La dimensión religiosa de
Platón
El Timeo
El Timeo es quizás la obra de Platón de
mayor éxito y autoridad entre los filósofos platónicos posteriores. En ella se
describe una cosmogénesis neopitagórica en unos términos que pueden recordar a
algún tipo de relato mítico acerca de la creación, pero en este caso descrito en
un lenguaje filosófico.
La edición que estamos utilizando es la de
Francisco Lisi, inscrita en la Biblioteca Clásica Gredos . La estructura del diálogo es la
siguiente (Diálogos VI, Filebo-Timeo-Critias-Cartas, Barcelona:
Gredos-RBA, 2007, pp. 139-143):
A) DIÁLOGO INTRODUCTORIO
(17a-27b).
Sócrates hace un resumen de la conversación
mantenida el día anterior en lo que concierne al estado ideal (17b-19a) y
expresa su deseo de oír una exposición que describa el funcionamiento concreto
de un estado semejante (19b-20c). Critias refiere, entonces, una historia que
Solón había escuchado en Egipto y que muestra cómo la Atenas primordial rechazó
la invasión de los atlántidas y liberó Europa, Africa y Asia (20d-26c).
Finalmente, se distribuyen las tareas para la futura conversación: Timeo ha de
disertar acerca del cosmos y el hombre, Critias describirá la historia de la
Atenas primordial.
B) EXPOSICIÓN DE TIMEO
(27d-92c).
I) Las obras de la razón (27d-47e). El discurso de
Timeo avanza aquí descendiendo de lo mayor a lo menor, de lo general a lo
particular y de la unidad a la multiplicidad.
0. Introducción (27d-3Oc). Timeo aclara cuáles han
de ser los principios fundamentales de este primer logos acerca de la creación.
Distingue tres ámbitos, el ser eterno, el devenir que nunca es y nace y muere
continuamente y la causa del devenir (27d-28b). Al primer ámbito pertenece el
modelo eterno, al segundo, el mundo sensible y al tercero, el demiurgo
inteligente (28b-30a). Finalmente, el universo es caracterizado como un ser
viviente dotado de razón, puesto que el demiurgo al crearlo en su bondad quiso
hacerlo lo mejor posible (30b-c).
1. Creación de los seres vivientes eternos
(30c-47e).
1.1. Creación del mundo (30c-34b).
1.1.1. El cuerpo del mundo (30c-34b). El universo
es un ser viviente perfecto, imagen del ser viviente inteligible (30c-d) es
único (31a-b) y está constituido por cuatro elementos, fuego, aire, agua y
tierra (31b-32b) para poseer una proporcionalidad adecuada e indestructible
(32c-33b). Su forma es esférica y gira sobre sí mismo (33b-34b).
1.1.2. El alma del mundo (34b-36b). El alma del
mundo, aunque posee prioridad ontológica, es tratada posteriormente en el
discurso de Timeo, lo que no significa que haya sido creada después del cuerpo
(34b-c). El demiurgo la compone de lo mismo, lo otro y la mezcla de estos dos
elementos, dividiéndola en un círculo de lo mismo (la esfera de las estrellas
fijas) y de lo otro que a su vez es dividido en siete círculos interiores,
desiguales entre sío, que se mueven con un movimiento ordenado (35a-36d).
1.1.3. Unión del cuerpo y del alma del mundo
(36d-38c). El demiurgo extiende el alma desde el centro del cuerpo del mundo
hasta sus extremos, cubriéndolo completamente. Ésta, una vez unida a él, puede,
por las propiedades de sus componentes, llegar al conocimiento de todos los
objetos, sean estos sensibles o inteligibles (36d-37c). El demiurgo crea el
tiempo para que el universo sea imagen móvil de la eternidad
(37c-38a).
1.2. Creación del resto de los seres divinos
(38c-41a).
1.2.1. Los cuerpos celestes (38c-40c). A
continuación, Timeo describe la creación de los planetas y sus movimientos en el
cielo en los siete periodos del círculo de lo otro (38c-39e), las estrellas
fijas y su esfera, correspondiente al círculo de lo mismo del alma del universo
(39e-40b), y finaliza en la creación de la tierra (40b-c).
