Con el nombre de Sibilas se conocían en la época mítica de la historia antigua (griega y romana), aquellas mujeres que gozaban de una reconocida facultad de desentrañar el futuro para profetizar acontecimientos de toda índole. Fueron descritas como muy longevas, con vidas aisladas y misteriosas, habitando lugares atípicos y poco accesibles como, por ejemplo, grutas o sitios escondidos, posiblemente cercanos a cursos de agua. Sus palabras o predicciones, realizadas casi siempre en estado de trance, eran originadas por consultas de los visitantes.
Según algunas tradiciones, hubo una joven hija del troyano Dárdano y de Neso (hija del gobernador Teucro) que estaba dotada del don de la profecía y tenía una gran reputación como adivina. Esta joven se llamaba Sibila y por eso desde entonces vienen llamándose así a todas las mujeres que ejercieron esa capacidad de profetizar.
Se afirmaba que las Sibilas habían adquirido la facultad de vislumbrar el futuro mediante su natural inspiración toda vez que eran interpeladas, pero también podían actuar de modo propio, impelidas por sus impulsivos designios, entre los cuales figuraban frecuentemente la predicción de grandes calamidades.
Desde la antigüedad, las leyendas cuentan de la presencia de numerosas Sibilas, pero en la actualidad se aceptan solamente una docena de ellas, muchas de las cuales se originaron en la mitología, siendo escasas las que poseen algunas referencias históricas. En efecto, las informaciones disponibles sobre el tema son muy confusas y difieren notablemente de acuerdo a las fuentes. Los tiempos muy lejanos, los mitos y las distintas interpretaciones impiden un encuadre histórico bien definido, siendo casi siempre necesario recurrir a la lectura de antiguos escritos para intentar situarlas con cierta claridad.
Según se afirma, la más antigua (en la mitología griega) parece haber sido "Trofile", hija de Júpiter y de Lamia (hija de Neptuno), pero las más conocidas son, sin dudas, las cinco Sibilas pintadas por Miguel Ángel, llamadas CUMA, PERSEA, ERITREA, DELFICA y LIBICA.
En la historia del Arte, las sibilas han sido representadas por diferentes artistas y mediante distintas técnicas, me limitare en esta entrada a presentarles algunos pocos ejemplos. El primero será un manuscrito signado como BSB Cod. icon. 414 con el título de Sibyllae et prophetae de Christo Salvatore vaticinantes de finales del siglo XV, digitalizado por Münchener DigitalisierungsZentrum . La producción del manuscrito se sitúa en Tours y se supone a Jean Poyer el autor de las 25 miniaturas iluminadas de que consta, alternando las doce sibilas y sus profecías mesiánicas con escenas correspondientes a la vida de Cristo según los evangelios y los profetas del Antiguo Testamento.
Muy conocidas son las 5 sibilas mencionadas más arriba, pintadas por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina:
Dentro de la mitología griega, la Sibila de Cumas era natural de Eritrea, ciudad importante de Jonia (en la costa oeste de la actual Turquía). Su padre era Teodoro y su madre una ninfa. Se cuenta de ella que nació en una gruta del monte Córico. Nació con el don de la profecía y hacía sus predicciones en verso. Se la conocía como Sibila de Cumas porque pasó la mayor parte de su vida en esta ciudad situada en la costa de Campania (Italia).
En la Antigüedad se la consideró como la más importante de las sibilas conocidas. A ésta se la llamaba también Deífoba, palabra que significa deidad o forma de dios. Apolo era el dios que inspiraba las profecías de las sibilas y prometió que concedería un deseo a la sibila de Cumas. Ella cogió un puñado de arena en su mano y pidió vivir tantos años como partículas de tierra había cogido; pero se le olvidó pedir la eterna juventud, así es que con los años empezó a consumirse tanto que tuvieron que encerrarla en una jaula que colgaron del templo de Apolo en Cumas. La leyenda dice que vivió nueve vidas humanas de 110 años cada una. También se cuenta de ella, y así lo recoge la Eneida, que en una ocasión guió a Eneas, príncipe troyano, a través del Hades para visitar a su padre Anquises.
