sábado, 29 de septiembre de 2012
martes, 25 de septiembre de 2012
EL GRAN ORIENTE DE FRANCIA ENTREGÓ CARTA PATENTE A LA GRAN LOGIA PATRIÓTICA DEL PERÚ - RITO DE MEMPHIS-MISRAIM
Los II.·.PP.·.HH.·. Luis Fernando León Pizarro G.·. C.·. G.·. O.·. , José Lanuza, Gran Secretario de Asuntos Exteriores del Gran Oriente de Francia, Jean-Michel Guérin, Gran Secretario Adjunto del Gran Oriente de Francia.
Acompañados de los II.·.PP.·.HH.·. Carlos Fernández Podestá y Luis Merino Amand
domingo, 16 de septiembre de 2012
Catherine Jeanin-Naltet fue elegida Gran Maestra de la Gran Logia Femenina de Francia
París, Francia. Catherine
Jeanin-Naltet (62 años) es la nueva Gran Maestra de la GLFF. La Gran
Maestra entró en la Masonería en 1986 en una Logia de Lyon. En el
período 1997-2000 se desempeñó como Gran Oradora, dado que se graduó en
la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas.
Fuente: http://agenciadeprensamasonica.blogspot.com/
lunes, 10 de septiembre de 2012
Caballería - Texto inédito de Pierre Dujols du Valois
El siguiente texto es la traducción corregida del
manuscrito nº 5491 de la Biblioteca de Lyon; fue escrito por Pierre Dujols du
Valois alrededor de 1900.
De Pierre Dujols se ha hecho uno de los posibles
candidatos a la autoría de las obras firmadas con el seudónimo de Fulcanelli. En
cualquier caso, creemos que resulta evidente las diferencias de estilo y de
contenido entre el presente documento y "El Misterio de las Catedrales" o "Las
Moradas Filosofales".
Las opiniones vertidas por Dujols en este trabajo
son discutibles en más de un punto pero sustancialmente correctas y sin duda
bien documentadas. Inevitablemente se desemboca en que la auténtica Caballería
es iniciática y trasciende por tanto en mucho la religiosidad exotérica en
cualquier forma que esta última adopte. Que esto se grabe en la mente de los
muchos que pretenden reducir en nuestros días lo caballeresco a misa y comunión
todos los domingos y algún rosario entre semana.
CABALLERIA
La historia solo ha contemplado la caballería como
una orden militar destinada a librar combates, demostrando no haber comprendido
más que su forma exterior, esto es, el cuerpo físico de la institución. En
realidad, la Caballería era una organización muy completa basada en el ternario
que comprendía cuerpo, alma y espíritu.
El espíritu estaba constituido por un areópago de
altos iniciados, sacerdotes-filósofos herederos de la Sabiduría y de la Ciencia
egipcia de los Magos, de Pitágoras, Platón y los Druidas celtas. Conservaban en
su colegio las tradiciones mistéricas de la antigüedad e imprimían movimiento al
organismo por medio de los trovadores y troveros. Estos, bardos, menestrales,
juglares, constituían el cuerpo medio que servía de lazo entre los dos extremos.
Recibían de lo alto la doctrina y la transmitían hacía abajo, por medio de
poemas y canciones alegóricas, cuyo sentido íntimo escapaba frecuentemente al
auditorio compuesto por gente cubierta de hierro, materia ruda, grosera,
defensora del dogma, que tomaba al pié de la letra las bellas historias de los
poetas y extraía las virtudes y el heroísmo indispensable para la acción secular
que debían realizar los guerreros de la corporación.
Bajo un único aspecto, la Caballería era, pues,
triple. Los historiadores no han retenido más que el envoltorio acorazado. Este
envoltorio tenía necesariamente el color propio del medio en que se
desarrollaba, es decir, la cristiandad. Es una ley natural. Pero el cristianismo
de entonces no es el actual y en todos los casos no ejercía aun más que una
acción muy relativa sobre la sociedad civil. No se pierda de vista que en el
siglo XI la Iglesia experimentaba grandes dificultades para contener el
bandidaje de los tiempos feudales. Europa era un lugar inmenso y poco seguro. La
invasión de los bárbaros había alterado profundamente sus costumbres. La
autoridad eclesiástica imponía a los poderosos barones la "Tregua de Dios", pero
debía dar la parte a estos leones desencadenados, permitiendo que durante tres
días de la semana pudieran ejercer sus nobles rapiñas. La masa no estaba, por
otra parte, penetrada por el fermento teológico de Roma y conservaba las
costumbres, usos y creencias propias del paganismo. Jesucristo no era más que un
dios entre otros, superior sin duda a los dioses del Olimpo a los que había
vencido y destronado, pero incomprendido por los adeptos de la nueva
fé.
Es pues imposible admitir la Caballería como una
creación realmente ortodoxa. Era, más bien, una prolongación de las órdenes
ecuestres griegas y latinas. Todo delata, por lo demás, orígenes extranjeros a
la religión que se extendía progresivamente sobre el país. Lo presente no está
hecho más que del pasado, de la misma forma que el porvenir se compone del
pasado y del presente. No se crea un mundo sólo con una varita mágica. Las cosas
evolucionan lentamente y se suceden por filiación. Luego, con el correr de los
siglos, cambian de rostro. Las generaciones actuales ya no se parecen más a las
generaciones primitivas que las engendran.
Este trabajo de transformación que escapa, a menudo,
a la historia, debe ser analizado por la Filosofía. En este terreno una pléyade
de escritores decepcionados por el artificio de las opiniones convencionales que
han prevalecido hasta nuestros días, han consagrado su labor, estudiando el
trasfondo de las historias, investigando en las ruinas, removiendo el polvo
acumulado durante siglos, han exhumado, para sorpresa de los Pontífices, una
Caballería completamente diferente de aquella de la Tradición.
Estos autores, Ugo Fuscolo, Gabriele Rosetti, E.J.
Delécluze, ("Dante Alighiéri: la vie nouvelle"), Philarète Chasles ("Galileo
Galilei, su vida, su proceso"), Eugene Aroux ("La Comedie de Dante", "Dante
herético", "Clave de la comedia anti-católica de Dante Alighiéri") e incluso
Antony Rhéal, a los cuales conviene asociar Grasset d'Orcet, han arrojado las
más vivas luces sobre este punto oscuro de la vida medieval, y a su claridad nos
será permitido restituir la fisonomía real de la orden caballeresca, de sus
paladines, sus trovadores, sus gestos, cantos, y relatos legendarios que
constituyen el Ciclo del Graal.
La característica de la Caballería, siguiendo los
clásicos, es la galantería, el amor de los paladines por las damas. Las célebres
cortes de amor de Romanin y las leyes que las regían, los juicios y
procedimientos que emanaban serían otras tantas pruebas del espíritu erótico de
la institución. Si se consultan los Pandectos [compilaciones de decisiones de
antiguos jurisconsultos romanos] de estos tribunales singulares, las
dificultades salen a la superficie. Es difícil, e incluso imposible, aceptar la
virtud de estas nobles figuras junto a los rasgos poco honorables que les
golpean y envilecen. ¿Sería pues necesarios admitir que existió un tiempo en que
no teníamos más costumbres y sería justamente este tiempo que se nos propondría
como modelo?
El amor no es siempre una virtud, y se ha dicho de
nuestros caballeros que eran gentes virtuosas. Que se nos expliquen las
articulaciones infamantes de las que las recursos de amor han hecho estado y que
se les concilie, si ello es posible, con el honor conyugal. Estos hombres de
hierro a quienes nada se resistía, ¿hacían en este punto buen mercado de sangre
de una raza de la que se mostraban tan celosos y abandonaban sus lechos a las
peores aventuras?
¿El Amor? Sobre el valor de esta palabra se ha
centrado la atención. El amor caballeresco, devenido un parangón de pureza ¿era
la inclinación vulgar que atrae un sexo hacia el otro? ¿No había, por en
contrario, en este término, una intención mística, ajena al dulce comercio de
los corazones y los sentidos? Tal es la opinión que empieza a prevalecer y que
compartimos. Está apoyada por pruebas pragmáticas.
Rossetti, en primer lugar, ha establecido su
demostración en este sentido en cinco gruesos volúmenes de casi dos mil páginas
tituladas "Il Mistero d'ell Amor platonico del Medio Evo, derivato da Mysteri
antichi". El erudito profesor de literatura italiana, nacido en Grundise, a
pesar de la contradicción entre la verdad y sus sentimientos católicos, se
inclina ante los hechos.
En esta obra monumental, de una erudición histórica
y literaria inmensa, dice Delécluze, el exilado italiano desarrolla el sistema
del amor platónico o alegórico, que hace remontar al origen de los misterios de
Grecia y a la secta de los sufíes de la Arabia.
El autor de "Dante Alighieri y la Poésie amoureuse",
que escapa a toda sospecha por su actitud de distanciamiento hacia los
conflictos, reconoce también que la poesía erótica de los trovadores deriva de
la misma fuente. La encuentra en la gran sacerdotisa de Mantinea, Diotima de
Megara, que habría iniciado a Sócrates en la Religión de Amor. Sócrates habría
admitido a Platón, extendido la Academia y, pasando por Alejandría, haría hecho
su aparición en Italia y Francia con la entrada de los Isíacos y de los
Filósofos en la villa de Roma.
En otros términos, la Religión de Amor sería la
misma que la de las Iniciaciones antiguas.
Pero ¿alcanzó nuestras regiones solo por esta vía?
¿No existía ya entre nosotros un núcleo ardiente del mismo culto?
Grasset d'Orcet, la perspicaz esfinge que ha
resuelto el enigma del Sueño de Polifilo, nos da la explicación de un texto
esteganográfico cuyo sentido había desafiado hasta entonces la sagacidad de los
mejores criptógrafos. "El druida no rinde culto más que al verdadero y único
amor. Es la clave que abre a las almas el cielo y el rey del mundo. Es el
maestro que hizo el sol al cielo y domina como verdadero único señor. El
Francmasón tiene por principio universal la Niebla de la que surge el Principio
de la Verdad reinando en solitario".