1.2.2. Los dioses de la mitología (40d-41a). El
paso siguiente sería ocuparse de la genealogía de los dioses mitológicos, pero
Timeo aquí se atiene a lo narrado por los poetas.
2. Creación del hombre (41a-47e). El último paso
de este primer logos lo constituye el relato de la creación del hombre por parte
de los dioses más jóvenes. En él, la creación del alma sirve de puente entre la
creaci6n de lo generado inmortal a la de lo generado mortal.
2.1. Encargo del demiurgo a los dioses inferiores
(41a-d). El demiurgo, que se encargó directamente de la creación de los seres
divinos, encomienda ahora la tarea de engendrar el cuerpo humano a los dioses
creados por él. La razón es el único elemento en el alma humana que es obra
suya.
2.2. Creación del alma humana (4 1 d-42e). Una vez
creadas las almas humanas con los restos de la sustancia que había servido para
crear el alma del mundo, el demiurgo les muestra las leyes del destino, que
implican su transmigración según su conducta en esta vida.
2.3. La obra de los dioses menores (42e-47e).
2.3.1. Creación del cuerpo y su unión con el alma
(42d-44d). Los dioses menores crean el cuerpo del hombre al que unen el alma
imitando la acción del demiurgo. El alma se convulsiona al entrar en el cuerpo
mortal.
2.3.2. Estructura del cuerpo (44d-45b). La
estructura del cuerpo es explicada teleológicamente. La cabeza sirve para
albergar la parte más divina del alma, la inteligencia. Las funciones de las
otras partes son aclaradas a partir de esta estructura jerárquica.
2.3.3. Las sensaciones (45b-47c). El relato
concluye con el tratamiento, también desde una perspectiva teleológica, de dos
sensaciones: la vista (45b-47c; mecanismo de visión, 45b-d, visión en sueños,
45d-46c, reflejos en superficies, 47a-c) y el oído (47c-e). Hay un excurso sobre
las causas auxiliares de estos fenómenos y su explicación teleológica
(47a-c).
II) La contribución de la necesidad (47e-69c). El
logos avanza en esta parte del discurso de la indeterminación a la
determinación.
O. Introducción (47e-48d). El relato que acaba de
finalizar da sólo una visión incompleta. Debe ser completado explicando la
causalidad de la necesidad, porque el mundo es el producto de la mezcla de
inteligencia y necesidad (48a 1-3). Es necesario aclarar los principios de lo
devenido (48e-52c) desde una nueva perspectiva e introducir un nuevo principio,
el receptáculo (48e-51d), en el que se reflejan las ideas y que, en constante
cambio, adopta las distintas formas del mundo ideal y da lugar al mundo
fenoménico que nos rodea. Las ideas funcionan a la manera de un padre sobre esta
madre que es el receptáculo (50c-52d).
1. Los elementos (52d-61c).
1.1. La situación antes de la creación (52d-53b).
Antes de la ordenación de la materia, ésta se hallaba en un continuo movimiento
caótico que mostraba como huellas de los elementos primordiales, fuego, aire,
tierra y agua.
1.2. Estructura de los elementos (53c-61c). Los
elementos están constituidos por triángulos rectángulos e isósceles, que dan
cuenta no sólo de la diferencia, sino también de la mutación de un elemento en
otro (53c-57d). En esta transformación constante, se producen movimientos de los
elementos desde y hacia sus regiones propias en el universo (56c-57c), dando
lugar así a subespecies y formas mixtas (58c-61b).
2. Las cualidades sensibles (61c-68d). Los objetos
constituidos por los elementos poseen unas cualidades sensibles que son
percibidas por todo el cuerpo (61d-65b) como la relación calor-frío (61d-62b),
duro-blando (62b-c), pesado-liviano (62c-63e), áspero-suave (63e-64a),
placentero-doloroso (64a-65b), o por órganos especiales (65b-68d), como los
sabores (65b-66c), olores (66d-67a), sonidos (67a-c), colores (67c-68d).
3. Conclusión (68e-69a). Esto fue lo que el
demiurgo tomó de la necesidad en la creación del mundo. Por ello, es necesario
reconocer dos tipos de causas, lo necesario y lo divino.
