Por el Hermano Heriberto Dante Santos Lozano
El viernes 24 de junio por la noche, los masones de Nuevo León nos reunimos para celebrar el 106 aniversario de la fundación de la Gran Logia del Estado de Nuevo León. En dicha velada se le dio lectura a diversos documentos que registran la llegada de la masonería a Nuevo León, así como, de sus fundadores. El primer edificio empezó a ser construido el 14 de julio de 1906 con materiales de madera. Este edificio fue consagrado en diciembre de 1906 bajo la guía del Gral. Bernardo Reyes. La masonería o las logias que la conforman, le llaman en su lenguaje muy particular “tenidas” a las sesiones que realizan semanalmente. Pero hay una “tenida” que se llama “blanca” porque a ella puede asistir quien así lo desee. La tenida del viernes pasado fue una tenida con estas características a la cual asistieron y participaron los jóvenes que forman parte de la Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad (AJEF).
También asistieron las familias de los masones y un representante del gobierno del Estado de Nuevo León. Ya dijimos que el primer templo masónico fue construido con madera. El viernes por la noche nos enteramos que se organizó un patronato en el año de 1954 con el único propósito de reconstruir el templo que le diera albergue a los masones de Nuevo León. 5 nombres figuran como constructores del actual edificio de la Gran Logia de Nuevo León, los 5 ex Grandes Maestros de esta gran institución: Caleb Sierra Ramos, Francisco Vela González, Jesús C. Treviño, Salvador Garza Salinas y José Ma. Maldonado Torres. Precisamente, a este último ex Gran Maestro, es a quien se le rindió un homenaje por sus grandes aportaciones a la obra física y fraternal de la masonería de Nuevo León. Al respecto, el Lic. Flavio Vallejo Ramírez, actual Gran Maestro de la Gran Logia de Nuevo León y ante la presencia de los descendientes del Querido Hermano Maldonado Torres, hizo un reconocimiento póstumo a la gran obra de reconstrucción que concluyera el ex Gran Maestro homenajeado hace 50 años.
A su vez, el Gran Tesorero de la Gran Logia de Nuevo León, el Lic. Miguel Ángel Martínez Cruz, en la semblanza que nos diera a conocer del ex Gran Maestro José Ma. Maldonado Torres, nos hizo saber que este distinguido masón nación en la Cd. de Monterrey un 22 de enero del año de 1908. También nos dieron a conocer que el homenajeado se inició en la masonería nuevoleonesa en la Logia “Juárez no. 8” un 14 de marzo de 1938. El Querido Hermano José Ma. Maldonado Torres ocupó el puesto de Gran Maestro desde el 13 de febrero de 1961 hasta el 25 de junio del mismo año. Para honrar la memoria de este distinguido masón, la “Logia José María Maldonado #60” lleva su nombre. Antes de terminar la tenida blanca, un hijo del ex Gran Maestro homenajeado, que también lleva el mismo nombre de José Ma. y que también es un ex Gran Maestro de la Gran Logia de Nuevo León, hizo uso de la palabra para agradecer a nombre de la familia el homenaje que se le rindiera a su padre en este ejercicio masónico, que preside el Gran Maestro, Lic. Flavio Vallejo Ramírez.
Allá por los sesentas (66-67 y 68) comencé a tener noticias de que existían logias simbólicas. Comencé a tener noticias al iniciarme en una logia juvenil en la Villa de Guadalupe. Era la Logia AJEF, “Constituyentes del 57 No. 11”. Me enteré que a esa logia juvenil la patrocinaba la Logia masónica Arturo B. de la Garza No. 53. Esto quiere decir, que había un masón designado al cual se le llama instructor, que sirve de vínculo entre la logia AJEF y la logia masónica. Nadie me invitó a pertenecer al ajefismo, fui yo mismo quien se interesó por el tema, al escuchar conversaciones que en esa logia juvenil se trataban en la tribuna del taller (se llama de la elocuencia) asuntos o temas de cualquier campo del saber. Las únicas restricciones para conservar la buena salud del grupo, es el de no hacer proselitismo ni religioso ni político. Digo proselitismo o propaganda, porque de la religión o de la política, como cultura o actividad científica, si se pueden abordar con las limitantes ya establecidas. Decidimos ir a la masonería, porque las cosas eran muy semejantes, pero ahora con adultos que tenían una buena reputación en su campo profesional, en la cultura y en la oratoria. La tribuna de la elocuencia es exactamente la misma, pero el contenido y la profundidad de los temas obviamente que es muy distinto a la de los jóvenes que apenas están en su formación académica.
Así fue, que decidimos iniciarnos en la Logia Simbólica Arturo B. de la Garza No. 53 del Or. de Cd. Guadalupe. Para quien esto escribe, sí que era muy aleccionador escuchar a los masones que habían sido o eran, campeones nacionales, o estatales de oratoria, o campeones de oratoria de algún certamen estudiantil. Así que de toda la simbología que adorna y decora a un templo masón la que más me atrae y seduce, es la tribuna de la elocuencia. Si hay algo de valor que pronuncien o diserten los masones, es precisamente en una tribuna construida deliberadamente para que la palabra y el concepto irrumpan por los 4 puntos cardinales simbólicos. Finalmente, la masonería propiamente dicha surgió en el año de 1717 gracias a los ingleses James Anderson y Jean Theophile Desaguliers. La historia de esta institución nos dice, que Anderson publica en el año de 1723, “The Constitutions of the free masons”, dándole con ello una estructura y orden sistemático. En las liturgias vigentes se puede leer que el masón evita las disputas y prevee los insultos, poniendo la razón de por medio. Esta misma liturgia establece, que los masones se deben entre sí: amonestarse con suavidad, mandar sin acritud, pues son hombres de ciencia y virtud, que tienen por enemigo a todos los ignorantes, los hipócritas y los ambiciosos.