lunes, 8 de diciembre de 2014

LA INICIACIÓN DE LA PIRÁMIDE







LOS MISTERIOS DE LA PIRÁMIDE

Popularmente, se supone que la palabra pirámide se derive de πῦρ, fuego, de esta forma indicando que es la representación simbólica de la Única Llama Divina, la vida de todas las criaturas.  John Taylor cree que la palabra pirámide significa una “medida de trigo”, mientras C. Piazzi Smyth favorece el significado cóptico, “una división dentro de diez”.  Los iniciados de la antigüedad aceptaban la forma de la pirámide como el símbolo ideal tanto de la doctrina secreta como de aquellas instituciones establecidas para su difusión.  Tanto las pirámides como los montículos son antitipos de la Santa Montaña, o Supremo Lugar de Dios, el cual se creía estaba localizado en el “centro” de la Tierra.  John P. Lundy compara la Gran Pirámide con el legendario Olimpo, suponiendo que sus pasajes subterráneos correspondían a las tortuosas vías del Hades.

La base cuadrada de la Pirámide  es un constante recordatorio de que la Casa de la Sabiduría está firmemente cimentada sobre la Naturaleza y sus leyes inmutables.  Albert Pike escribe: “Los gnósticos decían que toda la edificación de su ciencia descansaba sobre un cuadrado cuyos ángulos eran: Σιγη, silencio; Βυθος, Profundidad; Νους, Inteligencia; y Αληθεια, Verdad”.  (Ver Moral y Dogmas).  Los lados de la Gran Pirámide miran hacia los cuatro ángulos cardinales, los cuales, según Eliphas Levi, indica los extremos de calor y frío (sur y norte) y los extremos de luz y oscuridad (este y oeste).  La base de la Pirámide representa los cuatro elementos o substancias materiales de cuyas combinaciones se forma el cuerpo cuaternario del hombre.  De cada lado del cuadrado sale un triángulo que indica el triple ser divino entronado dentro de cada naturaleza material cuaternaria.  Si cada línea de base se considera como un cuadrado del cual asciende un triple poder espiritual, entonces la suma de las líneas de las cuatro caras (12) y de los cuatro cuadrados hipotéticos (16) que constituyen la base es 28, el número sagrado del inframundo.  Si esto se añade a los tres septenarios que componen el sol (21), equivale a 49, el cuadrado de 7 y el número del universo.

Al igual que los Gobernantes de los inframundos, los doce signos del zodíaco están simbolizados por las doce líneas de los cuatro triángulos   ---las caras de la Pirámide.  En el centro de cada cara está una de las bestias de Ezequiel, y toda la estructura se convierte en el Querubín.  Las tres cámaras principales de la Pirámide están relacionadas con el corazón, el cerebro y el sistema generativo   ---los centros espirituales de la constitución humana.  La forma triangular de la Pirámide también es similar a la postura asumida por el cuerpo durante los antiguos ejercicios de meditación.  Los Misterios enseñaban que las energías divinas de los dioses descendían sobre la parte superior de la Pirámide, que fue comparada con un árbol invertido con sus ramas en la parte inferior y sus raíces en el ápice.  De este árbol invertido se propaga la sabiduría divina al fluir por los lados divergentes e irradiar por todo el mundo.

No se puede determinar con precisión el tamaño de la piedra fundamental de la Gran Pirámide ya que, aunque muchos investigadores han dado por sentado que ésta estuvo en el lugar, ya no queda ningún vestigio de ella.  Existe una curiosa tendencia entre los constructores de grandes edificios religiosos de dejar sus creaciones sin terminar, lo que indica que solo Dios está completo.  La  piedra fundamental   ---si alguna vez existió---   era en sí una pirámide en miniatura cuyo ápice estaba tapado por un bloque más pequeño y de forma similar, y así sucesivamente hasta el infinito.  Por lo tanto, la piedra fundamental es el epítome de toda la estructura.  Así pues, la Pirámide puede ser comparada con el universo y la piedra fundamental con el hombre.  Siguiendo la cadena de analogía, la mente es la piedra fundamental del hombre; el espíritu es la piedra fundamental de la mente y Dios   ---el epítome del todo---   la piedra fundamental del espíritu.  Cual bloque áspero y sin terminar, el hombre es llevado de la cantera y, por la cultura secreta de los Misterios, gradualmente es transformado en una piedra fundamental tallada y perfectamente piramidal.  El templo está completo solo cuando el iniciado en sí se convierte  en el ápice viviente a través del cual el poder divino se enfoca dentro de la estructura divergente de la parte inferior.

