La obstinación
Una recopilación de las cosas dichas por P. D. Ouspensky, principalmente
sobre la necesidad de sojuzgar a la obstinación como preparación para el
desarrollo de la voluntad
Este capítulo sobre la obstinación va dirigido a personas ya
familiarizadas con el sistema enseñado por Ouspensky y con su terminología
específica. Tanto el sistema como el lenguaje aparecen descritos por Ouspensky
en The Psychology of Man's Possible Evolution (NuevaYork, 1950, y
Londres, 1951) y en In Search of fhe Miraculous (Nueva York, 1949,
y Londres, 1950).
Ouspensky. La vida no
es lo suficientemente larga como para cambiar nuestro estado de ser si
trabajamos en ella del mismo modo que hacemos todo lo demás. Conseguir algo
solo es posible si se usa un método más perfecto. La primera condición es el
entendimiento. Todo lo demás resulta proporcional al entendimiento. También hay
que hacer esfuerzos en relación con la voluntad y con las emociones. Hay que
ser capaz de ir contra uno mismo para renunciar a la propia voluntad.
Primero hay que preguntarse: ¿qué es la voluntad? No tenemos voluntad,
de modo que ¿cómo vamos a renunciar a lo que no tenemos? Esto significa, en
primer lugar, que no estamos en realidad de acuerdo con que no tenemos voluntad;
sólo asentimos de palabra. En segundo lugar, no tenemos siempre voluntad, sino
solo a veces, Voluntad significa fuerte deseo. Si no hay fuerte deseo, no hay
nada a lo que renunciar; no hay voluntad. En otro momento, tenemos un fuerte
deseo que va contra el trabajo, y si lo paramos, significa que hemos
renunciado a la voluntad. Así que no es siempre y en todo momento que tengamos
que renunciar a la voluntad, sino solo en momentos especiales. Y ¿qué
significa ir contra el trabajo? Significa contra las reglas y principios del
trabajo o contra algo que se le diga personalmente que haga o que no haga. Hay
ciertas reglas generales y principios, y puede haber diferentes condiciones
para diferentes personas.
Pregunta. ¿Debe uno pedir
instrucciones personales?
Ouspensky. Sí, pero
si uno las pide debe obedecer. Uno no está obligado a nada si no pide, así que
antes de hacerlo hay que pensarlo dos veces.
Pregunta. Si uno
está dispuesto a obedecer, ¿le dará instrucciones?
Ouspensky. Si la
oportunidad se presenta. Ha de ser en un momento en el que se tenga voluntad.
Debe haber un deseo definido de hacer algo que afecte al trabajo o a otras personas.
Generalmente tenemos mala voluntad. Rara vez tenemos buena voluntad. Si usted
tuviera buena voluntad yo no hablaría sobre ello; simplemente diría: “siga,
continúe, aprenda”.
Aquí se mezclan muchas cosas. Usted no sabe cómo pensar sobre la
voluntad. Una parte de usted se da cuenta de que somos máquinas, pero al mismo
tiempo usted quiere actuar según su propia opinión. En ese momento usted debe
ser capaz de parar, de no hacer lo que desea. Esto no se aplica a momentos en
los que usted no tenga intención de hacer nada, pero usted debe ser capaz de
pararse si su deseo va contra las reglas o principios, o contra lo que se le
ha dicho.
Es importante entender dos cosas: que no podemos “hacer” y que vivimos
bajo la ley del accidente. En la mayoría de los casos. La gente cree que puede
“hacer”, que puede conseguir lo que quiere y que el que esto no suceda es
puramente accidental. La gente piensa que los accidentes son muy raros y que
la mayoría de las cosas son debidas a la ley de causa y efecto. Esto es
completamente falso. Es necesario aprender a pensar correctamente; entonces
veremos que todo sucede y que vivimos bajo la ley del accidente.
