viernes, 15 de julio de 2011

SIMBOLOS ASTRALES


Hacia el año 1000, la Ciencia era Arabe. Es la época en la cual Harkem II, Califa de Córdoba hace construir escuelas para que los niños pobres puedan ser instruidos gratuitamente. No se trataba de venir en ayuda solamente de aquellos de raza Mora, sino más bien de asistir al pueblo de cualquier raza o religión que fuese. Así, España contaba con 27 nuevas Escuelas, mientras que en todo el resto de Europa los mismos eclesiásticos no sabían leer y escribir... Hubo igualmente la fundación de una biblioteca con 400.000 volúmenes. En fin, esa España Mora se convirtió en el país de las maravillas, las comarcas de los Misterios, del Saber y de las riquezas en todos los dominios. El Obispo Alvaro de Córdoba, se quejaba: "Mis correligionarios descuidan totalmente el Latín. Por el contrario, leen con avidez poemas y cuentos árabes..."
La tolerancia de los príncipes árabes es legendaria; ellos tenían un profundo respeto de todas las otras religiones, dado lo cual se vio rápidamente la influencia de su civilización sobre toda Europa. La Universidad de Córdoba no estaba abierta solamente a los musulmanes y a los miembros de los partidos del Imperio Islámico, sino a todos, ya fueran judíos o cristianos.

Los árabes adoptaron el sistema de numeración hindú, incluyendo el cero que los babilonios habían utilizado también. Es así que nuestras cifras que nosotros llamamos cifras "árabes" (para diferenciarlas de las cifras "romanas"), fueron introducidas por el monje Gerbert (quien estudió en Córdoba, pero fue seguramente iniciado en los Colegios Esotéricos).



Pastorcillo de Auvernia, a mediados del siglo X, fue advertido por el sabio Abad Clemente y muy rápidamente se hizo monaguillo en Aurillac; no se quedó allí mucho tiempo y no solamente se escapó del Convento, sino que aún dejó Francia para ir a España y más tarde a Roma; después en 972, enseñó en Reims donde durante una decena de años trabajó mucho las matemáticas y escribió igualmente. Parecía querer instalarse entonces en Francia y tomó aún parte en diversos movimientos, ayudando también a Antón III a subir al trono; es por eso que fue grandemente gratificado y se le nombró Arzobispo de Reims. Accedió en fin, en 999 a la Santa Sede, bajo el nombre de Silvestre II (se le llama a menudo el Papa–Mago). Se dice que él habría inventado un reloj a ruedas (997), pero lo que es cierto es que ha dado numerosas obras de alquimia, de astrología y de magia.

Silvestre II, el Papa Mago


Otro nombre importante en astrología es el de Regiomontanus, que es en Latín la traducción del lugar de origen de Johannes Muller, nacido en Fraconia, Konigsburgo (en latín Regio–montanus).



El Magister Purbach tomó en 1454, el lugar de su maestro Johannes von Gmunden en la Dirección de la Universidad de Matemática de Viena. J. Muller de Konigsburgo vino a reunirse con su maestro Purbach a fin de observar juntos el Cielo. Trabajando en común fueron llamados a Roma para un trabajo importante (traducción del manuscrito griego "El Almageste"). Inútil es decir que ese Tolomeo en el texto original les interesaba en sumo grado, pero apenas habían aceptado, Purbach murió, antes de haber podido siquiera comenzar el trabajo. Regiomontanus tuvo derecho a toda la herencia de su maestro y recogió de ese modo las notas, los aparatos y se fue a Roma a hacer el famoso trabajo. Viajó después a Venecia, a Padua, etc... y al fin, a Viena, cuando el rey de Hungría (Matías Corvinus) lo llamó para establecer nuevas Tablas astronómicas. Recibió una hospitalidad principesca y pudo trabajar con toda comodidad fabricando también instrumentos de observación y convirtiéndose en el Consejero y Astrólogo del Rey. Más tarde vino a instalarse en Nuremberg, donde construyó su observatorio y montó su propia imprenta así como su propio taller de instrumentos astronómicos. Sus obras tuvieron mucho éxito y sus "efemérides" tuvieron ecos cerca del Papa Sixto IV quien le pidió ir a Roma para reformar el calendario; desgraciadamente, Regiomontanus murió (el 6 de Julio de 1476) sin haber podido comenzar su trabajo (tenía apenas 40 años).



