lunes, 22 de agosto de 2011

MANIFESTACIONES CULTURALES DEL ARQUETIPO SOMBRA




Es imposible encontrar una sociedad que no tenga mitos, leyendas o representaciones artísticas que hagan alusión a lo sombrío, por lo cual, en el presente trabajo se pretende realizar un recorrido a través de diferentes símbolos que en la cultura se han utilizado, y se utilizan, para representar el arquetipo de la Sombra en sus diferentes facetas, se explorarán algunos de ellos que resultan más representativos en la cultura occidental, y que fueron seleccionaron en base a que manifestaran alguna forma de relacionarse con el arquetipo mencionado y que continuaran vigentes en la época actual, para lograr transitar por lo sombrío desde su estado numinoso, hasta por las situaciones de negarlo, proyectarlo, y poder llegar a interiorizarlo, ya que poder concientizarse de la propia Sombra es la primera instancia en el camino de la individuación.
Es por ser el primer paso en dicho recorrido que resulta importante el observar este arquetipo, ya que resulta ser el que con mayor frecuencia es confrontado en la cotidianidad, y que constantemente resulta difícil de aceptar; también es importante señalar que a diferencia del resto de los arquetipos del desarrollo, (Que en su totalidad y en orden de asimilación, propuesto por Jung, son: Sombra, Anima/Animus y Selbst) es el único que a primera impresión causa temor, ya que si bien, el costado femenino en el varón, o el masculino en la mujer, resultan difíciles de asimilar, no causan, a primera instancia, rechazo, más bien dificultad para comprenderlos, pero no son vivenciados como aversivos, y el Selbst, por su lado, siempre denota una sensación de calma, de comodidad, de plenitud, es una experiencia religiosa en todo sentido.
Así la Sombra resulta por un lado repulsiva, pero por otro atrayente, ya que es imposible no ser llamado por ese costado obscuro en nuestro interior, y es así que en numerosas culturas siempre ha permanecido algún símbolo para vincularnos con esta, con la parte primitiva, que detestamos en los otros pero no vemos en nosotros mismo, que nos aterra, pero no podemos apartar la vista de ello, ya que siempre se mantiene la intuición de que en ese lugar obscuro, si se logra enfrentar al dragón, se tendrá acceso a ese tesoro escondido que podría sernos de gran utilidad y beneficio.
Y así, al observar la Sombra y animarse a dar ese primer paso en busca de los secretos que se esconden en las penumbras, estaremos iniciando el camino que nos lleve a la comprensión de que luz y obscuridad, bien y mal, no son más que dos extremos de una misma cosa, y que sin la permanencia de uno el otro no podría continuar existiendo, que la lucha entre estos pares de opuestos no es más que un intento de equilibrarse, más no de eliminarse, y que esta batalla, se pude observar en el afuera, más no será más que símbolos para manifestar lo que ocurre en nuestro interior, y una vez comprendido esto, se podrá iniciar un dialogo con la propia Sombra, que, pretendidamente, dará la pauta para buscar ese equilibrio que nos llevará a ser más honestos y coherentes con nosotros mismo en nuestro pensar y accionar, y nos acercará a retornar a aquello que verdaderamente somos, un individuo completo.
El termino arquetipo es un concepto propuesto por Carl G. Jung, que se torna un poco difícil de explicar, ya que es imposible observar alguno en lo concreto, jamás se podrá estar en contacto directo con ellos, si no, con sus manifestaciones, con los ropajes de los que se revisten, esto es la imagen arquetípica, la cual emerge para revelarse en el plano de la consciencia, haciendo posible la inferencia de la existencia del arquetipo en sí mismo. Siendo así, se le deberá entender como un principio organizador que nos ayuda a comprender la realidad, están contenidos en el inconsciente colectivo, son heredados, en el mismo sentido que se heredan los órganos que componen un organismo, por lo tanto son comunes a la humanidad.
Se trata de entidades numinosas cargadas de significado, (entendiendo el término numinoso en el sentido acuñado por Rudolf Otto, que lo define por tres elementos que designa en latín y son: Mysterium, Tremendum, Fascinans), que ocupan un amplio espectro recorriendo desde lo instintivo, pasando por lo perceptible, hasta lo trascendente, lo mismo es arquetipal el hecho de que la araña obedezca un patrón al momento de elaborar su telaraña o el reflejo de Moro en los niños hasta antes del cuarto mes de nacido, que la existencia de Merlín, el Filemón de Jung, Gandalf o Yoda como manifestaciones de anciano sabio, y la sensación de trascendencia y comunión con lo sagrado, que pueda llegarse a percibir, frente a un altar religiosos de cualquiera que sea la fe que se profese.
Son los arquetipos el oculto tesoro que la humanidad ha acumulado y del que ha producido sus dioses y sus demonios, y todos aquellos pensamientos poderosos e influyentes sin los cuales las personas dejarían de ser humanas. (1)
Los arquetipos pueden vivenciarse de diversas maneras, pero estos se mantienen inmodificables, son más bien sus ropajes los que se reactualizan con forme a la cultura y la época, tomando símbolos que puedan caracterizarlos, siendo la mejor representación posible del mismo, más no la representación final. Entendiendo esto se puede inferir que existe un número finito de arquetipos pero no es así para los símbolos usados al representarlos.
Por esta concepción de los arquetipos, a Jung, se le llegó a acusar de “mitologizar” a la psique, creando entidades que se manifiestan en sueños personificando aspectos del sujeto, así una mujer puede representar el ánima y una figura obscura o una bestia a la sombra, sin embargo, ante estas acusaciones Jung afirmó que no era él quién mitologizaba si no que la propia psique creaba figuras mitológicas, además, la critica parece reducir las figuras arquetípicas a imágenes, siendo que sus manifestaciones son muchas más, ya que existen más opciones en el momento de que un arquetipo se haga presente, por ejemplo el primer canto de la Carmina Burana, “O Fortuna” o la “Tocata en Fuga” de Bach remiten a aspectos sombríos, cargados de tensión debido a las notas disonantes que las componen, o una institución de beneficencia al igual que un rito de alguna cultura agrícola sobre la fecundidad de la tierra, puede hacernos referencia a la gran madre; Siendo así debe entenderse que un arquetipo es una posibilidad de representación en un amplio espectro entre las cuales, sin duda se incluyen de manera más común las imágenes, pero no es solo a través de estas que pueden manifestarse.
Jung propone un recorrido que el alma humana realiza de manera natural, pero que es posible agilizar a través de la psicoterapia o los ritos religiosos, donde se integran las múltiples facetas de la psique, esto es el proceso de individuación, y a las figuras arquetípicas que se van asimilando las llama arquetipos del desarrollo, estos, teóricamente, deberán integrarse en una secuencia, donde primero aparecerá la Sombra, después el Anima/Animus y finalmente, cuando estos aspectos logren unirse, se manifestará el Selbst, el cual representa al sujeto individuado (indivisible), en una integridad psíquica.
El Selbst no es solamente el centro, sino que representa al hombre entero: Hace una unidad de acuerdo a que es bueno o malo, en base de masculinidad y de la feminidad, en base de las cuatro funciones del pensamiento, sentimiento, sensación e intuición: en base, en una palabra, de lo consciente e inconsciente. (2)
Siendo la Sombra el primer arquetipo al que se debe de confrontar en el camino de la individuación, se debe señalar, que está conformada por dos corrientes de energía psíquica, una es lo proveniente del inconsciente colectivo y otra los contenidos del inconsciente personal.