En relación con “hacer”, es difícil darse cuenta de que, por ejemplo,
cuando la gente construye un puente eso no es “hacer”: es solo el resultado de
todos los esfuerzos previos. Es algo accidental. Para entenderlo, pensemos en
el primer puente que Adán construyera y de toda la evolución de la ingeniería
de puentes. Al principio es algo accidental (un árbol cae atravesando un río,
luego el hombre construye algo parecido, y así sucesivamente). La gente no
“hace”; una cosa viene detrás de la otra.
Si usted recuerda que no puede hacer nada, también recordará
muchas otras cosas. Generalmente hay tres o cuatro obstáculos, y si usted no
tropieza con uno, lo hace con el siguiente. El “hacer” es uno de ellos. En
conexión con esto, hay algunos principios fundamentales que usted no debe olvidar,
Por ejemplo, que hay que mirarse a uno mismo y no a otras personas; que la
gente no puede hacer por sí misma, pero que si es posible el cambio éste solo
se realizará con la ayuda del sistema, con la organización, el trabajo personal
y el estudio del sistema. Usted debe averiguar cosas como esas y recordarlas.
Pregunta. ¿Cómo puede
uno asegurarse de recordarlas?
Ouspensky. Imagínese
empezando a hacer planes para hacer algo. Es solo cuando usted intenta de
verdad hacer algo diferente del modo en que sucede cuando usted
se da cuenta de que es absolutamente imposible hacerlo diferentemente. Pero
para cambiar incluso una cosa mínima hace falta un esfuerzo enorme. Uno no se
convence de ello hasta que lo intenta por sí mismo. Solo a través del sistema
se puede cambiar algo. Esto es algo que suele olvidarse.
Todo sucede. Nadie puede hacer nada. Desde el momento en que nacemos
hasta el momento en que morimos las cosas suceden, suceden y suceden, y
nosotros pensamos que “hacemos”. Esta es nuestra condición normal en la vida, e
incluso la más pequeña posibilidad de “hacer” algo solo se presenta a través
del trabajo, y primero solo en uno mismo, no externamente. Incluso en uno
mismo, el “hacer” empieza muy a menudo por no hacer. Antes de poder
hacer algo que antes no podía, se deben no hacer muchas cosas que antes
se hacían.
Pregunta. ¿Puede uno
elegir a veces entre dos posibles sucesos?
Ouspensky. Solo en
cosas muy pequeñas, e incluso entonces, si usted percibe que las cosas van en
una determinada dirección y decide cambiarlas, percibirá lo desagradablemente
incómodo que es cambiar las cosas. Entonces regresara de nuevo a lo mismo.
Pregunta. Cuando uno
realmente empieza a entender qué no puede “hacer”, necesita una buena dosis de
coraje. ¿Se alcanza a expensas de librarse de la personalidad falsa?
Ouspensky. No se llega
a tal entendimiento de ese modo. Este solo se presenta después de algún tiempo
de trabajo en uno mismo, de modo que cuando uno llega a esa compresión, esta
viene acompañada de otras muchas; principalmente la de que hay modos de cambiar
si uno aplica los instrumentos adecuados en el lugar correcto y en el momento
preciso. Para lo cual hay que tener esos instrumentos, y eso de nuevo solo se
consigue mediante el trabajo. Es muy importante llegar al
convencimiento de esto. Sin él no se pueden hacer las cosas adecuadas. Con lo
cual uno se excusara a sí mismo.
Pregunta. No entiendo por
qué uno tiene que excusarse a sí mismo.
Ouspensky. Porque uno
no quiere abandonar la idea de que puede “hacer”, de modo que si llega a la
conclusión de que las cosas suceden lo natural es encontrar excusas, tales como
esto ha sido un accidente pero mañana será diferente. Esto es por lo que no
podemos asimilar esa idea. Durante toda nuestra vida vemos que las cosas
suceden, pero seguimos explicándolas como accidentes, como excepciones a la
regla de que podemos “hacer”. O nos olvidamos, o no vemos, o no prestamos
atención suficiente. Siempre creemos que en cualquier momento podemos empezar a
“hacer”. Tal es nuestro modo ordinario de pensar sobre el tema. Podemos ver en
nuestra vida una ocasión en la que intentamos hacer algo y fracasamos, y así
tendremos un ejemplo de lo dicho, porque comprobaremos que nuestro fracaso fue
explicado como un accidente, como una excepción.
