totalidad de los puntos de vista posibles
y legítimos está siempre contenida, en principio y sintéticamente, en la
doctrina misma, y lo que hemos dicho sobre la pluralidad de los sentidos que
ofrece un texto tradicional basta para demostrar de qué manera puede
encontrarse en el mismo; no habrá pues más que desarrollar siempre
rigurosamente, según estos diversos puntos de vista, la interpretación de la
doctrina fundamental. Esto es, exactamente, lo que acontece en la
India, y es lo que expresa la palabra sánscrita "darshana",
que no significa propiamente más que "vista" o "punto de
vista", porque la raíz verbal "drish", de la que se deriva,
tiene como sentido principal el de "'ver". Luego los darshanas
son los puntos de vista de la doctrina, y no son, como se lo imaginan la
mayoría de los orientalistas, "sistemas filosóficos" que se hacen
competencia y se oponen unos a otros; en toda la medida en que estos
"puntos de vista" son estrictamente ortodoxos, no podrían
naturalmente entrar en conflicto o en contradicción. Hemos demostrado que toda
concepción sistemática, fruto del individualismo intelectual caro a los
occidentales modernos; es la negación de la metafísica, que constituye la
esencia misma de la doctrina; hemos dicho también cuál es la distinción
profunda del pensamiento metafísico y del pensamiento filosófico, porque esta
doctrina no es más que un modo especial, propio del Occidente, y que no podría
aplicarse admisiblemente al conocimiento de una doctrina tradicional que se ha
mantenido en su pureza y en su integridad. No hay pues "filosofía
hindú", como tampoco "filosofía china", por poco que se quiera
conservar a la palabra "filosofía" un significado un poco preciso,
significado que se encuentra determinado por la línea de pensamiento que
procede de los Griegos: y por lo demás, si se considera sobre todo lo que se ha
vuelto la filosofía en los tiempos modernos, hay que confesar que la ausencia
de este modo de pensamiento en una civilización no tiene nada de
particularmente lamentable. Pero los orientalistas no quieren ver en los darshanas mas que filosofía y sistemas, a los cuales
pretenden imponer las etiquetas occidentales: todo esto porque son incapaces
de salir de los cuadros "clásicos", y porque ignoran enteramente las
diferencias más características de la mentalidad oriental y de la mentalidad
occidental. Su actitud, en el aspecto de que se trata, es del todo comparable a
la de un hombre que, no conociendo nada de la civilización europea actual, y
habiendo tenido por acaso en las manos los programas de enseñanza de una
Universidad, extrajera la singular conclusión de que los sabios de Europa están
divididos en varias escuelas rivales, en la que cada una tiene su sistema
filosófico particular, siendo las principales las de los matemáticos, de los
físicos, de los químicos, de los biólogos, de los lógicos y de los psicólogos;
este error sería sin duda muy ridículo, pero no lo sería más sin embargo que la
concepción corriente de los orientalistas, y éstos no deberían tener ni
siquiera la excusa de la ignorancia, o más bien es su misma ignorancia la que
es inexcusable. Por inverosímil que esto parezca, es muy cierto que las cuestiones
de principio, que ellos parecen hacer a un lado por prejuicio, no se han
presentado nunca a su espíritu, demasiado estrechamente especializado para
poder comprenderlas y apreciar su alcance; éste es un caso extraño de "miopía
intelectual" en último grado, y se puede estar seguro de que, con
semejantes disposiciones, no llegarán nunca a penetrar el sentido verdadero del
menor fragmento de cualquiera de estas doctrinas orientales, que se han
impuesto la misión de interpretar a su manera, de conformidad con sus puntos de
vista del todo occidentales.
Volviendo a la verdadera comprensión de las cosas, los
puntos de vista bajo los cuales puede ser considerada la doctrina son
evidentemente susceptibles de ser multiplicados más o menos; pero, por otra
parte, no todos son igualmente irreductibles, y los hay que en cierto modo son
más fundamentales, y a los cuales se pueden subordinar los otros Siempre se
podrán pues agrupar los puntos de vista secundarios en torno de los puntos de
vista principales, y son entonces estos últimos los únicos que se limitará uno
a considerar separadamente, como otras tantas ramas de estudio de la doctrina,
no dando motivo los otros más que a simples subdivisiones, que ni siquiera es
necesario precisar en la mayoría de los casos. Las grandes divisiones, y las
ramas principales, son propiamente los darshanas, en el sentido que esta
palabra ha tomado habitualmente, y, según la clasificación admitida
generalmente en la India, se distinguen seis, que hay que tener cuidado de no
confundir, porque su nombre es el mismo, con lo que se llama los seis "vêdângas".