Sorprenderá leer aquí el término "francmasón" que
parece un anacronismo en medio de los Filósofos, los Druidas y los caballeros de
la Edad Media. Grasset d'Orcet nos transporta hasta estas épocas. Contempla las
asociaciones de los Arquitectos y Constructores de las catedrales que se
relacionaban verosímilmente con los pontífices paganos, o constructores de
puentes. Nos revela la existencia de una Caballería de la Bruma. Este título
evoca la baja literatura de algunos folletones, corresponde a un principio de
alta metafísica del terreno de la Gnosis. La Bruma de que se trata es lo
incognoscible, el Pater Agnostos de los esoteristas. Es algo tan inaccesible que
los filósofos hermétistas saben bien, pero que no entra en absoluto en nuestro
tema.
"Se notará en este texto -dice Grasset
d'Orcet- la palabra "nephes" (que traduce por bruma tal como lo quiere el
griego). Es el nombre de dos célebres poemas, los Niebelungen y los Nubarrones
de Aristófanes. La Bruma o lo Desconocido, principio universal, era, en efecto,
el gran dios de la francmasonería griega tanto como de la moderna, la nube que
acogía Ixion y que los griegos llamaban gryphé de brumas, con una cabeza de buey
como hieroglifo. Vamos a ver, por lo demás, que esta profesión de fe, que los
francmasones decían tener de los druidas, era exactamente conforme a la de
Platón". Platón decía que el amor es el Dios más antiguo del
mundo.
Grasset d'Orcet ¿se complacía en un error necesario
para su atrevida tesis? ¿Los francmasones contemporáneos que se jactan de
detentar las verdaderas tradiciones, pensarían de manera diferente? Cedámosles
la palabra: "Mostrémonos dignos -escribía el F.·. Bailleul, en un
discurso pronunciado en el G.·. O.·. el 19 de octubre de 1847- de ser los
continuadores de esta venerable institución a través de tantos siglos, desde la
misión mística de nuestro hermano Platón".
El americano MacKey, autor de obras considerables
sobre los orígenes de la masonería, declara haber encontrado en la sede
primitiva de la Academia Platónica de Florencia, fundada en 1480, los frescos
murales originales ilustrados por símbolos pitagóricos. Señalemos de pasada que
los maestros posteriores a Dante, en las ciencia de amor, Ludovico Ariosto,
Petrarca, Torcuato Tasso, Boccacio, Miguel Angel, Gravino y Marsilio Ficino, el
sabio humanista, sacerdote y canónico de la Iglesia de Roma, formaban parte de
ella. Este último nos ha dejado un testimonio escrito de la naturaleza de sus
creencias. Se lee en una de sus obras, especie de "Banquete", esta indicación
singular bajo la pluma de un eclesiástico:
"Que el Espíritu Santo, amor divino que nos ha
sido soplado por Diotima -dice- nos aclare la
inteligencia".
No alude, desde luego, al Paráclito
ortodoxo.
Es cierto que todas las fuentes que proceden más o
menos de algunas camarillas pueden parecer sospechosas o interesadas. ¿Las
rechazará la historia oficial?
M. Henri Martin, autoridad reconocida, relaciona,
por su parte, masonería y caballería con druidismo. Reconoce que el Relato del
Santo Grial es la expresión auténtica. Como veremos más adelante remite la Mesa
Ronda a los misterios griegos. Véase el texto del historiador Henri
Martin:
"En el Titurel, la leyenda del Graal alcanza su
última y espléndida transfiguración bajo la influencia de ideas que Wolfram
parecía haber situado en Francia y particularmente entre los Templarios del
Medio Día de Francia (los albigenses). Un héroe, llamado Titurel, funda un
templo para depositar el Vaso Sagrado y el profeta Merlin dirige esta
construcción misteriosa, iniciado por San José de Arimatea en persona en el
plano del Templo del Salomón. La caballería del Graal se convierte aquí en
Massenie, es decir en una franc-masonería ascética cuyos miembros se denominan
templistas y puede percibirse la intención de relacionar a un centro común,
representado por este templo ideal, la Orden de los Templarios y las numerosas
hermandades de constructores que renovaron la arquitectura medieval. Se perciben
aperturas sobre lo que se podría llamar historia subterránea de estos tiempos,
mucho más compleja de lo que se suele creer".
Grasset d'Orcet, que parece haber removido montañas
de libros desde este punto de vista, nos asegura "que el número de obras que
tratan sobre la antigua masonería es prodigioso y no solo prodigioso por la
variedad de las formas, sino que incluso hasta la orden de los jesuitas aportó
su contingente, e incluso uno de sus análisis más completos, es la obra del
jesuita (Villalpando) sobre el Templo de Salomón".
Que la caballería de la Edad Media proceda de las
iniciaciones griegas o druídicas no parece discutible. Pero en el caso de que
derivara de una formación céltica, podría llevar mucho más allá. Arturo, el
Rey-Caballero y el "penteyrn" de los Bretones, pretendía extraer su origen de
Troya y su genealogía de Ascanio, hijo de Eneas el Iniciado. Funda la Orden de
la Tabla Redonda sobre tradiciones antiguas.
El punto de partida de la institución se pierde pues
en la noche de los tiempos, pero la evidencia impone que las asociaciones
caballerescas eran ajenas a la doctrina cristiana, incluso las que se hubieron
revestido por la fuerza de las cosas la librea de la Iglesia reinante. Y aun
formularíamos la más expresa reserva respecto al dogma cristiano.
No volveremos a insistir. Parece bien demostrado que
la caballería es una orden mistérica, prolongación de Menfis, Tebas y Grecia. El
docto Goerres convino que formaba una amplia sociedad secreta e identificaba
todos sus ritos con los misterios paganos. La caballería ha venido a morir en
las logias masónicas de nuestros días, donde se encuentra una profusión de
títulos caballerescos que decoran a los Hermanos cuya ignorancia vanidosa
recuerda al asno de la fábula, portador de reliquias. Henri Marin escribe:
"Lo curioso, y de lo que no puede dudarse en absoluto, es que la
franc-masonería moderna no se remonta de escalón en escalón hasta la maseníe del
Santo Grial".
El Grial es la clave del misterio caballeresco. Es
la máscara cristiana de la fe antigua, el Palladium del orden que lo sitúa al
abrigo de la sospecha de herejía. El Grial de las leyendas de la Tabla Redonda
es, para el profano y la iglesia celosa, el Santo Vaso en el cual Jesús ha
celebrado la última cena antes de su muerte e instituido el sacramento de la
eucaristía. En realidad, para los adeptos, era otra cosa, o más bien, el símbolo
espiritual del arcano materializado por Roma. La palabra Graal ha puesto en
apuros a los etimologistas. Diez se ha aproximado a la raíz haciendo derivar
esta última del griego crater que, dice, había podido convertirse en
cratale. En efecto, la crátera -palabra que ha entrado en nuestra
lengua- designa a una gran copa.
Pero esta cosa -la Coupa Santa que cantan aun
nuestros felibres albigenses y caballeros del Graal sin saberlo, es el vaso
pagano del fuego sagrado. Camile Duteil, antiguo conservador del Louvre, sección
egiptológica, sin sospechar que había encontrado el Graal de la Tabla Redonda,
nos revela en la página 143 de su inestimable "Diccionario de Hieróglifos" que
los egipcios llamaban gradal a un vaso en terracota en el cual se
conservaba el fuego en los templos. El provenzal, sobre todo el languedoquiano
montañés, menos corrompido, llama grasal un cierto vaso. A propósito de
esto cabe recordar que los caballeros continuadores de los ritos egipcios
hablaban y escribían en provenzal. Esta palabra ha pasado a la lengua de los
trovadores. El gardal, en escritura hieroglífica, añade este autor,
expresa la idea del fuego (el continente por el contenido). Serapis llevaba el
gardal sobre la cabeza. Las vírgenes consagradas de los templos de Menfis
colocaban el gardal sobre el altar de Ptha, como el emblema del fuego
eterno que perpetúa la vida en el universo. El Igne Natura Renovatur
Integra de los Rosa Cruces, en nuestra opinión, es una traducción fonética
de este símbolo, que la caballería guardaba cuidadosamente bajo la vela. Todos
los antiguos veneraban esta figura. El Templo de Vesta en Roma fue una de las
últimas expresiones. Pero ?podría afirmarse que la alegoría ha desaparecido
completamente? La lámpara que arde perpetuamente ante el Santo Sacramento en los
santuarios católicos es un recuerdo del gardal egipcio y no es único. Un
día demostraremos que el catolicismo es la única religión que ha conservado en
la liturgia la verdadera tradición de los mistagogos orientales.
El gardal se ha convertido, por contracción,
en Grâal, con un acento circunflejo, luego el Graal se escribió
sin tener en cuenta el signo de la contracción.
La leyenda cristiana de la que se recubrió este
arcano, el patronazgo de José de Arimatea [N-O de Jerusalén] que había ofrecido
sepulcro al Salvador, cubrían suficientemente los orígenes sospechosos de este
rito. Es cierto que toda la iglesia cristiana reposa sobre el mismo fundamento,
pero éste, materializando el símbolo, no expone mas que el exoterismo a los
fieles mientras que la caballería revela el esoterismo. Por lo demás no sería
difícil establecer que el nombre de las personas que evolucionan en torno al
Graal no tienen nada de hebraico; José de Arimatea tiene resonancias griegas.
Arimathía se ha formado, verosímilmente, de airemathesis, ciencia de la
demostración. El radical air del verbo aireiio, demostrar, nos da
el airetist, herético. Tal era un título de maestría o un sobrenombre
iniciático. Así, los Compagnons modernos se llaman aun con ciertos vocablos:
X-la clave de Corazones, Agrícola Perdiguier era llamado "Aviñonés la Virtud"".
Arimathía era una palabra propia para encubrir el cambio a los jefes de la
iglesia temporal que no veían más que el arimathaïn de Palestina.
Titurel, el fundador del Templo del Graal, es aun un nombre extraído de
titrain que significa horadar, agujerear. Corresponde a Perceval,
Parsifal, Perceforest que son una traducción manifiesta de Titurel. Estas
apreciaciones añaden peso a la opinión de los escritores que hemos
mencionado.
Sería superfluo insistir en una exposición sumaria
de la historia secreta de la Caballería. Por lo demás, la prueba de los orígenes
mistéricos de la Caballería ha sido hecha con una amplitud impresionante por un
hombre de gran cultura y amplio espíritu, Eugene Aroux, amigo del historiador
clerical Cesare Cantu y traductor de su "Historia Universal". Eugene Aroux ha
consagrado a esta demostración una serie de obras de gran erudición que
enumeramos por fecha de aparición: "Dante herético, revolucionario y
socialista", "La comedia de Dante traducida en verso según la letra y comentada
según el espíritu", "El Paraíso de Dante iluminado en Giorno", "Desenlace
masónico de la comedia albigense", "Pruebas de herejía de Dante, especialmente
respecto a una fusión operada hacia 1312 entre la Massenie albigense, el Temple
y los Gibelinos para constituir la Francmasonería", "Clave de la comedia
anticatárica de Dante", "La herejía de Dante demostrada por Francesco de Rimini.