W. Marsham Adams llama a la Gran Pirámide “la Casa de los Lugares Ocultos”; ciertamente era así ya que representaba los santuarios internos de la sabiduría pre-egipcia.  Los egipcios asociaban a la Gran Pirámide con Hermes, el dios de la sabiduría y las letras y el Divino Iluminador adorado a través del planeta Mercurio.  Comparar a Hermes con la Pirámide enfatiza nuevamente el hecho de que en realidad era el templo supremo de la Deidad Invisible y Suprema.  La Gran Pirámide no era un faro, un observatorio o una tumba; más bien era el primer templo de los Misterios, la primera estructura erigida como un depósito para aquellas verdades secretas que son el seguro fundamento de todas las artes y ciencias.  Era el emblema perfecto del microcosmos y el macrocosmos y, según las enseñanzas secretas, la tumba de Osiris, el dios negro del Nilo.  Osiris representa una cierta manifestación de la energía solar, y por lo tanto, su casa o tumba es emblema del universo dentro del cual está enterrado y sobre cuya cruz está crucificado.

Los iluminados de la antigüedad pasaron por los pasillos y cámaras místicas de la Gran Pirámide.  Entraron por sus portales como hombres; salieron como dioses.  Era el  lugar del “segundo nacimiento”, la “matriz de los Misterios”, y la sabiduría moraba en él de la misma forma que Dios mora dentro de los corazones de los hombres.  En algún lugar en las profundidades de sus nichos residía un ser desconocido que fue llamado “El Iniciador”, o “El Ilustre”, vestido de azul y oro y sosteniendo en su mano la séptuple llave de la Eternidad.  Este era el hierofante con cara de león, el Santo, el Maestro de Maestros, que nunca abandonó la Casa de la Sabiduría y a quien ningún hombre vió a menos que ese hombre hubiese pasado por los portales de la preparación y la purificación.  Fue en estas cámaras que Platón   ---el de la ceja ancha---   se encontró cara a cara con la sabiduría de los tiempos personificada en el Maestro de la Casa Oculta.

Quién fue el Maestro que moraba en la poderosa Pirámide cuyas múltiples habitaciones representaban los mundos en el espacio; el Maestro a quien nadie pudo observar salvo aquellos que habían “vuelto a nacer”?  Solo él conocía completamente el secreto de la Pirámide; mas abandonó el camino de los sabios y la casa está vacía.  Los himnos de alabanza ya no hacen eco con tonos sordos por las cámaras; el neófito ya no pasa por los elementos ni vaga entre las siete estrellas; el candidato ya no recibe la “Palabra de Vida” de los labios del Eterno.  Ya no queda nada que el ojo del hombre pueda ver que no sea un cascaron vacío   ---el símbolo exterior de una verdad interior---   y los hombres llaman a la Casa de Dios una tumba!

La técnica de los Misterios fue revelada por el Sabio Iluminador, el Maestro de la Casa Secreta.  El poder de conocer su espíritu guardián le fue revelado al nuevo iniciado; el método de desentrañar su cuerpo material de su vehículo divino fue explicado; y para consumar la gran obra el Nombre Divino fue revelado   ---ésta es la secreta e indecible designación de la Deidad Suprema, por cuyo conocimiento el hombre y su Dios son hechos conscientemente uno.  Al otorgársele el Nombre, el nuevo iniciado pasó a ser una pirámide, dentro de las cámaras de cuya alma otros incontables seres humanos también podrán recibir iluminación espiritual.