Lo inconsciente personal incluye la Sombra. Su naturaleza, sin embargo, es arquetípica. Cada Humano tiene su propia Sombra.
Podemos hacer referencia a una sombra personal y una Sombra arquetípica (colectiva). Ambas conforman una sola, que es la Sombra particular. (3)
En cuanto a lo colectivo contiene los elementos tabú de la humanidad, aquellas características que han sido dejadas en Sombra a través del tiempo y nos son comunes como especie, entre los que se pueden encontrar referencias al parricidio, el incesto, la antropofagia y características animales, entre las que se encuentra la sexualidad y la agresión, nos remonta al hombre primitivo, guiado por los instintos, Jung la refiere como “la cola del saurio” y puede producirnos temor al confrontarla, como aquel miedo arcaico a la obscuridad, donde la frágil luz de la consciencia se ve amenazada, tal como fue vivenciado por Jung en un sueño emblemático: Era de noche y me hallaba en algún lugar desconocido avanzando lenta y penosamente en medio de un poderoso vendaval. La niebla lo cubría todo. Yo sostenía y protegía con las manos una débil lucecilla que amenazaba con apagarse en cualquier momento. Todo parecía depender de que consiguiera mantener viva esa luz. De repente tuve la sensación de que algo me seguía. Entonces me giré y descubrí una enorme figura negra que avanzaba tras de mí. A pesar del terror que experimenté no dejé de ser consciente en todo momento de que debía proteger la luz a través de la noche y la tormenta. (4) Jung se mantenía en la idea de que debía impedir que esa endeble llama se extinguiera, cuando se percato de que una enorme sombra se encontraba detrás de él, sintió temor, pero continuaba con la idea de que debía proteger la vela, fue cuando se dio cuenta de que era su propia sombra quien lo acechaba, así es como define el arquetipo de la Sombra y la vela representaba la luz de la consciencia.
Por otro lado, los componentes personales de la Sombra se van conformando con el tiempo y están más vinculados con la historia de cada individuo, es el reservorio de todo aquello no apreciado por la consciencia y se determina por la crianza y la cultura, así al nacer, el ser humano se encuentra completo, no ha discriminado entre las conductas aceptados y las que no lo son, pero con forme se va involucrando con la cultura se da cuenta de que hay conductas no permitidas, se verá premiado por unas y reprendido por otras, se le termina reprimiendo y este aprende a comportarse de determinadas manera y dejar fuera otros comportamientos, y mitiga la energía involucrada en estos, así la posibilidad de actuar de otra manera queda nulificada, y realizara siempre las mismas respuestas ante cada situación que se le presente.
Se empezara a reconocer ciertas características como propias y otras como ajenas, sin embargo, mientras más se aleje este comportamiento de su yo esencial (Selbst) más energía será destinada al arquetipo de la Sombra de manera compensatoria, y todas aquellas características negadas se agruparán en torno a este arquetipo.
Es importante señalar que no todo lo que la consciencia destina a la Sombra es culturalmente negativo, habrá ocasiones durante el desarrollo de la personalidad en que habilidades importantes sean reprimidas, así un matemático, por ejemplo, al explorar su Sombra, podría descubrirse como un gran artista, o viceversa, solo que estas facetas no se habían desarrollado porque no eran apreciadas en el medio en el que el sujeto se desempeñaba, o bien, pude ser que habilidades que antes si se utilizaban, pero que por alguna razón se han deja de practicar, se encuentren ahora como parte del contenido de la Sombra, a este tipo de contenidos se le ha llamado el “Oro de la Sombra” ya que se trata de potencialidades que podrían brindarnos satisfacción al desarrollarlas, así como nos ayudarían a crear una nueva síntesis de la personalidad al retomar elementos antes desvalorados.
Con todo lo anteriormente mencionado podemos resumir que la Sombra está conformada por las mascaras que hemos utilizado pero ya no utilizamos más, por contenidos que no hemos desarrollado y por elementos que negamos de nosotros mismos, en un sentido más poético es lo que fuimos, lo que negamos que somos y lo que podríamos llegar a ser, es un reservorio de posibilidades, tanto positivas como negativas, y funciona como reguladora de la personalidad consciente ya que funciona bajo las leyes de la compensación.
La Sombra suele manifestarse de diversas maneras, puede ser a través de sueños, fantasías o proyecciones, pero siempre será del mismo sexo que el sujeto, incluso al ser proyectada, será más fácil pasar por alto los defectos detectados en personas del sexo contrario que del propio. Cuando es vivenciada por medio de sueños y fantasías, tomará su apariencia dependiendo de lo cerca o lejos que se encuentre dentro del plano de la consciencia, mientras más negada se tenga, se manifestará en símbolos más alejados de la persona, tomando formas no humanas, que podrían ser animales, y gradualmente se irá aproximando, pudiendo tomar formas subhumanas como figuras monstruosas humanoides, después tomaría formas humanas pero alejadas de la realidad del sujeto, como gente de otras etnias o primitivos, hasta llegar a figurar como algún conocido o amigo en el cual se detecten características despreciadas por el sujeto, realizando el recorrido desde lo desconocido y temido hasta llegar a lo más cercano. (5)
Así mismo, dentro de la cultura hay manifestaciones del arquetipo Sombra, que pueden apreciarse tanto en el arte, como en los mitos y las historias populares, y abarcan tantos símbolos como a la psique humana le son posibles elaborar.
Como ejemplo puede tomarse la obra de H. P. Lovecraft y sus seguidores, entre los cuales se crea un universo completamente honrando a la Sombra, con dioses primigenios obscuros y razas enteras dedicadas a adorarlos; Así, en “Los perros de Tíndalos” escrita en 1929 por Frank Belknap Long, un acólito de Lovecraft, puede apreciarse la cualidad numinosa de este arquetipo, y el cómo al quedar expuesto frente al mismo, desprovisto de algún símbolo intermediario, se termina siendo consumido.
La historia nos presenta a Halpin Chalmers, protagonista, que resulta más bien dominante de las subvariables irracionales de la tipología jungiana, siendo estas sensación e intuición, y a Frank, testigo de los hechos que ocurrirán en la historia y que cumple la función de compensar a Chalmers, ya que resulta más bien racional al manejarse con el pensamiento y sentimiento.
El cuento nos muestra el como Chalmers trata de trascender las barreras del tiempo y el espacio por medio de una droga, lo que propone este personaje es que dichos elementos de temporalidad y especialidad son barreras ficticias creadas por los seres humanos para poder explicar la realidad, pero restringiéndola a la limitada capacidad de comprensión del hombre, ya que le es imposible poder observar el todo sin forma, es una ilusión y no existe”. (6sin tiempo, sin espacio, sin dualidad, esto nos hace pensar en el pleroma, donde los opuestos se tocan, donde la antítesis no existe, ya que la dualidad desaparece, tal como asevera el protagonista;
“El tiempo es meramente nuestra percepción imperfecta de una nueva dimensión del espacio. Tiempo y movimiento son dos ilusiones. Todo lo que ha existido desde el principio del mundo existe todavía. Los acontecimientos que ocurrieron hace siglos en este planeta siguen existiendo en otra dimensión del espacio. Los acontecimientos que sucederán dentro de siglos existen ya. Nosotros no podemos percibir su existencia porque no podemos entrar en la dimensión del espacio que los contiene. Los seres humanos, tal como los conocemos, son meramente fracciones, fracciones infinitamente pequeñas de un todo enorme. Cada ser humano se halla vinculado a toda la vida que le ha precedido en este planeta. Todos sus antepasados son partes de él. Sólo el tiempo le separa de sus predecesores, y el tiempo )
De todo esto, Frank será testigo, a petición de su amigo, que le ha encomendado el volverlo a la realidad si de pronto se pierde en esta dimensión sin límites, volverlo a la consciencia, y así, queda sobreentendido que Chalmers y Frank funcionan como polaridades compensatorias, donde ya se podría, incluso, afirmar que el primero es introvertido y el segundo extravertido, uno funciona como la sombra del otro y viceversa.