Ojeada sobre los relatos del Santo Graal", "La clave de la Lengua de los Fieles
de Amor" y "Los misterios de la caballería y del amor platónico en la Edad
Media".
El autor de este trabajo propio de un benedictino
sacrifica una parte de su fortuna y toda su existencia para hacer prevalecer
históricamente en la iglesia y las universidades el hecho patente e irrefutable
de que Dante fue un hierofante de la Massenie caballeresca y el fundador de la
Masonería moderna. Esta opinión es aceptable al menos en sus grandes líneas,
pues el fondo hermético de la institución caballeresca ha escapado a las
investigaciones de Eugène Aroux, insuficientemente instruido en las cosas de lo
oculto.
El punto de vista de Aroux difiere sensiblemente del
nuestro. Nosotros trataremos de encontrar un medio de conciliación pues no
comporta ninguna incompatibilidad absoluta.
"Había realmente -dice- en la civilización
del mediodía como en la del norte, menos avanzada, y no podía haber más que una
sola caballería. Era puramente feudal y en absoluto amorosa. La de los Tristán,
los Lancelot du Lac, Amadis, Galaor, no ha existido más que en las novelas y en
las asambleas secretas de la Massenie albigense".
Esta tradición de buenos caballeros errantes y
amorosos dispuestos a romper una lanza para el triunfo del honor y del buen
derecho no reposaría más que sobre una ficción mistagógica y no habría tenido
vigor más que en reducidos subterráneos, numerosos en verdad, pero muy distante
de las altas mansiones y fieros castillos colgados sobre las cimas muy elevadas?
Eugene Aroux cae aquí en un lamentable error. Confunde nobleza y caballería. Las
dos cosas pueden combinarse, pero no son de la misma naturaleza. Cuando nos
habla de una caballería feudal y de un caballería amorosa muestra una
inconsecuencia singular en un hombre tan advertido.
Aroux se equivoca. No hay más que una caballería; la
de los misterios. Todos los nobles, incluso los más grandes feudatarios no eran
admitidos. El título de caballero era buscado como el mayor honor que haya
podido obtener un hombre sobre la tierra y se le consideraba la coronación de la
nobleza. Esta dignidad era incluso negada a los reyes. Algunos monarcas la
adquirieron, ciertamente, en una época de decadencia donde la caballería no era
más que una palabra hueca, cuyo sentido se había perdido. Fue a este título
profano como Napoleón o Luis XVIII pudieron ser recibidos como
masones.
El título de caballero no se concedía en absoluto a
la ligera. Era preciso superar ciertas pruebas. Apenas podemos imaginar que
estas pruebas se limitaran a rudas estocadas o proezas de bravura. Se trataba de
otra cosa. Para ser armado caballero era preciso ser hombre de bien en toda la
aceptación del término, renunciar a la vida de rapiña de los barones errantes y
proteger a la viuda y al huérfano, en una palabra estar regenerado y nacido para
una vida nueva. La Iglesia, en el siglo XI no podía más que oponer una débil
barrera a las depredaciones de los grandes señores y no pudo en absoluto ejercer
suficiente influencia para que se pudiera cambiar las costumbres
feudales.
Era preciso para una obra tan considerable una leva
más poderosa que la fuerza del clero sobre los elementos temporales. No negamos
absolutamente a la Iglesia romana una acción moral que sería injusto negar. Pero
la caballería, aunque se haya desarrollado bajo su patronazgo, era algo más que
un hábil maquillaje, un señuelo de la potencia de los papas.
Para comprender lo que la Iglesia oficial era, basta
leer la horrible pintura que traza Pierre Damien. Jamás se vio semejante
estructura de podredumbre. ¿Es posible considerar a un clero envilecido hasta
ese punto como instigador del movimiento caballeresco?
Una objeción se plantea: en sus buenos tiempos la
caballería no era hereditaria mientras que la nobleza de raza si lo era. Este
rasgo distintivo muestra que la caballería consagraba una evolución moral
completamente personalizada. Aroux estaba en este punto equivocado y lo que ha
creado este malentendido en su espíritu deriva de la consideración de un hecho
puramente administrativo: había en la nobleza una organización militar ecuestre,
ya que se combatía entonces a caballo. Pero estos caballeros eran gentes de a
caballo que llevaban la espada de la fuerza y no la de la lealtad. Nunca la
historia probará que los caballeros hayan sido armados caballeros por una
investidura regular. El título de caballero, causa de este error, es una pura
homofonía sin consecuencias extraída de la palabra caballo. La caballería
legendaria exigía un período de prueba muy fuerte.
Originariamente duraba veintiún años. Era conferido
por medio de un ceremonial simbólico que sorprendía al menos avisado. Los
padrinos o jurados eran indispensables y no comparsas de mera forma. El
candidato pasaba primeramente por baños frecuentes, luego permanecía varias
noches en una capilla oscura sin luz. Era la "noche de la tumba" en la cual el
hombre viejo iba a ser inhumado y luego entrar en putrefacción para resucitar a
una vida nueva (la Vita Nuova de Dante). Luego reaparecía con el día, vestido de
blanco para testimoniar la resurrección moral. Entonces realizaba los ritos de
la religión oficial. Tras este deber recibía la espada, la del buen combate, y
se procedía a vestirlo. Un discurso iniciático acompañaba cada pieza de la
armadura que morada en alguna parte del recipiendarios en los deberes de su
cargo. M. Roy, en un pequeño libro, impreso por Marne, ha recogido algunas de
las locuciones pronunciadas para la circunstancia. La intención esotérica es
manifiesta: la armadura no es más que una alegoría. Todos los saberes profanos
ignoraban el sentido filosófico de estos ritos.
Fauriet, en su "Curso de Literatura Provenzal",
reconocía con la mayor perplejidad, que la caballería reclutaba en la pequeña
nobleza, viviendo al abrigo de los desvíos criminales de la nobleza de pro:
"Estos hombres que asumían el amor de forma tan exaltada no eran ni grandes
barones ni poderosos feudatarios. Eran, en su mayor parte, pobres caballeros sin
feudos (el autor habla aquí la lengua de la nobleza actual para la cual el
título de caballero es el más bajo en la jerarquía). El mayor número
pertenecía a las filas inferiores de la feudalidad y varios son citados
expresamente por su gran pobreza".
¿Cómo es que la iglesia no se alertase ante la
superchería? En realidad, "muchos conventos, tanto de hombres como de
mujeres, había sido invadidos por la herejía" dice Aroux. Aidre Tieberg en
su excelente obra sobre la Ruta Social señala algunos monasterios de Champagne
que, en la Edad Media, celebraban ritos simbólicos de la Masonería. Terminaron
por desaparecer a continuación y con razón.
No, la caballería, de la que Europa se honra y
glorifica, ha tenido mucho espacio en la vida real para que se le pueda reducir
a algo puramente alegórico. La caballería se inspiraba en principios muy
elevados para no ser más que una institución guerrera, pues incluso lo que Aroux
considera como heráldica, testimonia las más nobles aspiraciones.
En nuestra opinión la emanación de las altas
personalidades de aquel tiempo, profesaban el cristianismo filosófico. Si era de
otra forma y si era necesarios confundir caballería con los albigenses, el
catarismo y los valdenses, convendría ir más allá hasta el final de la lógica y
decir que todos los miembros de estas sectas eran caballeros.
Por nuestra parte rechazamos reconocer vínculos de
familia con la caballería; ésta ocupaba el piso superior a la herejía asumida
por el pueblo y dirigida por un sacerdocio de la misma condición. En lugar de
los trovadores portadores de buenas palabras, los mandantes tenían buhoneros,
mercaderes, peregrinos y saltimbanquis. Esto se desprende necesariamente de la
influencia regeneradora de la casta superior, pero aunque profesaran íntimamente
la misma doctrina, lo hacían de manera diferente.
Hacemos las mismas reservas en lo que respecta al
cristianismo de los caballeros. Pensamos que cuando la iglesia practica con el
poder temporal y da a los fieles la carne material de Cristo como único
alimento, los hierofantes del cristianismo filosófico, para preservar de la
ruina que amenazaba la Religión de la sabiduría, suscitaron el movimiento
caballeresco para reaccionar sobre las altas clases y seguir el dogma de los
antiguos misterios que es el alimento del alma por la ciencia.
Tras haber superado en una sola y única obra la
caballería que Aroux había cortado en dos, creemos útil reproducir algunas
páginas muy instructivas de los Misterios de la caballería de este autor, la
Massenie del Santo Graal y las cortes de amor.
Göerres hace un estudio comparativo de las
iniciaciones en los misterios y de la antigua caballería. Un extracto de este
trabajo debería tener lugar. ¿Podría usted procurármelo? Este documento viene en
apoyo de mi tesis contra la de Aroux. Sería interesante y documentaría más
seriamente este trabajo.
Fuente: http://www.masoneriacristiana.net/2012/09/caballeria-texto-inedito-de-pierre.html
viernes, 7 de septiembre de 2012
El Gran Orient de Catalunya se suma a la marcha independentista por el estado propio
El Gran Orient de Catalunya se ha adherido a la manifestación unitaria que, bajo el lema Catalunya, nuevo estado de Europa, tendrá lugar el próximo día 11 de septiembre en Barcelona. Dicha manifestación, convocada por la Assemblea Nacional Catalana, contará la participación de una delegación encabezada por el Gran Maestro y los Oficiales del Consejo de Gobierno, según indica la página web de la obediencia, donde también se detalla la agenda de actos previos programados por el GOC durante la misma jornada.
Fuente: http://www.actualmasonica.com/2012/09/07/el-gran-orient-de-catalnunya/
El Gran Orient de Catalunya participarà en la manifestació unitària de l'Onze de Setembre convocada per l'ANC
El Gran Orient de Catalunya recolza la convocatòria de la manifestació unitària convocada per l'Assemblea Nacional Catalana l'Onze de Setembre sota el lema Catalunya, nou estat d'Europa.
