Tal vez de todas las herejías la más famosa y profundamente radical fue el maniqueísmo, que en esencia era una fusión de cristianismo gnóstico y de elementos de anteriores tradiciones zoroástricas y mitraicas.
El maniqueísmo fue fundado por un individuo llamado Mani, que nació cerca de Bagdad en 214 d.C., en el seno de una familia emparentada con la casa real de Persia. De joven, Mani fue introducido por su padre en una secta mística no especificada -probablemente gnóstica- que hacía hincapié en el ascetismo y el celibato, practicaba el bautismo y cuyos adeptos llevaban túnicas blancas. Alrededor de 240 d.C. Mani empezó a propagar sus propias enseñanzas y, al igual que Jesús, era renombrado por sus curaciones espirituales y exorcismos. Sus seguidores le proclamaban "el nuevo Jesús" e incluso le atribuían un nacimiento virgen, lo cual era un prerrequisito para las deidades de la época. También era llamado "Salvador", "Apóstol", "Iluminador", "Señor", "Resucitador de los muertos", "Piloto" y "Timonel".
Según historiadores árabes posteriores, Mani produjo muchos libros en los que pretendía revelar secretos que Jesús sólo había mencionado de forma oscura y oblicua. Consideraba a Zaratustra, Buda y Jesús como sus precursores y declaraba que él, al igual que ellos, había recibido esencialmente la misma iluminación de la misma fuente. Sus enseñanzas consistían en dualismo gnóstico unido a un edificio cosmológico imponente y complejo. Impregnándolo todo estaba el conflicto universal de la luz y las tinieblas; y el más importante campo de batalla para estos dos principios opuestos era el alma humana. Al igual que los cátaros más adelante, Mani abrazó la doctrina de la reencarnación. También, al igual que los cátaros, insistía en una clase de iniciados, unos "elegidos iluminados". Llamaba a Jesús "el Hijo de la Viuda", palabras de las que subsiguientemente se apoderaría la francmasonería. Al mismo tiempo, declaraba que Jesús era mortal o que, si era divino, lo sería sólo en sentido simbólico o metafórico, en virtud de la iluminación. Y Mani, al igual que Basílides, erudito alejandrino que escribió entre 120 y 130 d.C., afirmaba que Jesús no murió en la cruz, sino que fue reemplazado por un sustituto.
En 276 d.C., por orden del rey, Mani fue encarcelado, azotado hasta morir, despellejado y decapitado; y su cuerpo mutilado fue exhibido en público, quizá para evitar una resurrección. Sin embargo, a partir de su martirio sus enseñanzas no hicieron más que cobrar ímpetu; y entre sus posteriores partidarios se contó san Agustín, al menos durante un tiempo. Con una rapidez extraordinaria el maniqueísmo se extendió por todo el mundo cristiano. A pesar de la ferocidad con que se intentó suprimirlo, logró sobrevivir, influir en pensadores posteriores y persistir hasta el presente. En España y el sur de Francia las escuelas maniqueas se mostraron especialmente activas. En la época de las cruzadas estas escuelas ya habían forjado vínculos con otras sectas maniqueas de Italia y Bulgaria. Investigaciones recientes sugieren que los cátaros nacieron de escuelas maniqueas que llevaban mucho tiempo establecidas en Francia. En todo caso, la cruzada contra los albigenses fue en esencia una cruzada contra el maniqueísmo; y, a pesar de los esfuerzos más asiduos de Roma, la palabra "maniqueo" ha sobrevivido para convertirse en una parte aceptada de nuestra lengua y nuestro vocabulario.
Fuente: Michael Biagent - Richard Leigh - Henry Lincoln : El Enigma Sagrado. Capítulo 14. La dinastía del Grial.