Los Hermanos más curiosos podrán remitirse al libro “La Francmasonería portuguesa de 1820 a la actualidad”, del Hermano A.H. Oliveira Marqués, publicado por las Ediciones Masónicas de Francia; también al artículo “Masonería portuguesa: el desafío eterno”, del Hermano Jean Souvris, aparecido en Humanismo, nº 266, de 2002/2003.
Fundado por el Conde Enrique de Borgoña en el siglo XII, conservando siempre lazos privilegiados con Francia, Portugal conoció su primera Logia Masónica en 1727, la RL “Hereges Mercadores”, Los Mercaderes Heréticos, creada por comerciantes ingleses y afiliada a la Gran Logia de Londres en 1735 con el número 120. Formada básicamente por comerciantes protestantes ingleses, era bien conocida por la Inquisición, que vigilaba a sus miembros sin perseguirlos siempre, en contra de lo que hará luego de manera sistemática hasta su extinción.
El Gran Oriente Lusitano (G.O.L.) se crea en 1802, siendo la segunda obediencia liberal más antigua de Europa, precedida únicamente por el G.O.D.F. Desde su creación, contó con un Supremo Consejo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, así como con un Soberano Gran Capítulo de Caballeros Rosacruces del Rito Francés. A los estrechos lazos que existían con la G.L.U. de Inglaterra, se sumó el Tratado de Amistad más antiguo de la historia de la Masonería liberal Europea, de 1804, que unió al Gran Oriente Lusitano con el Gran Oriente de Francia.
La francofilia era tan fuerte entre los humanistas portugueses que, cuando en el marco de la invasión napoleónica de la Península Ibérica, el General Junot llegó a Lisboa, fue solemnemente recibido por una delegación del Consejo de la Orden, encabezada por el Gran Maestro que, en su discurso, dio la bienvenida a los soldados-ciudadanos venidos a liberar Portugal del oscurantismo y la opresión, y para hacer brillar las luces de la Revolución francesa…
A partir del año siguiente, los Masones portugueses van a ser perseguidos por el invasor al rechazar el G.O.L., por una parte, la designación de Junot como Gran Maestro, y por otra, de retirar los retratos del Príncipe Regente (futuro Gran Maestro de la Obediencia exiliado en el Brasil) que había en todos los Templos para sustituirlos por los de Napoleón Bonaparte.
Al enfriamiento de la francofilia hay que añadir el hecho del desembarco, en el mismo año, de las tropas inglesas dirigidas por nuestro Hermano el General Arthur Wellesley de Wellington, futuro vencedor de Napoleon en Waterloo, cuyo ejército contaba con numerosos francmasones y varias Logias en las que los Masones portugueses eran recibidos.
La “Revolución Liberal” de 1820, obra de los Francmasones, introdujo una monarquía constitucional entre cuyas primeras medidas figuró la disolución de la Inquisición en 1821 y la abolición de la pena de muerte, celebrada por Víctor Hugo:
Portugal acaba de abolir la pena de muerte. Alcanzar tal progreso equivale a dar el gran paso de la civilización. A partir del día de hoy, Portugal está a la cabeza de Europa. No habéis dejado de ser, portugueses, navegantes intrépidos. Vais por delante en el océano. Hoy, en la verdad. Proclamar principios es aun más hermoso que descubrir mundos.
Seguirán el establecimiento de la escolaridad obligatoria (1835) y la abolición de la esclavitud en la metrópoli y en las colonias asiáticas desde 1761, pero que no se generalizará en todo el imperio sino un siglo más tarde, en 1845. El retraso fue imputable fundamentalmente al obstruccionismo practicado por la Iglesia católica, reticente a liberar a los miles de esclavos que trabajaban en sus posesiones de África y América del Sur.
La edad de oro de la Masonería portuguesa puede encontrarse en el período comprendido entre 1869 y 1910, fecha de implantación de la República, entre cuyos “responsables” había francmasones, siendo además los dos regicidas miembros de los Carbonarios.
Hay que remarcar que, aparte el caso particular de Suiza, Portugal es el segundo país europeo que adopta el régimen republicano (1910), siendo Francia el primero.