Una delegació de la nostra Obediència encapçalada pel Gran Mestre Antoni Castillo i Nebra i els Grans Oficials del Consell de Govern, participarà en aquest acte reivindicatiu. Prèviament, el GOC haurà realitzat les seves pròpies activitats, seguint el pla que es detalla a continuació:
11 hores: Ofrena Floral al Monument de Rafael Casanova
12 hores: Ofrena Floral al Fossar de les Moreres
13 hores: Ofrena Floral al Monument del General Moragues
14:15 hores: Dinar de germanor a la seu del GOC al carrer Mallorca de Barcelona
Fuente: http://www.granorient.cat/v2/?q=node/111
Exposición masónica en Făgăraş
Făgăraş, Rumania. El 14 de septiembre de 2012, el Museo Valeriu Literat inaugurará una exposición masónica con el apoyo del Museo Brukenthal. La exposición consta en la presentación de 60 piezas representativas de la Orden Masónica.
Los objetos que serán presentados al público tienen una estrecha relación con la
Masonería del sur de Transilvania. La exposición se finalizará el 28 de
septiembre.
Fuente: http://agenciadeprensamasonica.blogspot.com/2012/09/exposicion-masonica-en-fagaras.html
jueves, 6 de septiembre de 2012
sábado, 1 de septiembre de 2012
RUDOLF STEINER: EL MOVIMIENTO OCULTO DEL SIGLO XIX Y SU RELACIÓN CON LA CULTURA MUNDIAL - II CONFERENCIA 11 de octubre de 1915
II CONFERENCIA
11 de octubre de 1915
En nuestra reflexión de hoy, les ruego me permitan presentarles
entremezclados, ciertos aspectos personales y ciertos hechos objetivos, porque
lo que tengo que vincular a la exposición de ayer, es precisamente lo que hace
necesaria nuestra reflexión de hoy.
Quiero partir de determinado episodio, relacionado con nuestro
Movimiento Antroposófico. Ya lo saben ustedes: en lo formal-externo, empezamos
relacionando nuestro movimiento -pero precisamente de una manera externa- con
la llamada Sociedad Teosófica, y que fundamos la llamada Sección Alemana de la
Sociedad Teosófica en otoño de 1902, en Berlín. Luego, durante el año 1904,
tuvimos la visita de distinguidos miembros de la Sociedad Teosófica -Theosophical
Society- en distintas ciudades alemanas. En la época de esa visita, sucedió
el episodio del que vaya hablar. Había aparecido ya, en la primavera de 1904,
mi libro "Teosofía", y se había fundado la revista
"Lucifer-Gnosis". Y había publicado ya en esta revista, algunos
artículos relativos al problema de la Atlántida, de la constitución de la época
atlante. Lo que ya se había publicado en los artículos en
"Lucifer-Gnosis", se recogió luego en una publicación especial con el
título "Nuestros antepasados atlantes"[1]). En ella,
hice un número de comunicaciones sobre
el carácter del mundo atlante; y en "Lucifer-Gnosis" me remonté
incluso a la configuración de la llamada época lemuriana. Así, pues, había
aparecido cierta cantidad de artículos de esa índole, y precisamente cuando
estaban con nosotros los miembros de la Theosophica/ Society, un número
de la revista que tenía que aportar importantes informes, estaba listo y fue
enviado a los suscriptores. Esto fue precisamente en los días en que estaban de
visita los teósofos. Un personaje de mucho prestigio en el seno de la Theosophica/
Society leyó entonces esa información sobre el mundo atlante, y me hizo
una pregunta, pregunta que quiero mencionar como episodio notable junto con lo
dicho ayer.
Este miembro de la Theosophica/ Society que, precisamente en el
tiempo de la fundación de la Sociedad por Blavatsky, había participado en los
asuntos de más importancia, y estaba plenamente identificado con las actividades
de la Theosophica/ Society, me hizo la pregunta: ¿De qué manera se
lograron, propiamente, estos conocimientos sobre el mundo atlante? Esta
pregunta abarcó mucho y de mucha trascendencia, porque ese miembro conocía
hasta entonces únicamente la manera en que se lograban semejantes
informaciones en la Theosophica/ Society, o sea, recurriendo a
investigaciones del tipo mediumnístico. Las informaciones que entonces ya
estaban publicadas por la Theosophica/ Society se habían apoyado en
investigaciones relacionadas con la investigación mediumnística. una persona
fue puesta en una suerte de estado mediumnístico -no se le puede llamar
trance-, y se establecieron las condiciones para que esa persona, que no se
hallaba en un estado normal de conciencia, diera información acerca de lo que
no se puede lograr con la conciencia normal. Así fue cómo se habían obtenido
las informaciones en aquel tiempo, y los miembros competentes de la Theosophica/Society
no conocían otro camino para obtener información acerca de sucesos
prehistóricos, y por eso ese miembro preguntó de qué persona disponíamos que
podíamos utilizar de esta manera como médium para tales investigaciones.
Como yo tenía que rechazar esa manera de investigar, y me basaba
firmemente en la investigación individual, y como entonces yo ya había logrado
todo exclusivamente por mi propia investigación, esa persona no me entendía en
absoluto: no entendía que se trataba de algo distinto de lo que se había
practicado hasta entonces en la Theosophica/ Society. Pero la senda que
yo tenía que seguir era: rechazar todo lo que había sido entonces el método de
investigación e investigar yo mismo, si bien por intermedio de videncias
suprasensibles, valiéndome sin embargo únicamente de lo que se revela a la
misma persona investigadora.
Considerando la manera en que tengo que intervenir en el movimiento
espiritual, debo necesariamente hacer valer, de la manera más rigurosa, el
método de investigación que tantas veces les he descrito y que, sin duda, es
indispensable para el mundo moderno y la humanidad contemporánea. Ustedes ven,
pues, cuán importante es lo que separa el método de investigación de la Ciencia
Espiritual de los caminos que se seguían en la Theosophica/ Society, pues
todo lo que ésta posee de información del mundo espiritual, por ejemplo, la
contenida en el libro de Scott Elliot sobre la Atlántida, se logró absolutamente
por el camino descrito anteriormente, el único que se consideraba auténtico,
por ser el único objetivo. Así pues, la introducción de nuestro enfoque
científico-espiritual fue, desde el principio, algo completamente nuevo frente
a los métodos de la Theosophica/ Society, algo que contaba totalmente
con los métodos de la ciencia natural moderna, y que tan sólo había de
perfeccionarse hasta el punto de poder ascender con ellos a los mundos
espirituales:
Precisamente esa conversación fue significativa; tuvo lugar en el año
1904, y puso en evidencia que existía una diferencia esencial entre lo que
hacemos aquí en la Ciencia Espiritual; y lo que se hace en el resto de la Theosophical
Society; que entonces no existía lo que tenemos en la Ciencia Espiritual,
sino que la Theosophical Society continuaba el método que había surgido
como compromiso entre los exotéricos y los esotéricos. He ah í, pues, el
resultado necesario del curso evolutivo que describí ayer. Recuerden que dije
que, poco a poco, se fue perdiendo la videncia, y sólo hubo casos aislados de
videntes apropiados para ser convertidos en médiums de los que podía obtenerse
alguna información. Así, se habían formado las llamadas órdenes ocultas, las
cuales, aunque tenían muchos iniciados, no tenían videntes. Esas órdenes tenían
que empezar a desarrollar gradualmente los métodos que ya se usaban desde hace
mucho tiempo en nuestra época materialista y habían tenido que
procurarse los "instrumentos de investigación", buscando a personas
que todavía dispusieran de capacidades mediumnísticas, es decir, en las que se
podía desarrollar clarividencia atávica, para descubrir algo mediante ellas.
Esas órdenes poseían un amplio caudal de enseñanzas y símbolos, pero si alguien
quería realmente investigar, dependía de la ayuda de las personas de
clarividencia atávica. Este método se continuó, de cierto modo, en la Theosophical
Society, y el compromiso del que hablé ayer, consistió esencialmente nada
más en que, en las logias y en las distintas órdenes, se practicaban los
experimentos, por medio de los cuales las influencias espirituales se
proyectaban hacia el mundo, para poner en evidencia que efectivamente existen
influencias del mundo espiritual sobre el hombre. Así pues, lo que se había
practicado en las escuelas esotéricas, se había obtenido de esa manera.
Ese experimento fracasó, pues en tanto que se había esperado que a través de
los médiums se revelaran auténticas leyes espirituales que rigen nuestro mundo
circundante, lo único que se logró fue que casi todos los médiums cayeran en el
error de creer que las comunicaciones que recibían, procedían de los difuntos,
es decir, los médiums tenían el afán de refundirlas haciéndolas parecer como si
fueran mensajes que venían de los muertos. Esto produjo determinada
consecuencia: aquellos entre ustedes que son miembros desde hace mucho tiempo,
y que recuerdan los primeros tiempos del movimiento teosófico contemplan la
literatura que entonces todavía se daba bajo la influencia de la Theosophical
Society, saben que el mundo astral, es decir, la vida inmediatamente
después de la muerte, se describió en los libros de la señora Besant, pero que
ella repetía solamente lo que estaba escrito en la "Doctrina Secreta"
de la Blavatsky, o lo que podía leerse en los libros de Leadbeater. De esas fuentes se originó todo lo que fue relatado sobre la vida de los
hombres entre la muerte y el nuevo nacimiento.
Ahora bien, si ustedes comparan con ello lo que expuse en mi obra
"Teosofía" sobre el mundo anímico y el espiritual (en los primeros
tiempos siempre se quería refutarlo, pero creo que ahora ya hay suficientes
personas capacitadas para opinar objetivamente), encontrarán diferencias
esenciales, precisamente porque también en estas áreas los métodos de
investigación fueron distintos. En efecto, todos los métodos que tenía
la Theosophical Society. se originaron en los métodos de que les hablé,
incluso los métodos que se empleaban para investigar la vida de los muertos.
Ustedes ven, pues, que lo que la Theosophical Society dio al
mundo en primer lugar, fue, en cierto modo, una continuación del anterior
ensayo. Veremos enseguida de qué modo no lo fue. Pero, en general, fue
la continuación del experimento que resultó como compromiso entre los exotéricos
y los esotéricos, a partir de la mitad del siglo XIX, sólo que la Theosophical
Society supo darle un toque un poco más esotérico. Mientras que,
antes, se había tratado de exponer al médium al público, los miembros de la Theosophical
Society preferían hacer sus prácticas solamente en el círculo íntimo, y
comunicar después sólo los resultados. He ahí una diferencia esencial, porque
de esta manera se retomó un método de investigación que se había consagrado
como costumbre general en las distintas órdenes antes de la mitad del siglo
XIX. Tengo que subrayar esto, porque tengo que señalar categóricamente que, con
la introducción de nuestro nuevo movimiento científico-espiritual, se
introdujo un método totalmente nuevo, método que tomaba en cuenta el modo de
pensar de la ciencia moderna.