III) La mezcla de inteligencia y necesidad
(69b-92c). En su tercer movimiento, el logos discurre de lo superior a lo
inferior.
0. Introducción (69b-c). El final del discurso
describe la obra conjunta de la razón y la necesidad. El dios introduce orden y
proporción, comenzando por los elementos. Tras crear el mundo y los dioses,
encarga a éstos la creación del hombre.
1. El hombre (69c-90d).
1.1. Anatomía (69c-77c).
1.1.1. El alma (69c-72e). Los dioses crean en
primer lugar las partes mortales del alma, lo irascible y lo concupiscible
(69c-70a). La primera se encuentra en el tórax (70a-d), mientras que la segunda
ocupa la zona del vientre (70d-72e).
1.1.2. El cuerpo (72e-79a). Timeo describe a
continuación las partes del cuerpo creadas por los dioses: vientre e intestinos
(72e-73a), huesos y médula ósea (73b-74a), carne, nervios y tendones (74a-75d),
boca (75d-e), piel y pelos (75e-76d), uñas (76d-e) y sistema circulatorio
(77c-79a). Hay un excurso soQre las plantas (76c-77c).
1.2. Fisiología (79a-81e). Son descritos dos
aspectos de la fisiología del cuerpo humano: 1) relación entre circulación,
respiración y alimentación (79a-80c), y 2) la alimentación y la sangre y su
significación para el crecimiento, el envejecimiento y la muerte (80d-81e).
1.3. Patología (81e-87b). La exposición desemboca
en un tratamiento de las diversas enfermedades que pueden atacar el cuerpo
(81e-86a) y el alma (86b-87b).
1.4. Terapéutica (87c-90d). Las propuestas
curativas a las disfunciones del cuerpo y el alma se centran sobre todo en la
relación correcta entre ambos elementos (87c-89d) y en el cuidado de las tres
especies de alma (89d-90c). El apartado termina con una loa al intelecto
(90a-d).
2. El resto de los animales (90e-92c). Finalmente
es explicado el mecanismo de las leyes del destino, que hacen que el mundo se
pueble de animales, dado que los hombres que no han sabido respetar el orden
natural son condenados a reencarnarse en una vida subsecuente en un animal
inferior: mujer (90e-91d), pájaros, cuadrúpedos, reptiles y gusanos, peces y
moluscos (91d-92c).
El libro X de las Leyes de Platón es quizás el más
comentado y célebre de esta postrera obra de filósofo ateniense; en él se
reiteran, consagran y aclaran algunas de las ideas "religiosas" postuladas en
otras de sus obras, como la República o el Fedón, y se sientan
las bases para el resto de las producciones platónicas posteriores, sobre todo
en lo que tiene que ver con el germen de la psicotopología platónica: el cosmos
es de orden divino y corresponde al hombre elevarse y conducirse a semejante
orden.
La edición que estamos utilizando es la de
Francisco Lisi (
Diálogos VIII, Leyes (libros VI-XII), Barcelona:
Gredos-RBA, 2007).
El alma es anterior al cuerpo (896c-d)
"AT. -Ahora bien, recordamos, por cierto, que en
lo anterior hemos acordado que , si se hiciera evidente que el alma es más
antigua que el cuerpo, también lo relativo al alma sería más antiguo que lo
relativo al cuerpo.
CL. -Sin duda.
AT. -El temperamento, el carácter, la volición, el
razonamiento, la opinión verdadera y la diligencia, así como el recuerdo habrían
surgido antes que la extensión, amplitud, profundidad y fuerza de los cuerpos,
si en realidad el alma fuera anterior al cuerpo".
El alma gobierna el cielo (896d-e)
"AT. -Si el alma gobiehrna y habita en todos los
objetos que se mueven en todos lados, no debemos quizás decir también que
gobierna el cielo?
CL. -En efecto".
El alma que gobierna el cielo es de naturaleza
divina (899b)
"AT. -Acerca de todos los astros y de la luna,
sobre los años y meses y también las estaciones, ¿qué otro motivo daremos que
ese mismo: que, puesto que el alma o almas aparecen como causas de todo eso,
buenas de toda virtud, diremos que ellas son dioses, sea que, encontrándose en
el interior de los cuerpos, si son los astros seres vivientes, ordenen todo el
cielo o sea de la manera que fuere? Una vez concedido esto, ¿seguirá negando
alguien que está todo lleno de dioses?"