La expansión del Gran Oriente Lusitano continúa hasta el año 1926, momento en que la ratio era la de un Hermano por cada 2000 portugueses.
Su influencia es violentamente combatida por la Iglesia católica y los sectores reaccionarios de la sociedad civil que ven en ella la causa de todos los males en un momento en el que todavía no existía el antisemitismo y que los bolcheviques eran unos desconocidos. Éstos últimos serán más tarde asociados por la propaganda de la dictadura que hará de Portugal un país amenazado por “la alianza masónica y bolchevique”.
En ese año las fuerzas más reaccionarias del país ganan las elecciones ayudadas por una intensa campaña llevada a cabo por la Iglesia. Se constituye un gobierno ultraconservador en el que Salazar va a ser el ministro de finanzas.
El 16 de abril de 1929 el Palacio Masónico de Lisboa es asaltado por la policía, fuerza armada, legionarios y “civiles espontáneos”. Se destruye mobiliario y archivos, se agrede a los Hermanos, etc. Las principales acusaciones que se hacían eran las del anticlericalismo y republicanismo, mezclados en una fórmula denominada “traición a la Patria”.
En 1933 Salazar obtiene plenos poderes de la Asamblea Nacional y forma su gobierno: Se trata del comienzo de la dictadura del “Estado Novo”, aquel Nuevo Estado que Petain y Laval tanto admiraron.
Este período se va a caracterizar por un combate frontal contra la dictadura llevado a cabo por todo el Gran Oriente lusitano, sus Hermanos y el Consejo de la Orden encabezado por su Gran Maestro, hasta que llega la ley de 1935, para la “prohibición de las sociedades secretas” que provocó un célebre y sarcástico artículo de Fernando Pessoa*, Rosacruz, que no era Masón pero que siempre hizo patente un sentimiento de estima y solidaridad hacia la Masonería:
“El proyecto de ley presentado por el Sr. José Cabral que, si no es obra dominica debería serlo, y ello habida cuenta de que tanto por su naturaleza como por su contenido, nos lleva a las mejor tradición de los Inquisidores. El proyecto (…) prevé fuertes penas (con la excepción de la pena de muerte) para quienes pertenezcan a eso que el autor llama “asociaciones secretas”, con independencia de cuáles sean sus fines y su organización.
Habida cuenta de semejante definición, y si entendemos por “asociación” a un grupo de hombres reunidos por un objetivo común, y definimos como “secreto” aquello que, al menos en parte, no se hace a los ojos de todo el mundo, o aquello que, habiendo sido hecho, no termina siendo enteramente público, puedo desde este mismo momento denunciar al Sr. José Cabral la existencia de una asociación secreta; El Consejo de Ministros (…)”.
Con la prohibición, el Palacio Masónico se entrega con todo su contenido a la Legión Portuguesa, de la que será sede hasta la caída del régimen en el año 1974.
A partir de 1935 y durante todo el período que dure la clandestinidad, los Hermanos portugueses intentarán, en función de sus afinidades, mantener contacto con las diferentes Potencias Masónicas Extranjeras Amigas.
Las Obediencias anglosajonas no darán mucho oxígeno a estas tentativas habida cuenta que el Gran Oriente Lusitano, que entra en la resistencia antifascista, no era reconocido por el gobierno portugués, condición sine qua non para obtener la “Regularidad”.
Por el contrario, los contactos establecidos en Francia tendrán más éxito, en especial los que se tienen con la Gran Logia de Francia y con el Gran Oriente de Francia. Podemos ver la evolución de esa aproximación en los archivos de la primera, pues no hay nada en los nuestros de Cadet, a no ser que aparezca algo al abrir los expedientes sustraídos por los nazis, recuperados por la URSS y recientemente devueltos por Rusia.