Ouspensky. Se debe
empezar con alguna idea concreta. Intentemos averiguar qué es lo que realmente
nos impide el ser activos en el trabajo. Es necesario ser activos en el trabajo;
no se consigue nada siendo pasivos.
Ahora bien, olvidamos el principio, donde y por qué empezamos, y la mayor
parte del tiempo ni siquiera pensamos en nuestro objetivo, sino solo en
pequeños detalles. Pero los detalles de nada sirven sin un objetivo. El auto
recuerdo de nada sirve sin recordar los objetivos del trabajo y el objetivo
original fundamental. Si esos objetivos no son recordados emocionalmente,
pueden pasar años y uno permanecer en el mismo estado. No basta con educar a la
mente; hay que educar a la voluntad. Hay que entender lo que es la voluntad.
De cuando en cuando tenemos voluntad. La voluntad es la resultante de los
deseos. Cuando hay un deseo fuerte, hay voluntad. En un momento tal debemos
estudiar nuestra voluntad y ver lo que puede hacerse. No tenemos voluntad,
sino voluntariedad y obstinación. Si se entiende esto, se debe tener el coraje
de renunciar a la propia voluntad para atender a lo que se dijo. Hay que buscar
esos momentos, que no se deben dejar escapar. Lo que no quiere decir que deban
ser creados artificialmente, aunque en una casa (organizada según los
principios del trabajo) se elaboran las posibilidades especiales de renunciar a
la propia voluntad, de modo que si se renuncia a ella, después se puede tener
la propia voluntad. Pero incluso aquellos que no están en la casa, si se vigilan
a sí mismos y son cuidadosos, pueden cogerse a sí mismos en tales momentos y
preguntarse qué es lo que van a hacer. Todo el mundo debe averiguar cuál es su
propia situación.
Pregunta. ¿Propone el
sistema alguna otra tesis sobre el poder de la voluntad además de la que
usándola crece y no usándola se debilita?
Ouspensky. El sistema
explica que usted tiene muchos “yoes” y que cada uno tiene su propia voluntad.
Si en lugar de ser muchos usted se convierte en uno, entonces usted tendrá una
voluntad. En los hombres números uno, dos o tres, la voluntad no es más que la
resultante de los deseos. Ciertos deseos en conflicto, o ciertas combinaciones
de deseos, le hacen a usted actuar de una manera determinada. Eso es todo.
Pregunta. ¿Constituye
el “yo” que observa el embrión del “yo” permanente?
Ouspensky. El “yo”
observador es el embrión del “yo” permanente, pero carece de voluntad real. Su
voluntad no se opone a la obstinación volitiva egoica. ¿Y qué es lo que se la
puede oponer? No hay más que dos cosas opuestas entre sí: el trabajo y la
obstinación. La obstinación quiere hablar, por ejemplo, pero hay una regla de
silencio. Con lo que sobreviene una lucha cuyo resultado depende de cuál de los
dos conquista al otro.
Pregunta. Usted llama
lucha a esforzarse, pero, ¿qué pasa si uno no es consciente de una lucha?
Ouspensky. Eso
significa que sucedió. Las cosas nos pueden acaecer de cuatro modos
diferentes: por accidente, a través de la ley de causa y efecto, por hado y por
voluntad. La lucha debe ser intencional, por voluntad. Y usted debe ser
consciente de su intención. Usted no puede hacer un esfuerzo y no ser
consciente de ello. La voluntad está presente si usted desea algo, y decide y
actúa, y consigue lo que se había propuesto. Eso es lo que importa.