Les dije que había fracasado aquel compromiso entre exotéricos y
esotéricos, que consistía en tratar de convencer al mundo materialista de que
existe un mundo espiritual, recurriendo a los médiums. Se podía ver el fracaso
en el hecho de que los médiums siempre hablaban de un mundo que, en las
circunstancias dadas, no podía series accesibles: hablaban del mundo de los
muertos. Hablaban de inspiraciones que, según ellos, procedían del mundo en
que vivían los muertos. Los exotéricos y los esotéricos se dieron cuenta de que
el ensayo no producía los frutos que ellos habían querido lograr.
Y ¿en qué se originó lo que pasó? ¿Qué fue lo que realmente demostró
aquel extraño ensayo, resultado de ese compromiso relatado?
Puso en evidencia que determinada clase de iniciados, en cierto
modo-arrebataron el mando a los que habían entrado en el compromiso. Los
iniciados de extrema izquierda se habían apoderado del movimiento que estaba
protegido conforme lo describí. Lograron una gran influencia porque todo lo que
se realizó por conducto de los médiums, no procedía del mundo de los muertos,
sino del mundo de los vivientes. Estos eran, a la vez, los iniciadores que se
ponían en contacto directo o remoto, con los médiums. Y por haber sido logrado
por esos iniciadores y los médiums, todo eso tenía el matiz de las teorías de
quienes querían apoderarse de estos médiums. Aquellos entre los esotéricos y
exotéricos que habían entrado en el compromiso, habían querido demostrar al
mundo: ¡Miren, existe un mundo espiritual! Pero cuando, a los que pensaban
poder pijotear, se les escapó el timón de sus manos, los ocultistas muy izquierdistas
se apoderaron del mismo y trataron de comunicar al mundo a través de los
médiums, sus propias teorías e ideas.
Para los que habían hecho el compromiso en beneficio de la humanidad,
la situación fue fatal. Más y más sentían que, en creciente medida, se
introducían en el mundo enseñanzas falsas sobre lo suprasensible. Esta fue la
situación en el desarrollo del ocultismo en los años 40, 50 y hasta en los
60, del siglo XIX.
Mientras todavía se reflexionaba en los círculos de los ocultistas
sinceros, la situación era realmente fatal, pues cuanto más de la izquierda
fueron los ocultistas, tanto menos estaban dispuestos a dar realmente tan sólo
lo genéricamente humano. En ocultismo, se es izquierdista si uno quiere lograr
algún propósito con ayuda de la doctrina oculta que se representa; se es
derechista si uno aspira a difundirla solamente por lo que ella misma es. El
partido del centro pretende convertir en exotérico, en beneficio de lo humano
en general, aquello del esoterismo, que es necesario en nuestros tiempos. Pero
los de la extrema izquierda son los que persiguen propósitos especiales con la
enseñanza oculta que difunden. Se es izquierdista en la medida de los
propósitos especiales que uno persigue; en la medida en que uno lleve a los
hombres al mundo espiritual, proporcionándoles toda clase de manifestaciones
del mundo espiritual, e implantándoles, de manera indebida, algo que solamente
sirve para la realización de aquellos propósitos especiales. Tal fue, pues, la
situación en que se encontraba entonces
la dirección de los iniciados modernos, es decir, los exotéricos y esotéricos
que habían formado el referido compromiso: se daban cuenta de que el asunto
estaba en manos de personas que perseguían propósitos especiales.
Se oía entonces (y quizás el uso de la palabra oír no sea muy exacto,
pero no se puede escoger términos más precisos, porque nos hallamos limitados
al lenguaje exterior, en tanto que el trato interno entre los ocultistas es
algo que el idioma exterior no es capaz de expresar), así se oía entonces que
para la continuación del desarrollo espiritual sobre la Tierra, debía de
sobrevenir un acontecimiento importante que he de describir. Entre los métodos
de investigación de las distintas órdenes, hasta donde se podía, se había preferido
prescindir de médiums femeninos. En las órdenes estrictas que querían adoptar
el punto de vista correcto, jamás se trabajaba con médiums femeninos para
lograr revelaciones del mundo espiritual.
Sin duda, el organismo femenino, por su propia organización, es
apropiado para retener la clarividencia atávica, por más tiempo que el
organismo masculino. A la vez que, poco a poco, ya no quedaban médiums
masculinos, todavía existían médiums femeninos, y también en el compromiso
referido, se trabajaba con un gran número de médiums femeninos. Pero luego
entró en escena para los ocultistas, una personalidad que era medial en elevado
grado: la señora H. P. Blavatsky, quien, gracias a ciertos miembros subconscientes
de su organismo, fue particularmente apropiada para captar mucho, muchísimo del
mundo espiritual. Démonos cuenta de lo que por ello, fue posible para el mundo:
precisamente en uno de los momentos de más importancia para el desarrollo
oculto, apareció un personaje que, por el modo peculiar de su organismo, fue
ampliamente dotado de todas las posibilidades para captar lo más variado del
mundo espiritual.
El ocultista que, en aquel entonces, contemplaba su época, tenía que
decirse: en el momento oportuno, llega un personaje quien nos puede dar, por la
singularidad de su organismo, las pruebas más contundentes para las antiquísimas
enseñanzas transmitidas que para nosotros existen tan sólo en símbolos. Era
pues un personaje que ofrecía comprobar nuevamente mucho de lo que, desde
largo tiempo, ya no se sabía sino por tradición. Este fenómeno se presentó
precisamente después de haber fracasado, después de haber llegado a un callejón
sin salida. Hemos de recalcar esto: Blavatsky era un personaje del cual podían
sacarse las verdades ocultas como pueden sacarse chispas eléctricas de una
botella de Leiden.
Nos llevaría demasiado lejos relatar todos los pasos intermedios pero
sí tengo que mencionar algunas cosas importantes. Hubo un momento de gran
significado que puedo describir como sigue (me estoy expresando algo simbólicamente,
pero ilustra el hecho): los ocultistas de la derecha que habían entrado en
compromiso con e! partido del medio, podían decirse: ahora ya es posible
obtener verdades muy importantes por conducto de ese personaje. En cambio, los
de la izquierda podían decirse: con ayuda de esa persona, existe la posibilidad
de lograr algo en el mundo, y de la manera más intensa. Empezó entonces una
auténtica lucha por ese personaje: de un lado, con la sincera intención de ver
comprobado mucho de lo que sabían los iniciados; del otro, para realizar los
grandes propósitos especiales.
Varias veces he aludido al primer período de !a vida de H. P. B., y he
mostrado que, efectivamente, se intentaba obtener de ella mucha información
esotérica. Pero el asunto cambió relativamente pronto, debido a que ella cayó
bajo la influencia de los de la izquierda. Y, a pesar de que H. P. B. sabía muy
bien aquello que ella misma podía percibir por videncia propia, -de hecho, ella
era particularmente importante por no ser solamente un médium pasivo, sino que
tenía una memoria extraordinaria para todo lo que se le había manifestado de
los mundos superiores- ella se hallaba, sin embargo, bajo la influencia de
ciertos personajes cuando quería evocar manifestaciones del mundo espiritual.
De ahí que siempre invoca a los mahatmas, lo que, en realidad, no debería
hacerse. Pueden tener influencia, pero esto no tiene importancia cuando se
trata de llevar adelante a la humanidad.
H. P. Blavatsky llegó
relativamente pronto al punto de tener que decidirse. Desde un lado, que
pertenecía a la izquierda, se enteró de que ella era un
personaje importante. Bien sabía lo que ella veía, pero ignoraba el alcance de
la importancia de su personalidad; llegó a saberlo por los izquierdistas.
Fundamentalmente, ella era una persona muy honrada y trató, por lo pronto
-después de haber recibido la información de aquel lado, que precisamente por
su carácter honrado, no ha de haberle gustado al principio-, de llegar a un
compromiso con una orden ocultista en Europa. Hubiera podido resultar algo muy
bello, porque por su gran talento mediumnístico ella hubiera podido presentar
comprobaciones de fenomenal importancia para lo que los iniciados conocían en
teoría y por el simbolismo. Pero ella, además, de ser una persona totalmente
honrada, tenía también algo de pícara; tenía cierto rasgo fundamental, propio
de las personas que se inclinan hacia lo mediumnístico, es decir, una actuación
cambiante. Así que, por momentos, podía ser muy impertinente. Yen uno de esos
momentos de impertinencia, puso condiciones inaceptables para aquella orden
oculta que estaba dispuesta a hacer el experimento con ella. Y como sabía que,
por medio de ella, se podía lograr mucho, se decidió a probarlo con otras
fraternidades, y así se acercó a una cofradía norteamericana cuya mayoría
siempre vacilaba entre la derecha y la izquierda, pero que, de todos modos, se
hallaba ante la posibilidad de revelar factores de enorme importancia sobre el
mundo espiritual.
Pero sucedió que, en ese mismo tiempo, otros cofrades izquierdistas,
pusieron gran interés en la Blavatsky, cofrades que ya en aquel entonces perseguían
sus propósitos especiales. No quiero explayarme más sobre esos intereses
especiales. Si fuese necesario, podría -en el futuro- explicarlo más. Por lo
pronto, basta decir que eran cofrades con intereses especiales, sobre todo
fuertes intereses políticos, que esperaban lograr algo político en Norteamérica
con la ayuda de personas preparadas de antemano de manera ocultista. La
consecuencia fue que, en un momento dado, cuando la Blavatsky, por haber
colaborado con aquella logia norteamericana, ya había conquistado una cantidad
enorme de conocimientos ocultos, tuvo que ser expulsada de aquella logia,
porque se descubrió que había algo político en el fondo; ya no se podía
tolerarla más.
Entonces, la situación se hizo todavía mucho más difícil, porque los
ocultistas sinceros se veían en la necesidad de retractarse de lo que se había
emprendido para llamar la atención mundial sobre el mundo espiritual, pues esto
había fracasado. Había que demostrar que las afirmaciones del espiritismo no
tenían validez, aunque él mismo tenía muchos seguidores. Era puramente
materialista y extremadamente diletante; de él solo se ocupaban los
investigadores que, de manera materialista exterior, andaban en pos de
conocimientos de un mundo espiritual. Además, a su salida de la logia
norteamericana, la Blavatsky dejó traslucir que no estaba en nada dispuesta a
guardar silencio sobre aquello que sabía. Y vaya que sabía mucho, porque, con
su buena memoria, se acordaba de todo cuanto se había logrado con ella. Y tenía
su buena dosis de frescura.
