La Metafísica, en sentido clásico, es la rama de la filosofía que se encarga de estudiar la realidad y el ser, tratando de encontrar los fundamentos, la estructura y los componentes últimos. Nos posicionamos más allá de la naturaleza y nos hacemos las preguntas últimas. En mayor o menor medida, todos y cada uno de nosotros hemos hecho Metafísica, incluso sin saberlo, así que no está tan lejos como pensábamos. La Metafísica es el alma mater de las pajas mentales más trascendentes.
La Metafísica clásica planteaba la búsqueda de la verdad absoluta, más allá de cualquier duda. Pero al tratarse de temas tan intangibles, y con tan altas pretensiones, la Metafísica ha sufrido, desde Hume un ataque despiadado, mediante una crítica destructora de los conceptos fundamentales que la componen: yo, substancia y causa. Hasta Kant, la Metafísica era considerada Ciencia, después de Kant dejó de serlo. Los objetos de la Metafísica no son susceptibles de ser analizados desde el punto de vista científico. Ya ni entramos en detalles de lo que hicieron Nietzsche, Freud o Marx con la pobre Metafísica. Como consecuencia, muchas corrientes filosóficas han decretado radicalmente la muerte de la Metafísica, como el estructuralismo o el neopositivismo, y no se encargan para nada de aspectos metafísicos. Otras corrientes intentan salvar lo que se pueda. En cambio otras, lo que quieren es deconstruir lo que queda de la Metafísica tradicional para construir una nueva Metafísica. ¿Cómo se definiría esta nueva Metafísica?
Desde el punto de vista tradicional podríamos dividir la Metafísica en Ontología, o teoría del ser en cuanto ser, y Teodicea o Teología natural. Bien, pues vamos a mantener esta división, pero vamos a redefinir lo que es la Ontología y lo que es la Teodicea. Consideramos la Ontología como una reflexión en torno a las grandes ideas de la Razón, en oposición a los conceptos del Entendimiento, propios de las ciencias. Es decir, el objetivo de la Ontología sería construir una explicación última de la realidad, propuesta como una ficción arriesgada e inverificable directamente, que complete y sistematice los datos de las ciencias, necesariamente parciales e incompletos. Ojo, todo esto sin pretensiones de verdad. El sistema metafísico es un sistema abierto, no referido a las esencias de las cosas, sino a sus circunstancias. Es un sistema preparado para acoger el azar, lo imprevisto. Esta Ontología ha renunciado a la verdad absoluta y a proporcionar un ser fuerte, abierto al hombre y capaz de servir de fundamento seguro y fijo; el objeto de esta Ontología es un Ser débil, construido por el ser humano, y que más que fundamento es abismo. Es decir, un ser reflejo de nosotros mismos.
Respecto a la Teodicea, sus temas fundamentales son el estudio del problema del mal en el mundo y la cuestión del sentido de la existencia humana. El aspecto de Teología natural queda eliminado ya que no es posible decir nada sobre Dios fuera de la fe religiosa. Lo infinito ha sido creado por los hombres para aliviar su radical finitud, su anhelo de apertura a la trascendencia. La Teodicea, reformulada de esta manera, es la afirmación radical de la finitud humana; junto a la esperanza de que esta finitud no sea la última palabra, la verdad absoluta.
¿Cómo abordamos esta nueva Metafísica? Para empezar, necesitamos un pensamiento problemático, que vaya buscando bronca…que más que proporcionar soluciones lo que tiene que hacer es plantear preguntas. Pensamiento anarquista y transgresor que se atreva a navegar por los territorios empantanados de nuestra conciencia. Desde el origen de los tiempos, los que apostaban por la Metafísica eran unos tocapelotas, porque se dedicaban a considerar un problema lo que para todo el mundo era claro y transparente, y para eso Sócrates fue el gran tocapelotas de la historia, y Platón como su discípulo aventajado, no se le quedaba detrás.
La cuestión de fondo es que si vamos a tratar de temas como el sentido de la vida o la realidad, es imposible aplicar una ley común con la que todos los seres humanos estemos de acuerdo. Por eso podríamos decir que la Metafísica estaría mucho más cerca del Arte que de la Ciencia. Los que ahora quieran hacer Metafísica tienen que renunciar completamente a la pretensión de tener la última palabra sobre la realidad o la substancia o el ente. De hecho, supone renunciar a la pretensión de verdad, que quedaría en el campo de la Ciencia. Sería interesante que la postura Metafísica fuera compatible con un estado de la Ciencia dado, aunque tampoco es imprescindible, porque la Ciencia avanza a base de desmentirse/matizarse a sí misma. Lo único que queda clarito meridiano es que tu postura metafísica está profundamente relacionada con tu propia personalidad y tu visión del mundo.
Como lo que vamos a manejar está tan lejano de la realidad y es tan abstracto y tan difícil si no imposible de contrastarlo empíricamente, el carácter creativo de las teorías que se generen es fundamental, por eso el metafísico es más artista que científico. Sería lo más parecido a la ciencia ficción, el metafísico genera una paja mental, un mito. Está claro que es un mito sobrio, controlado, pero no deja de ser, al fin y al cabo, un mito.
Tenemos la ventaja de poder disponer, por primera vez en toda la historia de la cultura mundial, de una información bastante amplia y fidedigna de casi todas las tradiciones culturales existentes o pasadas de la tierra, y de los medios técnicos que posibilitan el acceso a gran parte de esa información. Esto nos permite confrontar ideas, hacer chocar textos, relacionar elementos dispares que despliegan nuevos significados al insertarse en distintos contextos. Por lo tanto usaremos un método hermenéutico, interpretando y contrastando textos. Utilizaremos también la inducción y la deducción en relación con los datos proporcionados por las ciencias y las artes, pero es fundamentalmente un método analógico y metafórico.
Los que se dediquen a la Metafísica serán más supervivientes que herederos, porque tendrán que basarse en los restos de un naufragio para construir un nuevo sistema.