El relato describe como, con una previa meditación, Chalmers ingiere la droga, e inicia su viaje a la dimensión desconocida, este podría haberse interpretado como el camino a la individuación, ya que trata de llegar a ese lugar sin antagonismos donde todo es al mismo tiempo, sin embargo, tal como señala Jung, el primer arquetipo a asimilar en este camino es el de la Sombra, y el protagonista no la tiene integrada, ya que aun la vive en el afuera encarnada en su compañero, es algo externo a él, así que en su recorrido, con lo que se topa es con este arquetipo, al principio es fascinación lo que experimenta, pues no puede evitar el retroceder cada vez más, por más que su parte consciente, representada por Frank, le incita a regresar y terminar con el experimento, pero Chalmers no puede evitar seguir, está siendo atraído por la Sombra en su estado numinoso; en la medida en que retrocede en la percepción del tiempo va recorriendo por todos los símbolos utilizados, hasta que llega al tiempo antes del tiempo, antes de la existencia del ser humano, antes de la vida y por lo tanto, antes de la creación de símbolo alguno, se ha quedado sin símbolos, por decirlo de alguna forma, y es aquí donde se topa con el arquetipo sin nada que medie entre ellos, es energía, sin forma y a partir de ese momento, por más que pueda regresar a su estado anterior, ya no habrá símbolo que le sirva, ya que es consciente de otra realidad, del estado numinoso de la sombra:
“Más allá de la vida (…) hay seres que no puedo distinguir. Se mueven con lentitud a través de los ángulos. No tienen cuerpo, y se desplazan lentamente por ángulos atroces.”
“¡No hay palabras en nuestra lengua que puedan describirlos! (…) Simbolizan vagamente el mito de la Caída, en una forma obscena que a veces se encuentra grabada en antiguas tabletas. Los griegos tenían un nombre para ellos, que ocultaba su impureza esencial. El árbol, la serpiente y la manzana son símbolos vagos de un misterio espantoso.” (7)
Chalmers ha terminado por desestructurarse, vuelve de su viaje psíquico trastornado, asustado, y perseguido por las visiones que presenció, y los perros de Tíndalos, creaturas mitológicas del universo lovecraftniano, aquí utilizados como metáfora de la energía arquetipal de la Sombra pura, lo persiguen para aniquilarlo, consumirlo.
El protagonista es consciente de lo anterior pero no puede expresarlo, no hay palabras para describir aquello que no está simbolizado, y al final termina consumido, debido a que el ritual utilizado para mantener alejados a sus perseguidores fracasa, su estructura psíquica ha fracasado al momento de lidiar con el arquetipo, esta aniquilación del personaje se entiende como la ruptura de la persona con la realidad, está invadido por la energía arquetipal y su Yo a muerto, el inconsciente ha invadido la parcela que antes dominaba la consciencia y no existe más la persona, el sujeto esta en un estado psicótico, que no tiene retorno.
Con esto se muestra como el carácter numinoso de los arquetipos resulta desestructurante, la carga energética que manifiestan es inmanejable por la psique, que invariablemente utilizara intermediarios para relacionarse con ellos, en este caso, específicamente, con la Sombra.
Sin embargo, es esencial entrar en contacto con la parte negada de uno mismo, sea por medio del símbolo que sea, de lo contario, nos encontraremos a nosotros mismos negando una porción de nuestro ser total que podría volverse en nuestra contra, tal como se ejemplifica en la novela de Robert L. Stevenson escrita en 1886, “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde” la cual señala lo que ocurre cuando existe unilateralidad en la consciencia, en la obra puede observarse a Henry Jekyll, un respetable medico de la sociedad inglesa victoriana del siglo XIX, quien se enfrentaba a la situación de actuar como dos personas diferentes, incompatibles una con la otra, ya que por un lado era él un medico honorable, con un futuro prometedor, honroso y distinguido, pero discordante con su otro lado, que en boca del mismo personaje lo describe como la peor de sus faltas, que solo consistía en una inclinación por la búsqueda de placeres, lo cual no era, en la realidad, tan grave, pero en el afán de Jekyll de mantener su “imperioso deseo de llevar la cabeza muy erguida y ostentar ante las gentes un continente más que ordinariamente grave”(8), como el mismo señala, se ve en la necesidad de reprimir su costado menos halagador, y termina, como puntualiza Jung, crucificado entre las dos opciones, ya que no puede dejar de lado esa parte de él que gusta de los goces, y en vez de honrarla y encontrar la manera, no tan discordante con su personalidad consciente, de satisfacerla, se ve sufriendo un sentimiento de vergüenza y morbo ante sus acciones.
Esto lo lleva a buscar separarse, sesgarse, de esa parte obscura, para que así, el lado noble continuara en su senda socialmente ascendente y el inmoral disfrutara libre de los remordimientos, de las delicias de la vida a las cuales estaba acostumbrado, es con este fin que elabora la formula química que dota del elemento fantástico a la historia, con la cual sufre una metamorfosis y surge la personalidad de Edward Hyde, que no es más que la encarnación de la Sombra de Jekyll.
Puede observarse la relación de la Persona con la Sombra en el momento en que el doctor realiza modificaciones en su testamento, para que se disponga que todo lo que Henry Jekyll posea, pasé a ser posesión de Edward Hyde, en caso de fallecimiento o desaparición, por más de tres meses, del primero. Esto no es más que la preocupación por no quedar desprovisto de bienes en caso de no poder volver a ser él mismo, o mejor dicho, la máscara anterior que usaba cuando se refería como a él mismo, no quería destruir a Hyde, tal vez por la intuición de que, si lo hiciese, estaría mutilando su alma, por otro lado, la existencia de Jekyll tampoco molestaba al segundo, este último era más bien indiferente en cuanto al primero, pero esto tal vez se debiera a una menor capacidad de consciencia, debido a un menor desarrollo psíquico en comparación con la máscara más desarrollada, por cuestiones de uso y temporalidad, de Jekyll, así, se supondría que Hyde tampoco podría pretender destruir a su contra parte, por la misma razón reciproca de evitar la mutilación de la psique, ya que si era Hyde él que estaba presente, por enantiodromia, Jekyll pasaría al inconsciente, y sería ahora, la sombra del Hyde.