La palabra vêdânga significa literalmente
"miembro del Vêda"; esta designación se aplica a ciertas
ciencias auxiliares del Vêda, porque se las compara a los miembros
corporales por medio de los cuales un ser obra exteriormente; los tratados
fundamentales que se relacionan con estas ciencias, y cuya enumeración vamos a
dar, forman parte de la smriti, y, en razón de su relación directa con
el Vêda, ocupan el primer lugar. La Shikshâ es la ciencia de la
articulación correcta de la pronunciación exacta, que implica, con las leyes
de la eufonía que son más importantes y están más desarrolladas en sánscrito
que en ninguna otra lengua, el conocimiento del valor simbólico de las letras;
en las lenguas tradicionales, en efecto,
el uso de la escritura fonética no es
de ningún modo exclusivo de la conservación de un significado ideográfico, del
cual el hebreo y el árabe ofrecen igualmente el ejemplo. Chhandas es la
ciencia de la prosodia, que determina la aplicación de los diferentes metros en
correspondencia con las modalidades vibratorias del orden cósmico que deben expresar,
y que así hace de ellos algo más que formas "poéticas" en el sentido
simplemente literario de esta palabra; por lo demás, el conocimiento profundo
del ritmo y de sus relaciones cósmicas, de donde se deriva su empleo para
ciertos medios preparatorios de la realización metafísica, es común a todas las
civilizaciones orientales, pero, en cambio, totalmente extraño a los
occidentales.
El vyâkarana es la
gramática, pero que, en lugar de presentarse como un simple conjunto de reglas
que parecen más o menos arbitrarias porque se ignoran sus razones, como
acontece por lo común en las lenguas occidentales, se basa por el contrario en
concepciones y clasificaciones que siempre están en estrecha relación con el
significado lógico del lenguaje.
El nirukta es la explicación de los
términos importantes o difíciles que se encuentran en los textos védicos; esta
explicación no descansa sólo en la etimología, sino también, lo más a menudo,
en el valor simbólico de las letras y de las sílabas que entranen la
composición de las palabras; de ahí provienen innumerables errores de los
orientales, que nopuedencomprender,ni siquiera concebir este
último modo de explicación,
absolutamente propio de las lenguas
tradicionales, y muy análogo al que se encuentra en la Qabbalah
hebraica, y que, por consecuencia, no quieren y no pueden ver más
que etimologías caprichosas, o hasta vulgares "juegos de palabras",
en lo que, naturalmente, es otra cosa por completo en realidad. El jyotisha
es la astronomía o, más exactamente, es a la vez la astronomía y la astrología,
que nunca están separadas en la India, como no lo fueron en ningún pueblo
antiguo, aun entre los Griegos, que se servían indistintamente de estas dos
palabras para designar una sola y misma cosa; la distinción de la astronomía y
la astrología es moderna, y hay que agregar que la verdadera astrología
tradicional, tal y como se ha conservado en Oriente, no tiene casi nada en
común con las especulaciones "adivinatorias" que algunos tratan de
constituir bajo el mismo nombre en la Europa contemporánea. En fin, el kalpa
palabra que por lo demás tiene otros muchos sentidos, aquí el conjunto de
las prescripciones que se relacionan con la realización de los ritos, y cuyo
conocimiento es indispensable para que éstos tengan plena eficacia; en los
sûtras que las expresan, estas prescripciones están condensadas en fórmulas de
apariencia muy parecida a la de las fórmulas algebraicas, por medio de una
notación simbólica particular.
Además de los vêdângas, hay que mencionar
también los Upavêdas, palabra que designa los conocimientos de orden
inferior, pero que descansan sin embargo sobre una base estrictamente
tradicional; el orden a que se refieren estos conocimientos es el de las
aplicaciones prácticas. Hay cuatro Upavêdas, qué están vinculados a los
cuatro Vêdas porque en ellos se encuentran sus principios respectivos: Ayur-Vêda,
es la medicina, unida al Rig-Vêda; Dhanur-Vêda, la ciencia militar,
unida al Yajur-Vêda; Gândharva-Vêda, la música unida al Sâma-Vêda;
Stâpatya-Vêda, la mecánica y la arquitectura, unidas al Atharva-Vêda.
