UNOS CUANTOS CONSEJOS A LOS APRENDICES
A lo largo del año 2011 he venido publicando una serie de “Diálogos” con un grupo heterogéneo de Masones y Masonas de América y Europa que están escribiendo la historia de la Orden, y he aprovechado la sin igual oportunidad para pedirles un consejo dirigido a los Aprendices.
El conjunto de recomendaciones resultó muy interesante, por lo que he querido compendiarlos en una sola publicación de la siguiente manera:
Pregunta común: Q:. H:. ¿Que consejo le darías a un Aprendiz recién Iniciado en la Masonería?
JAVIER OTAOLA BAJENETA: ¿Qué le recomendaría a un profano/a que se iniciara hoy en Masonería?
Que esté despierto, que se presente con la conciencia clara de que emprende un viaje apasionante en el que él/ella mismo/a será el camino, el paisaje, el viajero y el destino, pero que él que se encontrará con otros y con otras que han emprendido la misma aventura de autotrascenderse, de ir más allá de lo dado, lo obvio, lo mostrenco de la vida para alcanzar más vida, una vida más esclarecida, más genuina, más interesante pero que tampoco estará exenta de sinsabores, momentos de duda, impaciencia y desaliento.
La Iniciación Masónica como todo en la vida humana - el amor, la amistad, el trabajo - está amenazada de fracaso, y en la logia puede encontrarse también con incomprensiones, hipocresías y vanidades -en los demás y en nosotros mismos - no por eso debe desistir, la paciencia es una gran virtud Masónica, debe perseverar y buscar otros hermanos y hermanas que le iluminen, le instruyan, le aconsejen; debe también leer, informarse, documentarse sobre la historia de la Orden, conocer a sus pensadores, escogiendo bien, y de acuerdo con sus capacidades, seguramente le serán de utilidad.
EDUARDO CALLAEY: Que escuche a sus Maestros. Que se interrogue diariamente acerca de las razones que lo llevaron a golpear las puertas del Templo, de modo tal que sea capaz de detectar a tiempo las desgracias que traen consigo la ambición de poder, las medallas y los oropeles que – aún bien ganados - no son más que el testimonio de aquellas intenciones que albergábamos en nuestro corazón el día que fuimos iniciados.
ELBIO LAXALTE TERRA: Yo, mi Querido Hermano, puedo hablar por mí. Pero le diría a un Aprendiz (de hecho es lo que digo cada vez que puedo hacerlo): centrarse en su crecimiento, sin mirar los aciertos o desaciertos, sobre todos estos últimos, de parte quienes deberían dar el ejemplo; de esta manera cultivamos la magnanimidad, sabiendo que mañana puede tocarnos a nosotros. Cultivar el espíritu crítico, y no creer en todo lo que nos cuentan, pero intentar comprender el porqué de lo que se nos dice. Cultivar la libertad de espíritu, aceptar la disciplina y las jerarquías de los grados, pero sin dejarse avasallar la dignidad. Y cultivar la perseverancia, a pesar de las contrariedades. Muchas veces la vida de un Aprendiz o Compañero no es cómoda, sobre todo cuando le toca tener a su lado Maestros pagados de sí mismos, que piensan que cada vez que abren la boca, salen las palabras de los grandes iniciados; o toman a los Aprendices o Compañeros no por gente madura, muchas veces con importantes experiencias de vida, sino como niños de escuela. Muchas veces he encontrado que hay una infantilización de nuestros Hermanos y Hermanas de parte de algunos Maestros. Esto es algo que he combatido toda mi vida masónica, y pienso seguir haciéndolo. Pulir la piedra necesita de un aprendizaje. De esto se habla poco, pero, ¿cuantas piedras debemos desechar antes de lograr una piedra válida?
VÍCTOR GUERRA: Al Aprendiz le recomendaría lo que ya dicen los rituales, y los catecismos: ver y observar… tomarle el pulso al grupo, a la Masonería desde una visión amplia, plural y universal, conocer el campo de trabajo, las herramientas, ver los Maestros, distinguirlos… ver la obra y con ello ya tiene bastante trabajo además de que debe atender a los requerimientos del tutelaje.