Soteriología platónica (904e-905b)
"AT. -(...) El que se hace peor va hacia las almas
peores, y el que marcha mejor, hacia las mejores, y sufren en vida y en todas
las muertes lo que es conveniente que los similares hagan también a los
similares. Ni tú ni ningún otro debe jactarse nunca de ser superior a los dioses
por no haber sido alcanzado por ese castigo que pusieron claramente por encima
de todas las justicias los que ordenaron el universo y del que es absolutamente
necesario guardarse. En efecto, esa justicia nunca te descuidará, ni aunque
siendo tan pequeño te hundieras en la profundidad de la tierra, ni si,
enalteciéndote, volaras al cielo, sino que pagarás el castigo correspondiente
por tus acciones, o bien cuando estés aquí, después de marchar al Hades, o tras
desplazarte a un lugar todavía más execrable que ésos".
El
Epinomis
El Epinomis se
configura como un apéndice mismo a las Leyes, y aun hoy se discute su
autoría. El tema central del Epinomis es la búsqueda de la verdadera
sabiduría, en la que podemos distinguir dos grandes secciones: la primera trata
de describir las distintas clases de sabiduría, diálogo que desemboca en la
importancia de la "ciencia de los números" (973a 1-979e 6). La segunda parte
trata sobre la búsqueda de un plan superior: la teogonía, demostrando que la
contemplación de los dioses astrales asegura al hombre la sabiduría y el bien a
un mismo tiempo.
Ahondando en la tesis de las
Leyes ya expuesta, se asegura aquí que el orden del movimiento de los astros es
una prueba de la inteligencia divina que los conduce; éstos son conducidos, en
efecto, por un alma de origen divino (982a 4-984b-1). Se asegura asimismo la
superioridad del alma frente al cuerpo (980c 7-981c 5); además, se distingue
entre cinco elementos: el fuego, el agua, el aire, la tierra y el éter, y se
insiste sobre el elemento terrestre, que es el de mayor proporción. El alma, al
fin, es la causa de todo movimiento y de todo bien (988b 8-e 3); por lo tanto,
la sabiduría consistirá también en una formación metódica con el fin de alcanzar
el conocimiento de la verdadera astronomía (988e 4-990b 4).
Se ha afirmado que el Epinomis supone el
fin de la "filosofía ática" y el comienzo de la helenística propiamente dicha.
En cualquier caso, este diálogo, probablemente espurio, es una prueba de que el
último Platón supone el origen de todos los movimientos filosóficos posteriores.
La edición que hemos utilizado
y que recomendamos, es la publicada por Les Belles Lettres (París, 1956), a
cargo de E. Des Places.
Las escuelas platónicas después
de Platón: el Medioplatonismo
En esta introducción seguiremos la obra de John M.
Dillon, The middle platonists: a study of platonism: 80 B.C. to A.D.
220, London: Duckworth, 1977. Dillon es quizás el mayor y más
reconocido especialista en medioplatonismo y neoplatonismo que existe
actualmente.
Sobre las filosofías medioplatónicas, Dillon remite al libro de Zeller,
Philosophie der Griechen, y concretamente al vol. III. También a P.
Merlan, pero en este caso critica su falta de profundidad. Según Dillon, a la
luz del estoicismo y la escuela peripatética, se trataría de “modernizar” a
Platón.
Los elementos fundamentales del universo platónico
pueden resumirse en los siguientes (se muestran en orden decreciente):
-
El Bien de la República y el Uno y la Díada de las "doctrinas no
escritas".
-
Las Esencias-Formas (Ideas), el Animal Inteligente, la Inteligencia y el
Demiurgo.
-
El Alma cósmica, creada por el Demiurgo.
-
El cosmos sensible.
-
El espacio o receptáculo del devenir.