Éstas son, según las concepciones occidentales, artes más bien que ciencias
propiamente dichas; pero el principio tradicional que se les da aquí les
confiere un carácter algo diferente. Naturalmente, estas enumeraciones de los Vêdângas y de los Upavêdas, no excluyen de
ningún modo a las otras ciencias; que no están comprendidas en ellos, pero de
las cuales algunas por lo menos fueron igualmente cultivadas en la India desde
los tiempos antiguos; se sabe que las matemáticas principalmente, que
comprenden, bajo el nombre general de "ganita", pâtî-ganita o vyaktaganita
la aritmética, bîja-ganita, el álgebra, y rêkhâ-ganita la
geometría, recibieron, sobre todo en las dos primeras de sus tres ramas, un desarrollo notable, del cual
debía beneficiarse más tarde Europa por intermedio de las árabes.
Con esta idea sucinta del conjunto de los
conocimientos tradicionales de la India, que constituyen todos como aspectos
secundarios de la doctrina, volvamos ahora a los darshanas, a los que se
debe considerar como formando parte integrante de este mismo conjunto, sin lo
cual nunca se comprendería nada. En efecto, no hay que olvidar que, en la India
lo mismo que en China, una de las injurias más graves que se puede hacer a un
pensador es la de elogiar la novedad y la originalidad de sus concepciones,
carácter que, en civilizaciones esencialmente tradicionales, bastaría para
quitarles cualquier alcance efectivo. Sin duda, se han podido formar, entre los
que se han consagrado especialmente al estudio de uno u otro de los darshanas,
escuelas que se distinguen entre sí por algunas interpretaciones particulares,
pero estas divergencias jamás han ido muy lejos sin salir de los límites de la
ortodoxia; como no se ocupan a menudo sino de puntos secundarios, son más
aparentes que reales en el fondo, y son más bien diferencias de expresión, por
lo demás útiles para adaptarse a comprensiones diversas. Además, es evidente
que un "punto de vista" nunca ha sido la propiedad exclusiva de una
escuela cualquiera, por más que, si se contenta considerándolo superficialmente
en lugar de tratar de percibir su esencia, puede parecer algunas veces que se
identifica con la concepción de la escuela que principalmente la ha
desarrollado; la confusión sobre este punto es también de las que son naturales
a los occidentales, acostumbrados a referir a individualidades, como verdaderas
"invenciones", todas las concepciones que le son familiares: éste es
uno de los postulados por lo menos implícitos de su "método
histórico", y, en nuestros días, el mismo punto de vista religioso no se
escapa a las consecuencias de esta actitud de espíritu especial, que despliega
con respecto a él todos los recursos de esta exégesis antitradicional a la cual
hemos hecho ya alusión.
Los seis darshanas son el Nyâya y el
Vaishêsika, el Sânkhya y el Yoga, la Mîmânsâ y el
Vedanta; se enumeran habitualmente en este orden y por parejas, a fin, de
marcar sus afinidades; en cuanto a querer asignar un orden de sucesión
cronológico a su desarrollo, es una cuestión vana y sin interés real, por las
razones que ya hemos expuesto, en cuanto se trata de puntos de vista que, desde
el origen, estaban implícitamente contenidos en perfecta simultaneidad en la
doctrina primordial. Puede decirse, para caracterizarlos someramente, que los
dos primeros de estos puntos de vista son analíticos, mientras que los otros
cuatro son sintéticos; por otra parte, los dos últimos se distinguen de los
demás en que son, de manera directa e inmediata, interpretaciones del mismo Vêda,
y el resto se deriva de él más lejanamente; de modo que las opiniones
heterodoxas, aun de manera parcial, no tienen ningún alcance, mientras que han
podido tenerlo en algunas de las escuelas consagradas al estudio de los cuatro
primeros darshanas. Como definiciones demasiado breves serían por fuerza
incompletas, poco inteligibles, y por consiguiente, poco útiles, hemos creído
preferible reservar un capitulo particular a las indicaciones generales que se
refieran a cada darshana, tanto más cuanto que el asunto es muy
importante, dado el fin que nos proponemos aquí, para que merezca ser tratado
con alguna extensión.
Fuente: René Guénon