Pregunta. Creí que se
había dicho que si se estudian los grupos de “yoes” se llega a entender como
estos grupos se ayudan entre sí.
Ouspensky. Lo que
importa en este caso es la acción de la voluntad. Al principio solo se nos
habla de tres cosas: voluntad, hado y accidente. Luego llegamos a la
conclusión de que debe haber una cuarta clase que corresponde al Karma. Pero
como esta palabra ha cosechado muchas asociaciones falsas de la teosofía,
nosotros usamos las palabras causa y efecto, queriendo implicar algo que sucede
en esta vida y se refiere solo a uno mismo, porque desde otro punto de vista el
mundo entero está basado en la ley de causa y efecto.
Pregunta. En esas
cuatro categorías, la voluntad con frecuencia no se usa, ¿verdad?
Ouspensky. Hay que usar
la voluntad. Nunca estamos preparados para el trabajo, pero debemos trabajar
igualmente. Una vez preparados, se nos da otra tarea para la cual de nuevo no
estamos preparados.
Pregunta. ¿Cómo puedo
aprender a actuar de modo diferente en la vida para evitar las mismas
emociones recurrentes y limitadas que ahora siento?
Ouspensky. Ese es
nuestro objetivo; ese es el objetivo de todo el trabajo. He aquí la razón por
la que el trabajo se organiza, por la que tenemos que estudiar diferentes
teorías, que recordar diferentes reglas, y así sucesivamente. Usted está
hablando del objetivo último. Primero tenemos que trabajar en el sistema.
Aprendiendo a actuar en conexión con el sistema y la organización, aprendemos a
actuar en la vida. Pero no podemos aprender a actuar en la vida sin pasar
primero por el sistema.
Pregunta. Si nosotros solo somos debilidad y no tenemos fuerza, ¿de qué fuente
podemos extraer esa fuerza que es necesaria incluso para empezar a trabajar en
nosotros mismos?
Ouspensky. Debemos
tener algo de fuerza. Si fuéramos solo debilidad no podríamos hacer nada. Pero
si no tuviéramos fuerza en absoluto, no nos habríamos interesado en este
trabajo. Tomar consciencia de la situación ya nos da una cierta fuerza, y los
nuevos conocimientos no hacen sino aumentarla. Así que tenemos la suficiente
como para empezar. Después, con nuevos conocimientos y nuevos esfuerzos,
nuestra fuerza aumentará.
A menos que se hagan suficientes esfuerzos desde el principio, el
sistema resulta inútil. Los esfuerzos deben ser organizados. ¿Qué quiere esto
decir? A menos que uno entienda nuestro trabajo, no estaremos en disposición de
poder ayudarle. Solo podemos ayudar a aquel que entre en nuestro trabajo.
Pregunta. ¿Cuándo usted
dice que no podemos evitar que las mismas cosas sucedan, quiere decir hasta que
nuestro ser cambie?
Ouspensky. No he
hablado sobre el trabajo. Lo que he dicho es que es necesario entender que por
nosotros mismos no podemos “hacer”. Cuando esto esté suficientemente entendido
se puede empezar a pensar que es posible hacer: en qué condiciones, conque
conocimiento y que ayuda es necesaria. Pero primero es necesario convencerse
de que, en la vida ordinaria, si uno intenta hacer algo diferente se encuentra
con que no puede. Cuando esto se entienda emocionalmente será posible ir más
lejos.
Pregunta. Si somos
máquinas, ¿cómo podemos cambiar nuestro ser?
Ouspensky. Usted no
puede esperar hasta que cambie. Hay un principio muy importante en el trabajo
(nunca hay que trabajar de acuerdo con las propias fuerzas, siempre por encima
de ellas). Esto es un principio permanente. En el trabajo siempre hay que hacer
más de lo que se puede. Solo entonces se puede cambiar.