Entre los diferentes nudos tejidos en la resistencia por los Hermanos portugueses y franceses, hay uno trenzado por nuestro Hermano Philippe Colaneri, miembro de “Deber y Razón” desde 1956, varias veces Venerable y Consejero de la Orden, una de las figuras más importantes del GODF en el período que siguió a la Liberación, y que contó con la colaboración del Hermano José Pascoal Gomes, resistente antifascista, preso político bajo la dictadura, grado 33, miembro del Supremo Consejo del G.O.L. y accesoriamente responsable de los archivos de la Obediencia durante todo el período de prohibición.
Entre las décadas de los 50 y 60, el Hermano Philippe Colaneri hizo unos cuantos viajes a Portugal, llevando en sus maletas documentación y material de lo más diverso, prohibido, y aprovechando la circunstancia para visitar el Orfanato de San Juan y la Escuela de San Juan, de las que el director era el Hermano José Pascoal Gomes, que a pesar de haber sido preso político no fue destituido de sus funciones por el dictador, ni tampoco se cerró ninguna de estas instituciones habida cuenta de que convenía su existencia al asumir el cuidado de centenares de adolescentes de ambos sexos en situación de exclusión (existe la leyenda de que Salazar nunca conoció de la existencia de estos centros, algo poco probable habida cuenta de que el país estaba controlado por la dictadura y vigilado por la PIDE, su policía política. Sin embargo, ambigüedades semejantes encajan muy bien en lo que fue la personalidad de Salazar).
Durante la clandestinidad las iniciaciones fueron más bien escasas y expeditivas, sin quórum, sin Tenidas Solemnes, sin decoraciones, sin joyas y sin manejo de Rituales.
La imposibilidad de realizar Tenidas Solemnes, de dar instrucciones completas relativas a los diversos Grados, así como la inexistencia de soportes pedagógicos tuvieron como consecuencia la aparición de sucesivas generaciones de Hermanos, elementos activos en el combate antifascista y convertidos, por la fuerza de las circunstancias, más bien en “operativos” antes que en “especulativos”; y todo ello en el marco representado por un país anestesiado, con una población domesticada por la dictadura.
Tras 48 años de gobierno totalitario, de los cuales 37 lo fueron de dictadura, la democracia volvió a ser instaurada en Portugal el 24 de abril de 1974; el Palacio Masónico fue devuelto al G.O.L., que en ese momento contaba únicamente con tres Logias en sueños y menos de un centenar de Hermanos.
Regresaron los Hermanos; los archivos –o lo que quedaba de ellos- se reconstruyeron; comenzaron los trabajos de restauración del edificio y las tres logias que sobrevivieron a esta larga noche retomaron sus Trabajos; luego otras, numerosas, fueron fundadas de manera tal que la Francmasonería recuperó su fuerza y vigor. Los efectivos siguen creciendo desde entonces. En la actualidad son casi ochenta las Logias que existen, de las que casi una cuarta parte se halla en provincias, y que agrupan a unos 2000 Hermanos.
El compromiso social de los Francmasones del G.O.L se mantiene intacto: Se les puede encontrar en los consejos de administración de las principales organizaciones no gubernamentales de solidaridad y acción; pero también dentro de instituciones específicamente masónicas que siguen funcionando, tales como el ya citado Hogar de San Juan, que sigue acogiendo menores. A día de hoy un nuevo proyecto ve la luz: Un hogar de acogida para la tercera edad pensado para recibir a los Hermanos en situación de necesidad, pero, por supuesto, también para los profanos que puedan encontrarse en la misma situación.
II.- Breve historia del Rito Francés en el seno del Gran Oriente Lusitano
Tras su encendido de luces, el 25 de abril de 1804, hasta la prohibición de la Masonería en Portugal en 1939, el Soberano Gran Capítulo de los Caballeros Rosa-Cruz trabajó ininterrumpidamente y el Rito francés, aunque minoritario, tuvo siempre presencia en el seno de la Obediencia.
Cuando la Masonería entró en la clandestinidad, razones de seguridad y la necesidad de concentrar fuerzas condujeron a la integración del Soberano Capítulo de los Caballeros Rosa-Cruz en el Supremo Consejo del REAA.
Fue así como el Rito francés dejó de ser practicado en Portugal a partir de 1939 y hasta 1991: El 21 de marzo de este último año, se encendieron al Oriente de Lisboa las luces de la Respetable Logia “Delta”, y durante toda una década ésta fue la única Logia que trabajó en Rito francés.