Claudio Tolomeo
, el astrónomo griego, nació en Tolomaeus (Alto Egipto) en el siglo II. El consideraba a la Tierra como el centro del mundo (al menos en esos trabajos, lo cual era quizás una consideración en el sentido de la facilidad de sus enunciados, pero quizás también tenía el conocimiento del movimiento heliocéntrico).

Claudio Tolomeo

Platón enseñaba la rotación cotidiana de la Tierra y Plutarco confirma que Platón no consideraba a la Tierra como centro del Todo, dando ese lugar a un astro mejor... Platón es quizás por consiguiente, el primero que ha manifestado claramente la existencia del sistema heliocéntrico.

Platón

Un siglo más tarde, Aristarco de Samos retomó esa idea de Platón es de allí que Copérnico, mucho más tarde, tomó su experiencia. Los escritos de Aristarco de Samos se han perdido, pero las pruebas de esa frase de Plutarco es completada todavía por una citación de Arquímedes: "Aristarco expone en principio que la Tierra gira alrededor del Sol, tomándolo como centro".

Aristarco de Samos
 
En "El Hombre en su persecución del Tiempo" (pag. 82), Helga Pohl, escribe: "Cuando los cristianos empezaron a establecerse por todas partes, la acumulación de conocimientos científicos en el Museion les molestaba considerablemente. Y un día, la Biblioteca de Alejandría quemóse de arriba abajo. El Arzobispo Teodosio, con una banda de fanáticos hacía su obra... Y cuando la sabia Hypatia1 que ocupaba la cátedra de matemáticas,
1 Hypatia: filósofa y matemática griega, nacida en Alejandría (370–415), hija de Theón de Alejandría. fue torturada y llevada a la muerte bajo la orden el Patriarca Cirillus, los sabios que habían ejercido hasta ese día sus funciones en Alejandría, fugaron en todas las direcciones y el lugar donde florecía la Ciencia se convirtió entonces en un desierto...".

Rachel Weisz como Hipatia de Alejandría, en "Agora"

Es flagrante que todos aquellos que han venido a presentarse en nombre del progreso y con la misión de preparar a los pueblos, hablasen de un mensaje de reeducación del mundo al mismo tiempo que destruían las pruebas del Saber (César, él solo, destruyó 500.000 rollos de papiros).

Alejandría era una gran plancha girante que reunía toda Babilonia, Egipto y Grecia. El "Serapeion" era la biblioteca más grande del mundo, y el "Museion", el centro del más grande Saber.


"Serapeion" era la biblioteca mas grande del mundo


 Aunque Ptolomeo I Soter no terminó muchos de los grandes trabajos que comenzó en su reinado, podemos admirar su imaginación y esfuerzos. Fue él quien, en el 290 A.C., comenzó la construcción del faro de de Alejandría, aunque inacabado en el momento de su muerte cerca de 285 A.C. (se cree a la edad de 84 años), que tuvo que ser terminado por su hijo y sucesor, Ptolemeo II Philadelfo. Al igual que también erigió el gran Museion, la universidad más famosa de la antigua Alexandría, aunque sería otra vez su hijo quien realmente acabaría el proyecto, invitando a eruditos renombrados de todo el mundo conocido que vivían en Egipto, Ptolomeo Soter, fundó también la biblioteca a la que llenó obsesivamente de los libros que permitirían posteriormente que su hijo tentara a estos eruditos hacia el Museion.




Erastóstenes, ese Espíritu Universal, era el Director de la Biblioteca. En el Museion, Euclides trabajaba su geometría y Arquímedes su esfera (ese globo celeste movido hidráulicamente mostrando los movimientos de los planetas). Es en Alejandría que Erastóstenes fundó la geografía científica; Hiparco (de Nicea), la astronomía científica; Herófilos, la medicina científica, Erasistrato continuó sus trabajos poniendo, de una manera general, la medida del tiempo al servicio de la medicina.

Herófilos (médico griego de Alejandría) con su "clepsidra" encontró que las pulsaciones provenían de los latidos del corazón y él fue el primero que los "midió". Hipócrates era su gran modelo, pero Herófilos el Calcedonio (siglo III antes de Jesucristo) se encuentra entre los más grandes sabios que hayan caracterizado la célebre Alejandría de la época.