Y ahora, ¿qué hacer? Entonces se realizó algo a lo que ya he aludido
varias veces, porque algunas partes de lo que hoy les presento en una visión de
conjunto, ya las he dicho repetidas veces aquí o allá. Se realizó lo que en ocultismo se llama: presidio oculto, que consiste -en
que, mediante ciertas manipulaciones que sólo pueden hacer ciertos miembros de
cofradías, practican maniobras que, en realidad, son inadmisibles, se logró que
la Blavatsky viviera por algún tiempo en un mundo que proyectó hacia adentro
todos sus conocimientos ocultos.
Imaginen ustedes a la Blavatsky dibujando simbólicamente con su aura
que contiene todos sus conocimientos ocultos; entonces se logró, por ciertos
procedimientos, que por largo tiempo viviera exclusivamente en esa aura, y que
todo se proyectara, nuevamente, hacia el interior de su alma. Así, que todo lo
que tenía de conocimientos ocultos debía quedar encerrado: ella había de quedar
separada del mundo exterior y de su propio ocultismo (dibujo 2).
Esto se logró en la época en que la Blavatsky hubiera podido ser muy
peligrosa, difundiendo ciertos hechos que precisamente pertenecen a lo más
interesante en el horizonte del movimiento ocultista. Entonces, oyeron de este
asunto ciertos ocultistas hindúes que, por su parte, tenían mucha inclinación a
la izquierda y que, sobre todo, estaban interesados en tergiversar el ocultismo
que podía introducirse en el mundo a través de H. P. B., de modo que pudiera
obrar favoreciendo los intereses particulares de aquellos ocultistas hindúes.
Gracias a los esfuerzos de ellos, que conocían las prácticas correspondientes,
se logró liberarla de su encierro en su aura; ella quedó libre otra vez, de
modo que nuevamente podía utilizar correctamente sus poderes espirituales.
Lo dicho les permite apreciar los torbellinos que han de haber pasado
en el alma de H.P.B., y cuáles han sido los ingredientes que integran los
mensajes que, gracias a ella, se lanzaron al mundo. Mas por haberse ganado el
mérito de haberla liberado de su cautiverio, aquellos ocultistas hindúes tenían
también cierto poder sobre ella, y no fue posible impedir que ellos la
utilizaran para lanzar al mundo parte del ocultismo que les convenía. Así, se
produjo una situación muy extraña. Los ocultistas hindúes querían hacer valer
sus propios intereses particulares contra los intereses particulares de los
otros, y para ello, se servían de la Blavatsky. H. P. Blavatsky, para poner en
acción sus extraordinarias facultades, necesitaba hallarse bajo una influencia exterior:
su disposición mediumnística había de generarse desde afuera; por eso, fue
posible lanzar al mundo, por conducto de ella, toda clase de influencias.
Fue en aquel tiempo que la Blavatsky se asoció con Olcott, persona que
inicialmente no tenía mayores intereses teosóficos, pero que poseía un gran
talento de organización. No puedo asegurarlo, pero supongo que ya existía
cierta relación entre los dos en el tiempo en que la Blavatsky fue miembro de
la logia norteamericana. Además, apareció en el horizonte espiritual de la
Blavatsky un personaje (en cierto modo, bajo la máscara de otra individualidad)
representante de las tendencias que, desde la India, se querían introducir en
el mundo. Probablemente, algunos de ustedes saben que precisamente el coronel
Olcott, en su libro "People from the other world" escribió mucho
sobre ese personaje que entró entonces en el horizonte de la Blavatsky, bajo
la máscara de una individualidad llamada Mahatma Kut-Humi. Olcott, en sus
escritos menciona también que, en 1874, dicho Mahatma Kut-Humi había hecho una
declaración sobre la individualidad que vivía dentro de él. Declaró llamarse en
realidad John King, y haber sido la individualidad de un famoso pirata del
siglo XVII. Esto aparece en el libro "People from the other world".
Así, en Mahatma Kut-Humi se
hallaba incorporado el espíritu de un célebre pirata del siglo XVII, quien en
el siglo XIX llevó a cabo los significativos fenómenos con ayuda de la médium
H. P. Blavatsky, y también de otros médiums. Trajo tazas de té desde lejos;
hizo aparecer diversos documentos del ataúd del padre de la Blavatsky, y cosas
por el estilo. Todo esto, según la declaración del coronel Olcott, fue obra de
aquel pirata del siglo XVII.
El coronel Olcott se expresó de manera rara sobre ese John King:
insinuó que, posiblemente, no se trataba del espíritu de aquel pirata, sino de
un miembro de una orden que, entre los hombres, existe como orden visible, en
tanto que, para sus realizaciones, depende de influencias invisibles. Si es
así, ese Mahatma habría sido miembro de una orden que, durante su vida, se
dedicaba a las actividades que señalé, las que se pretendía comunicar al mundo
por conducto de H. P. B., mezcladas con toda clase de intereses particulares.
Estos consistían en que se quería difundir, sobre todo, una doctrina de la
India.
Así era la situación alrededor de los años 70 del siglo XIX: fueron
acontecimientos muy significativos, que, sin embargo, hay que ver en conjunto
si se considera el movimiento ocultista en su totalidad. Ese John King es el
mismo que, por medio de la "precipitación" produjo los libros de
Sinnett, tanto el primer libro las "Cartas sobre el mundo oculto, como
sobre todo el libro "Budismo Esotérico".
Ese libro: "Budismo Esotérico", de Sinnett, cayó en mis manos
a las pocas semanas de haber aparecido, y pude darme cuenta de que en él se
hizo el intento de dar a la enseñanza espiritual una forma totalmente
materialista. Si ustedes con todos los conocimientos que adquirieron en el
transcurso del tiempo, analizaran ese libro, se sorprenderían de las formas
materialistas en que se expresan ah í las cosas; se trata de una de las formas
más nefastas del materialismo; en ese libro se describe el mundo espiritual de
un modo completamente materialista. Quien lo lee, no puede sustraerse al
materialismo; si bien la materia se hace más sutil, uno no puede deshacerse de
lo material por mucho que uno trate de elevarse. Así, los nuevos patrones
espirituales de la Blavatsky no solamente tenían sus intereses particulares
hindúes, sino que, además, aceptaron las concesiones más radicales al
pensamiento materialista de la época. Y que su cálculo fue perfecto, quedó
evidenciado por la gran influencia que ese libro tenía sobre muchísima gente.
Conocí a científicos de ciencias naturales que estaban encantados con
aquel libro de Sinnett, porque comulgaba muy bien con sus ideas, y les
permitía, al mismo tiempo, imaginarse un mundo espiritual. Ese libro complació
a todas las necesidades de los materialistas, a la vez que ofreció la
posibilidad de satisfacer las inquietudes por un mundo espiritual, es decir, de
admitir la existencia de un mundo espiritual.
Ya saben ustedes que, precisamente influida por las consecuencias de
esos sucesos, la Blavatsky escribió su "Doctrina Secreta" a fines de
los años 80 del siglo XIX, y murió en 1891. Esta "Doctrina Secreta"
está escrita exactamente en el mismo estilo que el "Budismo
Esotérico", solamente que se corrigieron algunos crasos errores, fácilmente
detectables por cualquier ocultista. Ya hablé varias veces sobre las
peculiaridades de la "Doctrina Secreta" de la Blavatsky. Así que no
hace falta repetirlo en el contexto de mi charla de hoy.
Después, en base a lo que se había realizado de la manera descripta,
se fundó la Theosophical Society que, en lo esencial, ha conservado su
carácter hindú, aunque no de manera tan intensa como lo fue bajo la influencia
de John King; pero el matiz hindú subsiste hasta nuestros días. He ah í, pues,
un camino nuevo que contó fuertemente con el materialismo de la época, pero
diseñado para llamar la atención de la humanidad, sobre la existencia de un
mundo espiritual, y no solamente de un mundo material.
Habría que contar muchos detalles más, pero no disponemos del tiempo.
Sigamos, pues, explicando cómo nuestro propio movimiento de Ciencia
Espiritual, tuvo que entenderse con el movimiento ya existente.
En octubre de 1902, fundamos la Sección Alemana de la Theosophica/
Society. Ya desde el invierno de 1900, y también en el invierno de 1901, yo
había dado en Berlín conferencias que pueden llamarse conferencias teosóficas,
porque se dieron también en el círculo de los teósofos de Berlín, es decir, de
aquellos teósofos que me habían invitado a pronunciarlas. Las primeras
conferencias fueron las que, posteriormente, reuní en mi libro: "La
mística en los albores de la vida espiritual moderna". Esas conferencias
se dieron en un círculo de miembros de la Sociedad Teosófica, sin ser
yo miembro de ella en ese
tiempo. Por lo pronto, tengamos en
cuenta que se trataba de una doctrina muy difundida, doctrina que había
despertado en los hombres un interés por el mundo espiritual; había en el mundo
entero personas preparadas que deseaban saber algo sobre el mundo espiritual.
Esas personas no sabían nada de todo lo que acabo de contar a ustedes; no
tenían ni idea de eso; tenían un ansia sincera por el mundo espiritual y, por
ese anhelo, se habían afiliado al movimiento en el cual se podía satisfacerlo.
Así, en el seno de ese movimiento se encontraban las almas que tenían ansia por
conocimientos del mundo espiritual.
Ustedes saben que, de manera
grotesca y curiosa, me reprochan el haber cambiado, de repente, a una ideología
completamente distinta de la expresada en mi libro: "Concepciones del
mundo y de la vida en el siglo XIX". (La primera parte de ese libro
apareció en febrero de 1900, y la segunda, en octubre del mismo año); se me
reprocha haberme volcado en dirección a la ideología teosófica. Les he
comentado varias veces que, no solamente cayó, por ejemplo, en mis manos el
libro de Sinnett inmediatamente después de haber sido publicado, sino también
que yo había estado relacionado íntimamente con la muy joven Sociedad
Teosófica. Ustedes deben ahora mirar en conjunto las circunstancias de aquel
tiempo, y quiero darles todavía, aunque en forma escueta, la posibilidad de
conocer de una manera abierta y objetiva, los antecedentes de la Sección
Alemana. En ella había personas que tenían ansias por el mundo espiritual, y en
ese círculo, en la pequeña sala del conde Brockdorff, di mis conferencias sobre
la mística y los místicos. Yo no era miembro en aquel entonces. El prefacio de
la obra impresa lleva la fecha: septiembre de 1901, lo que implica que, en el
verano de 1901, resumí el contenido de las conferencias del invierno de
1900/1901, y este libro apareció en septiembre, con el título: "La mística
en los albores de la vida espiritual moderna".