En este punto de la trama todo parece marchar bien en el proyecto del doctor ya que puede dar rienda suelta a sus impulsos, encarnado en Hyde, y continuar con su vida moral en su forma cotidiana; pero en realidad se encuentra más sesgado que antes, ya que podría interpretarse que en vez de asimilar, está actuando a la Sombra, y esta poco a poco toma dominio de la personalidad, hasta llegar al punto en que, a la mínima disminución de la consciencia Jekyll cambia a ser Hyde sin la necesidad de la pócima, y es más bien para revertir esto, que ingerirla se torna necesario, y así, ese simiesco (primitivo) ser, pasa de figurar como notoriamente inferior a la parte desarrolla de la consciencia, representado en su tamaño más diminuto que el de Jekyll, a ser peligrosamente fuerte y capaz de tomar el control en el plano consciente, Jekyll se ve poseído, en términos junguianos, por el arquetipo, y es por esto que al final, al no lograr una nueva síntesis de la personalidad, se ve consumido, ya que la energía depositada en este arquetipo ya era mayor de la que podía soportar la actitud consciente, pero, si en cambio, el doctor hubiera asimilado su lado obscuro, hubiera podido disponer de esa energía ligada a la sombra para otros fines.
La historia se narra desde el punto de vista de Gabriel John Utterson, quien, junto con el Dr. Lanyon, es amigo de años atrás del protagonista, sin embargo este personaje resulta interesante, ya que pudiera ser, en contraste con Jekyll, un individuo que guarda una mejor relación con sus aspectos obscuros, tal vez no del todo asimilados, pero si más conscientes, en el inicio de la novela se le describe como:
“… un hombre de adusto semblante, jamás iluminado por una sonrisa; frío, parco y embarazado de discurso;... sin embargo, simpático. En reuniones de amigos, y cuando el vino era de su gusto, un no sé qué, hondamente humano, se veía en sus ojos; algo que nunca llegó a exteriorizarse en palabras, pero que hablaba… más a menudo y más alto, en los actos de su vida… Tenía, en cambio, una gran tolerancia para con los defectos del prójimo, admirando, a veces, casi con envidia, la briosa vitalidad que suponían las fechorías de los demás; y puesto en apuros, se decidía por la ayuda antes que por la reprobación. – Me inclino – solía decir, finamente- a la herejía de Caín; dejo a mi hermano que se vaya al diablo por el camino que más le guste.”(9)
Por la anterior podemos descifrar a un individuo más bien tenebroso, pero que no está incapacitado para convivir en sociedad y resultar agradable, y esto lleva a señalar que aquellos sujetos que puedan asimilar más características que con anterioridad se encontraban negadas de su personalidad, termina resultando sombríos ante la mirada de los otros, pero esto es debido a que se trata de sujetos más completos, más impredecibles, por que entre sus acciones, tienen la posibilidad de optar por lo moralmente correcto, así como de permitirse la eventualidad de tomar otra opción.
Es este contacto con lo sombrío lo que le permite a Utterson tolerar la verdad acerca de la dualidad Jekyll/Hyde, a diferencia del Dr. Lanyon, quien al enfrentarse a esta verdad enferma y mengua su salud hasta terminar con su vida, no tolera ver al arquetipo de la sombra, manifiesto en Mr. Hyde, en un estado tan puro, podría decirse que la cualidad numinosa de la sombra lo ha consumido.
Esto puede ampliarse a la colectividad, ya que si se toma en cuenta los parámetros de la sociedad burguesa europea del siglo XIX, en la que la novela se encuentra ambientada, se puede afirmar que circulaba una hipocresía general, donde se llevaban a cabo conductas de lo más respetables a la vista de todos, y se exaltaban las normas y las acciones apegadas a la ética moral circundante, pero en la obscuridad, cuando nadie más podía observar, se permitía una serie de libertinajes, sobre todo en lo que respecta a la sexualidad y los excesos, esto nos plantea que la sociedad en general presentaba una polarización de las actitudes conscientes, dejando fuera los elementos sombríos de la personalidad, estaban disociados, por ende, no es de extrañar que la presencia de Hyde despertara cierto recelo y sensación de angustia en los que lo observaban, ya que resultaba la pantalla perfecta para las proyecciones de cada sujeto que lo mirase, por esto la dificultad de describir a Edward Hyde, ya que era la propia Sombra proyectada de los observadores la que se repudiaba.
Así, Hyde, era también un emergente de la cultura, que encarnaba lo sombrío de la sociedad misma, un depósito de las proyecciones colectivas de la época, y esto lo llevo a actuar como tal, manifiesto esto en la escena del asesinato de Sir Danvers Carew, un miembro en extremo respetable de la sociedad, y esto lleva a pensar que la elección de la víctima no fue del todo circunstancial, ya que es de suponerse, que en este, se proyectaban las aspiraciones colectivas de sus coterráneos londinenses, es el polo opuesto de Hyde, y por esto este ultimo llevó al acto las tensiones psíquicas existentes, era de esperarse un enfrentamiento entre estos dos extremos de una misma cultura, y siendo que la máscara de bondad y respeto por las normas morales era ya casi insostenible en ese Londres de hace dos siglos, la sombra irrumpió, en esta alegoría escenificada entre Hyde y Carew.
Sin embargo, para observar cómo funciona el mecanismo de proyección de la sombra en lo colectivo, resultan más accesibles como ejemplo las creencias acerca de licántropos y vampiros, que son dos de los mitos más antiguos y difundidos en diferentes latitudes.
La época en que se dio más exitosamente el auge de estas creencias fue en el siglo X, el cenit de la edad media, justo en el período que se fundó la Inquisición Medieval, en el año 1184, lo que da como resultado una etapa histórica en la cual las supersticiones y el temor eran cotidianos, junto con una gran segregación de los elementos dejados en Sombra por la cultura, ya que la moral impuesta por la iglesia era demasiado rígida. Así, siendo imposible la libertad de aceptar en uno mismo deseos inmorales, so pena de tortura y muerte, estos se vieron rotundamente negados, lo que dio como resultado que la Sombra se viera significativamente nutrida, y toda esta energía psíquica fue, necesariamente, volcada hacia el afuera, y vivenciada con temor y como figura amenazante, tomando como símbolos las figuras no totalmente humanas del hombre lobo y el vampiro, representando la distancia significativa de estos elementos hacia el nivel de consciencia predominante de la época.
Se torna necesario observar antes el germen de estas dos figuras para después señalar su adaptación y funcionalidad como símbolos representantes de la sombra.
El mito más arcaico con referencia al hombre lobo se remonta hasta la Grecia antigua, con la leyenda de Licaón, rey de Arcadia, existen varias versiones del mito, sin embargo, una de las más difundidas es la siguiente: Siendo Licaón adorador de Zeus Licio (Forma lobuna del dios) llegó a realizar sacrificios humanos, tomando principalmente a los extranjeros que llegaban a su tierra, y esto violaba la ley sagrada de la hospitalidad, lo que hizo que Zeus, disfrazado de peregrino, visitara el rey de Arcadia, este se preparó para asesinar a su huésped, pero ante la sospecha de que se trataba de una divinidad disfrazada, decidió ponerlo a prueba, para esto sacrifico a Níctimo, uno de sus hijos, y mezclo sus entrañas entre las de los animales que serían servidas al visitante, aso su carne he hirvió partes del cuerpo, que fueron servidas en un banquete ofrecido al peregrino, ya que si realmente se trataba de un dios, debería darse cuenta del hecho, lo cual, efectivamente ocurrió, y Zeus, ofendido por el homicidio y el canibalismo arrojo la carne que había sobre la mesa y lanzo su rayo que hizo caer tejados y paredes del palacio que termino consumido por las llamas, lo cual llevo a Licaón a darse a la huida, y mientras corría intentaba pedir ayuda y clemencia, pero en lugar de palabras salían gruñidos y aullidos, su ropa se convertía en un grueso pelaje; las orejas se le alargaban, y la boca le sobresalía hasta formar un hocico y termino convertido en un lobo. (10)
Su puede observar la referencia a la violencia, el asesinato (en este caso agravado por filicidio) y el canibalismo, presentes en el mito, como componentes arcaicos de la Sombra, y el simbolismo de ser convertido en una bestia considerada, en su aspecto más obscuro, como sanguinaria.