007-Sibila de Delfos pintada por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina.
La Sibila Délfica o Sibila de Delfos, es un fresco del pintor renacentista italiano Miguel Ángel en la Capilla Sixtina (Ciudad del Vaticano). Data del año 1509. Mide 350 centímetros de alto y 380 cm de ancho.
El fresco forma parte de una serie puesta en la base de la capilla en la que figuran, alternándose, los profetas del Antiguo Testamento junto a las Sibilas paganas. Estos profetas y sibilas ocupan espacios triangulares, y son las figuras más grandes del conjunto de la Bóveda de la Capilla Sixtina. La iconografía católica renacentista mantiene las sibilas porque consideraban que estaban dotadas de la facultad de ver el futuro, anunciaron la llegada de Cristo.
Esta célebre Sibila parece tener más antigüedad que la de Cuma y su fama fue reconocida ya desde el año 600 a.c., cuando la localidad de Delfos (en Grecia) se convirtió en la famosa Ciudad Sacerdotal, sede de los célebres Oráculos. Su actuación fue muy popular y tuvo una enorme importancia durante todo el periodo helénico. Solamente fue menguando a partir de la ocupación romana de Grecia.
La ciudad de Delfos, ahora desaparecida, era situada al pie del monte Parnaso, en medio de las montañas de la Fócida, a 700 m. sobre el nivel del mar y a casi 10 Km. de distancia del golfo de Corinto. El oráculo era conducido por sacerdotes y, principalmente, por la Sibila Délfica. Cabe señalar que Delfos tenía un gran recinto sagrado dedicado a los Dioses, y en su centro existía un templo de gran tamaño, dedicado exclusivamente a Apolo, lugar donde acudían los personajes griegos para preguntar sobre el éxito de cuestiones importantes para ellos, que tocaban todos los temas: desde lo personal a lo religioso, a lo político, a lo económico y también a conceptos filosóficos. La Sibila realizaba predicciones, que eran tomadas muy en serio por las todos los que acudían y por la población griega en general.
008-Sibila de Persia pintada por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina.
Siempre siguiendo la leyenda, parece que esta Sibila acompaño a Alejandro Magno (desde el año 334 a.c.) en sus conquistas de Asia. Las fuentes afirman que el gran Héroe dialogaba siempre con ella antes de iniciar sus principales batallas, tales como la de "Gránico" y la de "Isso", en el curso de la cual capturó a toda la familia del propio Rey de Persia (Darío III), que logró huir luego de esta gran derrota. Alejandro siempre deseaba escuchar las previsiones de Persea sobre el éxito de sus acciones bélicas, a pesar de que ella le predijo desde el principio que sería el "Señor y dueño de toda Asia".
Esta Sibila fue diferente de las otras, ya que se la conoce como acérrima seguidora de Alejandro en sus conquistas y responsable ideológica (por sus predicciones) del asesinato de algunos personajes que sus visiones retenían peligrosos, tales como Memnón (general ateniense contratado por el Rey Darío); Filotas (acusado de conspiración); Amintas (primo de Alejandro, acusado de pactar con los persas); Calístenes (acusado de complotar), entre otros.
No tenemos información sobre las orígenes de esta Sibila, solo hay indicios legendarios de su presencia en Macedonia (Grecia) desde el 500 a.c. Se cuenta que predijo la destrucción de la ciudad de Corinto, durante el reinado de Filipo de Macedonia, padre de Alejandro.
Otra información sobre Eritrea cuenta sobre su costumbre de pronosticar las hazañas de Alejandro en forma de acrósticos.