Las primeras palabras del prefacio son las siguientes:
Lo que presento en este libro, formó el contenido de unas
conferencias pronunciadas, en el invierno pasado, en la Biblioteca Teosófica
de Berlín. La condesa y el conde Brockdorff me invitaron a hablar sobre la
mística, ante un auditorio para el cual este tema representa cuestiones
fundamentales. Diez años antes, todavía no me hubiera podido atrever a
satisfacer tal deseo; y no es porque, en aquel entonces, ese mundo de ideas que
estoy expresando hoy, no hubiera ya tenido vida en mi interior. Ese mundo de
ideas ya se halla plenamente contenido en mi libro " La filosofía de la
libertad" (Berlín 1894, Emil Felber), mas para exponerlo como lo hago
hoy, y para tomarlo como fundamento de una reflexión como la del presente
libro, se necesita todavía algo más que el estar firmemente convencido de su
intrínseca verdad: se necesita un trato íntimo con ese mundo de ideas, como
sólo puede lograrse en muchos años. Solamente ahora, después de haber gozado
tal trato, me atrevo a hablar de la manera que se percibirá en este libro.
Así, ustedes comprenderán por qué hice encauzar en un movimiento oculto
todo aquello que había dado en forma de conferencias en los diversos círculos.
Ya en el primer tomo de mis "Concepciones del mundo y de la vida"
dije lo siguiente en el capítulo acerca de Schelling (cito de la primera
edición dedicada a Haeckel y aparecida en febrero de 1900). Leeré, pues,
algunos párrafos de un libro del que se afirma que haya surgido de una
cosmovisión completamente distinta a la de mi
"Mística":
Hay dos posibilidades de describir el Ser que
es, al mismo tiempo, espíritu y naturaleza; la primera es señalar las leyes de
la naturaleza que se hallan activas en ellas; la segunda, mostrar cómo procede
el espíritu para llegar a esas leyes. Las dos veces me guía el mismo enfoque:
una vez, las leyes me revelan su modo de actuar en la naturaleza; la otra vez,
me enseña el espíritu cómo actúa para representarse esas mismas leyes. En el
primer caso, practico la ciencia natural; en el segundo, la ciencia
espiritual. De qué manera ambas se pertenecen, lo describe Schelling de una
manera sugestiva: "La necesaria tendencia de toda ciencia natural es
llegar de lo natural a lo inteligente. Sólo esto subyace en el afán de
introducir la teoría en los fenómenos naturales. La suprema perfección de la
ciencia natural sería espiritualizar completamente todas las leyes naturales
convirtiéndolas en leyes de contemplación y del pensar. Los fenómenos (lo
material) han de desaparecer completamente y quedan únicamente las leyes (lo
formal). De ahí que, cuanto más afloran las leyes en la naturaleza misma, tanto
más desaparece la envoltura, los fenómenos mismos se espiritualizan para
terminar por desaparecer. Los fenómenos ópticos no son sino una geometría cuyas
líneas son trazadas por la luz, y ya esta misma luz es de materialidad ambigua.
En los fenómenos del magnetismo, desaparece ya toda huella material, y de los
fenómenos de la gravitación que incluso los hombres de ciencia creían poder
interpretar tan sólo como inmediata influencia espiritual, es decir, como
efecto a distancia, no queda más que su ley, cuya realización en gran escala es
el mecanismo de los movimientos celestes. La teoría perfecta de la naturaleza
sería aquella en virtud de la cual la naturaleza toda se disolviera en
inteligencia. Los productos muertos e inanimados de la naturaleza, no son sino
sus intentos fracasados de reflejarse a sí misma; la llamada naturaleza muerta
no es más que inteligencia inmadura, por lo que, en sus fenómenos, ya trasluce
el carácter inteligente, si bien todavía de manera inconsciente. La suprema
meta de llegar a ser enteramente objeto de sí misma, la logra la naturaleza por
medio de la más elevada y última reflexión, que no es otra cosa que el ser
humano o, para hablar más en general, lo que llamamos razón; por lo cual la naturaleza vuelve completamente a sí
misma, y lo cual manifiesta que la naturaleza es originalmente idéntica a lo
que se reconoce en nosotros como inteligencia y conciencia".
Y siguiendo en relación con Schelling, continué diciendo:
Conforme avanzaba su pensamiento, la intuición
del mundo se le convirtió en contemplación de lo divino o teosofía. Ya tenía
totalmente el criterio de semejante concepto de lo divino, cuando, en 1809,
publicó su "Investigación filosófica sobre la esencia de la libertad
humana y temas afines". Todas las cuestiones ideológicas toman ahora para
él, un aspecto nuevo. Si todas las cosas son divinas, ¿cómo es posible que exista
el mal, ya que Dios no puede ser sino la bondad perfecta? Si el alma humana
está en Dios, ¿cómo es posible que ella siga, no obstante, sus intereses
egoístas? Y si es Dios el que actúa dentro de mí, ¿cómo es posible que se me
llame libre, aunque, en realidad, no actúo como ser independiente?
Esta concepción del mundo no es rechazada. Y continué diciendo:
Con semejantes opiniones, Schelling se ha
mostrado como el más audaz y valiente de los filósofos que se habían dejado
inspirar por Kant a una filosofía idealista. Bajo la influencia kantiana, se
abandonó el filosofar sobre cosas que están más allá de lo que observan los sentidos
humanos, y de lo que el pensamiento afirma sobre las observaciones; se
intentaba entonces conformarse con lo que se encuentra circunscrito dentro de
la observación y del pensamiento. Pero en tanto que Kant, a consecuencia de esa
limitación, dedujo que no se podía saber nada sobre las cosas del más allá,
declararon sus sucesores: "Puesto que la observación y el pensamiento no
apuntan hacia algo divino en el más allá, ellos mismos son lo divino". Y
entre quienes así declararon, Schelling fue el más enérgico. Fichte lo incluyó
todo dentro del Yo; Schelling, en cambio, extendió la yoeidad sobre todo. No
quería mostrar, como Fichte, que la yoeidad es todo, sino, inversamente; que
todo es yoeidad. Schelting tuvo el valor de declarar divino, no solamente el
contenido ideico del Yo, sino la entera personalidad espiritual humana.
Declaró divina, no solamente la razón humana, sino que constituyó en Entidad
divina y personal, todo el contenido vital del hombre. Se da el nombre de
antropomorfismo a una interpretación del mundo que parte del hombre y que se
imagina que el curso del mundo universal obedece a una entidad que lo guía, a
semejanza del hombre guiando sus actos. También explica al mundo de un modo
antropomórfico, aquel que supone una razón universal como causa de los
acontecimientos, pues semejante razón universal no sería otra cosa que la razón
humana universalizada. Dice Goethe: "el hombre nunca entiende cuán
antropomórfico es él mismo." Al decir esto, tiene en mente que, en las
afirmaciones más sencillas que hacemos sobre fa Naturaleza, se hallan
contenidos antropomorfismos escondidos. Al decir que un cuerpo continúa
rodando porque otro lo ha empujado, formamos semejantes concepto partiendo de
nuestro Yo. Empujamos a un cuerpo y observamos que sigue rodando. Análogamente,
cuando observamos que una bola se mueve en dirección hacia otra y que ésta
empieza a rodar, nos imaginamos que la primera ha empujado a la segunda, en
analogía al efecto de empuje que practicamos nosotros mismos. Ernst Haeckel
formula el dogma antropomórfico diciendo: ¡Comparad la Creación Y gobierno del
mundo, de Dios, con las creaciones de un técnico ingenioso o de un ingeniero
mecánico, o con el gobernar de un soberano sabio! Haeckel se imagina a Dios
nuestro Señor, como un señor que crea, conserva y gobierna el Universo,
totalmente parecido al humano en su pensar y en su actuar. Schelling tuvo el
valor para el antropomorfismo más consecuente, llegando al extremo de declarar
que el hombre con todo el contenido de su vida es la divinidad. Y como sea que
a ese contenido pertenece, no solamente lo racional, sino también lo
irracional, Schelling tuvo la posibilidad de explicar también la existencia de
lo irracional en el mundo. Es verdad que, para llegar a esta conclusión, se
veía en la necesidad de completar el enfoque racional con otro que no tiene su
origen .en el pensamiento. A este segundo aspecto, más elevado según él, lo
llamó "Filosofía positiva". Ella es “la filosofía propiamente libre;
quien no la quiera que la deje; eso le queda libre a cada quien; me limito a
afirmar que si alguien quiere, por ejemplo, conocer los procesos reales, si
quiere una libre creación del mundo, etc., sólo puede tenerlos siguiendo el
camino de semejante filosofía. Si le basta la filosofía racional, y no busca
más, que se quede con ella; pero habrá de renunciar a obtener, por medio y
dentro de la filosofía racional, algo que ella decididamente no puede tener, o
sea al verdadero Dios, ni el verdadero proceso, ni la relación libre de Dios
con el mundo”. “La filosofía negativa” quedará siendo preferentemente, la
filosofía para la escuela; la positiva, para la vida. Sólo con
las dos juntas, se logrará la cabal consagración que debe esperarse de
la filosofía. Es sabido que en las fiestas eleusinas, se distinguían entre los
misterios menores y mayores; los menores se consideraban como grado preliminar
de los mayores... La filosofía positiva es la consecuencia necesaria de la
filosofía negativa bien entendida; y así, se puede decir: en la filosofía
negativa se celebran los misterios menores; en la positiva, los mayores.
Termina este capítulo de las "Concepciones del mundo y de la
vida", con las palabras:
Si se declara que la vida interior es lo divino, parece
inconsecuente limitarse a una parte de esta vida interior. Schelling no
cometió este error; en el momento en que decía: "Explicar la Naturaleza es
crearla", imprimió la dirección de toda su concepción del mundo. Si la
contemplación pensante de la Naturaleza es repetición de su creación, necesariamente
el carácter fundamental de esta creación tiene que corresponder a la acción
humana; tiene que ser un acto libre, y no uno de necesidad geométrica. Pero la
creación libre no podemos reconocerla mediante las leyes de la razón; ella ha
de manifestársenos por otros medios.