Por el otro lado, el mito del vampiro tiene varios orígenes posibles, siendo el más llamativo el de la figura de Lilith, demonio femenino de la mitología hebrea, que tiene referencias en la antigua Babilonia (Ardat Lili) y Sumeria (Lilitu). Según el mito, se trataba de la primera mujer de Adán, creada del polvo al igual que este, y coexistían en el paraíso, sin embargo, esta pareja nunca encontró armonía, pues cuando trataban de copular ella se ofendía por la postura acostada debajo que Adán exigía, así, Lilith pronunció el nombre secreto de Dios, se elevo por los aires y abandono el paraíso dejando a Adán. Al salir del Edén fue a las orillas del Mar Rojo, lugar donde habitaban diversos demonios con los cuales copuló y cedió a los excesos de la lujuria, lo cual la torno en un ser demoniaco; Ya en esta nueva forma se dedico a buscar la sangre de bebés y sus madres por las noches, y en menor medida de varones. (11) Después el mito evolucionó para representarla como una seductora doncella, muy hermosa, con el cabello largo y rizado, generalmente pelirroja y a veces con alas, que una vez que elegía un amante no lo dejaba ir hasta extinguirle la fuerza vital y mantiene la idea de su subsistencia ingiriendo la sangre de bebés y sus madres. Este mito encuentra eco en las figuras de la Estirge (romana) y las Lamías (grecolatinas).
Aquí los elementos a los que se hace referencia son la sexualidad, en sus variantes de lujuria y promiscuidad, el infanticidio, la corrupción de la inocencia por medio de la seducción, el canibalismo en la ingesta de sangre y la depravación.
Al tomar estos mitos como los originaros de las figuras mencionadas, se observa que son símbolos precisos para proyectar los contenidos reprimidos destinados a conformar el arquetipo Sombra, además de que se fueron nutriendo y evolucionando, de tal forma que se les agregaron las características necesarias para que siguieran vigentes en diversas épocas.
También es notorio que estas figuras mitológicas se repiten en diversas culturas, algunas que, incluso, es muy poco probable que estuvieran en contacto entre sí, lo cual refuerza el argumento de que se trata de alegorías arquetípicas provenientes del inconsciente colectivo.
En lo que refiere a las creencias sobre el vampiro, se dice que es un “no muerto” que con anterioridad era un individuo ordinario, pero que ahora se encuentra atrapado entre el reino de los vivos y el de los muertos, lo que podríamos traducir en términos simbólicos como un puente, un lazo de unión entre el consciente y el inconsciente; Es una amenaza externa, algo que asecha en las sombras, que no puede aparecer bajo la claridad de la luz solar, no puede revelarse bajo la luz de la consciencia, se encuentra esperando un descuido para irrumpir, hacer presencia, si no se siguen las normas de protección protocolares, las coronas de ajo, las rosas silvestres o los ítems religiosos, o bien, si se observa la realidad intrapsíquica, los diversos ritos y mecanismos de las neurosis, que evitan que esta sombra nocturna se manifieste ante nosotros y nos domine.
Entra las víctimas predilectas del vampiro se suele recurrir a la doncella, la joven virgen en peligro de ser seducida por este monstruo para saciar su sed de sangre, y debido a esto, en el mejor de los casos será asesinada, o en el peor de los términos, corrompida, transformada en una criatura con los mismos apetitos que su atacante, bajo esta creencia se puede develar una trasfondo sexual, donde los deseos carnales, dejados desbordar, dominan el accionar, y la muerte de la víctima, al dar como resultado la no transformación en vampiro, haría referencia a un cambio de etapa, se deja de ser doncella, esta ha muerto, pero podría dar paso al nacimiento de la mujer, se ha superado el peligro de ser seducida por la sed carnal; Si se vuelve a la referencia de la edad media como la etapa de apogeo de estas creencias, puede adivinarse el temor que este peligro despertaba, pero también un necesidad de encontrar un canal de desahogo para la parte instintiva negada en cada uno de nosotros, una vía de escape para dejar fluir la seducción y la excitación sexual, que no podían ser expresadas abiertamente, y por ende no eran asumidas, si no, como se pretende demostrar, proyectadas.
También podría postularse que el mitologema del vampirismo va dirigido a la parte sombría del Ánima, a lo femenino (sin ser exclusivo de la mujer), ya que despierta emociones, seduce, excita, pero no toma acción, más bien atrae a la víctima, la tienta a ir hacia él, a ser devorada, lo cual también dilucida una aproximación al complejo materno.
Tomando en cuenta lo anterior, no resulta como casualidad que un estadio del Ánima estudiado por Antonia Wolff lleve por nombre Lilith, y es justo una de las manifestaciones más obscuras de lo femenino, caracterizada por la presencia de impulsos, seducción, engaños en forma de mancias, obscura y sensual, pero siempre manipulando en función de realizar sus deseos.
La referencia a lo femenino, que termina resultando más obvia, es la ingesta de sangre, pero se debe relacionar con otra característica de esta creatura, que es el hecho de que su reflejo no puede reproducirse en un espejo, por amplificación lleva a recordar otro mito, no tan conocido, que se remonta hasta épocas de Aristóteles, y dicta que si una mujer se encuentra en su periodo menstrual, y esta mira un espejo, la superficie de este último se empañará, así se puede armar una relación entre sangre-ciclo menstrual- imposibilidad de reflejo, si bien la menarquia es la señal más clara del paso de niña a mujer, también es la señal de que ese cuerpo femenino cuenta ahora con la capacidad de dar vida, que es similar a otorgar la no-vida con la cual cuenta el vampiro, ya que ambas acciones se encuentran en relación directa con la sangre.
Si se sigue la propuesta de que el contenido erótico negado por la consciencia de la época era proyectado en la figura del vampiro, resulta más entendible el por qué de los objetos usualmente señalados como protección contra este ser, obsérvese dos como ejemplo, el ajo y las rosas silvestres, el primero es un objeto que tradicionalmente se le otorga el poder de proteger contra influencias nefastas o agresiones peligrosas, y este simbolismo proviene desde el inconsciente colectivo, al ser reproducido en diversas culturas, pero uno de los atributos más arcaicos sobre este vegetal remonta hasta la antigua Grecia, donde las mujeres lo ingerían durante las festividades de sciroforia y tesmoforias (Fiesta celebrada en honor de las diosas Deméter y su hija Perséfone) ya que lo consideraban un facilitador para la práctica de la castidad necesaria en dichas festividades; Por el otro lado, la rosa, tiene una gran cantidad de simbolismo, pero el que se considera más pertinente para este ejemplo es el que la asocia con la Virgen, la “rosa cándida”, así como con el amor trascendente, que va más allá del placer carnal, propuesto como ideal en las doctrinas católicas.