Platón: las doctrinas no
escritas
Se ha tratado desde hace ya ciento cincuenta años de comprender la
filosofía platónica, no sólo a través de los diálogos escritos, sino también a
través de sus discípulos, tanto medios como neoplatónicos, y de Aristóteles
mismo. Esto es así también para deslindar a Platón de la tradición
platónica.
Resulta evidente que en los últimos años de Platón se hicieron cada vez
más patentes y atractivas las posibilidades de la filosofía neoplatónica, sobre
la base de un sistema o modelo matemático del universo. De este modo, Platón
llegaría a una bipartición hipostática (niveles del Ser) y luego a una
tripartición, dando cada vez mayor importancia al Alma, tanto el Alma del Mundo
como el alma individual. Como primeros principios Platón establecería el Uno y
la Díada Infinita (Arist., Met. I 6). El Uno es un principio activo que
impone límites (peras) a lo que no tiene forma (apeiron); la
Díada está relacionada con la dualidad.
Al parecer, Platón terminaría por representar las Ideas como números o
entidades matemáticas de alguna clase. El Alma sería el topos de las
Ideas, como así lo refiere Aristóteles (De An., III 4), y esta Alma no
es otra que el Alma del Mundo, descrita en Leyes X y en el
Timeo 35. El alma humana es así un microcosmos, una mediadora entre el
mundo inteligible y el visible. Aristóteles nos cuenta (De An. I 2) que
Platón construye su teoría del alma sobre la base de los cuatro primeros números
y entidades geométricas consecuentes: el Punto, la Línea, el Plano y el Sólido,
y los relaciona además con cuatro modos distintos de conocer: conocimiento
Intuitivo (noûs), conocimiento discursivo (epistêmê), opinión
(doxa), y percepción sensorial
(aisthêsis).
Los problemas principales que Platón no solventó en el Timeo
serían los siguientes:
-
Si el proceso cosmogónico descrito tiene que ser visto como algo ocurrido en
algún momento del Tiempo.
-
La identidad del Demiurgo.
-
La identidad de los dioses jóvenes, a los que el Demiurgo delegó la creación
de la parte menos elevada del alma humana.
-
La naturaleza de la actividad que puede ser asignada al receptáculo.
-
La manera en la que triángulos inmateriales pueden crear sustancias
sólidas.
- Qué relación pueden tener esos triángulos básicos con las Ideas.
Los temas
dominantes en el Medioplatonismo: La Física
Distinguimos aquí, siguiendo a Jenócrates, entre
Ética, Física y Lógica. Teniendo en cuenta nuestro verdadero propósito, nos
centraremos en el terreno de la Física.
La cuestión de la naturaleza y la actividad del
supremo principio o dios, es dominante. Los filósofos platónicos posteriores
preservaron la oposición consagrada por la Antigua Academia entre la Mónada, o
Uno, y la Díada. Antíoco de Ascalón parece aceptar, de hecho, los principios
estoicos de lo activo y lo pasivo; no obstante, Eudoro de Alejandría, quien
restableció aquella dualidad entre Mónada y Díada que citábamos, coloca encima
de ésta al supremo Uno, quizás inspirado por el esquema filosófico del
Filebo. Con Plutarco volvemos a la dualidad básica, pero tanto él como
su discípulo Ático, otorgan mayor independencia a la Díada. Por el contrario,
para Albino, el tema de dios es dominante, y la materia se convertirá en un
elemento pasivo. En el neopitagorismo de Numenio, por otro lado, nos encontramos
con una radical dualidad, y este elemento será, antes que el platonismo
ortodoxo, el que influencie posteriormente a Plotino; en cualquier caso, esta
tensión suscitada por el dualismo hipostático marcará su pensamiento.