Se me había encomendado la tarea de escribir una historia de las
concepciones del mundo en el siglo XIX. No podía ir más allá, porque todo lo
que latía en aquel entonces, en la evolución progresiva, eran intentos
diletantes; no tenía influencia sobre el progreso de la investigación en
sentido filosófico; no se prestaba para integrar un capítulo de ese libro. En
cambio, la Teosofía, hasta donde ella forma parte del pensamiento serio, se
encuentra en el capítulo sobre Schelling.
Y ahora fíjense: este libro, cuya segunda parte empieza por ocuparse
de Hegel, lleva fecha octubre de 1900. Sólo entonces fue cuando comencé a dar
aquellas conferencias, y ya en septiembre de 1901 salió el libro "La
Mística". De veras no es el afán de alegar algo personal, sino que, para
permitirles un criterio imparcial, les quiero llamar su atención sobre una
crítica que apareció el 15 de diciembre de 1901, sobre "Concepciones del
mundo..." en "EI Librepensador", órgano de la Unión alemana de
libre-pensadores. Ahí se dice, después de haber expresado que se echa de menos
una exposición legible de la evolución de las concepciones del mundo en el
siglo XIX: "Sobre todo, en el área de la filosofía donde con palabras, se
puede discutir admirablemente, y construir sobre ellas cualquier sistema, se
ha pecado mucho en publicaciones populares. Y cuánta culpa hay que atribuir a
los vigías de Sion, a toda clase de discípulos de sistematizaciones y a su
camarilla erudita, a la que pertenece, por desgracia, más de un catedrático".
El párrafo siguiente lo menciono únicamente para mostrar con qué
benevolencia se acogió este libro en aquel entonces:
"Tanto más nos felicitamos
porque el doctor Steiner, escritor conocido como pensador y luchador moderno,
quiera darle al público alemán una exposición objetiva de las luchas
espirituales en torno a las concepciones del mundo, que se libraron en Alemania
en el siglo XIX".
Después de dar un resumen de mi libro, sigue algo raro, y precisamente
por eso tengo que referirles todo esto. El reseñante echa de menos algo en el
libro, y lo expresa así:
"Si bien el
espiritismo de Du Prels, así como el cristianismo anacoreta de Tolstoy no
sirven para una actividad cultural basada en la Teoría de la Evolución, no hay
que desconocer su valor sintomático. Asimismo hubiera podido encontrar un lugar
el Neo-Budismo (Teosofía) -que ha desarrollado su fraseología particular, una
especie de jerigonza mística. Nos hubiera complacido seguramente una psicología
del espiritismo moderno, escrita por un hombre tan ingenioso como Steiner. El
lenguaje de la obra es fácil de entender. Nada de ciclos interminables de
filosofía académica que interfieran en el goce del lector".
Esta reseña se escribió en diciembre de 1901, poco después de haber empezado
yo a dar las conferencias teosóficas en Berlín.
Puede decirse objetivamente que fue pedido y abiertamente
solicitado, en aquel entonces, que yo me expresara acerca de lo que la Teosofía
pretende. No fue capricho; fue, como quien dice, una señal precisa del Karma.
En el invierno 1900/1901, yo había dado las conferencias sobre la
Mística, y en el invierno 1901/1902 las que trataban de un modo exhaustivo de
los Misterios griegos y egipcios, publicadas en verano de 1902, en mi libro
"El cristianismo como hecho
místico".
Una gran parte de la "Mística en los albores..." fue traducida
inmediatamente al inglés, y eso antes que fuera miembro de la Theosophical
Society. Podría contar ahora muchas cosas importantes que relataré en otro
momento, ya que el tiempo no me alcanza. Pero una cosa sí tengo que contar
ahora.
Ustedes se dan cuenta de que, en ningún momento, el desarrollo
constante ha dado un salto o algo semejante: todo se desenvolvió naturalmente.
Es verdad que, al comienzo del segundo ciclo sobre la mística griega y
egipcia, nuevamente en la biblioteca de la casa Brockdorff en Berlin, tuve
oportunidad de escuchar algo que, en aquel entonces no fue tan nefasto,
pero que, en su desarrollo consecuente, puede conducir a los hechos que aquí se
han tratado bajo el título de "excentricidades místicas".
Así pues, en 1901/1902 hablé sobre los misterios griegos y egipcios, y
en esas conferencias también estaba presente la ahora Sra. Steiner, que había
escuchado también mi conferencia sobre Gustav Theodor Fechner, pronunciada en
el invierno de 1900, en la Theosophical Society, conferencia aislada que
no tenía relación con el otro ciclo. Insisto: ya en el invierno de 1900, la
ahora Sra. Steiner estuvo presente en una parte de mis conferencias de aquel
entonces. Sería interesante dar algunos pequeños detalles sobre esta presencia,
pero también se pueden suprimir; sólo habrían dado un poco de colorido al
asunto. Quizá lo hagamos en otra ocasión, si fuera necesario.
Después de haber estado ausente algún tiempo, la Sra. Steiner regresó a
Berlín desde Rusia y, acompañada por una amiga de la condesa Brockdorff,
escuchó las primeras conferencias del segundo ciclo sobre los misterios
griegos y egipcios, en el invierno de 1901/1902. Al final de una de ellas, se acercó
a m í esa dama y me dijo algo al estilo de lo que mencioné hace un momento. Esa
señora se hizo partidaria más y más fanática de la Theosophical Society, y
más tarde, alcanzó una alta posición en la orden que se fundó para la
reencarnación de Cristo.
Después de mi conferencia sobre los misterios griegos se me acercó con
cara de iniciada profunda en la Theosophical Society, y acreditó su
iniciación diciendo: "Usted habla de Misterios, pero todavía los hay hoy
en día. También ahora existen asociaciones muy secretas, usted ya lo sabe.
"
Después de la siguiente conferencia, también sobre los Misterios
griegos, vino otra vez para decirme: "Se ve que usted recuerda bien lo que
se enseñaba cuando usted todavía estaba en los Misterios griegos". Esto
es lo que suele desembocar en lo que corresponde a "excentricidades
místicas" .
A propósito de esto, permítanme mencionar que, en otoño de 1901,
aquella conocida de la condesa Brockdorff ofreció una recepción; la Sra.
Steiner siempre se refiere a esta recepción como el "Té de los
Crisantemos" pues había muchas de esas flores. La invitación fue hecha por
aquella conocida y más adelante muchas veces me pregunté qué intenciones tuvo
esa señora con aquel té. Se había elegido la fecha de la fundación de la Theosophica/
Society, efemérides de mucha importancia para ella. Quizás, ella quiso convertirme
en un colaborador convencido; me hacía insinuaciones más o menos directas, pero
no resultó nada concreto. Pero quiero mencionar una conversación que sostuvimos
la Sra. Steiner y yo: durante este "Té de Crisantemos", en el otoño
de 1901. Ella me preguntó si no sería necesario iniciar un movimiento
espiritual en Europa. Le dije claramente: "ciertamente, es necesario
formar un movimiento científico-espiritual; pero yo solamente accederé a un
movimiento que parta del ocultismo occidental exclusivamente, y que siga
desarrollándolo. Mencioné que habrá que partir de Platón, de Goethe, etc.; y
señalé todo el programa que efectivamente fue posteriormente realizado.
En este programa realmente no cabían prácticas enfermizas, pero
naturalmente, a menudo se acercaban personas con semejantes inclinaciones, ya
que se trataban de personas influidas de todos los lados por el movimiento
mencionado. Pero que este programa necesariamente involucraba un total rechazo
de cualquier mediumnismo o atavismo; esto lo pueden constatar ustedes a través
de la inicialmente mencionada conversación con aquel miembro de la Theosophica/Society.
Se tomó, pues, con plena conciencia, la senda que nos ha conducido
durante todos estos años. Si bien en ella se nos acercaron muchos elementos con
toda clase de clarividencia mediumnística y atávica, no nos hemos desviado de
esta senda que nos ha llevado hasta aquí.
Esto hizo necesario que yo encontrara, dentro del Movimiento
teosófico, a las personas que tuvieran sensibilidad e interés en semejante
método totalmente sano. Todos aquellos que no deseaban tal movimiento sano y a
la vez estrictamente científico, con plena y sincera responsabilidad científica,
empezaban por tergiversar a su manera nuestros logros. Una simple reflexión
histórica les permite darse cuenta de que, en toda nuestra actividad no se
retrocederá ante el acceso a los más elevados mundos espirituales hasta donde
con gracia pueden abrirse a la humanidad actual; pero, por otra parte,
rechazamos estrictamente todo lo que no puede adquirirse por caminos sanos, es
decir, por métodos apropiados para la entrada correcta al mundo espiritual.
Quien lo evalúe con criterio histórico, no lo tomará como simple afirmación,
sino que puede verlo verificado por la manera de nuestra actuación durante
muchos años. Hemos tenido la posibilidad de adelantar en la investigación
efectiva del mundo espiritual, mucho más que la Theosophica/ Society hubiese
podido adelantar. No andamos por caminos inciertos, sino por caminos seguros;
esto puede decirse franca y llanamente.
De ahí que en el campo del esoterismo siempre he rechazado tener
cualquier nexo con cualquier ocultismo anticuado, con cualquier fraternidad o
comunidad de este tipo. La única excepción fue que, sin perjuicio de mi autonomía
absoluta, trabajé por algún tiempo en cierta conexión exterior con la Theosophica/
Society y sus instalaciones esotéricas externas, pero no en su
orientación. Ya en 1907, todo lo esotérico quedó radicalmente separado de esa
Sociedad, y ustedes saben perfectamente lo que pasó de ahí en adelante. También
ha sucedido que ciertas cofradías ocultistas me presentaron una u otra
propuesta y, sobre todo, cuando una cofradía ocultista muy respetable me
hizo la proposición de participar en la difusión de un ocultismo del tipo
rosacruz, no contesté, a pesar de que la propuesta provenía de una comunidad
ocultista de mucho prestigio. He de decir esto, para destacar que nosotros seguimos
un camino absolutamente independiente que corresponde a nuestra época, y que
los elementos enfermizos nos desagradan profundamente.
[1]
Publicado en castellano con el título "La
crónica del Akasha", Editorial Antroposófica Argentina.
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