A quien si me dirigiría es al Compañero, es ese sí es el eslabón fuerte de la cadena Masónica, y es el que debe hacer un gran esfuerzo, y como dice Maffesoli le recomendaría imbuirse del espíritu del nómada en todo el amplio sentido que rompimiento, de búsqueda, de romper con la “tribu” y hacer su peculiar y particular “tour del Compañero” que le llevará a una permanente búsqueda en su viaje, que a buen seguro que le traerá más de una complicación y contradicción, pero también se verá reforzado en lo más intimo y en el núcleo mismo del Ser y que andando el tiempo podrá aportar mucho a la esencia Masónica.
JOSÉ MANUEL COLLERA: Respondiendo jocosamente, porque es la última pregunta y porque los cubanos somos un poco así, les diría que procuren no ser expulsados de la Institución, como este humilde mortal. Aunque si lo fueran por defender causas nobles, sentirían una satisfacción difícil de expresar con palabras. Al final, la Masonería es una realidad interior, no depende de la presencia nominal de nombre y apellidos en un libro, en una relación, aunque sí es muy bueno tener esa posibilidad de pertenecer a un colectivo y hacer esa vida asociativa que da una oportunidad más, en este caso una posibilidad ordenada, de hacer vida fraternal. De cualquier modo la vida fraternal se practica con todos los semejantes.
Hacer definiciones es muy difícil, al menos para mí; yo me enredo de una manera tormentosa cuando tengo que definir algo; así cuando he querido definir a la Masonería no he podido por mí mismo, sé de memoria algunas definiciones que otros han dado y apelo a ellas. Pero una vez dije algo pensado por mí mismo, y le expresé precisamente a un Aprendiz, que no sabe del todo el alcance simbólico de la piedra pulida, le dije: “caminar desde la piedra rústica hasta la piedra pulida (que por cierto nunca se llega a ella), eso es la Masonería”; transitar ese camino es la Masonería. Es mi mejor manera de señalarle que la Masonería es un camino interior, que debe resultar en nuestra superación y perfeccionamiento espiritual, ético, intelectual; o incluyo también lo místico, no olvidemos al Rosacrucismo en nuestras raíces. Así, yo le aconsejo a un Aprendiz, sea hombre o mujer, que transite con afán y observación ese camino y procure acercarse lo más posible a la piedra pulida; que estudie con tesón y que por mucho que avance por ese camino, no olvide que todos somos eternos aprendices.
RAMÓN MARTÍ: Que sea un verdadero hombre que busca; que sea humilde y se deje llevar por la Orden; que se instruya. La Masonería Rectificada tiene una Regla, como los benedictinos tiene la regla de San Benito, Bernardo de Claravall dio una a la Orden del Temple, y distintas órdenes monásticas y caballerescas han adoptado una u otra. Utilizaré un fragmento a modo de despedida y consejo. El último artículo de nuestra Regla Rectificada, le dice esto al nuevo Hermano Aprendiz: “Si las lecciones que la Orden te ofrece, para facilitarte el camino de la verdad y la felicidad, se graban profundamente en tu alma dócil y abierta a los efectos de la virtud; si las máximas saludables, que marcan, por así decirlo, cada paso que des en tu carrera Masónica, se vuelven tus propios principios y la regla invariable de tus acciones, ¡oh, hermano mío!, ¡cuál será nuestra alegría! Cumplirás tu sublime destino, recobrarás esa semejanza divina, que formaba parte del hombre en su estado de inocencia, que es el objetivo del Cristianismo, y del cual la iniciación Masónica hace su objeto principal. Te volverás la criatura amada del Cielo: sus bendiciones fecundas recaerán sobre ti, y mereciendo el título glorioso de sabio, siempre libre, feliz y estable, pasarás por ésta Tierra como los reyes, benefactor de los hombres, y modelo de tus hermanos.”
ANTONIO CERUELO: Lo primero: que no tenga prisa. La Masonería es como la lluvia fina, va calando lentamente. También que escuche y observe con atención todo lo que pasa en la Logia, reflexione sobre sí mismo y sobre los demás a través del simbolismo que acaba de descubrir, cuestione sus verdades y sus certezas y por encima de todo que no entienda la Masonería como un camino para satisfacer sus ambiciones personales.