Pregunta. Me gustaría
encontrar el modo de tomar una decisión de trabajar de la que no pudiera
volverme atrás.
Ouspensky. Esta es una
de nuestras mayores ilusiones, la de que podemos tomar decisiones. Para poder
tomar decisiones es necesario ser, porque, tal como ahora somos, un
pequeño “yo” toma decisiones y otro “yo” que no sabe nada de ellas se supone
que ha de llevarlas a cabo. Esta es una de las primeras cosas a entender, es
decir, que tal como somos no podemos tomar decisiones ni incluso en las cosas
más pequeñas "las cosas simplemente suceden"). Pero cuando se
entiende esto correctamente, entonces se empiezan a buscar las causas, y cuando
se encuentran, se puede empezar a trabajar y quizá a tomar decisiones, pero
durante un largo período solo en relación con el trabajo y con nada más.
Ouspensky. ¿Qué
significa trabajar prácticamente? Significa trabajar no solo en el intelecto
sino también en las emociones y en la voluntad. Trabajar en el intelecto significa
pensar de un nuevo modo, creando nuevos puntos de vista, destruyendo
ilusiones. Trabajar en las emociones significa no expresar emociones negativas,
no identificarse, no considerar, y después también trabajar en las emociones
mismas. Trabajar en la voluntad, ¿qué significa? ¿Qué es la voluntad en los
hombres números uno, dos y tres? Es la resultante de los deseos. La voluntad es
la línea de deseos combinados, y nuestros deseos cambian constantemente (no
tenemos una línea permanente). Así, la voluntad corriente depende de los
deseos, y los deseos pueden ser muy diferentes: deseo de hacer algo y deseo de
no hacerlo. El hombre no tiene voluntad, sino solo obstinación y cabezonería.
Tenemos que preguntarnos sobre qué factores se basa la voluntad del hombre
número siete. Por necesidad ha de estar basada en la plena consciencia, y esto
implica conocimiento y entendimiento en conexión con la consciencia objetiva y
el “yo” permanente. Así que son necesarias tres cosas: conocimiento,
consciencia y “yo” permanente. Solo aquellos con las tres cosas pueden tener
verdadera voluntad, es decir, una voluntad que sea independiente de todo lo
demás y que solo este basada en la consciencia, en el conocimiento y en un “yo”
permanente.
Ahora preguntémonos en que se basa la obstinación. Siempre en la
oposición. Hay obstinación cuando, por ejemplo, alguien ve que otro no sabe cómo
hacer una cosa y cuando le dice que se lo va a explicar, el otro dice: “No, lo
haré yo mismo”. La obstinación brota de la oposición. En general puede
convertirse en un tipo de hábito.
Para estudiar cómo empezar a trabajar en la voluntad, como transformar
la voluntad, uno tiene que renunciar a la propia voluntad. Lo cual es una
expresión muy peligrosa si se entiende mal. Es importante entender
correctamente qué es lo que significa renunciar a la propia voluntad. La
cuestión es cómo hacerlo. Primero, uno debe intentar conectar y coordinar los
pensamientos, palabras y acciones, con las ideas, requerimientos e intereses
del sistema. Tenemos demasiados pensamientos accidentales que cambian toda la
perspectiva.
Algunos de ellos pueden dañar al trabajo. Así que, si usted desea
trabajar, deja de ser libre: usted debe perder la ilusión de libertad.
La pregunta es: ¿tenemos libertad? ¿Tenemos algo que perder? La única libertad
que tenemos es la de hacer daño al trabajo y a la gente.
Aprendiendo a no dañar al trabajo aprendemos a no dañarnos a nosotros
mismos, a no ejecutar acciones inconexas e irresponsables. Así que no
renunciamos a nada real.
Ouspensky. La
determinación y definición del objetivo constituye un momento muy importante en
el trabajo. Pero, además, podemos encontrar muchos que ya han sido mencionados
de una forma definida. “Ser uno”. Correcto, muy buen objetivo. “Ser libre”.
