El escritor Nathan Schneider aborda en un artículo aparecido en la revista Seed las consecuencias que para el pensamiento religioso actual está teniendo la aparición de la teoría del multiverso. Para algunos pensadores religiosos relevantes, por ejemplo, el hecho de que –hipotéticamente- habitemos en uno de los muchos universos posibles es un ataque directo a la constatación de un universo inteligentemente diseñado. Para otros pensadores creyentes, sin embargo, la teoría del multiverso sólo es una respuesta a grandes cuestiones de la física –como la teoría de cuerdas- y no entra en conflicto con la idea del cosmos como creación divina. Por Yaiza Martínez.
El escritor Nathan Schneider, editor de la revista Killing the Budha, ha publicado recientemente en la revista Seed un artículo en el que reflexiona sobre la teoría de los multiversos y la aceptación de ésta entre los pensadores religiosos.
Como en otras épocas, escribe Schneider, en la actualidad el ser humano sigue buscando una “teoría del todo”, una explicación que englobe de forma integral la realidad que conocemos. Y una de las respuestas a las que se ha llegado es la de la teoría de los multiversos.
A grandes rasgos, esta teoría señala que nuestro universo podría ser únicamente un islote aislado en el seno de un inmenso “multiverso” o conjunto de universos alternativos.
Especulaciones religiosas y científicas
Pero el multiverso no puede ser observado y, por tanto, esta hipótesis no es verificable. Este hecho emborrona la línea entre ciencia y especulación y da lugar a que algunos científicos rechacen por completo la idea de que nos encontremos en uno de todos los universos posibles.
Desde un punto de vista más filosófico, la teoría de los multiversos desafiaría, además, tanto la exclusividad del ser humano como su lugar central en el cosmos, por lo que también provoca debates teológicos.
Schneider cita algunos ejemplos a este respecto, como el del arzobispo de Viena, Christoph Cardinal Schönborn que, en 2005, acusó en The New York Times a los científicos de elaborar en secreto la idea de un multiverso para “contrarrestar la abrumadora evidencia de propósito y de diseño (en el universo), constatada por la ciencia moderna”.
A partir de ese momento, explica Schneider, diversos y destacados pensadores cristianos también han argumentado que la teoría del multiverso pretende rechazar la “artesanía” de Dios en la elaboración del Cosmos.
Es el caso de William Lane Craig, profesor de filosofía de la Escuela Talbot de Teología de California o de la periodista canadiense Denyse O’Leary, especializada en ciencia y religión.
Vida y obra de Dios
Para estos críticos, la cosmología supone una promesa teológica, dado que proporciona evidencias racionales de que el universo está diseñado para la vida.
Por ejemplo, el hecho de que los científicos hayan tenido que reconocer que, si a medida que el universo se fue expandiendo, esta expansión hubiera sido ligeramente más lenta de lo que fue, ahora mismo nuestro universo sería tan sólo una nube de hidrógeno inhabitable.
Es decir, que si se dieron las condiciones cósmicas necesarias para que apareciera la vida es, afirman estos pensadores, porque habitamos en un universo inteligentemente diseñado.
Sin embargo, si hay que pensar que vivimos en un vasto y variado multiverso, en el que podrían haber en total unos 10.500 universos distintos, el universo diseñado específicamente para la vida dejaría de ser una prueba de la existencia de Dios.
Pero, tal y como publicamos anteriormente en Tendencias21, lo cierto es que muchos modelos actuales, ya sean admitidos, como la relatividad general, o especulativos, como la teoría de cuerdas, conducen naturalmente a multiversos.
Estos universos múltiples serían, en realidad, las consecuencias de teorías elaboradas para responder a cuestiones específicas de la física de partículas o de la gravitación. Muchos problemas centrales de la física teórica –complejidad y naturalidad- encuentran en el multiverso una explicación natural.
Encontrar el sentido al universo
En resumidas cuentas, como escribe Schneider, que la teoría del multiverso va adquiriendo cada vez una mayor credibilidad, e incluso ha sido defendida ya por científicos religiosos.
Es el caso del físico católico, especializado en física de partículas, Stephen Barr que ha escrito que existen razones físicas por las que la teoría del multiverso ha de ser tomada en serio. O del físico evangelista Don Page, de la Universidad de Alberta, en Estados Unidos, que señala que los modelos del multiverso responden a cuestiones clave de la física de partículas, la teoría de cuerdas o de la inflación cósmica, y no niegan las evidencias de diseño en el cosmos.
Para Page, el multiverso no es una alternativa al diseño de Dios. Según él, “Dios habría diseñado todas las cosas” (incluido el multiverso). UCLA
Jeffrey Zweerink, un astrofísico de la Universidad de California en Los Ángeles, y miembro de el grupo de reflexión Reasons to Believe (Razones para Creer), va incluso más allá señalando que el modelo del multiverso fortalece la evidencia de Dios en un artículo titulado Who’s Afraide of the Multiverse? (¿A quién le preocupa el multiverso?).