Hay datos confusos sobre esta Sibila. Entre las varias versiones, hay una que afirma su proveniencia desde Caldea, al sur de Babilonia y que actuó como sacerdotisa de los dioses griegos. Su residencia parece haber sido la zona de Jonia, en una importante colonia griega. Entre todas las informaciones logradas, hay alguna que afirma su predicción de la guerra de Troya, cosa que no parece concordante, pues esa guerra se realizó cerca de los años 1200 a.c. y esa antigüedad no sería coincidente con sus inicios, indicados alrededor de los años 600 a.c. Tal vez las visiones sibilinas de Eritrea se relacionaron a lo que, según ella, habría acontecido en esa guerra, y no a la profecía como tal. También esta Sibila habría denunciado a Homero respecto a falsedades en los escritos de su obra "La Ilíada", en la cual narra el desarrollo de esa contienda. Otra versión dice que hubo una segunda Sibila Eritrea, cuya presencia fue muy antigua, anterior a la guerra de Troya y que (ésta si), había preanunciado esta guerra. Sin embargo no disponemos de datos confirmativos, solamente lo afirman por las leyendas.
La sibila libia o líbica era la sacerdotisa profética que presidía el oráculo de Zeus Amón (Zeus representado con los cuernos de Amón) en el oasis de Siwa en el desierto de Libia.
En la Descripción de Grecia (x.12.3) de Pausanias, la sibila nombra a sus padres en sus oráculos: “Soy de nacimiento mitad mortal, mitad divina; Una ninfa inmortal era mi madre, mi padre un comedor de maíz; En la falda del monte Ida de mi madre nací, pero la tierra de padre era la roja Marpeso, consagrada a la Madre, y el río Aidoneo”.
Los griegos decían que era la hija de Zeus y Lamia, una reina libia. Eurípides menciona a la sibila libia en el prólogo de su obra Lamia. Aún más, afirmaban que era la primera mujer que cantó oráculos, vivió la mayor parte de su vida en Samos, y que el nombre «sibila» le fue dado por los libios.
Serapión dice en sus versos épicos que la sibila no dejó de profetizar tras su muerte, y que dejó en el aire palabras propias del oráculo, presagios y augurios y que su cuerpo se fue transformando en tierra donde crecía la hierba y que cualquier bestia que la comiese tenía la capacidad de mostrar a los hombres un preciso conocimiento del futuro cuando eran sacrificadas y se analizaban sus entrañas. También piensa que la cara que se ve en la luna es su alma.
Plutarco cuenta la historia de que Alejandro Magno, tras fundar Alejandría, marchó al oasis de Siwa y se dice que la sibila le confirmó como personaje divino y como el legítimo faraón de Egipto.
Las imágenes han sido tomadas de la Gallery of Arty de la La Capilla Sixtina las sibilas.
En The British Museum tienen 129 grabados de Francesco Rosselli entre ellos figuran los de las 12 sibilas
Francesco Rosselli (1447 -1513), fue un miniaturista, pintor, grabador y cosmógrafo florentino, miembro de una familia de artistas de larga tradición, hijo de Lorenzo di Filippo Rosselli y hermano menor del más célebre de todos ellos, Cosimo Rosselli.
En 1470 trabajaba con Liberale da Verona en el antifonario de la catedral de Siena; se trata de la primera noticia cierta sobre su actividad artística, a partir de la cual se le han atribuido muchas otras miniaturas en libros litúrgicos y científicos. Hacia 1480, encontrándose arruinado, marchó a Hungría, dejando a la familia a cargo de su hermano Cosimo. Allí trabajó en la corte de Matías Corvino y trazó un mapa del país, según se hace constar en el inventario de su testamentaría.
Hacia 1494 regresó a Italia, con medios económicos suficientes para montar en Florencia una oficina dedicada a la estampación y comercialización de grabados, cartas geográficas y globos terráqueos. De 1504 a 1508 trabajó en Venecia como cartógrafo, siendo mencionado elogiosamente por Luca Pacioli en su edición de las Obras de Euclides.
Fuente: César Ojeda