Con todo lo anteriormente citado queda reforzada la teoría de que en la figura del vampiro se proyecta el temor, y a la vez el deseo, de la perdida de la virginidad, el desenfreno sensual y sexual, y la seducción y manipulación a través de las pasiones, que son comunes elementos relegados a la Sombra debido a la moral que la cultura impone, así como que esta figura obscura está más bien dirigida a la parte femenina de la psique humana, el Ánima sombría que puede tomar, entra múltiples posibilidades de manifestación, la opción de la sensual vampiresa (o vampiro) que seduce a sus víctimas para llevarlas al lado obscuro, a las sombras.
Con respecto al hombre lobo las tradiciones señalan que existen diversas formas de convertirse en uno, que van desde variados ritos de brujería, pasando por la utilización de objetos mágicos, hasta la más popular, que consta de ser maldito ya sea por un ente con poder sobrenatural o la mordida de otro licántropo, sin olvidar aquellos llamados hombres lobo auténticos, que nacen ya con esta habilidad de transformarse de manera natural.
Dados los diversos métodos, existen diferencias entre si esto se logra de manera voluntaria, o involuntaria, y en la permanencia o no del estado consciente en la forma de bestia.
El hombre lobo atacaba tanto al ganado como a los habitantes de las aldeas europeas, matando preferentemente a niños y mujeres con notable violencia, que es lo que diferenciaba un ataque de esta creatura a el de lobos ordinarios, he incluso se presumía astucia y malicia en el animal, al grado tal de que si se creía que se tratase de un brujo que pudiera transformarse a voluntad, no se dudaba en señalar que fue un acto de venganza contra algún aldeano que había caído de su gracia u otro brujo rival, lo cual permitía acusar de licantropía a cualquier hombre que pudiera guardar algún rencor contra otro. Este parámetro permitía acusar a cualquier habitante del poblado, ya que era imposible no tener disputas con nadie, sin embargo, se recurría a la figura de la bestia para poder depositar en el afuera la envidia y la ira negada en uno mismo.
Si se analizan las posibles causas por las cuales se puede llegar a convertirse en hombre lobo se topa con una amplia variedad de opciones en las que se incluía la ingesta de plantas relacionadas con lobos y brujería como la belladona o azote de lobos (wolfsbane), beber agua de lluvia encharcada en la huella de este animal o en una corriente de donde hubiera bebido este último, usar algún cinturón o prenda hecha de la piel del lobo, tener relaciones sexuales con un hombre lobo, o ser mordido por uno, dormir desnudo a la luz de la luna llena, ser el séptimo hijo varón de una familia o no haber sido bautizado; Cada una de estas opciones señalan faltas a alguna norma moral o social impuesta por la cultura, por lo que psíquicamente el licántropo, y la posibilidad de transformarse en este, simbolizan la libertad para dar expresión a los instintos primitivos que tienen sus raíces en tiempos previos a la culturalización de los seres humanos.
Lo que más fascina de este mito es la posibilidad de expresar los instintos y las pasiones con plena libertad, aun aquellas que el sujeto no considera como propias, así la energía arquetípica encuentra vía de escape, posee el plano de la consciencia y hace brotar actitudes antes relegadas a la Sombra, tal como señala el verso popularizado en la película “The Wolfman”
“Even a man who is pure of heart and says her prayers by night may become a wolf when the wolfsbane blooms and the autumn moon is bright” (“Incluso un hombre puro de corazón, que rece sus plegarias por la noche puede convertirse en lobo, cuando la belladona florece y la luna de otoño brilla”) (12)
Sin embargo esto no indica que estas características hayan sido asumidas e interiorizadas, por el contrario, se viven como una posesión demoníaca, algo que irrumpe para romper la estructura consciente, una transformación temporal en bestia, que ha sido actuada, más no asimilada.
También es importante el elemento de la plata, el mito señala que para matar a un hombre lobo se le debe herir con un elemento confeccionado con este metal, simbólicamente representa lo femenino, por estar asociado a la luna, es un elemento pasivo, contrario a la actividad impulsiva del hombre lobo, el termino argent con el que se designa este metal en catalán y el francés proviene de una raíz sánscrita que significa blanco y brillante, por lo tanto envuelve una alegoría luminosa, la plata es portadora de luz y sabiduría, pero más significativa es su cualidad purificadora, probablemente este metal puede destruir al licántropo al liberarlo simbólicamente de la tensión inconsciente que producen las emociones consideradas impuras por la cultura, que esta misma proyecta en el monstruo.
De igual manera el número tres se encuentra muy estrechamente relacionado con el mito, se dice que para desencantar a un hombre lobo se le debe llamar tres veces por su nombre bautismal, golpearlo tres veces en la frente o en la nuca con un objeto de hierro o plata, o hacerlo derramar tres gotas de su propia sangre; si se toma en cuenta que este número se asocia a la divinidad (la trinidad repetida en diversas religiones, la unión de 1 como lo celeste y 2 como lo terreno, los ternarios de los primeros sefiroth de la kabaláh) podría deducirse que ante lo divino la bestia desaparece, más no es destruida, ya que ninguno de estos ritos termina con la muerte del licántropo, y manteniendo la idea de que es un símbolo utilizado para representar la Sombra, se asumiría que más bien se le ha completado, lo divino y lo sombrío dan pie a la tetrarquía, se da un acercamiento al Selbst, en el hombre se integra la bestia.
Si el vampiro como símbolo está más relacionado con el lado sombrío del Ánima, el hombre lobo completa la dualidad de este arquetipo representando el costado obscuro del Animus, ya que manifiesta la agresión llevada a la acción, así como la astucia fusionada con el instinto, el raciocinio salvaje, por llamarlo de una forma, y el juicio es una subvariable asociada a lo masculino (sin ser exclusivo del varón) esta bestia asecha en busca de su presa y se lanza a la caza de la misma, realiza emboscadas, ya que aun en los caso que no pose consciencia humana, presenta malicia, voluntad para realizar la depredación, analiza la situación guiado por los sentidos agudizados para evaluar el escenario más favorable, es la parte instintiva animal dentro de cada ser humano. Así puede relacionarse también con el arquetipo señalado por Carol Pearson como el Guerrero, ya que el animal, al que el mito refiere, tiene claras tendencias territoriales, y comparte en el polo más sombrío del arquetipo antes señalado, la necesidad de dominar un territorio, conquistar, ser el más capaz, el más apto, el macho alpha y se consigue en base a la fuerza y el salvajismo.