Según escribe Schneider, inevitablemente la teoría del multiverso desafía tanto a científicos como a profanos a preguntarse por posibilidades universales casi insondables. Por otro lado, dada la escasez de evidencias empíricas al respecto, tanto la imaginación científica como la espiritual son más libres que normalmente de elucubrar. Por estas razones, es tal vez natural que aparezca la tensión entre científicos y creyentes religiosos, dado que ambos intentan en realidad alcanzar un solo objetivo: encontrar el sentido al universo.
Como en otras épocas, escribe Schneider, en la actualidad el ser humano sigue buscando una “teoría del todo”, una explicación que englobe de forma integral la realidad que conocemos. Y una de las respuestas a las que se ha llegado es la de la teoría de los multiversos.
A grandes rasgos, esta teoría señala que nuestro universo podría ser únicamente un islote aislado en el seno de un inmenso “multiverso” o conjunto de universos alternativos.
Especulaciones religiosas y científicas
Pero el multiverso no puede ser observado y, por tanto, esta hipótesis no es verificable. Este hecho emborrona la línea entre ciencia y especulación y da lugar a que algunos científicos rechacen por completo la idea de que nos encontremos en uno de todos los universos posibles.
Desde un punto de vista más filosófico, la teoría de los multiversos desafiaría, además, tanto la exclusividad del ser humano como su lugar central en el cosmos, por lo que también provoca debates teológicos.
Schneider cita algunos ejemplos a este respecto, como el del arzobispo de Viena, Christoph Cardinal Schönborn que, en 2005, acusó en The New York Times a los científicos de elaborar en secreto la idea de un multiverso para “contrarrestar la abrumadora evidencia de propósito y de diseño (en el universo), constatada por la ciencia moderna”.
A partir de ese momento, explica Schneider, diversos y destacados pensadores cristianos también han argumentado que la teoría del multiverso pretende rechazar la “artesanía” de Dios en la elaboración del Cosmos.
Es el caso de William Lane Craig, profesor de filosofía de la Escuela Talbot de Teología de California o de la periodista canadiense Denyse O’Leary, especializada en ciencia y religión.
Vida y obra de Dios
Para estos críticos, la cosmología supone una promesa teológica, dado que proporciona evidencias racionales de que el universo está diseñado para la vida.
Por ejemplo, el hecho de que los científicos hayan tenido que reconocer que, si a medida que el universo se fue expandiendo, esta expansión hubiera sido ligeramente más lenta de lo que fue, ahora mismo nuestro universo sería tan sólo una nube de hidrógeno inhabitable.
Es decir, que si se dieron las condiciones cósmicas necesarias para que apareciera la vida es, afirman estos pensadores, porque habitamos en un universo inteligentemente diseñado.
Sin embargo, si hay que pensar que vivimos en un vasto y variado multiverso, en el que podrían haber en total unos 10.500 universos distintos, el universo diseñado específicamente para la vida dejaría de ser una prueba de la existencia de Dios.
Pero, tal y como publicamos anteriormente en Tendencias21, lo cierto es que muchos modelos actuales, ya sean admitidos, como la relatividad general, o especulativos, como la teoría de cuerdas, conducen naturalmente a multiversos.
Estos universos múltiples serían, en realidad, las consecuencias de teorías elaboradas para responder a cuestiones específicas de la física de partículas o de la gravitación. Muchos problemas centrales de la física teórica –complejidad y naturalidad- encuentran en el multiverso una explicación natural.
Encontrar el sentido al universo
En resumidas cuentas, como escribe Schneider, que la teoría del multiverso va adquiriendo cada vez una mayor credibilidad, e incluso ha sido defendida ya por científicos religiosos.
Es el caso del físico católico, especializado en física de partículas, Stephen Barr que ha escrito que existen razones físicas por las que la teoría del multiverso ha de ser tomada en serio. O del físico evangelista Don Page, de la Universidad de Alberta, en Estados Unidos, que señala que los modelos del multiverso responden a cuestiones clave de la física de partículas, la teoría de cuerdas o de la inflación cósmica, y no niegan las evidencias de diseño en el cosmos.
Para Page, el multiverso no es una alternativa al diseño de Dios. Según él, “Dios habría diseñado todas las cosas” (incluido el multiverso). UCLA
Jeffrey Zweerink, un astrofísico de la Universidad de California en Los Ángeles, y miembro de el grupo de reflexión Reasons to Believe (Razones para Creer), va incluso más allá señalando que el modelo del multiverso fortalece la evidencia de Dios en un artículo titulado Who’s Afraide of the Multiverse? (¿A quién le preocupa el multiverso?).
Según escribe Schneider, inevitablemente la teoría del multiverso desafía tanto a científicos como a profanos a preguntarse por posibilidades universales casi insondables. Por otro lado, dada la escasez de evidencias empíricas al respecto, tanto la imaginación científica como la espiritual son más libres que normalmente de elucubrar. Por estas razones, es tal vez natural que aparezca la tensión entre científicos y creyentes religiosos, dado que ambos intentan en realidad alcanzar un solo objetivo: encontrar el sentido al universo.
Cortesía de Yaiza Martínez