¿Cómo? Solo adquiriendo control de la máquina. Uno puede decir: “Quiero ser
consciente” Muy bien. Otro: “Quiero tener voluntad” Perfecto. “Quiero estar despierto.”
También muy bueno. Todos estos son objetivos en la misma línea, solo que a
diferentes distancias.
Pregunta. He llegado a
la conclusión de que la mayoría de mis objetivos son demasiado remotos y me
gustaría trabajar más en el lado práctico.
Ouspensky. Sí, porque
antes de que usted pueda alcanzar objetivos remotos hay muchas cosas que usted
tiene que hacer aquí y ahora, y esa es la diferencia entre el nuestro y casi
todos los sistemas. Casi todos los demás sistemas empiezan al menos diez mil
millas por delante y carecen de significado práctico. Pero nuestro sistema
empieza en esta habitación. Esa es la diferencia, y eso es lo que hay que
entender antes que nada.
Una y otra vez tenemos que volver a la cuestión de qué es lo que
queremos del trabajo. No usen la terminología del sistema, pero averigüen que
es lo que quieren. Si ustedes dicen que quieren ser conscientes, eso está muy
bien, pero ¿por qué? ¿Qué es lo que quieren conseguir siendo conscientes? No
piensen que pueden responder inmediatamente a esta pregunta. Es muy difícil.
Pero deben ustedes seguir volviendo a ella. Y deben saber que antes de que
llegue el momento de que ustedes consigan lo que quieren deben tener una idea
clara de lo que es. Esta es una condición necesaria. Nunca podrán conseguir
nada hasta que sepan el qué y puedan decir “yo quiero esto”. Entonces puede que
ustedes lo consigan o puede que no. Pero lo que es seguro es que no se puede
alcanzar sin antes saber qué es. Además, hay que querer las cosas en el orden
correcto.
Estamos rodeados de cosas que ignoramos. Principalmente, no controlamos
nuestro pensamiento. Pensamos en lo que queremos de un modo vago, pero si no
llegamos a formular lo que queremos, entonces nada sucederá. Esta es la primera
condición, aunque hay muchos obstáculos.
He hablado sobre esta cuestión del objetivo porque les aconsejo que
piensen sobre ello, que revisen lo que ya hayan pensado sobre los objetivos y
que piensen en como definirían ahora su objetivo tras un estudio de estas
ideas. Es inútil definir un objetivo que no pueda alcanzarse. Pero si ustedes
definen un objetivo que pueden esperar alcanzar, entonces su trabajo será
serio, consciente.
Si se me preguntara sobre esto, yo respondería que lo que un hombre
puede conseguir, lo que se le puede prometer siempre que trabaje, es que
después de algún tiempo de trabajo se verá a sí mismo. Así que, después de
algún tiempo, debemos ser capaces de formular nuestro objetivo inmediato como
el de verse a uno mismo. No conocerse a uno mismo (eso vendrá después),
sino solo verse a uno mismo.
Ouspensky. Incluso el
conocimiento y el entendimiento no bastan si uno no trabaja en el ser. Si la
voluntad no crece al mismo tiempo, uno puede entender mucho y no ser capaz de
hacer nada.
Pregunta. ¿Dice
usted que es posible entender y sin embargo no poder hacer nada al respecto?
Ouspensky. Sí, si
desde el principio uno no empieza a hacer esfuerzos serios para desarrollar la
voluntad. Si la voluntad permanece infradesarrollada, el crecimiento en
entendimiento no podrá servir de mucho. Uno puede entender muchísimo y sin
embargo no ser capaz de hacer nada al respecto.
Pregunta. ¿Es la
voluntad parte del ser?
Ouspensky. Sí, lo
mismo que la consciencia o el entendimiento. Pero si usted trabaja mucho en el
entendimiento y deja la voluntad a un lado, ésta en lugar de hacerse más fuerte
se debilitará, o al menos permanecerá como estaba.