A menudo se tiene tendencia a disminuir los valores de antaño con el fin de aumentar los nuestros y establecer las teorías de nuestra superioridad; en efecto, se desvían frecuentemente los hechos antiguos como si se tratara de vagas leyendas. Se toma prestado ideas o teorías infantiles de los Antiguos, fuentes de nuestra posibilidad de elaborar hipótesis gracias a símbolos que pocos contemporáneos pueden calar a fondo. Se ha pretendido por ejemplo, que los egipcios creían que ellos llevaban alimentos con ellos después de su muerte!... Se les ha prestado la teoría de regresar sobre esta tierra con el mismo cuerpo y la misma personalidad después de haber viajado en un mundo astral o habitado en un Imperio de los muertos!... Sin embargo, si se medita un poco aquello que escribía el Rey Antef de la XII Dinastía Egipcia, 2000 años antes de la era cristiana:


"Los cuerpos mueren desde la época ancestral. Los dioses que se han ido, así como los nobles y los Sabios, reposan en sus pirámides. Las moradas que ellos han construido, han desaparecido.– Tu ves, aquello que les ha sucedido, es como si ellos no hubiesen existido jamás. Nadie viene a decirnos dónde están, cómo van. Aquel cuyo corazón ha dejado de latir no escucha nuestra queja, y aquel que yace en la tumba no comparte nuestro duelo. Ay,– nadie lleva consigo sus bienes; nadie regresa de allá, donde ha ido".

Se debería sobre todo comprender que cuando es cuestión de reencarnación, se trata de un hecho que puede realizarse espiritualmente.

Una ceremonia que se desenvolvía en Babilonia vale la pena ser citada; ella hace reflexionar sobre las concepciones más profundas que debían hallarse en la base de semejantes festividades. Una vez más, el hecho debe encararse con una idea más allá del entendimiento corriente y pertenece sobre todo al dominio esotérico.


En los Templos de Ishtar, las Sacerdotisas se entregaban a los extranjeros durante la Gran Fiesta, porque Dios podía ser uno de ellos. Así, durante el invierno, el Señor Marduk, va al mundo subterráneo y combate al monstruo Tiamat. Después de haberlo vencido, él se corta en dos y crea así, el Imperio del Cielo y el Imperio del Agua, que atraviesa el Zodiaco. Entonces, Marduk, pisa de nuevo tierra firme y el Sol surge de nuevo en el Cielo. Aquello que ha sucedido al inicio del mundo, sucede al inicio del año.

Puertas de Ishtar de Babilonia


Durante las festividades, cada uno se transforma. Los Señores se convierten en esclavos y viceversa, por todo el período de la fiesta. El mismo Rey deja su trono y un elegido de la muchedumbre toma su lugar, etc...

Ese cambio en la situación hace más resonante las "jubilarias" (o jubileo) de las cuales hemos explicado ya largamente las razones. La tradición hebraica no es la única en haber meditado sobre ese principio muy profundo de lo efímero. Así por ejemplo, una gran lección es dada a las Superioras de Convento, que en las Ordenes Católicas no pueden quedar
indefinidamente en el mismo lugar. Así, no solamente ellas no pueden abusar de su autoridad, ya que se hallarán ellas mismas de nuevo precisamente bajo las órdenes de las que quizás fueron regañadas sin razón, sino que aún, deberán recomenzar cada vez el ciclo y la ascensión de las disciplinas. En varias Ordenes místicas, ese mecanismo se halla en curso; el Superior no puede permanecer en el poder más de un septenato; así, una vez en él, sabe que no es sino temporario, y apenas habituado a su estado, deberá prepararse ya a renunciar a sus cargos y prerrogativas, para ganar de nuevo los rangos inferiores. Así el jefe de hoy será el servidor de mañana; además, se hace también el cambio de lugar encontrándose justamente sumido en el problema de Tiempo y del Espacio.

Como dice Henri Bergson: "no existe absolutamente ninguna diferencia entre Tiempo y Espacio, salvo que nuestra conciencia se mueve a lo largo del Tiempo..."


Es muy cómico constatar que esa cuestión ha escapado a la mayoría de los intelectuales y que justamente el problema fue bien comprendido solamente por dos clases de individuos: los Sabios y los Primitivos... En efecto, desde hace mucho tiempo, los Grandes Maestros, los Iniciados, los Sabios, han intentado hacer comprender a sus discípulos ese problema, que no debe ser encarado sobre terreno de la física sola y que las filosofías iniciáticas han resuelto desde siempre. Aparte de los Yoghis o los Adeptos de la Tradición Esotérica, sólo los primitivos han comprendido verdaderamente que Espacio y Tiempo no forman más que Uno; inclusive en su lenguaje, la palabra es a menudo idéntica y los negros de la maleza y los pigmeos en particular, responden de la misma manera a aquello que concierne a las cuestiones sobre el Tiempo o sobre el Espacio.