Por tanto, vampiro y hombre lobo resultan cómodas pantallas para la proyección de los elementos más primitivos que conforman a la sombra en su vertiente de lo colectivo, apuntalados con los elementos propios individuales, ya que ambos símbolos resultan de la condensación de necesidades primarias de la parte animal del ser humano, aquello que la consciencia niega, pero no se puede dejar de lado realmente, y al tratar de virar la vista y volver a la naturaleza, después de haberla abandonado, resulta imposible no experimentarla como amenazante, tal como señalan Dieter Sturm y Klaus Völker, en un párrafo de su libro “Von denen Vampiren und Menschensaugern” :
“Lo más inquietante de todos los monstruos nocturnos, y del más allá que nos acometen desde las pesadillas y la mitología de la humanidad, en último extremos, es su analogía. Ningún pueblo de la Tierra que aprende a dominar y a servirse de la naturaleza, regresó a ella sólo como doncella, sino también como una figura aterradora. No hay ningún pueblo en la Tierra que no haya soportado sus gorgonas, hombres lobo, ghoules y muertos vivientes. Cuán difícil, cuán espiritual y cuán general puede ser, respectivamente, el concepto divino, mientras que, por el contrario, los fantasmas de las esferas más bajas que aúllan en los bosques jamás hollados, que salen de las tumbas o que se encorvan sobre el durmiente, han sido siempre de una claridad poética indescriptible” (13)
Sin embargo, por más aterrador que resulte el encuentro con la Sombra, y sus aspectos primitivos, es indispensable confrontarla para iniciar el proceso de individuación, y finalmente resulta más enriquecedor que espeluznante, sin dejar de lado que no por enriquecedor deja de ser una experiencia difícil, de nuevo surgen ejemplos de esta vivencia en la literatura de donde se puede tomar el “Demian” de Herman Hesse, escrito en 1919, donde se aprecia el camino que recorre Emil Sinclair, un muchacho que vivía cómodamente en la casa familiar, que era consciente de que su mundo “bueno” no era todo, pero vivía el “otro mundo” como ajeno a él mismo, de tal forma que de vez en vez se hacía participe, en calidad de testigo, del como el mundo “malo” se desarrollaba, e incluso dejaba que su fascinación por este se expresara, después de todo, el observarlo desde una distancia segura, sin hacerse participe, no le causaba inconveniente.
De esta forma vivía una visión dividida de la realidad, y se posicionaba claramente en uno de los lados, despreciando completamente el otro, era un hijo/alumno/muchacho modelo, por lo mismo, incompleto, unilateral, hasta que se topa con el personaje de Franz Kromer, un joven un poco mayor que él, pero que ya contaba con mala fama entre sus semejantes, era la antítesis del protagonista, un sujeto perteneciente al mundo obscuro contrario al de Emil, y era de esperarse que este ultimo sintiera, aun que no de forma consciente, una fascinación y necesidad de acercarse a Kromer, ya que le ofrecía otra porción de sí mismo a la que estaba imposibilitado de acceder por su propia cuenta, era Kromer una exteriorización de lo sombrío en Sinclair, y este lo vivía como tal, de tal forma que se dejo tomar por su lado obscuro. En la trama, por medio de una mentira inocente y una promesa para sustentarla, Sinclair termine dominado por Franz, queda esclavizado por sus propias tendencias, ya que al no ser honesto y jurara por su “salvación eterna” en vano, ha manchado su mundo puro, una porción del mundo sombrío ha tenido acceso a la realidad cotidiana, la Sombra se ha manifestado en la figura de Kromer, a la cual Sinclair le irá agregando más contenidos obscuros de sí mismo, sean estos reales en o no:
“Mi asunto con Franz Kromer seguía su curso fatal. No llegaba a liberarme, porque yo me sentía atado a él aunque me dejara tranquilo unos días. En mis sueños estaba a mi lado como una sombra; y lo que no me hacía en la realidad, se lo permitía mi fantasía en mis sueños, en los que me convertí en su esclavo. Acabé por vivir más en estos sueños que en la realidad (…) y por perder fuerza y vida con estas sombras” (14)
Como se observa, este contacto no es con plena consciencia, más bien se ve invadido, y es experimentado como algo aterrador, la culpa lo agobia y mientras más intenta salir, más sumergido resulta en el fango del cual tanto renegaba, y esto lo consume, le mengua su fuerza vital, ya que está invirtiendo toda su energía en mantener oculta, negada, parte de sí mismo, la proyecta en Kromer y se mantiene en lucha contra este, realiza un doble gasta proyectando y repeliendo elementos propios.
Hasta aquí el protagonista experimenta su Sombra como algo extraño a sí mismo, pero que invade y ensucia su mundo en el cual antes se sentía protegido, ya desde ese momento no hay marcha atrás una vez realizado este contacto no puede simplemente negarse, pero aun faltan pasos antes de asimilar esta nueva porción de realidad, por lo cual había que eliminar la pantalla que resultaba ser Kromer, para que Sinclair tome lo sombrío como propio, así surge el personaje de Max Demián, el cual resulta presumiblemente individuado, en contacto tanto con lo sombrío como lo luminosos, tan femenino como masculino, siendo centrado y coherente en su pensar y accionar, por lo que podría tomársele como símbolo del Selbst, lo cual tiene su lógica si se piensa que este contacto con la Sombra que tiene Sinclair es el primer paso en el camino a su individuación, y ya en el primer contacto entre estos dos personajes, Demián da asomo de tener la capacidad de observar desde otro punto de vista las cosas, al dar su opinión sobre el relato bíblico de la marca de Caín:
“Yo creo que la historia de Caín se puede interpretar de forma muy distinta (…) El estigma fue lo que existió en un principio y en él se basó la historia. Hubo un hombre con algo en el rostro que daba miedo a los demás. No se atrevían a tocarle; él y sus hijos les impresionaban (…) Probablemente fuera algo apenas perceptible, inquietante: Un poco más de inteligencia y audacia en la mirada. Aquel hombre tenía poder, aquel hombre inspiraba temor. Llevaba una señal (…) La gente dijo que aquellos tipos con la señal eran siniestros; y la verdad, lo eran. Los hombres con valor y carácter siempre le han resultado siniestros a la gente”(15)
Así Max inicia en Sinclair otra percepción de la realidad, pero aun no está del todo listo para entenderlo, y así, esta historia del estigma de Caín tomará después mucho más significado.
Gracias a Demián, Emil se había librado ya del martirio de Kromer, e iniciaba un contacto con su salvador, quien, aun que no estuviera físicamente, estará, ahora, siempre presente en la vida de Sinclair; Este trata de retomar su anterior nivel de consciencia, trata de volver a su estatus quo pasado, pero se encuentra con que le es imposible, ya no resulta coherente, ha perdido la inocencia (ignorancia) que le permitía vivir en su estado anterior, surge la necesidad de una confesión y le cuenta todo lo ocurrido a sus padres, pero esto no le da alivio, ya que no era ante ellos donde debía ser honesto, si no frente a sí mismo, el pecado no era mentirle a los padres, era engañarse él, negar su propio Selbst donde forzosamente parte del mundo obscuro debía incluirse.
El relato continua con Sinclair partiendo al colegió lejos de su ciudad natal, y es en este momento que tiene un segundo encuentro con el “otro mundo”, pero esta vez lo siente más propio, ya no necesita de un símbolo externo donde depositar lo perteneciente a esta lado sombrío, si no que lo actúa, lo experimente en carne propia, en palabras del propio Demián “Sinclair tiene que superar lo más difícil. Está intentando refugiarse en la masa; hasta se ha convertido en cliente asiduo de las tabernas. Pero no lo conseguirá. Su estigma está escondido pero arde en secreto” (16) Lo que hace referencia al camino sombrío que el protagonista está recorriendo, aun no asimila su otra parte, ahora la vivencia, sin embargo, este trato es más cercano que cuando utilizaba un símbolo externo a él (Kromer) para relacionarse, ahora está acercándose a reconocer como propios estos elementos de su Sombra, y aquí otra figura del la psique se manifiesta ante él, le da la nueva pauta para continuar con su recorrido a la individuación, si bien Sinclair era tímido con las mujeres, supo relacionarse con la figura del Anima, manifestada en una joven, llamada veneración: (17)
“De pronto volvió a alzarse ante mis ojos una imagen sublime y venerada. ¡Ah!, ¡Ninguna necesidad, ningún deseo en mí tan profundo y fuerte como el de venerar y adorar! Le puse el nombre de Beatrice (…) Nunca cruce con Beatrice ni una palabra. Sin embargo, ejerció en aquella época una influencia profundísima sobre mí. Coloco ante mí su imagen, me abrió un santuario, me convirtió en un devoto que reza en su templo. De la noche a la mañana dejé de participar en las juergas y correrías nocturnas”ada por el Beatrice, a la cual le dedico 
A través de su experiencia con la Sombra, Sinclair ha logrado tomar contacto con otra figura que deberá integrar, el Ánima se le ha manifestado como salvadora ante la crisis que experimentaba y ha salido del estancamiento en que se encontraba, para fluir de nuevo en camino a alcanzar la figura de Demián, su propio Selbst.