A partir del año 2000, varios Hermanos de esta Logia pasaron al I Orden de Sabiduría, en el Soberano Capítulo “Apertura”, ubicado en Bayona, poniendo así en marcha un proceso que terminaría, tras diversas peripecias, con el alumbramiento del Gran Capítulo General de Rito Francés del Gran Oriente Lusitano, en 2009: la Patente del Rito Francés, para todos los Grados y Órdenes, fue transmitida por el Serenísimo Gran Maestro Pierre Lambicchi al Serenísimo Gran Maestro António Reis.
Para culminar este proceso, hizo falta cruzar literalmente el Rubicón conservando únicamente las espadas, todo ello para asegurar el buen fin de la travesía, gracias a lo cual no llegó a perderse la Palabra. Hace un año se celebraron elecciones en el GCG, siendo Muy Sabio y Perfecto Gran Venerable el Hermano Antonio Antunes Ribeiro; se han instalado regularmente las diversas Cámaras y ya existen dos Soberanos Capítulos, ambos en Lisboa, “Libertad” y “Fraternidad”. El GCG cuenta con 56 Hermanos entre los 120 que practican el Rito Francés a nivel simbólico, en una Obediencia que como ya se ha dicho alcanza los 2000 miembros: Esta es la dimensión de todo un trabajo hecho para dar credibilidad a nuestro Rito, reinstalado recientemente, y al que también recientes querellas, profanas en su totalidad y ya superadas, han dañado gravemente afectando a s imagen y atractivo.
El reto actual es el de la reconstrucción planteada, en esta ocasión sí, contando con los Hermanos, pues cada uno ha podido comprobar la fragilidad de los Templos Exteriores hasta el punto de concluir todos que lo fundamental estaba en otra parte.
Una vez restaurada la diversidad ritual en el Gran Oriente Luistano gracias al apoyo permanente e intensamente fraternal del Gran Oriente de Francia surge la pregunta ¿cómo se dará Fuerza y Vigor al Rito Francés en Portugal?
Por supuesto, las excelentes relaciones entre las dos Obediencias y entre las dos Jurisdicciones son fundamentales. Con eso ya se ha reconstruido una buena parte. Pero aunque sea necesario, todo eso no es suficiente. La agitada historia de la masonería portuguesa atestigua la existencia de un constante compromiso social característico del Rito francés, pero las convulsiones del siglo XX y la pérdida de terreno de la francofonía le han impedido ocupar el sitio que le correspondía en justicia.
Hay además otros retos nuevos que, además, deberían tocarnos la fibra sensible: ¿Cómo haremos evolucionar una Masonería proveniente de la clandestinidad, convertida en una Masonería de “históricos del antifascismo”, en una Orden Iniciática discreta sino secreta, donde lo vivido y el saber específicamente masónicos han sido tomados y transmitidos en un clima de serenidad, ahora que nos encontramos con Hermanos jóvenes para los que todas las vicisitudes citadas son conocidas a través de la Historia y no por haberlas vivido?
Por esta razón es por la que someto a la consideración de mis Hermanos un proyecto de Hermanamiento entre nuestro Soberano Capítulo y uno suyo reconocido en Portugal: Me parece que es a través del conocimiento recíproco, del hecho de compartir experiencias y vivencias, también de la circunstancia de intercambiar Planchas en los diferentes Órdenes y, finalmente, mediante el trabajo común sobre cuestiones sometidas al estudio de los capítulos, que podremos ayudar a nuestros Hermanos a progresar.
A partir de esta aproximación, también podremos aprender de ellos que las ideas abstractas y los principios proclamados que no son seguidos por una acción, ni por un compromiso concreto, implican un empobrecimiento de las obligaciones que nos corresponden en tanto que Francmasones.
He dicho.
Jorge de Portugal Blanco es el Garante de Amistad del Gran Oriente de Francia y el Gran Oriente Lusitano
Fuente: http://mandilesazules.wordpress.com/
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