MARÍA ADRIANA FIGUEROA: Le diría que los principios Masónicos son perfectos, no la gente que integra la institución, por eso cuando tenga algún problema no debe tomar el camino fácil y salir corriendo, sino ubicar el origen y entender que cada una de las Hermanas estamos en el proceso de perfeccionamiento y que durante éste, en algún momento se puede recibir una actitud inadecuada por parte de una Hermana, aquí es donde se pone en práctica la fraternidad, no reprimiendo la molestia ni sacándola con ira, sino controlándola y retroalimentando con amor, para que ella continúe con su perfeccionamiento individual. La Masonería es una forma de vida y debo de canalizar mis energías en mi trabajo, buscando la congruencia en mi pensar, sentir y actuar y dejando que los demás hagan lo propio.
JEAN SOLIS: A un hombre: “El trabajo de tu ritual es impresionante, es un aprendizaje vertiginoso, cuidado con la ambición cuantitativa, sabemos que del 20 al 50% de los Masones son mediocres como los otros, y no olvides jamás que tus juramentos y tus salarios son DISTINTOS el uno del otro. Sigue tu compromiso de no obedecer ciegamente a los imbéciles.”
A una mujer: "No trates de imitar a los hombres, pero por sobre todo no busques distinguirte a cualquier precio. La Masonería es un camino en el que, por desgracia, la misoginia forma parte de su historia, pero el feminismo es un veneno. Comprende que no se inicia mirando hacia arriba!"
OLIVIA CHAUMONT: Que sea él mismo, de pensamiento libre, que asuma una posición y no pierda jamás su derecho a objetar.
ANCA NICOLESCU: Que son el futuro... y no solo esto!!! Lo básico es ser tolerante y comunicar, comunicar, comunicar. La Masonería sin la comunicación no podrá superar este siglo. La Masonería sin el consenso se hundirá más en este siglo que en el anterior.
Hay que sentir placer puro al practicar la Masonería, y los recién entrados tienen que saber que si no se sienten a gusto, entonces no hay que esforzarse sino que entender que cada uno de nosotros tiene virtudes y debilidades, pero que no todos logramos saber si somos buenos para la Masonería o para otra cosa.
La Masonería no se aprende, ella se vive, se siente, se expira... la Masonería se refleja en el cuerpo y en el espíritu del Mason, de sus acciones en el mundo profano. O eres un verdadero Mason o simplemente no lo eres y punto. Ser Mason significa tomar la vida en serio, regalar con todo tu ser todo lo mejor de ti para una causa, perseverar en tus acciones.
Y hay una cosa mas... si no logramos ser ejemplos en la vida Masónica, profana, personal y profesional, entonces no nos vayamos a quejar si después de 10, 20, 30 años, vemos el desastre cayendo encima de nosotros. Es bueno tener los ejemplos de nuestros antepasados pero no podemos vivir de aquellos éxitos. Hay que tener los nuestros para que nuestras Hermanas después de 100 años más nos vean a nosotras igual que vemos nosotras a las Hermanas de los años 1920, 1930 y 1940.
No tenemos que olvidar que la misión principal de la enseñanza Masónica consiste en preparar a los que tocan su pórtico para su vida Masónica, proporcionar conocimientos, inculcar el de la iniciativa, del espíritu creador, de la ética y la moral, desarrollando el sentimiento de la fraternidad en la Orden, y en especial preparar para el trabajo socialmente útil.
Y por último no olvidar nunca que la Orden le pide a una elite que prepare a la elite del mañana!!!
JOAN PALMAROLA: Que haga caso de los MM.•. de su Logia. Que si considera ver fallos en ellos, los tenga en cuenta en él mismo cuando llame a la puerta de “Hiram” y que, sobre todo, acuda a las Tenidas de Obligación, estudie y pregunte y persevere en ello.
IVÁN HERRERA MICHEL: Sencillo: Que sueñe permanentemente con una vida para sí mismo.
Todos tenemos algo en particular que nos hace únicos. Michael Jordan tiene la mano derecha, Maradona, la pierna izquierda, Pavarotti, la garganta, Hawking, el cerebro, Gandhi, un ideal, y Edinson, la curiosidad. Si ese (a) Aprendiz asume con seriedad lo suyo y se deja inducir por lo que va descubriendo en la Orden, ya verá que se procurará una vida que le satisfaga, y los demás notarán la evolución.
Para eso, debe reflexionar con los pies en la tierra sobre la funcionalidad de los símbolos Masónicos en su propia realidad.