En "Wenn dein schatten 16 fuss misst berenike" (de H. Pohl) está dicho:

"La física atómica no ha creado solamente su instrumento para medir el tiempo con una rapidez sorprendente, sino que ella ha dado igualmente una nueva noción del tiempo con una nueva cosmogonía física. La Física de Newton era experimental; ella calculaba aquello que veía, excluyendo consideraciones filosóficas o metafísicas. La teoría de la relatividad de Einstein ha procedido de reflexiones críticas confirmadas más tarde por la experiencia. La Física ha tomado así una nueva posición. Einstein introducía en las tres dimensiones espaciales: el Tiempo como 4ta. dimensión. Espacio y Tiempo no son más que Uno. Toda medida del Tiempo se comporta en consecuencia como una medida del Espacio".

Ese problema del Tiempo lleva a pensar en el origen de la medida del Tiempo; no se sabrá jamás exactamente y tampoco cuándo y dónde estuvo en uso por primera vez aquello que podría servir de cronómetro o reloj.

Mucho antes del "Gnomon", aquella columna de piedra que servía para dar la hora en Grecia, debieron existir aquí y allá, cuadrantes solares, cuyas huellas no pueden encontrarse hoy día.

Naturalmente, antes de dar tiempos precisos, la duración de una jornada debía estar dividida en partes principales que marcarían los momentos importantes, por ejemplo para las grandes reuniones. Es así que se puede imaginar que los tambores, los gongs, las campanas, deben hallarse entre los primeros instrumentos para marcar el Tiempo. Si en Occidente el uso de las campanas se remonta solamente al siglo VI (con Gregorio de Tours), en China se han encontrado campanas, gongs, muy antiguos, pero son los más viejos ciertamente los tambores de piedra y los cuales estuvieron en uso, con toda seguridad, desde el comienzo de la historia.


El emperador Huang–Ti (vivió en los inicios de la historia de China), hizo fundir, se dice, 12 campanas acordadas sobre las notas de 6 gamas. La antigua gama "Kung" tenía 5 notas, pero podía trasponerse 12 veces, lo cual igualaba 60 tonalidades en relación con la astronomía (hay igualmente 5 clases de animales, cada una con 60 variedades). Notemos también al pasar, que es en el año 1200 antes de la Era cristiana que el Emperador Tchou–Kong logró por primera vez calcular la inclinación (el ángulo formado por el plano de la órbita terrestre con el plano de la eclíptica), y es en esa misma época que los chinos inventaron la brújula provista de la aguja magnética.


Huang Ti, el Emperador Amarillo

En nuestros días, gracias al reloj de cuarzo, cuya precisión deja atrás todas las otras, se ha podido verificar que la rotación de la tierra que había sido el patrón más exacto, revela que la precisión de ese "cronómetro" (ese "reloj terrestre") no era tan perfecto como se había creído prealablemente. En julio de 1934, fue constatada una disminución de alrededor de 0.006 segundos en la duración de la rotación, durante el curso del mes. A inicios del verano de 1935 se observó el mismo fenómeno.  

Actualmente, grandes problemas preocupan a todos aquellos que están mezclados directa o indirectamente con la Ciencia planetaria. Y es que después de largo tiempo se emiten todo tipo de teorías sobre habitantes de otros mundos, sobre los viajes interplanetarios, etc... Hoy día el mundo de los sabios, no esconde sino esas "utopías", de hace solamente algunos años, que se han convertido en el dominio de las posibilidades. Desde hace ya mucho tiempo, se habla de otros planetas como si estuviesen habitados, y de futuros viajes a la Luna o hacia los otros astros, pero ahora nos encontramos en vísperas de realizaciones y no sería sorprendente que mañana nos anunciaran oficialmente el lanzamiento de satélites artificiales y de cohetes para viajeros con destino a la Luna(2).

Algunos hablan aún de nuevos planetas que harían su aparición en nuestro Universo; otros se anticipan y ven no sólo a los terrestres ir a explorar la Luna o Marte, sino más bien los habitantes de otros planetas venir a invadir nuestra Tierra. Sea como fuere, el problema no se encuentra más dentro de la órbita de la "ciencia–ficción" o de las revistas con novelas de anticipación o cuentos futuristas, sino que pertenece más bien a los hombres de ciencia; la palabra final que colocará la cuestión en el dominio práctico, se encuentra ahora en manos de los sabios.