Pregunta. ¿Cómo
podemos trabajar contra la obstinación? ¿Es posible que nosotros, tal como
somos, reconozcamos los momentos en los que tenemos verdadera voluntad?
Ouspensky. No verdadera
voluntad; no podemos tener tal cosa. Todo lo que tenemos es volición egoica y
obstinación, o bien pequeñas voluntades que cambian todo el tiempo. La
verdadera voluntad está muy lejos de eso. Está basada en el “yo” permanente,
en la consciencia y en la individualidad. No la tenemos.
Sobre cómo trabajar contra la
obstinación: puede usted estudiar el sistema. En él hay ciertas demandas: cosas
que usted debe o no debe hacer. Por ejemplo, usted no debe hablar, porque si
lo hace solo dirá mentiras. No se puede hablar sobre el sistema antes de
conocerlo y entenderlo. De este modo, desde el mismo principio, usted se
encuentra con ideas del trabajo opuestas a la obstinación. Si usted se olvida
del trabajo no estará trabajando contra la obstinación. El único modo de
trabajar contra ella es recordar el trabajo. Puede que en un momento dado el
trabajo no entre en absoluto, pero lo hará en otro momento, y entonces usted
podrá entender lo que significa renunciar a la obstinación. Pregúntese: ¿es
esto correcto desde el punto del trabajo o no? Así se lucha contra la
obstinación.
Primero es necesario entender lo que es la voluntad. No tenemos
voluntad; solo cabezonería y obstinación. La obstinación es presunción o agresividad.
La cabezonería es ir contra algo, contra las reglas, contra lo que sea. Ambas
conllevan un tipo de oposición a algo y de esa forma existen. El hombre no
tiene una voluntad originaria que pueda existir sin oposición y que sea
permanente. Por eso es necesario sojuzgarla. Este sometimiento la adiestra
para que luego pueda seguir una línea definida. Una vez que la voluntad se ha
vuelto suficientemente fuerte ya no es necesario limitarla. O sea, que no se
puede dar a la voluntad tal y como esta. Ahora va en todas direcciones. Tiene
que ser entrenada, y para conseguirlo es necesario hacer muchas cosas
desagradables.
En el hombre corriente, la voluntad va en zigzag, o bien se mueve en un
círculo. La voluntad pone de manifiesto la dirección de los esfuerzos. El
esfuerzo es nuestra moneda. Debemos pagar con esfuerzo. Obtenemos resultados en
proporción a la intensidad de nuestros esfuerzos y a su tiempo de aplicación
(en el sentido de si es el momento correcto o no). El esfuerzo precisa
conocimiento (conocimiento de los momentos en los que el esfuerzo es útil). Los
esfuerzos que podemos hacer son esfuerzos de auto observación y de auto
recuerdo. Cuando la gente oye hablar de esfuerzo siempre piensa que es un
esfuerzo de “hacer”. Sin embargo, eso es siempre un esfuerzo perdido o
equivocado. El esfuerzo de auto observación y de auto recuerdo es un esfuerzo
correcto porque puede dar resultados.
Pregunta. ¿Qué
significa renunciar a la voluntad?
Ouspensky. Dar el
infantilismo, la ineficacia y la mentira.
Pregunta. Me parece
que renunciando a la obstinación se consigue lo que se desea; que renunciando
al deseo se obtiene el resultado deseado.
Ouspensky. Eso no es
obstinación. La obstinación no contiene a todo lo que se quiere. Si se tiene
hambre y se quiere comer, eso no es obstinación. Obstinación significa actuar
por uno mismo y, en nuestro caso, no tomar en consideración al trabajo ni a los
principios del trabajo. Estamos hablando de los principios del trabajo y de la
obstinación. Podemos hacer las cosas a nuestra manera o no. Si es mi obstinada
volición el blasfemar, por ejemplo, y yo renuncio a ella porque va contra los
principios del trabajo, ¿dónde están los resultados deseados de los que usted
habla?