En la Cámara del Rey se promulgaba el drama de la “segunda muerte”.  Allí el candidato, tras ser crucificado sobre la cruz de los solsticios y los equinoccios, era enterrado en la gran arca.  Hay un profundo misterio sobre la atmósfera y temperatura de la Cámara del Rey: tiene un peculiar frío, parecido a la muerte, que corta la médula del hueso.  Esta habitación era un portal entre el mundo material y las esferas trascendentales de la Naturaleza.  Mientras su cuerpo yacía en el arca, el alma del neófito volaba como un arcón con cabeza humana a través de los reinos celestiales para descubrir de primera mano la eternidad de la Vida, la Luz y la Verdad; así como la ilusión de la Muerte, la Oscuridad y el Pecado.  Así pues, en un sentido, la Gran Pirámide puede ser comparada con un portal a través del cual los antiguos sacerdotes le permitían a unos pocos pasar hacia el logro de la realización individual.  También cabe señalar, incidentalmente, que si el arca de la Cámara del Rey es golpeada, el sonido emitido no tiene contraparte con cualquier escala musical conocida.  Este valor tonal pudo haber formado parte de esa combinación de circunstancias que le daban a la Cámara del Rey una configuración ideal para la concesión del grado más alto de los Misterios.

El mundo moderno conoce poco sobre estos  ritos antiguos.  Científicos y teólogos por igual observan la sagrada estructura preguntándose qué impulso fundamental inspiró la hercúlea labor.  Si solo pensaran por un momento, se darían cuenta de que solo hay unimpulso en el alma del hombre capaz de proveer el incentivo requerido   ---es decir, el deseo de conocer, entender e intercambiar la estrechez de la mortalidad humana por la mayor amplitud y alcance de la iluminación divina.  Los hombres dicen que la Gran Pirámide es el edificio más perfecto del mundo, la fuente de los pesos y las medidas, el Arca de Noé original, el origen de los lenguajes, alfabetos y escalas de temperatura y humedad.  Sin embargo, pocos se dan cuenta de que la Pirámide es el Portal hacia lo Eterno.

Aunque el mundo moderno conozca un millón de secretos, el antiguo conocía uno   ---y ese era más grande que el millón; ya que el millón de secretos trae muerte, desastre, tristeza, egoísmo, codicia y avaricia, pero el único secreto confiere vida, luz y verdad.   Llegará el tiempo cuando la sabiduría secreta vuelva a ser el impulso religioso y filosófico dominante del mundo.  Llegará el día cuando la muerte del dogma sea sólida.  La gran teológica Torre de Babel, con su confusión de lenguas, fue construída de ladrillos de lodo y argamasa de limo.  Sin embargo, de las frías cenizas de los credos sin vida, los Misterios antiguos resurgirán en forma de fénix.  Ninguna otra institución ha satisfecho, de una forma tan completa, las aspiraciones religiosas de la humanidad; ya que, desde la destrucción de los Misterios, nunca ha habido un código religioso al cual Platón se haya suscrito.  El desenvolvimiento de la naturaleza espiritual del hombre es una ciencia tan exacta como la astronomía, la medicina o la jurisprudencia.  Las religiones se establecieron principalmente para lograr este fin; y de la religión han salido las ciencias, la filosofía y la lógica como métodos donde este divino propósito se podrá realizar.

El Agonizante Dios resucitará!  La habitación secreta en la Casa de los Lugares Ocultos será redescubierta.  La Pirámide volverá a erigirse como el emblema ideal de la solidaridad, inspiración, aspiración, resurrección y regeneración.  De la misma forma que las fugaces arenas del tiempo entierran civilizaciones sobre civilizaciones bajo su peso, la Pirámide permanecerá como la alianza visible entre la Sabiduría Eterna y el mundo.  Llegará el tiempo cuando los cánticos de los iluminados vuelvan a escucharse en sus antiguos pasajes y cuando el Maestro de la Casa Oculta deba esperar en el Lugar Silente por la venida de aquel hombre que, lanzando las falacias de los dogmas y postulados, simplemente busque la Verdad y no se satisfaga con sustitutos ni imitaciones.

Traducción del original en inglés The Pyramid Mysteries del capítulo The Initiation of the Pyramid del libro The Secret Teachings of All Ages de Manly P. Hall.  ®Sánchez & Rivera, Traductoras.  2014, Puerto Rico.