Desde hace ya varios siglos, los hombres han escrito sobre los viajes extraterrestres: "Un hombre en la Luna", 1649 y en fin, el célebre Julio Verne: "Viaje de la Tierra a la Luna" y "Alrededor de la Luna"... Siempre la imaginación más fértil no hacía sino recombinar en una novela los elementos ofrecidos por la realidad; esas narraciones plausibles no eran sino las consecuencias de técnicas conocidas; los autores recurrían a los diversos medios inspirados por los conocimientos de la época.

El primero que observó la Luna de otra manera que al ojo desnudo, fue Galileo con su telescopio de 30 aumentos montado sobre el campanil de San Marcos de Venecia (actualmente el Monte Palomar ofrece un aumento de 1.200 veces).

Galileo

El primero que estableció una carta lunar fue el jesuita Scheiner en 1645. Desde entonces se han perfeccionado todos esos datos y es muy cierto que los primeros hombres que "alunizarán" poseerán manuales muy precisos sobre la selenografía.

En nuestros días aquello que interesa ante todo, es el "cohete" o máquina que sería capaz de trasladarse en el espacio sideral. Es imposible, a pesar de la profusión de los documentos históricos, precisar la época en la cual el "cohete volador" hizo su aparición. El descubrimiento de los cohetes ha debido hacerse por etapas.
2 Nota del Coordinador de la Literatura:
Este libro fue escrito por el Maestre Serge Raynaud de la Ferrière en Agosto de 1957.

Por otra parte, la mayoría de las invenciones –lo hemos visto ya muchas veces– es el fruto de una serie de felices azares, y es corriente que el mismo descubrimiento se produzca en diferentes lugares en la misma época. Así, Leibnitz y Newton han encontrado independientemente uno del otro el cálculo diferencial, y este ejemplo puede ser citado para muchas otras invenciones o descubrimientos.

Todo el mundo está de acuerdo en atribuir el mérito de la invención de la pólvora de cañón y de los cohetes a los Orientales. En todo caso fueron los chinos los que primero utilizaron los cohetes en gran escala. Es preciso citar de todas maneras a Marcus Graecus, autor poco conocido, que en 850 describió en latín, el medio de confeccionar "un artefacto capaz de arrastrarse sobre el suelo o de elevarse en el aire". Pero, no podemos hacer la historia de esas máquinas desde el fuego griego hasta los cohetes modernos ionosféricos.

Aquello que es cierto, es que el sistema solar puede en un futuro muy próximo, al menos en algunas de sus partes, hallarse al alcance de los viajes humanos. Venus, que es el planeta más cercano a nosotros (a 40 millones de kilómetros) o Marte, cuya distancia se halla a veces a 55 millones de kilómetros, podrían ser accesibles a las astronaves, pero la dificultad se hallaría sobre todo en las condiciones a realizar para mantener la vida de los pasajeros. En efecto, los planetas de nuestro sistema difieren profundamente de nuestra Tierra y se encuentran en estados evolutivos muy diferentes. El análisis espectral ha mostrado que no hay agua sobre Venus, la atmósfera no contiene oxígeno sino que está constituida casi enteramente por gases carbónicos. Sobre Marte la atmósfera es muy rarificada y está compuesta en su mayor parte de ázoe con huellas de gas carbónico, de argón y quizás de vapor de agua. En cuanto a Mercurio, cuya proximidad al Sol lo mantiene a una temperatura de 300 grados C, o en el caso de los planetas superiores tales como Júpiter, Saturno, Urano, etc... que al contrario y a causa de su gran lejanía del Sol, poseen temperaturas extremadamente bajas (menos de –100 grados C), se ve que no se prestan a una vida fisiológica análoga a la de la gran mayoría de los seres que pueblan nuestro globo y de la vida humana en particular. Es pues, hacia la Luna que se han encaminado siempre las búsquedas: ya en el siglo XVIII se hablaba mucho de los Selenitas (habitantes de la Luna). La distancia de la Tierra a la Luna oscila entre 350.000 y 418.000 kilómetros con un promedio de 384.000 kilómetros, lo cual es verdaderamente una distancia débil, comparada con el alejamiento desmesurado de todos los otros astros (Marte a 75 millones de promedio, Júpiter a 700 millones de kilómetros, etc...).