Como dije antes, la obstinación esta siempre conectada con la propia
opinión, con el pensar que se sabe algo. Entonces se viene a una escuela y uno
se da cuenta de que no sabe nada. De ahí que una preparación sea necesaria para
la escuela. Normalmente estamos llenos de opiniones propias y de obstinaciones.
La obstinación es como un niño que dice: “Ya lo sé. Lo haré solo”. La
obstinación tiene muchas facetas. Se le dice a alguien que no haga algo y al
instante quiere hacerlo. Se le dice a alguien que algo está mal y al instante
dice: “No, yo lo se mejor”. El que va a una escuela debe estar preparado a
aceptar la enseñanza y la disciplina de la escuela. Tiene que ser libre de
aceptarla o no; sino no sirve para nada. No se puede adquirir voluntad hasta no
haber renunciado a la obstinación. Del mismo modo que no se puede conseguir
conocimiento hasta no haber renunciado a las opiniones personales.
Pregunta. Debe uno
romper la obstinación por sí mismo, o es algo a ser hecho desde afuera?
Ouspensky. Es algo que
tiene que hacer uno mismo, y hay que haberla quebrado suficientemente para
poder estar en una escuela. Hay que estar lo suficientemente libre de su acción
como para poder aceptar las cosas sin lucha. No se pueden mantener todos los
viejos puntos de vista y opiniones y adquirir otros nuevos al mismo tiempo.
Hay que ser lo suficientemente libres como para renunciar a lo viejo, al menos
temporalmente. Hay que ser capaces de entender la necesidad de la disciplina.
No se puede crear voluntad hasta no haber aceptado una disciplina.
Ouspensky. Supongamos
que alguien es hecho consciente por otra persona; se convertiría en un
instrumento en manos de los demás. Los propios esfuerzos son necesarios porque
si no, incluso si alguien es vuelto consciente, sería incapaz de usar su
consciencia. Está en la misma naturaleza de las cosas el que la consciencia y
la voluntad no puedan darse. Todo debe ser comprado, nada es gratis. Lo más
difícil es aprender cómo pagar. Uno consigue exactamente tanto como paga, pero
si esto se pudiera explicar en unas pocas palabras no habría ninguna necesidad
de ir a una escuela.
Si entendiéramos lo que significa el desarrollo, veríamos que el hombre
solo puede evolucionar por sus propios esfuerzos. La voluntad no se puede
desarrollar mecánicamente; la conciencia no se pueda desarrollar
inconscientemente, no puede crecer de la nada, hay que pagar por todo. Lo cual
nos trae de nuevo a la cuestión de las escuelas y de por qué hay que estar
preparado para una escuela. Hay que tomar consciencia de la propia posición y
hay que estar preparado para pagar. Cuanto más este uno dispuesto a pagar más
obtiene. Nada puede darse. Lo mismo se aplica a la compasión. Si uno tiene algo
y quiera darlo resulta que no puede. La naturaleza de la cosa que uno quiere
dar es tal que los demás deben pagar por ella. Uno no puede conseguir
que ellos la tomen; tienen que quererla mucho y estar dispuestos a pagar por
ella. No hay otro modo. Solo entonces puede llegar a ser suya; si no, se
pierde.
Pregunta. En nuestro
estado actual, ¿podemos juzgar lo que es una acción moral?
Ouspensky. Es muy fácil
equivocarnos, pero, al mismo tiempo, podemos. Estamos sólo empezando. Cuanto
más control tengamos, mayor será nuestra conciencia. Y la conciencia en este
sentido incluye a la voluntad. En nuestro estado ordinario, sin control, solo
podemos hablar de moral convencional, pero con más control nos volvemos más responsables.
Cuanto menos consciencia tengamos, más serán nuestras acciones contrarias a la
moralidad. En cualquier caso, lo primero para que una acción sea moral es que
sea consciente.