Bajo estos primeros principios nos encontramos con
el Alma del Mundo, descrita en el Timeo, pero que es explicitada en la
obra de hombres como Filón o Plutarco, relacionada con laneopitagorismo de Numenioneopitagorismo de Numenioneopitagorismo de Numenio,
responsable de toda multiplicidad y carente del maldad, y en Filón, con la
figura de Sofía, y con Plutarco (tal y como se describe en el prefacio de su
De Isis y Osiris), relacionada con la diosa Isis. Esta indecisión
doctrinal no proviene de la Antigua Academia, sino del estoicismo, que llevó a
diferenciar entre un primer y un segundo dios (es decir, que se adaptaría la
figura estoica del Lógos, como actividad del dios en el mundo material). Por lo
tanto, cuando los filósofos alejandrinos, tras Antíoco, reinstauren el primer
principio inmaterial, se fijarán por un lado en el Demiurgo del Timeo,
y por otro, como segunda deidad, en el supremo Bien de la República y
en el Uno de la primera hipótesis del Parménides. El monoteísmo radical
de Filón, por otra parte, insistirá antes en Dios y su actividad, el Lógos, pero
autores platónicos tardíos como Apuleyo, Numenio o Albino insistirán en la
existencia de dos dioses, ambos Intelectos, pero uno en completa inmovilidad y
autarquía, y el segundo productor del movimiento y exterior. Algunos
pitagóricos, como Moderato de Gades o Numenio, irán más allá, postulando una
tríada de Unos o dioses, en orden descendente, quizás inspirados en la Carta
Segunda de Platón (312e); en cualquier caso, este tercer dios sería el Alma del
Mundo, luego el esquema filosófico básico queda intacto.
Bajo estas primeras hipóstasis, el cosmos
platónico está lleno de los denominados "démones". Hay dos teorías que explican
su naturaleza: una estática y otra dinámica, y ambas representan a un
determinado periodo de tiempo. Jenócrates les otorgó un modo de aproximación
geométrico, afirmando la tesis puramente platónica de su naturaleza
intermediaria. La teoría alternativa viene descrita por Plutarco y Apuleyo, y
postula que los démones son almas que completan de arriba abajo la escala de los
seres, o bien que cumplen funciones purificadoras en el Sol, o bien funciones
reencarnadoras en la Tierra; para defender esto, Plutarco cita a Empédocles
(Is. et Os. 360c). Por otra parte, una pregunta nos asalta: ¿son estos
démones elementos de la naturaleza, o bien son almas en proceso de castigo
durante su encarnación? En cualquier caso, los "démones malvados" parecen surgir
de una creencia popular, o bien de algún tipo de influencia por parte del
dualismo persa. Los "démones vengadores" son más aceptables desde el marco
teórico del platonismo, siempre que estén subordinados a la voluntad del Uno. El
mismo Filón encuentra estas entidades compatibles con su monoteísmo. Junto a
estos démones, se mencionan otras entidades, como los héroes y los ángeles
(estos quizás no pertenecientes a la tradición helénica, pero plenamente
aceptados por el neoplatonismo en el universo platónico); no obstante, la
distinción entre los héroes y los démones durante el periodo platónico no está
clara. Incluso Posidonio escribió un tratado acerca de esta cuestión, pero no
nos ha llegado. Una distinción puede ser que los héroes son almas anteriormente
encarnadas, pero esta distinción afirma que existe una clase de almas no
encarnadas, lo que es aceptable sólo desde el punto de vista de una teoría
estática. Comoquiera que sea, es un hecho aceptado por todos los platónicos que
existe una clase de entidades intermediarias entre Dios y el hombre, y que Dios
mismo no se encuentra contaminado por clase alguna de materia.
Las Ideas Platónicas, o Formas, sufren varias
transformaciones durante nuestro periodo. Probablemente, para el pensamiento de
madurez del propio Platón, las Ideas fueron identificadas con los números,
diferenciándose de la concepción matemática del número precisamente en su
esencia. Ni a Espeusipo ni a Jenócrates les gustó esta distinción entre Ideas y
Matemáticas, y la abolieron en sus obras. Lo que Polemón pensaba acerca de las
Ideas es desconocido para nosotros. En Antíoco parecen ser asimiladas a las
"nociones comunes" estoicas, las cuales son desprovistas de su aspecto
trascendente. Para la fuente subyacente a las Disputaciones Tusculanas
I, éstas parecen ser entidades trascendentales; asimismo, existe una
anamnesis de éstas, que radica su existencia fuera de la mente humana. Esto no
demuestra, en cualquier caso, que la fuente de las Disputaciones
Tusculanas fuera Antíoco, pero no está tan claro que estemos ante las Ideas
de Platón en su configuración original, sino que se alude a pensamientos en la
mente de Dios.