En su recorrido, estos dos personajes se topan de nuevo, el protagonista ya ha experimentado y asimilado gran parte de su Sombra y está listo para comprender la mirada que Demián le ofrece del mundo, donde se retoma el simbolismo de la marca de Caín, ambos personajes se encuentran señalados por este estigma, y Sinclair es iniciado en los misterios que esto significa, y lo explica en sus palabras:
“Nosotros, los marcados, parecíamos con razón extraños, incluso locos y peligrosos. Habíamos despertado, o estábamos despertando, y nuestro empeño estaba dirigido a una mayor consciencia” (18)
De esta forma el símbolo de Caín se vuelve muy significativo, podría manejarse como esa atmosfera sombría que rodea a todo individuo que tiene consciencia de su lado obscuro, denotando que se ha asimilado parte de si mismo que antes negaba, es un sujeto más completo, más próximo al Selbst, que sin duda debe resultar tétrico ante la vista de quienes no ha podido concebir la posibilidad de acción no apegada a lo aceptado, ya que sus opciones son más amplias, son impredecibles, y no dudaría en romper las normas, si esta le resulta la respuestas más acertada, así, un sujeto con este estigma sin duda hace referencia también a la perdida de la inocencia, a cambio de esta amplitud en su percepción de las cosas, como en el mito del paraíso perdido, donde Eva y Adán se encontraban en un total sopor de la consciencia, y no fue hasta que comieron del "Árbol de la ciencia del bien y del mal", hasta que rompieron la norma impuesta y que ellos aceptaban sin cuestionar, que se dieron cuenta de su desnudez, ampliaron su consciencia y se percataron de cuanto los rodeaba, pasaron de la inocencia animal a la percepción y comprensión humana, y Dios señalo: "El ser humano ha llegado a ser como uno de nosotros, pues tiene conocimiento del bien y del mal. No vaya a ser que extienda su mano y también tome del fruto del árbol de la vida, lo coma y viva para siempre."(19), así, con este conocimiento del bien y del mal se anda por el mundo, en un camino donde se busca incorporara este conocimiento, primero se fue consciente de la polaridad, ahora se debe interiorizar esta misma y poseer ambas opciones, luz y obscuridad, femenino y masculino, bien y mal, deben integrarse para llegar a la totalidad.
Esta misma comprensión alcanza Sinclair en el recorrido de su vida, por medio de su enfrentamiento con la sombra, hasta llegar al final de la novela, donde a través de un beso se simboliza la unión con el Selbst, y con la muerte de Demián, la asimilación del mismo, ya no lo encontrará en figuras externas como antes, si no que deberá escucharse a sí mismo, en su interior.
Así la Sombra se manifiesta de tantas formas diversas en la cultura, debido a que es un arquetipo con el que constantemente se está enfrentado, cambiarán los símbolos, pero los contenidos serán, en su mayoría, los mismo, y como hermano gemelo, representante de la polaridad contraria a la persona, la sombra nos completará y estará a nuestra lado, haciendo recordar constantemente que no hay luz sin obscuridad, que aquello que afirmamos ser de manera consciente, tiene su contraparte obscura en el inconsciente, y que la dualidad es innegable, pero solo porque así la vivenciamos, ya que en la realidad intrapsíquica, más allá de los limites racionales del tiempo y el espacio, los opuestos se tocan y forman un todo. Así, la Sombra podría ser poéticamente, ese diablo que siempre nos acompaña y nos susurra al oído cosas indebidas y nos tienta a realizar actos que podrían ruborizarnos, más, muy en el fondo, deseamos; pero también nos habla en secreto sobre nosotros mismos, y nos enseña sobre lo que desconocemos de nuestro ser, así más que diablo, resulta un Dios, pero pagano, que trata de retornarnos a nuestras raíces primitivas, donde podremos encontrar cosas terribles, pero también secretos enriquecedores que nos llevaran a una versión más honesta de nosotros mismos, donde podremos, metafóricamente, realizar nuestras plegarias de día, y honrar en sus altares a los dioses paganos por las noches (o viceversa, dependiendo de lo que dicte el alma e indique el corazón), sin experimentar contradicción alguna.

NOTAS:

1 Jung, C. G. “Dos escritos sobre psicología analítica”
2 Fordham, F. “Introducción a la psicología de Jung”
3 Las Heras, A. “Manual de psicología junguiana”
4 Jung, C. G. “Recuerdos, sueños, pensamientos”
5 Robertson, R. “Arquetipos junguianos”
6 Belknap Long, F. “Los perros de Tíndalos”
7 Bis.
8 Stevenson, R. L. “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde”
9 Bis.
10 Ovidio, “Las metamorfosis”
11 Graves, R. y Patel, R. “Los mitos hebreos”
12 Estudios Universal, “The wolf man” 1941
13 Sturm, D. y Völker, K “Von denen Vampiren und Menschensaugern” 14 Hesse, H. “Demián”
15 Bis
16 Bis
17 Bis
18 Bis
19 Génesis, 3:22

BIBLIOGRAFÍA

BELKNAP LONG, Frank “Los perros de Tíndalos” Editorial: Alianza Editorial, España, 2005
FONDEBRIDER, Jorge, “Licantropía”, Editorial: Adriana Hidalgo, Argentina, 2004
FORDHAM, Frida, “Introducción a la psicología de Jung”, Editorial: Morata, España, 1968
GRAVES, Robert y PATEL, Raphael, “Los mitos hebreos”, Editorial: Alianza Editorial, España, 2000
HESSE, Herman, “Demián”, Editorial: Centro Editor de Cultura, Argentina, 2005
JUNG, Carl Gustav, “Dos escritos sobre psicología analítica”, Obras completas VII, Editorial: Trotta, España, 2007
JUNG, Carl Gustav, “Recueros, Sueños, Pensamientos”, Editorial: Seix Barral, 1981
LAS HERAS, Antonio, “Manual de psicología junguiana”, Editorial: Trama, Argentina, 2008
OVIDIO, “Las metamorfosis”, Editorial: Alianza Editorial, España, 2005
REINA, VALERA (revisión) Primer Testamento, Génesis 3:22
ROBERTSON, Robin, “Arquetipos junguianos”, Editorial: Paidós, España, 1998
STEVENSON, Robert L., “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, Editorial: Centro Editor de Cultura, Argentina, 2008
STURM, Dieter. y VÖLKER, Klaus “Von denen Vampiren und Menschensaugern” Editorial Suhrkamo, Alemania, 1994

Fuente: Lic. Pedro Daniel González García (Mexico)