La Luna es un globo cuyo diámetro es menor del tercio del de la Tierra; la gravedad no es en su superficie sino 1/6 de la gravedad terrestre. Un hombre poseería una extrema ligereza (con un peso medio de 72 kilos, no pesaría más de 12 kilos en la Luna) y con el poder normal de sus músculos, podría ejecutar saltos de una prodigiosa amplitud. La presión atmosférica es muy débil, tanto que la sangre se pondría a hervir si el hombre no estuviese protegido por una escafandra prensada. La escasa atmósfera es por otra parte irrespirable, ya que ninguna nube se interpone entre el suelo lunar y los rayos del Sol. La temperatura pasa de menos 100 grados a más 100 grados (cien grados bajo cero durante la noche); la Luna es también el imperio del silencio, ya que, a falta de aire, resulta imposible propagar el sonido. La densidad humana en la Luna es de 6/10 de la densidad en la Tierra. La roca es pues también más ligera; la materia es menos comprimida puesto que la presión es menos elevada; en fin, las montañas (algunas mucho más altas que el Himalaya) no se gastan, puesto que no hay ni viento ni agua.


En fin, los selenógrafos (observadores de la Luna) que estuvieron olvidados durante largo tiempo, han vuelto a un sitio de honor gracias a esa nueva ciencia: ¡la astronáutica! Hace 
solamente una veintena de años, casi nadie creía en la astronáutica y sin embargo, si mañana los periódicos anunciarán con grandes títulos que un cohete ha sido lanzado hacia la Luna, es cierto que la noticia no encontraría incrédulos. Animados por las nuevas perspectivas que la energía atómica ha acertado en los medios de propulsión, los astronautas piensan seriamente en poner a punto el viaje tierra–luna.(3

3
"Contactos regulares con la Luna entre 1960 y 1962", declaraciones del Maestre Dr. De la Ferrière a la prensa francesa en 1946: New York 1948, "Daily News", Australia 1950; al periódico "Dharma–Yung". Bombay 1952, etc...

Naturalmente, es sobre todo la creación de satélites artificiales de la tierra lo que va a interesar a los técnicos; esos satélites serán las estaciones–postas para las naves interplanetarias. El sabio Clyde Tombaugh (descubridor de Plutón) espera descubrir un segundo satélite (no–artificial) que girando alrededor de la Tierra habría escapado hasta ahora a la observación.

Si un satélite evolucionara a 42.300 kilómetros de la Tierra, haría el giro completo en 24 horas (es decir, que a esa distancia no abandonaría el cielo del país sobre el cual se encontrase), más arriba de esa distancia va menos rápido; por el contrario, más abajo girará más rápido. Así, la Luna (satélite de nuestra Tierra), que se encuentra más arriba de esa distancia (puesto que es a un promedio de 384.000 kilómetros), va pues más lentamente y por ese hecho toma 28 días para completar su vuelta alrededor nuestro.

La luna tiende a alejarse en el espacio, pero también se encuentra atraída por la Tierra y su órbita es la media entre esas 2 fuerzas que se equilibran.

Un montón de consideraciones entra ahora en cuenta, pero desde este momento se puede ya afirmar la realidad de los satélites artificiales.

Evidentemente, aquello que interesa a los estudiantes de astrología es el saber si esos planetas artificiales van a influir de alguna manera sobre los hombres de esta tierra.
Por supuesto, muchos dirán que si astros tan lejanos como Neptuno o Plutón pueden influir sobre los destinos de los humanos, es muy natural que esos nuevos satélites, que estarán mucho más próximos a nuestro planeta deberán traer pues una nueva vibración astrobiológica. Pero nada sucede.


Los primeros satélites artificiales que girarán alrededor de la Tierra a 1.000 kilómetros, más tarde los siguientes a 2 ó 3.000 luego inclusive a 100.00 o más alto aún, no pueden influir en ningún caso de la misma manera que los astros verdaderos, por la simple razón que esa creación de los hombres no es "viviente" como los otros planetas; esos aparatos serán mecánicos superiores, instrumentos perfeccionados, es cierto, pero desprovistos, sin embargo, de verdadera existencia como lo son los astros de nuestro Universo. Todos esos nuevos descubrimientos y las aplicaciones más variadas de nuestros aparatos modernos, no pueden venir a variar en nada las influencias conocidas en la astrología tradicional desde la más alta antigüedad, sin que haya sido necesario cambiar las menores bases.


Fuente: Serge Raynaud de la Ferriére