Con la asimilación del Demiurgo de Platón con el
logos estoico, la situación de las Ideas en la mente de Dios, se vuelve más o
menos inevitable. Cuando se fragua la distinción entre el primer y el segundo
dios, la Ideas gravitan hacia la mente del segundo dios, el dios demiúrgico.
Parece que fueron concebidas también en la propia Alma del Mundo, en una forma
secundaria y "extendida". Al fin, encontramos en Plutarco y en los platónicos
tardíos, la comparación entre el alma y las entidades matemáticas platónicas,
que en la filosofía medioplatónica corresponde a algo intermediario entre las
Ideas propiamente y los objetos sensibles. La autocomplacencia de los platónicos
con respecto a la teoría de las Ideas se nos antoja extraordinaria, contando con
los sólidos argumentos de Aristóteles en su contra.
Otro asunto es la relación entre las Ideas y la
materia, y la cuestión relacionada de la creación del mundo físico. No se
contempla signo alguno de cuestionamiento filosófico tras el recuento de Albino
de la teoría física platónica en el Didaskalikos (caps. 12-22), que
representa la posición oficial en la segunda mitad del siglo II. Para Antíoco,
que aceptaba el materialismo estoico, de la relación entre lo inmaterial y lo
material no aparece, pero para los platónicos posteriores sería un asunto muy
serio. El único asunto objeto de disputa en este sentido, es la vacilación para
aceptar entre cuatro o bien cinco elementos en el universo, aceptando o negando
la teoría aristotélica del éter. Muchos platónicos asimilaban el éter al fuego
estoico, y los estoicos aceptaban que el fuego del reino celestial era de una
clase superior al ordinario. En cualquier caso, los filósofos inscritos en este
medioplatonismo no concebían un modo de acercamiento al mundo físico basado en
ciencia experimental alguna.
Algunas de las
escuelas de pensamiento y filósofos medioplatónicos
-
La Antigua Academia: Espeusipo, Jenócrates y Polemón.
-
El giro hacia el dogmatismo: Antíoco de Ascalón y Posidonio.
-
El platonismo alejandrino: Eudoro y Filón.
-
El origen del platonismo en el siglo II: Ammonio y Plutarco de Queronea.
-
La escuela ateniense en el siglo II: Nicóstrato, Calvenus Tauro, Ático,
Harpocratión de Argos y Severo.
-
La escuela de Gayo: Gayo, Albino, Apuleyo de Madaura y Galeno.
-
Los neopitagóricos: Alejandro Polyhistor, Sexto Empírico, Moderato de Gades,
Nicómaco de Gerasa, Numenio de Apamea, Cronio, Ammonio Saccas.
La reformulación de Platón: el
Neoplatonismo
Características de la Filosofía Neoplatónica
La filosofía neoplatónica es sólo una continuación
de esta herencia platónica de los siglos anteriores a Plotino. Plotino mismo se
considerará a sí mismo un seguidor o comentador de Platón, y nunca se planteó
establecer una nueva filosofía radicalmente independiente de su maestro. Con
Plotino la tradición platónica adquirirá el vigor y la síntesis suficientes como
para adaptarse a una época convulsa (s. III d. C.), y poder influir en los
derroteros por los que discurrirá la filosofía platónica en los siglos
posteriores.
Seguimos aquí las características dadas por Philip
Merlan en su obra From Platonism to Neoplatonism, The Hague: Martinus
Nijhoff, 1975, p. 1.
-
Una pluralidad de esferas del ser estrictamente subordinada la una a la otra,
por lo que nos encontramos con una serie de términos singulares que representan
una escala de gradación ontológica. El último de estos grados está representado
por el mundo sensible y perceptible.
-
La derivación o tránsito entre una esfera y otra no se produce en el espacio
o en el tiempo, sino que es una derivación de tipo lógico, que no puede
comprenderse en términos de causa eficiente.
-
La derivación de la suprema esfera del ser se produce desde un principio que
no puede ser descrito en términos ónticos; existe por encima de la escala óntica
descendente, un ser indeterminado e ilimitado.
-
Este principio supremo es denominado Uno, que expresa la completa
simplicidad, la unicidad y la carencia de toda determinación ontológica
subsiguiente.
-
Asistimos a un progresivo incremento de esta multiplicación ontológica, y por
ende del grado de determinación de cada esfera ontológica, hasta alcanzar una
minimización del principio fundamental.
-
El conocimiento apropiado para el supremo principio, es independiente y
radicalmente distinto del apropiado para el resto de determinaciones
ontológicas, en virtud de su carácter indeterminado.
El problema básico al que se enfrenta la filosofía
neoplatónica es precisamente la explicación y la justificación de este tránsito
desde el Uno hasta la multiplicidad.
Plotino y la anábasis del alma
Seguimos en esta exposición la introducción de
Jesús Igal a las
Enéadas (ed.
Gredos).
Podemos definir a la metafísica plotiniana como un
intento de vertebración de la metafísica platónica. Plotino no se contentará con
aceptar sin más un supuesto dualismo ontológico heredado de Platón, sino que
unificará la realidad en virtud de un solo principio, sobre la base de la
jerarquía del ser procedente de la tradición platónica anterior. El resultado
consistirá en un sistema perfectamente definido y una síntesis original y
coherente del pensamiento platónico.
El universo plotiniano está constituido
por tres hipóstasis: el Uno-Bien, la Inteligencia y el Alma. La segunda
hipóstasis engloba en una sola realidad la Inteligencia, el mundo de las Formas,
el Demiurgo, el Animal inteligible y la Díada indefinida. Plotino tratará de
conciliar la teoría física de su maestro con las aportaciones aristotélicas y
estoicas, en particular la del receptáculo del devenir (con la materia de
Aristóteles), y el animal cósmico del Timeo con el mundo físico de los
estoicos, concebido como un sistema de fuerzas. El Uno-Bien plotiniano es a la
vez "el de dónde y al a dónde" de toda alma (VI 2, 11, 25-6). Y no sólo de toda
alma, sino que se constituye como el principio del que provienen todas las
cosas, el centro del que parten y en el que convergen todos los radios (I 7, 1
21-24). Esto conduce a un doble movimiento: uno epistrófico o de retroceso y
otro proódico, o de avance. Esto nos lleva a la teoría plotiniana de la
emanación o de la "procesión" como prefiere, con buen criterio, Igal. El
mecanismo de esta procesión plotiniana engloba otros cinco principios:
-
El principio de doble actividad: en cada nivel de realidad hay que distinguir
dos clases de actividad, la de la esencia de cada cosa y la resultante de la
esencia de cada cosa. O dicho de otro modo, actividad inmanente y actividad
liberada.
-
El principio de la productividad de lo perfecto: la actividad segunda es
necesariamente liberada por la primera, en virtud del principio de que "todas
las cosas, cuando ya son perfectas, engendran" (V 1 6, 38).
-
El principio de la donación sin merma: la energía liberada del emisor, es
liberada sin menoscabo de su propia integridad.
-
El principio de la degradación progresiva: lo generado es siempre más
imperfecto que lo generante (V 5, 13, 37-38).
-
El principio de la génesis bifásica: la génesis de cada nuevo grado de
realidad se desarrolla en dos fases lógicas (y no topo-cronológicas), la fase
proódica y la fase epistrófica.
Este esquema se quiebra en parte en la génesis del
mundo, dado que la materia, por ser indeterminación absoluta, por lo que carece
de capacidad epistrófica o reflexiva.
Para Plotino la realidad es intelección
(nóēsis) y contemplación (theōría). La vida más perfecta es la
de la Inteligencia, que es intelección intuitiva, y le siguen a continuación los
tres niveles de vida del Alma: racional, sensitivo y vegetativo, a los que
corresponden tres niveles de intelección cada vez más borrosa: dianoética,
sensitiva y vegetativa (III 8, 8), tomada de Aristóteles (De An. II 3),
pero los interpreta como niveles de intelección. Plotino define la realidad del
primer principio como hypernóēsis (VI 8, 16, 32), una especie de
ensimismamiento (V 1, 6, 18) y de autoconciencia (V 4, 2, 18).
Fuente: Studia Platonica